Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

viernes, 28 de mayo de 2010

CUANDO VEAS A LOS LIBERALES LLEGAR, PON TUS BARBAS A REMOJAR (ENTREVISTA 2º PARTE)

CUANDO VEAS A LOS LIBERALES LLEGAR, PON TUS BARBAS A REMOJAR (ENTREVISTA 1º PARTE)

DEMOCRACIA Y CUBA


La Responsabilidad Social

A nuestro modo de ver son muchos los que esperan que otros hagan, pero son muy pocos los que están dispuestos a hacer lo que creen que deben hacer, y en nuestra opinión este es el más grave problema del camino cubano.
Mucho se habla de libertad. Se debería hablar y vivir más la otra cara de la libertad que es la responsabilidad. Nadie puede definirse como persona si no es responsable de su vida, de sus actos, responsable de su historia.
El Papa Juan Pablo II en su histórica visita a Cuba en el año 1998, habló nada menos que doce veces de la responsabilidad. Nos dijo “No esperen que todo les venga dado…huyendo del compromiso y de la responsabilidad para refugiarse en un mundo falso cuya base es la alienación y el desarraigo…No busquen fuera lo que pueden encontrar dentro. No esperen de los otros lo que ustedes son capaces de ser y hacer. No dejen para mañana el construir una sociedad nueva donde los sueños más nobles no se frustren donde ustedes puedan ser los protagonistas de su historia…Porque el futuro de Cuba depende de ustedes, de cómo formen su carácter, de cómo vivan su voluntad de compromiso en la transformación de la realidad, les digo: !Afronten con fortaleza y templanza, con justicia y prudencia los grandes desafíos del momento presente…!. No olviden que la responsabilidad forma parte de la libertad, más aún, la persona se define principalmente por su responsabilidad hacía los demás y ante la historia”.
El construir esa sociedad nueva de la que nos habló el Papa y que muchos hoy en Cuba deseamos se hace paso a paso: esa es la gradualidad. No se puede hacer solo, por eso será imposible si el Señor de la historia no encuentra cubanos que estén dispuestos a asumir el reto, porque sin personas responsables no hay proyecto viable.
Para lograr los cambios que muchos hoy desean en Cuba, es necesario, la responsabilidad personal porque sin responsabilidad personal no se pueden alcanzar las legítimas aspiraciones y deseos y siempre se echarán sobre otros las culpas y seguiremos colocando fuera de nuestras conciencias y fuera de nuestro país los porque de las cosas que pasan.
Debemos decirlo con todo respeto, si cada uno de nosotros no abre su mente, no abre su conciencia y dice lo que piensa; si cada uno de los cubanos no comienza a abrir un pequeño espacio de libertad en su ambiente, en su centro de trabajo, en su escuela, en su barrio, nada cambiará para mejor, o vendrán algunos cambios que nos diseñen, nos preparen y nos impongan otros. Es decir será un proyecto hecho desde la altura o desde la lejanía.
Vivir la responsabilidad social hoy en Cuba debe disponernos a reflexionar sobre la urgente necesidad de asumir, como propia y cotidiana, la intención, el lenguaje, la actitud y los hechos del diálogo y la negociación como única salida ética a los conflictos propios de la vida económica, social y política de los cubanos.
Todos los cubanos y cubanas, en los condiciones actuales debemos cultivar el lenguaje del diálogo, que no es lenguaje ladino, ni palabra hueca, ni disimulo de la mentira, ni complicidad con la injusticia, ni discrepar atacando a las personas y no discutiendo sus ideas, es optar por la participación efectiva, eficaz, plural, transparente, tolerante y cotidiana. Unas veces siendo participación de apoyo y otras como participación discrepante, pero siempre con la misma validez y respeto.
Pero no basta solamente con el lenguaje de diálogo, es necesario las actitudes de diálogo que es dejar algo de lo nuestro para dar cabida a algo de lo otro, que es dar y recibir, es ceder y aceptar.
Este es el camino si queremos que Cuba sea un país normal, es decir, que no esconda la diversidad que le es esencial, ni ignore la pluralidad de opciones políticas o religiosas que le es lógica, ni quiera descalificar a los opositores. Es hora ya de terminar en Cuba con la idea de que es un país dividido en buenos y malos, en trigo y cizaña, cosa que ni el mismo Cristo quiso separar con tal dicotomía absurda.
Es necesario y urgente hoy en Cuba, un clima de serenidad, responsabilidad y madurez que facilite la busca de consensos y de unidad que respete e incluya la diversidad, que busque la verdad sin odios, la justicia sin ensañamiento y la reconciliación sin urgar en las cicatrices.
Hoy en Cuba el camino de la responsabilidad social es pasar de la confrontación a la cultura del consenso y para ello es necesario estar dispuesto a ceder y a tolerar, a aceptar que los demás son diversos y no querer “convertirlos” a la fuerza o bajo presiones o bajo intimidaciones directas o sutiles, es necesario no creerse poseedor de toda la verdad, ni de toda la bondad, ni de toda la voluntad necesarias para lograr los cambios. El verdadero cambio es a ritmo de pequeños consensos, de buscar lo que nos une, de no excluir a nadie. Quien no cede, termina ejerciendo la violencia para que sean los otros los que cedan.
La confrontación es un signo de la cultura de la muerte. La confrontación cansa, agota, divide, estorba para tener una visión positiva de la vida. La gente sufre con la confrontación y el alma de los pueblos se empobrece con ella. El camino de la responsabilidad nunca es la confrontación. Cultivemos la mística cordial y reconciliadora que destierre de todo cubano, la violencia verbal o física, personal o masiva, porque eso es el efecto de una situación en que se quiebran las fronteras de la razón, el diálogo y las más elementales normas de convivencia.
De “responder” viene la palabra responsabilidad. Esperemos que no falte la responsabilidad personal de aquellos cubanos y cubanas que hayan recibido la vocación de compromiso con los demás cubanos y con nuestra historia. El futuro próspero, feliz y democrático de Cuba dependerá de las actitudes y decisiones que tomemos cada uno de los ciudadanos.

BOLETÍN VITRAL, No. 397 Año 10. 27 de abril de 2010

domingo, 23 de mayo de 2010

SI, PERO NO, Pedro Olalla


En los últimos días, hablando de responsabilidades en la actual crisis griega, no ha faltado quien ha dicho que la culpa, en el fondo, es del pueblo, pues la historia se encarga de que, con el tiempo, cada pueblo tenga lo que se merece. Esta conclusión, a la que estoy dispuesto a conceder un fondo de verdad, necesita no obstante que sean demarcadas con precisión las líneas que la separan de la frivolidad y del cinismo.

Está claro que, para que haya corruptos, ha de haber corruptores, y que unos y otros pueden hallarse entre las filas del “pueblo”. Culpable es el empresario o el banquero que corrompe al político o al funcionario, y culpable es el político o el funcionario que se deja corromper por el empresario o el banquero. Culpable es el político que da trabajo en la función pública a cambio de votos y culpables son quienes dan su voto a cambio de trabajo en la función pública. Culpables quienes sumen al país en repetidos escándalos y culpables también quienes reeligen a estos mismos con pasmosa imprudencia y contumacia. Y así sucesivamente.

Pero cada acción tiene detrás a un responsable. Y culpar al “pueblo” en su conjunto de los desastres derivados de la actuación irresponsable, inmoral y alevosa de quienes han sido democráticamente elegidos para ejercer el poder y procurar el bien común es diluir demasiado las responsabilidades. El pueblo es mucha gente, y en el pueblo griego hay mucha gente honrada que sobrevive día a día con salarios muy bajos sin cometer delitos y sin prevaricar en los deberes más o menos modestos que se le confían. Hay muchos jóvenes muy cualificados que saben que nunca tendrán un trabajo acorde con el esfuerzo que su preparación ha requerido. Hay muchos padres que crían y educan a sus hijos teniendo que pagar por prestaciones básicas que deberían recibir del Estado a cambio de sus impuestos y que no reciben. Hay mucha gente de buena fe que confía en las palabras de sus dirigentes y que es sistemática e impunemente engañada por éstos. Hay muchas voces que tienen cosas importantes que decir y que no encuentran más cauce que el voto y la protesta callejera. Y así sucesivamente.

Acepto que, en una democracia, todos tenemos responsabilidad. Acepto que la reforma más necesaria es, en el fondo, la de la perversidad de cada uno. Pero no acepto que los pueblos del mundo tengan en nuestros días la suerte que merecen. No la tienen los pueblos de África, ni los de Asia, ni los de América, ni tampoco los de la civilizada Europa. No creo que sean los pueblos los “culpables” directos de su suerte. A no ser que lo sean del modo en que, en los crímenes, las víctimas también tienen a veces parte de “culpabilidad” en su trágica suerte.

Estos últimos días, en la calle Stadiou, frente a la sucursal bancaria donde ocurrió la tragedia, el “pueblo” pasa y deposita sus mensajes anónimos, sus oraciones, sus flores y sus velas, a la memoria de las víctimas que, a manos de unos energúmenos, murieron allí el día de la huelga general cuando se hallaban en su puesto de trabajo, quién sabe si por voluntad propia o ajena. Un gesto de “culpabilidad”.

RUIDOS Y SILENCIOS, Pedro Olalla


Aparte de los especuladores financieros, la democracia tiene en estos momentos otros dos grandes enemigos: los agitadores fascistas de todo signo y color, y los gobernantes corruptos e irresponsables. Estos dos enemigos –que, por desgracia, no son los únicos– quedaron bien patentes el pasado miércoles durante la multitudinaria manifestación en Atenas.

Cientos de miles de ciudadanos pacíficos salieron indignados a la calle para manifestarse contra un paquete de medidas claramente injusto. Salieron a pedir justicia y responsabilidad a sus políticos y se vieron atrapados en un campo de batalla infectado de humos y gases lacrimógenos, atrapados entre los exaltados irracionales que con sus bombas acabaron con la vida de tres inocentes y un desmedido aparato policial que es la cara visible de un gobierno acobardado y cerrado al diálogo.

En medio de este ambiente de caos, que los medios de comunicación se han esmerado en enfatizar, están la actitud y la demanda de la verdadera ciudadanía. Están los millares de manifestantes que, con la misma firmeza que reprueban los actos vandálicos, exigen a sus gobernantes responsabilidades directas por haber llevado al país al punto en el que está. Y, ante esto, oídos sordos.

Con la misma obstinación antidemocrática de los que tiran las bombas, los responsables de los dos grandes partidos que han ejercido el poder durante las últimas tres décadas guardan un antidemocrático silencio sobre sus responsabilidades. La ciudadanía demanda más verdad, menos ocultación de la realidad, menos voto de obediencia al partido y más lealtad al pueblo soberano. Está claro que no todos los que tienen o han tenido poder han actuado igual, pero también está claro que hay culpables. Culpables con nombres y apellidos, con direcciones, con cuentas corrientes, con propiedades en Grecia y en el extranjero. Culpables de connivencia, de escándalos, de sobornos, de delitos fiscales, de cobrar comisiones por licencias de obras o compra de armamento. El pueblo quiere que salgan de sus agujeros, que se incauten esas propiedades, que devuelvan el dinero robado. Quiere que tengan el valor de decir “pedimos créditos y nos apoderamos del dinero”, “volvimos a pedirlos y volvimos a hacerlo”, “y seguimos así hasta llegar la cosa adonde está”.

Mientras esto no suceda, la clase política no tiene ninguna autoridad moral para exigir a la ciudadanía sacrificios que hacen retroceder cien años las conquistas sociales, para congelar los sueldos, para recortar las pensiones y el salario básico, para facilitar los despidos, para aumentar los impuestos y para obligar al pueblo a contraer una deuda inmensa con especuladores, una deuda que no sabe cuánto tardará en pagar ni qué nuevos y onerosos compromisos le obligará a asumir en el futuro.

En los años de la dictadura griega (1967-1974), muchos lucharon, fueron a la cárcel, sufrieron el exilio o perdieron la vida porque el parlamento frente al que nos hemos manifestado el miércoles volviera a funcionar. Los que ahora gobiernan desde sus escaños deben probar que están a la altura moral. El ruido de las bombas y el silencio de los responsables amenazan a la democracia por igual.

PEDRO OLALLA

LA GUERRA QUE PERDEMOS CADA DÍA


Cuando el problema es el propio estado es muy difícil que éste sea capaz de solucionar la grave crisis que vivimos. Decía un economista que sabía bastante del tema que cuando algo se mueva ponle un impuesto, si se mueve poco bájale el impuesto y si deja de moverse dale una subvención. En la España Zapaterista vamos al revés, primero son las subvenciones y luego los impuestos, esa es la mejor forma de andar el camino al contrario: si algo se mueve dale una subvención y verás como se para, normal por otra parte, si te dan el dinero sin trabajar ¿para que vas a trabajar?
El círculo perfecto de este juego lo han conseguido los progres de la ceja, apoyan a un gobierno que los subvenciona, el dinero lo saca de los sueldos de los funcionarios, las pensiones y los impuestos y luego vuelve a los bolsillos de los subvencionados que aplauden una política tan social “lista”.
Como decía al principio por mucho que bajen el gasto del gobierno nunca podrán atajar el problema de fondo, la elefantitis gubernamental. Tenemos un macro estado duplicado y triplicado como los formularios del Castillo de Kafca. Millones de funcionarios estatales, autonómicos, municipales. Diecisiete parlamentos con cerca de mil parlamentarios autonómicos con sus despachos, coches oficiales, dietas, bonos de viaje y lo más cachondo para el resto de los españolitos: parte de su sueldo, dicen que en algunos llega al 70% de sus retribuciones, exentas de tributación a hacienda. ¿Mola o no?
Yo para ser feliz quiero un puesto en el gobierno, me da igual nacional, autonómico o municipal y al camión que le vayan dando. La subvención es el gran recurso del socialismo, su mecanismo es sencillo: se trata de grupos organizados que consiguen vivir, viajar, montar sus negocios, etc.…a costa del resto de la gente. Cuanto más numeroso es el grupo y mejor organizado está más pasta puedes negociar, a cambio se pide sumisión y buen rollito con el gobierno benefactor. Sin embargo no crean que esto es un invento de la izquierda ni mucho menos, lo usan todos gobiernos sean del color que sean, aunque bien es verdad que el de Zapatero lo hace de una forma abusiva y descarada. Sus protegidos más famosos son los sindicatos de izquierda a la cabeza con más de trescientos millones, partidos políticos en segunda posición con unos doscientos millones, asociaciones de memoria histórica con treinta y dos millones en la última tajada, cineastas, cantantes, etc.
Al final uno se queda con un extraño sabor en la boca cuando al caer el día después de una jornada de trabajo, de lidiar con los delincuentes en le hihg school, de pintar, de escribir, de estudiar para cualificarte mejor…te sientas cansado en tu comprensivo y siempre fiel sofá pones la tele y los ves, a él tan sonriente siempre y a su corte vistiendo modelitos que valen tu sueldo de dos meses, repartiendo nuestro dinero entre sus amigotes tan generosamente, trincando y pegándose la gran vidorra a nuestra costa sin despeinarse. Es entonces cuando gano la única batalla de esta guerra que pierdo cada día, mi perro apoya su cabeza sobre mi pierna y me mira esperando esa momento, que no sé porque al muy cabroncete le reconforta, en que yo trinco una cerveza y le digo: si, ya lo sé, soy un gilipollas.

sábado, 22 de mayo de 2010

Parrhesia, Pedro Olalla


Apenas cuatro frases –unos escasos fragmentos de Eurípides, Isócrates, Demóstenes y Polibio– nos dan a conocer una virtud –también escasa– que los antiguos atenienses reclamaban como necesaria para el sostenimiento de la democracia: la parrhesia. Mientras que la isegoria era un derecho –el derecho a la igualdad en el uso de la palabra–, la parrhesia era algo más: una virtud, la virtud de atreverse a usar la palabra para decir la verdad. Cuando la democracia se tambalea por falta de parrhesia en la misma ciudad en que nació, es momento de reflexionar sobre el sentido de estas antiguas voces.

Hace unos días, el eurodiputado de los Verdes Daniel Cohn Bendit habló con inusual parrhesia ante el Parlamento Europeo: «Es evidente que durante cuatro meses hemos estado mareando la perdiz. Es evidente que nos hemos equivocado. Es evidente que, con esos titubeos, hemos estado dando pábulo a los mercados y a la especulación. Por lo menos, los miembros del Consejo responsables deberían decirlo, deberían decir “es culpa nuestra”. La Sra. Merkel, el Sr. Sarkozy, no sé en realidad qué papel juegan… Lo que le estamos pidiendo al gobierno de Papandreou es algo casi imposible de lograr. Yo le pido a Ecofin y a los presidentes de los gobiernos que piensen si ellos mismos son capaces de hacer en sus países reformas como las que le estamos pidiendo a Grecia. ¿Cuánto tiempo haría falta para reformar el sistema de pensiones en Francia? ¿Cuánto tiempo necesitaría Alemania para arreglar sus pensiones? ¡Y le estamos pidiendo a Papandreou que lo cambie todo en tres meses! Están siendo Uds. totalmente irracionales, y prueba de ello es lo que ahora está pasando en Grecia. No le estamos dando a Papandreou ni a Grecia el tiempo necesario para encontrar una solución consensuada. No existe en Grecia una identificación con el Estado. Existe tan sólo el “cada cual a lo suyo”. Y eso es lamentable. La culpa es de todos: décadas de corrupción de la clase política en Grecia. ¿No deberíamos tratar de convencerles con prácticas y no sólo con decretos? ¡El consenso hace falta crearlo! Y ya verán Uds. lo que va a pasar en España cuando empiecen los problemas. Ya verán en Portugal. Quiero decir con esto que debemos inspirar una actitud de responsabilidad, y no pedir lo imposible. Creo recordar que alguien dijo hace tiempo “¡Quiero que me devuelvan mi dinero!” Y ahora queremos ganar dinero a costa de los griegos. ¡Porque de eso se trata! A nosotros nos prestan al 1,5% o al 3% y nosotros le prestamos a Grecia al 3,5% o al 6%. ¡Estamos haciendo negocio a costa de los griegos y eso es inadmisible!»

»Por otro lado, Europa también puede tomar iniciativas. Guy Verhostaff tiene razón cuando habla de un Fondo Monetario Europeo, de un fondo de inversión y solidaridad. Para llevar a cabo un préstamo europeo habría que modificar los tratados. ¡Pues adelante, camaradas, a modificar los tratados! ¡En nuestra mano está tomar iniciativas! Si el Consejo es incapaz de hacerlo, hagámoslo nosotros, desde este Parlamento. Creemos de una vez un Fondo Monetario Europeo que pueda poner freno a la especulación. Además, le pido al Consejo que le diga al FMI que la Oficina Internacional del Empleo debe tomar cartas en el asunto de lo que está pasando en Grecia. ¡Se trata de personas, no debe decidir sólo el Dinero! ¡Son las instituciones europeas e internacionales del empleo las que deben poner freno al delirio de los financieros!»

»Y finalmente, existe también otra manera de prestar ayuda a los presupuestos de Grecia: tomar de una vez la iniciativa, como Unión Europea que somos, de fomentar el desarme en la región. Una iniciativa política para el desarme entre Grecia y Turquía. Una iniciativa política para que las fuerzas armadas turcas se retiren del norte de Chipre. ¡Si en el fondo somos unos hipócritas! En los últimos meses, Francia le ha vendido seis fragatas a Grecia por 2.500 millones de euros. Helicópteros por 400 millones. Rafale de combate por 100 millones cada uno. Mis “espías” no han sabido decirme si fueron 10, 20 ó 30… Y Alemania le ha vendido a Grecia otros 6 submarinos por otros 1.000 millones. ¡Más transparencia! ¡Si somos unos absolutos hipócritas! ¡Les prestamos dinero para que nos compren armas! Si somos de verdad responsables, garanticemos entre todos la integridad territorial de Grecia. Creo que aplicar estos recortes es más eficaz que recortar sueldos de menos de mil euros. Yo le pido a la Comisión un poco de justicia.»

Tienen que ver Uds. las caras de póker de los eurodiputados, las gargantas tragando saliva, las miradas cruzadas, los tensos silencios, las cobardes palmaditas que resuenan al final del discurso… Políticos y ciudadanos, pulsen aquí y asistan en vivo a una lección de parrhesia.

Pedro Olalla

Medias verdades


Ya se sabe que, peor aun que las mentiras, son las medias verdades; porque, oculto en la atractiva cápsula de la verdad, tragamos también el fatídico veneno de la mentira.

Vamos a ver. Todos estamos de acuerdo en que hay que racionalizar el número de funcionarios públicos y su distribución en la administración, con el objeto de puedan así prestar más eficazmente su servicio al ciudadano. Todos estamos de acuerdo en que la evasión fiscal debe ser perseguida, porque entendemos que el que roba al Estado nos roba a todos. Todos estamos plenamente de acuerdo en que debe evitarse el despilfarro y el abuso del dinero público porque, claro está, se trata del despilfarro y del abuso del dinero proveniente de nuestro trabajo y nuestro sacrificio en aras del bien común.

Todo esto son verdades. Pero, ¿por qué piensan los que nos gobiernan que nos oponemos a esto cuando salimos a manifestarnos en masa contra las injustas medidas que tratan de imponernos? Nadie se opone a esto; pero, aunque aceptamos estas verdades, no tragamos con la mentira infame de que el único camino para arreglar las cosas sea avenirse a los dictados de los monopolios del poder y del dinero y a las directrices que el FMI y sus aliados señalan ahora a los nuevos países en los que han puesto el ojo. No aceptamos la falacia del “único camino”, la idea que esto sólo pueda conseguirse así, de que la única manera de crear riqueza y de distribuirla con justicia sea aplicar estas dudosas y dolosas recetas.

Y, siendo consecuentes, no deberíamos aceptar tampoco que los mismos políticos, dirigentes y magnates que durante años han sido cómplices y artífices de la situación que queremos cambiar sean los que hoy nos vendan recetas para el cambio. ¡Claro que está mal que en Grecia haya más de un millón de funcionarios públicos! Pero es vergonzoso que nos lo echen en cara los mismos partidos que los han nombrado a base de clientelismo político. ¡Claro que está mal que los impuestos evadidos superen los 33.000 millones de euros! Pero es vergonzoso que ahora pretendan arreglarlo tratando a los contribuyentes con mano de hierro quienes han permitido, entre otras cosas, que haya 6.300 ricos registrados que deben cada uno entre 200.000 y varios millones de euros al erario público. ¡Claro que hay que evitar el despilfarro! Pero que no nos lo impongan con recortes en sanidad y pensiones quienes, por ejemplo, sacan una ley para “hacer más ecológico” el parque móvil del parlamento y se compran una flota de limusinas híbridas Lexus a cargo del contribuyente.

Y lo que pasa en Grecia, pasa también en todas partes. Basta de hipocresía y de cinismo. Ayer, una vez más, ríos de ciudadanos –trabajadores, pensionistas, parados, estudiantes, emigrantes…– salieron a manifestarse de manera pacífica a las calles de Grecia. Porque ya están hartos de medias verdades, porque no se creen que para que la situación se arregle hay que trabajar cuarenta años y jubilarse con 360 euros. Porque ya está muy claro que los que dan hoy las recetas de macroeconomía y de política social son los mismos que “trabajan” en todos los países del mundo por esclavizar económicamente a la humanidad. Esta es la reacción del pueblo griego, bastante criticada por algunos. A ver cuál es mañana la del pueblo de España, donde el paro es aún mucho mayor y donde los políticos ya han empezado a recortar; a ver cuál es la del pueblo de Rumanía, donde diciendo amén al FMI van a cortar un 25% en los salarios y un 15% en las pensiones; y a ver cuál es la reacción del pueblo de Italia, donde el comedido Berlusconi propone moderar el gasto público con un recorte de 25.000 millones, empezando por la sanidad. Más reacción, más voz y mejor voto. Y menos medias verdades.

Pedro Olalla

viernes, 21 de mayo de 2010

¡PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS!





Acaba de decir Artur Mas que habrá referendum independentista lo autorice el gobierno central o no, no les quedará más remedio a los catalanes que tirarse a la calle para pedir la independencia. Como decía aquel: “los cojones no se ponen en Despeñaperros” .
Yo espero cuando llegue el momento, que llegará, porque el gobierno de la nación no puede permitir que un presidente autonómico convoque unilateralmente una consulta independentista, ver a todos estos que bravuconean con la independencia, junto con los firmantes de la editorial por la dignidad de Cataluña, los políticos, seudo intelectuales y demás parafernalia Pro estatuto e independencia, sea como sea, en la primera línea de las barricadas enarbolando la señera y con el pecho al descubierto, prestos a recibir las balas y los bayonetazos de las imperialistas tropas españolas. Ahí es donde se demuestra lo importante que son para uno sus convicciones, dando la vida por ellas, derramando la sangre por la gloriosa tierra de Cataluña en pos de un estatuto místico y espiritual que comienza diciendo…” Cataluña es una nación…” Después tanto si ganan esa guerra como si la pierden las fotos de todos estos mártires columnistas correrán cual leyenda por las salas de la Generalitat o por las organizaciones clandestinas, de mano en mano y ya convertidos en heroes.
Que final tan magnífico, digno tan solo de los elegidos para la gloria en pos de la libertad del pueblo catalán. Yo espero sinceramente que esta gente no falte a su cita con la historia, no vaya a pasar como siempre que la sangre la ponen cuatro desgraciados del arrabal de Barcelona y los iluminados firmantes y postulantes siguen, pase lo que pase, a lo suyo y tan sanos como siempre.
Mi mujer es catalana, mi suegra es catalana, mis cuñados son catalanes, tengo sobrinos y familia política catalana y les aseguro, que no he oído a ninguno tener la más mínima intención de tirarse a las barricadas si tumban el místico estatuto o prohíben el referéndum  a lo mejor es que a mi no me lo cuentan y luego toda Cataluña es como Fuente Ovejuna todos a una, pero sinceramente, yo lo dudo mucho.
De todas formas les voy a ser sincero, yo estoy deseando que algún gobierno tenga los "cojones" suficientes para cambiar la constitución y permitir que se celebren referéndums independentistas, tengo muy claro mi voto, para mi ser español no es una obligación, es un orgullo y me sobran un capazo de compadres que no quieren ser españoles. Hay un montón de portugueses que les gustaría unirse a España e incluso en Cuba se habla de convertir la isla en la decimoctava comunidad autónoma española, quizás es el momento de ampliar horizontes y darles puerta a los cansinos de siempre. Como dice un refrán catalán, “ bon vent y barca nova”.

martes, 18 de mayo de 2010

EL MAL ESPIRITU




Los grandes maestros espirituales enseñan a discernir entre el buen y mal espíritu que mueve las intenciones y conductas de los hombres. El buen espíritu es constructor y positivo, anima, fortalece, empuja hacia delante, hace crecer, estimula. Virgilio, en La Eneida, describe a unos remeros que vencen a contrincantes superiores a ellos y los expresa magníficamente diciendo: ‘possunt quia posse videtur’, ‘pueden porque están convencidos de que pueden’. El mal espíritu, por el contrario, amilana, encoge, paraliza, llena de miedos y temores las cavernas del alma, desanima el esfuerzo, convence de la propia impotencia.
Éramos ‘la ciudad alegre y confiada’ que describió Don Jacinto Benavente, parecía que ‘la nueva Jerusalén’ descendía sobre nosotros con sus muros de oro y piedras preciosas para nuestro disfrute eterno y , de pronto, se oscureció el cielo y los cuatro Jinetes, con la copa de ira en la mano, nos sacaron del sueño del bienestar y la seguridad engañosa. Nos encontramos endeudados y nuestros prestamistas dudaban de nuestra solvencia. Y cundió el desanimo, nos invadió el mal espíritu, porque nos daban a probar una amarga medicina y nos exigían un ayuno obligado penitencial. Vinieron tiempos de vacas flacas y estábamos desarmados.
Al mal espíritu solo se le combate con la virtud de la fortaleza, ‘agere contra’, actuando contra él, resistiendo sus embates, haciendo de la necesidad virtud, pisando suelo y afirmando los pies sobre la tierra, generando ánimo en la adversidad. Sin horizonte de futuro el mal espíritu es el dueño de la escena…
Muchos pensamos que nuestra crisis tiene sus orígenes más allá de la economía. Durante años hemos despilfarrado nuestra herencia moral, hemos marginado nuestra cultura cristiana y puesto a Dios en un rincón oscuro de la vida, hemos negado los valores que hacen a un hombre y a una sociedad dignos y los hemos sustituido por las normas del patio de Monipodio, donde el hampa reina: hemos mirado hacia otro lado cuando se trataba de corrupción, hemos rebajado los niveles de exigencia y calidad en la enseñanza, hemos avalado comportamientos fraudulentos, fomentado la codicia y renunciado a la excelencia. El bien particular prevaleció sobre el bien común. No somos inocentes. Nos hemos conformado con una democracia más formal que real. La democracia tiene contenidos si va de la mano del desarrollo humano de una sociedad: cuando las gentes tienen la capacidad de manejar la información fidedigna sobre la realidad, la pueden comprender, hacer juicios acertados y actuar en consecuencia responsablemente. Sin esto es imposible tomar decisiones acertadas. Se está a favor de la democracia cuando se está a favor del crecimiento y madurez de las personas, se favorece una información imparcial y una educación que capacite a las personas para entender, juzgar y actuar libremente en consecuencia. No sé de qué nos extrañamos ahora.
Pero lo alarmante es el desanimo, una enfermedad contagiosa del mal espíritu. Porque al mal espíritu le hemos abierto las puertas nosotros mismos. No se puede decir: ‘qué le vamos a hacer’, sino ‘qué vamos a hacer’. Lo primero corregir nuestros errores, lo segundo mirar al futuro, generar esperanza con ‘sangre, sudor y lágrimas’, movilizar energías y aunar fuerzas, promover iniciativas. Nadie puede jugar a ser ‘Don Tancredo’, el impasible, ni a descargar sobre hombros ajenos mi propia carga, y menos sobre los más débiles y pequeños. En las grandes crisis se pone a prueba el hombre y la sociedad.

Manuel Matos

domingo, 16 de mayo de 2010

REVERTE EN ESTADO PURO


A.P.Reverte (El Semanal)

Cada vez que doy un paseo veo más tiendas cerradas. Algunas, las de
toda la vida, habían sobrevivido a guerras y conmociones diversas.
Eran parte del paisaje. De pronto, el escaparate vacío, el rótulo
desaparecido de la fachada, me dejan aturdido, como ocurre con las
muertes súbitas o las desgracias inesperadas. Es una sensación de
pérdida irreparable, aunque sólo haya echado vistazos al escaparate,
sin entrar nunca. Otras de esas tiendas son negocios recientes:
comercios abiertos hace un par de años, e incluso pocos meses;
primero, los trabajos que precedían a la apertura, y después la
inauguración, todo flamante, dueños y dependientes a la expectativa,
esperanzados. Ahora paso por delante y advierto que los cristales
están cubiertos y la puerta cerrada. Y me estremezco contagiado de la
desilusión, la derrota que trasmite ese triste papel pegado al
cristal con las palabras se alquila o se traspasa.

En lo que va de año, la relación es como de una lista de bajas después
de un combate sangriento. Entre las que conozco hay una parafarmacia,
dos tiendas de complementos, una de música clásica, una estupenda
tienda de vinos, una ferretería, una tienda de historietas, tres de
regalos, dos de muebles, cuatro anticuarios, una librería, dos buenas
panaderías, una galería de arte, una sombrerería, una mercería e
innumerables tiendas de ropa. También -ésa fue un golpe duro, por lo
simbólico- una juguetería grande y bien surtida. Me gustaba entrar en
ella, recobrando la vieja sensación que, quienes fuimos niños cuando
no había televisión, ni videoconsola, ni nos habíamos vuelto todos
-críos incluidos- completamente cibergilipollas, conservamos del
tiempo en que una juguetería con sus muñecas, trenes, soldados,
escopetas, cocinitas, caballos de cartón, disfraces de torero y juegos
reunidos Geyper, era el lugar más fascinante del mundo.

Ahora hablamos de crisis cada día. Hasta los putos políticos y las
putas políticas, que no es lo mismo que políticas putas, ahórrenme las
putas cartas, lo hacen con la misma impavidez con que antes afirmaban
lo contrario. En todo caso, una cosa es manejar estadísticas; y otra,
pisar la calle y haber conocido esas tiendas una por una, recordando
los rostros de propietarios y dependientes, su desasosiego en los
últimos tiempos, la esperanza, menor cada día, de que alguien se
parase ante el escaparate, se animara y entrase a comprar, sabiendo
que de ese acto dependían el bienestar, el futuro, la familia. Haber
presenciado tanta angustia diaria, la ausencia de clientes, el miedo a
que tal o cual crédito no llegara, o a no tener con qué pagarlo. El
saberse condenados y sin esperanza mientras, en las tiendas desiertas
que con tanta ilusión abrieron, languidecían su trabajo y sus ahorros.
Morían tantos sueños. Eso es lo peor, a mi juicio. Lo imperdonable.
Todas esas ilusiones deshechas, trituradas por políticos golfos y
sindicalistas sobornados que todavía hablan de clase empresarial como
si todos los empresarios españoles tuvieran yate en Cerdeña y cuenta
en las islas Caimán. Ignorando las ilusiones deshechas de tanta gente
con ideas y fuerza, que arriesgó, peleó para salir adelante, y se vio
arrastrada sin remedio por la tragedia económica de los últimos
tiempos y también por la irresponsabilidad criminal de quienes
tuvieron la obligación de prevenirlo y no quisieron, y ahora tienen el
deber de solucionarlo, pero ni saben ni pueden.

De esa gentuza encantada consigo misma que no sólo carece de eficacia
y voluntad, sino que sigue impasible como don Tancredo, procurando ni
parpadear ante los cuernos del toro que corretea llevándose a todo
cristo por delante. Un Gobierno cínico, demagogo, embustero hasta el
disparate. Sentenciándonos, entre unos y otros, a ser un país sin
tejido industrial ni empresarial, sin clase media, condenado al dinero
negro, al subsidio laboral con trabajo paralelo encubierto y a la
economía clandestina. Con mucho Berlusconi en el horizonte. Un rebaño
analfabeto, sumiso, de albañiles, putas y camareros, donde los únicos
que de verdad van a estar a gusto, sinvergüenzas aparte, serán los
jubilados guiris, los mafiosos nacionales e importados, y los
hooligans de viaje y tres noches de hotel, borrachera y vómito
incluidos, por veinticinco euros. Para entonces, los responsables del
desastre se habrán retirado confortablemente al cobijo de sus
partidos, de sus varios sueldos oficiales, de sus pingües jubilaciones
por los servicios prestados a sí mismos. A dar conferencias a Nueva
York sobre cómo los reventaron a todos, dejando el paisaje lleno de
tiendas cerradas y de vidas con el rótulo se traspasa. Así que
malditos sean su sangre y todos sus muertos. En otros tiempos, al
menos tenías la esperanza de verlos colgados de una farola.

sábado, 15 de mayo de 2010

ASÍ COMENZÓ LA LEYENDA…




En el país del Rey Juan Carlos había muchas injusticias y entuertos que arreglar. Su balido el presidente Zapatero mal gobernaba el reino con mentiras y despilfarro ayudado por algunos barones del norte y cabecillas del llamado ejército rojo, aquel que perdió la guerra contra el conocido bando Nacional encabezado por el general Franco y que tras ganarla impuso 40 años de dictadura hasta su muerte.
Cuando el reino llegó casi a la banca rota por la incapacidad y falta de sesera de Zapatero y su corte, otros reinos se inquietaron y advirtieron que no iban a permitir que la quiebra de España les arrastrara al abismo. Entonces el balido Zapatero impuso un régimen de esquilme y usurería al pueblo, bajó las rentas de los asalariados mientras seguía beneficiando a sus adeptos de los gremios sindicales, congeló las pensiones de los mayores aunque siguió untando generosamente a las castas políticas y terminó subiendo los impuestos a todos los súbditos del reino para poder pagar las inmensas deudas que había creado su nefasta gestión.
El barón conocido como Rajoy que era su máximo opositor no despertaba la confianza del maltratado pueblo, era débil como líder, nunca demostró verdadero valor en los campos de batalla y muchos de sus barones eran corruptos y perseguidos por la ley.
Mientras todo esto ocurría, en los bosques de la desesperanza se fue formando un ejército de hombres desarraigados de las mentiras de sus gobernantes, de mujeres que amamantaban a sus hijos con leche de libertad y justicia. Un ejército que crecía día a día con todos los desheredados de la tierra, con todos los engañados y defraudados por sus líderes de cartón, hombres y mujeres que acuñaron un lema: Levantaos una y otra vez, hasta que los corderos se vuelvan leones.
Aquellos hombres, cuenta la leyenda, son conocidos entre el pueblo como los liberales aunque entre ellos gustan de llamarse librepensadores, se despojaron de las pesadas cadenas que querían imponerles las izquierdas y las derechas. Luchan por unas leyes que igualen a los hombres en derechos y obligaciones, gritan que las libertades y los derechos son de los individuos y nunca de los territorios. Desde los bosques de la desesperanza construyen caminos hacia la esperanza de un mundo mejor. ¡Ha llegado el momento de despertar a los corderos de este pueblo adormecido hasta convertirlos en leones!

lunes, 3 de mayo de 2010

ENTERRAR A LOS MUERTOS


Enterrar a los muertos

El escaso desarrollo de la Ley de Memoria Histórica y el procesamiento contra el juez Garzón dividen a la sociedad española. Pero no hay que dejarse confundir por ideas sectarias y maniqueas
JOAQUÍN LEGUINA 24/04/2010


Todo ser humano -héroe o villano, decente o criminal- tiene derecho al duelo por parte de aquellos que lo amaron en vida. Y ese duelo exige la presencia del cadáver con el fin de poder enterrar dignamente los restos del difunto.
Esa demanda, la del duelo, se transmite de padres a hijos. Así se constata en el caso de las fosas dejadas en campos y cunetas por la represión franquista. Han sido los nietos de los muertos quienes han reclamado -y reclaman- un entierro decente para sus abuelos. Este era -a mi juicio- el principal objetivo de la Ley de Memoria Histórica. Pero ¿qué ha hecho el Gobierno para cumplir esta ley desde que se aprobó? Si hemos de atender a lo que dicen los parientes de los muertos, el Gobierno ha hecho muy poco. Quizá por eso algunos deudos fueron a llamar a la puerta de Baltasar Garzón, quien, creyéndose competente para el caso, acabó por meterse en un lío de incierto destino.
Mas, sea como sea, este barullo judicial ha servido para colar algunos mensajes de muy dudosa calidad.
Mensaje nº 1: La Ley de Amnistía -como toda la Transición- fue hecha bajo presión, debido al miedo que producía el ruido de sables. Más que amnistía fue amnesia lo que se impuso.
Esto es falso y además encierra una calumnia contra quienes se pusieron de acuerdo en traer la democracia a España y para ello prepararon una Constitución consensuada. No fueron cobardes, sino generosos.
El proceso necesitaba de la previa reconciliación, por eso -y sólo para eso- se votó la Ley de Amnistía, cuya vigencia se pretende ahora negar echando mano de las normas del Derecho Penal internacional que declaran imprescriptibles los crímenes contra la Humanidad. Normas éstas que, según los especialistas consultados, no invalidan en nada la Ley de Amnistía de 1977.
En efecto, el único texto vinculante en materia de crímenes contra la Humanidad está en el convenio que se elaboró y aprobó en el seno de la Asamblea General de Naciones Unidas (Resolución 2391 -XXIII- de 26 de noviembre de 1968), que no contiene codificación alguna de normas de Derecho Internacional. Es un tratado-ley que sólo obliga a los Estados ratificantes, que han sido apenas una cincuentena, entre los que no está España ni Estados Unidos ni países importantes de la Unión Europea. Por lo tanto, la ley española de amnistía no se opuso a ninguna otra norma de origen internacional que la contradijese.
Por otro lado, el tratado por el que se instituyó el Estatuto de la Corte Penal Internacional establece en su artículo 11 que esa Corte sólo tendrá competencia respecto de crímenes cometidos después de su entrada en vigor, lo cual deja fuera los crímenes del franquismo y también, por cierto, aquellos que pudieran haber cometido -permitido- las autoridades republicanas.
En cualquier caso, ha quedado bien claro que en los dos bandos se practicó una enfurecida "limpieza étnica".
Y aquí llega el segundo mensaje perverso:
Mensaje nº 2: Los asesinados en la retaguardia republicana ya fueron "honrados" y sus victimarios perseguidos por el franquismo. Los únicos que ahora deben ser "honrados" -y sus asesinos juzgados- son los represaliados por el franquismo.
Lo que se consigue con un mensaje tan sectario es perpetuar la división. Precisamente todo lo contrario de lo que una persona bien nacida debiera desear. En efecto, lo que se debiera hacer es precisamente lo contrario, es decir, ampliar el mutuo perdón y hacer que todos los muertos -todos- sean también de todos. Que quienes cayeron bajo la represión en la retaguardia republicana no por cometer algún delito sino por ser (ser cura, ser militar, ser noble, ser rico, ser de derechas...) sean reivindicados por las gentes de la izquierda, y los asesinados por los franquistas sin haber cometido delito alguno, simplemente, ellos también, por ser (ser sindicalista, ser republicano, ser socialista, ser comunista...) deben ser reivindicados por las gentes de la derecha. ¿Con qué fin? Simplemente, para poder decir todos juntos: ¡Nunca más!
Mensaje nº 3: Todos los represaliados por el franquismo son héroes de la democracia y de la libertad.
Los ganadores de la guerra civil sostuvieron durante los años de la dictadura que "sus" muertos (1936-1939) en el frente o bajo la represión en los territorios fieles al Gobierno republicano eran "mártires de la Cruzada", afirmación que está tan lejos de la verdad como cerca de la propaganda.
Ahora, con parecido entusiasmo, se pretende que todos los enemigos del franquismo que fueron represaliados durante aquella interminable dictadura fueron "héroes de la Democracia".
Esta es, también, una afirmación sectaria, y por eso debe ser negada. Lo haré a continuación, a sabiendas del riesgo que corro con ello.
Vivir durante la guerra en la retaguardia republicana -nadie que se haya ocupado de ese asunto lo negará- representó para mucha gente un auténtico infierno de persecución y de muerte. Bastaría la lectura de la gran novela de Juan Iturralde, Días de llamas, para ilustrarlo. Y esa novela me lleva a un personaje -ligado a la UGT y al PSOE- que resultó ser un individuo siniestro: Agapito García Atadell, quien se hizo famoso en Madrid al inicio de la guerra civil como jefe de una de las Brigadas del Amanecer que operaban en la capital (también los de la FAI fueron maestros en "represión revolucionaria" y montaron, por ejemplo, una checa en el Cine Europa de la calle Bravo Murillo desde donde salían a dar paseos nocturnos y a llenar de cadáveres la Dehesa de la Villa). Estas pandillas -muy contentas de exhibirse armadas por la retaguardia y de no pisar el frente- aparecían de madrugada en los domicilios de la gente "de derechas" para dar el paseo a sus moradores y, de paso, "requisar" en su propio beneficio los bienes que encontraban en los registros de aquella casas.
Según se cuenta, Indalecio Prieto -que era ministro de la Guerra- dio la orden de detener al "compañero" García Atadell y a su cuadrilla, pero, quizá alertado, Atadell arrambló con todo lo que pudo y se fue a Marsella, desde donde tomó un barco con destino a Buenos Aires. Pero el buque hizo escala en Canarias y los franquistas (quizá avisados desde la zona republicana) lo sacaron del navío y lo tomaron preso.
Sabemos a través de Koestler (autor de El cero y el infinito), entonces encarcelado por los franquistas en Sevilla, que García Atadell estuvo en aquella cárcel y allí le dieron garrote. Probablemente, sus restos reposen en alguna fosa común de algún cementerio sevillano y ahora podrían ser exhumados... ¿Con honores?
¿Por qué no aceptamos la verdad de una puñetera vez? La inmensa mayoría de la derecha española renegó de la democracia durante la República y, desde luego, durante la guerra... Pero es que la izquierda, en gran parte, hizo lo mismo, tomando la deriva "revolucionaria". En cualquier caso, una guerra civil no es el mejor momento para la defensa de los derechos civiles ni para la discusión civilizada... "Es la hora de los hornos y no se ha de ver sino su luz", ¿recuerdan?
En fin, que entre tanto ruido se ha impuesto, al fin, una consigna según la cual "el PP se niega a reconocer la sangrante realidad de las fosas" (sic). Se llega así al último mensaje. Éste ya en clave electoral.
Mensaje nº 4: La derecha española es heredera y añorante del franquismo.
¿O sea, que casi la mitad de los votantes españoles prefieren el franquismo? No sé si los ideólogos que sostienen tal mensaje y tal barbaridad, son conscientes del disparate que perpetran con este tipo de propaganda sectaria.
Mas debo decir, para concluir, que somos muchos los que -hartos de simplificaciones- nos negamos a que la izquierda se reduzca a ser la mera expresión de una aversión, la aversión a una derecha a la que visten de maniqueo sin ningún rigor intelectual.

Joaquín Leguina es economista.