"En las democracias, como en la vida, hay un tiempo para todo y esos tiempos hay que respetarlos, de lo contrario, se rompe la baraja y aquí no juega nadie."
No se cansan de fracasar. Esta es la segunda huelga general
en menos de un año y viendo el fracaso
de la primera siguen sin desaliento, ahora se han juntado con sus colegas de
Portugal y posiblemente se sumarán otros países, según comentan los líderes
sindicales.
Una huelga para cambiar las condiciones de trabajo en una
empresa, para protestar abusos de empresariales, para mejorar las condiciones
laborales y la flexibilidad en los horarios, para conseguir mejoras en la
concertación de la vida laboral y familiar, mejoras salariales, etc. son
protestas comprensibles, se podrá estar
más o menos de acuerdo con ellas pero tienen un sentido lógico y lo más
importante, son derechos democráticos que nos hemos dado.
Pero una huelga con la intención de presionar a un gobierno
elegido democráticamente en las urnas, no tiene una justificación tan clara en
términos democráticos. La exigencia de los sindicalistas en la próxima huelga
es que el gobierno no solo cambie de política, si no que someta a referéndum su
programa de gobierno y en caso de perder, lógicamente, el paso siguiente sería
la de dimitir y convocar elecciones. Carecería de sentido que un gobierno que
no tiene el respaldo de su pueblo para llevar a cabo su política, continuara en
el poder.
Las dudas sobre la legitimidad de estos objetivos son muchas
y grandes. ¿Cuanta gente tiene que
secundar una huelga para considerar que
el gobierno tiene que someter a referéndum su política? ¿Dónde está escrita esa
regla? ¿Para qué sirven unas elecciones libres si luego la oposición las
invalida desde las calles? ¿Quién tiene la responsabilidad de gobernar un país
democrático, el gobierno salido de las urnas o las organizaciones sindicales y
sociales que no se han presentado a las elecciones? Si estas organizaciones
creen tener tanta legitimidad ¿por qué no se presentan a las elecciones? Al fin
y al cabo, sus pretensiones son las de imponer sus tesis políticas, pero no
desde la legitimidad democrática, sino desde la coacción callejera a base de
movilizaciones.
En el caso de España la situación es muy clara, ha ganado un
partido de derechas y la izquierda, de la que forman parte los sindicatos y las
organizaciones sociales que apoyan estas movilizaciones, no va a permitir que
se lleven a cabo unas medidas opuestas a su ideología. En otras palabras, la
izquierda no acata civilizadamente los resultados de las últimas elecciones
democráticas. Los golpes de estado contra las democracias se pueden perpetrar
desde los cuarteles o desde las calles, pero el resultado es el mismo, alguien
que no tiene el poder lo consigue por medios no democráticos incluyendo la
violencia. Da igual que venga desde la izquierda o la derecha, por la propiedad
conmutativa, el orden de los factores no altera el producto.
Todo este perverso juego de deslegitimaciones, coacciones,
rebeldías, violencia, etc. Del que somos testigos en los últimos tiempos no
hace mas que socavar nuestra democracia, desvirtuar los principios por los que
creímos que era mejor decidir quién debía ostentar el poder durante un periodo
de tiempo, mediante los votos mejor que
mediante los tiros y los navajazos, pero algunos tienen incontinencia de
gobierno, no son capaces de esperar su turno y convencer al pueblo para que les
legitime en las urnas y ser ellos quienes decidan, durante cuatro años, las
políticas que se van a hacer.
Conmigo, desde luego que no cuenten. Soy liberal y respeto
las decisiones democráticas, no voté a este gobierno ni tampoco al anterior. No
pedí que se obligara a dimitir al presidente socialista, por muy mal que lo
hiciera y tampoco pediré, ni colaborare,
para forzar la dimisión del actual presidente de gobierno. En las democracias,
como en la vida, hay un tiempo para todo y esos tiempos hay que respetarlos, de
lo contrario, se rompe la baraja y aquí no juega nadie.
Buen escrito, con sentido de la Democracia, toda una lección, sin ir a clase. Continua escribiendo, lo hace muy bien Sr. Juan Molina, lo felicito, es una gozada leerle. Saludos
ResponderEliminarGracias Conchita!
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