Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Por qué los partidos independentistas son inconstitucionales


Susa Vera (Reuters)
Susa Vera (Reuters)

El autor plantea si es legítimo prohibir los partidos políticos cuyos fines están dirigidos contra la esencia de la nación, y recuerda que Alemania lo hace.

 


Aunque todavía precisa confirmarse y, pese a los errores cometidos por el Gobierno, todo parece indicar que, a corto plazo, el embate del separatismo va a encajarse sin que el Estado salte por los aires, gracias, fundamentalmente, a los dos valiosos rompeolas que han sido la monarquía y la nación española. No es para felicitarnos porque, en el pecado de no haber actuado conforme a lo que la igualdad ante la ley de todo español exige, el Gobierno encontrará la penitencia cuya factura endosará a la sociedad española en el medio o largo plazo. Pues es evidente que el peligro, si bien latente, va a permanecer allí.
El golpismo, temeroso del Estado de derecho y consciente de la inmadurez de un procés que no podrá contar con el necesario respaldo internacional en tanto no demuestre disponer del apoyo de al menos dos terceras partes de la población catalana, parece retirarse a sus cuarteles de invierno, travistiéndose de cándido independentismo con el que transitar los próximos cinco o diez años hasta conseguir hacerse fuerte. Su retirada, como acabamos de comprobar con los altos cargos imputados integrando las listas de los partidos desde los cuales acometieron el golpe, no es en modo alguno una renuncia, sino una mera estrategia. El día que concite el apoyo social suficiente, el independentismo lo volverá a intentar, sabiendo como ya ha podido verificar, que entonces contará con el apoyo internacional. Ese será desde el 22 de diciembre su leitmotiv. Evitarlo, debería ser el nuestro.
Entre los diversos debates sobre cómo abordar esta cuestión que determinará el futuro de España, advierto que está abriéndose paso el siguiente: ¿Sería legítimo prohibir los partidos políticos cuyos fines están dirigidos contra la esencia de la nación española? Y, ¿conveniente? La respuesta a esta última pregunta es subjetiva. Unos creerán que aplicar de una vez por todas medidas drásticas en defensa de la nación nos trasladaría, tras un periodo de reacción virulenta, a un escenario de mucha más calma social que eliminaría el nacionalismo político. Otros, que, dada la base romántica o anti racional de su ideología, tan susceptible de ser catalizada por cualquier sentimiento victimista, la reacción excitaría hasta tal punto el celo independentista que quizá se le sirviera en bandeja ese ansiado umbral de los dos tercios de apoyo.
En cualquier caso, menos subjetiva resulta la respuesta a la primera pregunta, porque al poder contrastarla con la objetividad del derecho positivo, no parece tan opinable.
Truncar el sujeto político es poner en riesgo las libertades individuales y colectivas que emanan de él
Nombro con frecuencia a Benjamín Constant porque quizá fue el liberal que más agudamente observó que las libertades que se reclaman civiles o pre-políticas, como la de pensamiento, opinión, culto, movimiento, mercado, propiedad privada, etc., han de contar previamente con la libertad política para no constituir una concesión del poder establecido sino una conquista del pueblo como sujeto político trasladada al derecho positivo.
Esta cuestión reviste una gran transcendencia porque la libertad política sólo puede tener su origen y su fuente de legitimidad en la unidad política, de modo que nuestras libertades no se pueden concebir sin el sujeto político que las conquistó y configuró. Es decir, la nación española. Truncar el sujeto político es poner en serio riesgo las libertades individuales y colectivas que emanan de él. Ésta es la primera base del constitucionalismo.
Quienes creen que la prohibición de los partidos y asociaciones cuyos fines consistan en destruir la nación española es inconstitucional, argumentarán que la Constitución de 1978 ampara el derecho de libre asociación y el de libre creación de partidos políticos, en sus artículos 22 y 6. Limitar esos derechos contravendría, en un principio, la Constitución. En mi opinión eso no es exacto, porque han de tenerse en cuenta algunas cuestiones complementarias y, especialmente, otras de mayor calado.
La fuente de la Constitución no es el derecho, sino el pueblo español en tanto que unidad política
Comenzando por las primeras, se podría alegar que, de acuerdo con estos mismos artículos constitucionales, las asociaciones no deben perseguir “fines o utilizar medios tipificados como delito” y los partidos deben enmarcar su actividad “dentro del respeto a la Constitución y a la ley”, que claramente prescribe la “indisoluble unidad de la nación” en su artículo 2. Por otro lado, la Ley de partidos de 2002, no sólo exige cumplir con los principios constitucionales en sus artículos 1.1, 6 y 9.1, sino que declara taxativamente, en su artículo 9.2, la ilegalidad de aquellos que vulneren los principios democráticos o pretendan destruir nuestro régimen de libertades. No va en contra de la libertad de pensamiento y de expresión, va en contra de la acción. No castiga a nadie por declararse independentista, como tampoco lo hace con un racista supremacista. Pero de su articulado cabe interpretar que sí prohíbe la formación de proyectos políticos encaminados a cercenar la base sobre la que se asientan las libertades de sus ciudadanos, es decir la integridad de su territorio en la medida en que éste delimita la unidad política.
Esto último es lo verdaderamente crucial. Aunque los derechos de libre asociación y creación de partidos encuentran su reconocimiento y protección en la Constitución del 78, ésta debe su existencia y tiene su fundamento en la unidad política del pueblo español. El artículo 2, antes que normativo, es descriptivo de una realidad incuestionable. La fuente de la Constitución no es el derecho, como diría Kelsen, sino el pueblo español en tanto que unidad política, pues con independencia de que nuestro régimen político pasara de “la ley a la ley, por medio de la ley”, hubo alternativas a ese modus operandi tan legítimas como la utilizada, que concluían también en un referéndum nacional.
Tanto la nación histórica española, que hunde sus raíces en la Edad Media, como el Estado-nación español concebido desde Westfalia bajo su amparo, como el Estado moderno consagrado en las Cortes de Cádiz de 1812 sobre la base de la nación española, son tan anteriores formal y conceptualmente a la Constitución del 78, que resulta inconcebible que ésta pueda modificar, y mucho menos destruir, aquello que le otorga carta de naturaleza. Lo que también implica que el derecho no es capaz de demoler aquello que lo legitima sin aniquilarse a sí mismo.
Es insostenible intelectualmente que una constitución ampare la secesión de una parte de la unidad política
Esta cuestión no es una característica exclusiva de la nación española sino consustancial a la idea de nación moderna como unidad política y del Estado que la personifica. Por eso es insostenible intelectualmente que una constitución ampare la secesión de una parte de la unidad política, que en tanto que unidad desde la que se construyen las instituciones y se garantizan las libertades, es indivisible. Por eso no hay país europeo ni occidental que permita la secesión, salvo aquellos Estados que se crearon a través del pacto de maridaje entre unidades políticas independientes, como el Reino Unido.
Y aunque en muchos de estos países no se haya legislado la prohibición expresa de los proyectos políticos encaminados a quebrar la unidad política de un pueblo, en otros, ante el riesgo de que el germen populista del nacionalismo romántico y anti ilustrado llegue a entrar en contacto con la psicología colectiva, sí lo han hecho. Francia, prohibiendo que su constitución pueda ser reformada para cambiar su integridad territorial (artículo 89 de su propia Constitución). Portugal, exigiendo a los partidos políticos el respeto a los principios de la independencia nacional, de la unidad del Estado y de la democracia política (art. 10.2). Y Alemania, prohibiendo la existencia de partidos políticos cuyos objetivos consistan en suprimir el régimen de libertades, la democracia o la existencia de la República federal (artículo 21.2).
En España, la Constitución no sólo ofrece el marco para encajar una ley anti-partidos independentistas, sino que, probablemente, los partidos independentistas ya son inconstitucionales. Ahora bien, ¿interesa prohibirlos expresamente o conviene utilizar otros caminos como la reforma política para dar cuenta de la verdadera causa del problema nacionalista, es decir, la confluencia de la partidocracia y el Título VIII?
*** Lorenzo Abadía es analista político, doctor en Derecho y autor del ensayo 'Desconfianza. Principios políticos para un cambio de régimen' (Unión Editorial).
Fuente: https://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20171123/264343565_12.html

martes, 21 de noviembre de 2017

Nuevos negocios a la vista: la economía de las 2 “Cs”


Hace unas semanas se celebró en Alicante, ciudad en la que resido, la salida de la Volvo Ocean Race, la Vuelta al mundo a vela. Con un enfoque hacia la sostenibilidad del planeta, y reducción de los residuos plásticos en el mar. La visita a los pabellones y stands de los barcos Vestas y Clean Seas con mis hijos pequeños, junto con la coincidencia de un par de proyectos relacionados con la sostenibilidad, me han motivado a escribir unas reflexiones sobre el futuro de la economía. Porque en el futuro (si no ya mismo), la economía estará basada en 2 Cs: la economía circular y la economía colaborativa.

El origen: el consumidor responsable

Las grandes tendencias no son sólo tecnológicas. También son sociales y de comportamiento de las personas. Desde que estudiaba en la universidad (y voy rozando la cuarentena) ya nos enseñaban la importancia de la conciencia medioambiental como una gran tendencia. Pero, tras casi 20 años, la tendencia sigue sonando pero en España parece que no acaba de consolidarse.
Mientras que el 56% de las personas afirman que están preocupadas por el medioambiente, sólo el 26% compra efectivamente productos respetuosos con él. Ahora comparemos ese dato con este otro: el 90% de los europeos dicen estar preocupados por el medioambiente y el planeta que dejaremos a nuestros hijos.  Los españoles “nos preocupamos por el medioambiente” a nuestra manera. Somos “ecológicos” cuando:
.. Reciclamos
.. Ahorramos energía (agua, luz, gas)
.. O usamos transporte público
Y ya está.
Aunque estamos muy lejos, está creciendo cada vez más un perfil de la población a quien la profesora Paula Álvarez González, de la Universidad de Vigo, les denomina «verde profundo»; con unas fuertes convicciones y valores ambientales que condicionan su comportamiento. El futuro pasa porque este perfil de mercado aumente y consolide la tendencia de preocupación medioambiental, y con ello crear una primera oportunidad de mercado: la economía circular.

La economía circular

Según la fundación Ellen McArthur, la economía circular restaura y regenera por diseño. Confía en la innovación de todo el sistema, su objetivo es redefinir los productos y servicios para eliminar los residuos, y al mismo tiempo minimizar los impactos negativos. Impulsado por una transición a fuentes de energía renovables, el modelo circular construye capital económico, natural y social.
En Europa, la economía circular se impulsa de forma notable desde las Administraciones Públicas, incluso ha sido definida como «estrategia prioritaria» por la Comisión Europea; lo que ha llevado a la publicación de una directiva para eliminar la obsolescencia programada de los productos y alargar su vida útil.
En España, las Administraciones Públicas desarrollan diferentes actividades para promocionar la economía circular, desde la escuela al consumidor final. Con foco tanto en alargar la vida de los productos con el reciclaje y como para fomentar el consumo de los productos ecológicos, con ayudas.
En mi opinión, todavía estamos lejos de los patrones europeos. Pero la buena noticia es que ya existen sectores que están identificando la economía circular como una oportunidad de innovación y por qué no, disrupción en el mercado.
Danone, con su campaña Lanjaron RED, ha dado un golpe en la mesa, creando una botella de plástico de su marca Lanjaron con material reciclado. De momento es un 60% pero con la idea de llegar al 100%. ¿Los reyes del plástico reciclando? Es una apuesta para liderar el mercado. Porque desde mi punto de vista la economía circular responde a una sensibilidad social del consumidor responsable.
Un consumidor que:
.. Exige transparencia a las empresas. Ya no todo vale, las empresas tienen que ser auténticas.
.. Pide un uso más sostenible de los recursos. Si yo me preocupo por reciclar y ahorrar energía, ¿por qué las empresas no?
.. Se preocupa por el medioambiente (aunque sea más con palabras que con hechos, como hemos visto más arriba)
.. Y le preocupa la alimentación. Es la punta de lanza de los productos ecológicos.
La mitad de los productos ecológicos comprados por los españoles son alimentos. El 13% de los españoles compran habitualmente alimentos ecológicos. Y esta tendencia crece.
Un cliente me explicaba que la gran mayoría de las plantaciones agrícolas de Almería ya son de productos ecológicos, y el 80% se destina a la exportación, Alemania y Países Nórdicos fundamentalmente. La tendencia acabará llegando a España, seguro.

¿Cómo están respondiendo las empresas a estos cambios?
Hay dos sectores que lo han visto como oportunidad y se han lanzado a innovar en sus productos y procesos desde hace algún tiempo, con una estrategia de producción sostenible:
1.- Alimentación.
Como indicaba, el propio el Ministerio de Agricultura dispone de certificaciones de alimentos ecológicos, para generar transparencia hacia los usuarios. Y la gran distribución ha abierto la puerta a estos productos, antes reducidos a pequeños lineales ocultos. Carrefour, Lidl, Aldi o Alcampo están liderando esta estrategia.
2.- Textil
Sorprende que sea este un segmento preocupado por la economía circular, pero lo es. Las grandes cadenas, como H&M o Inditez, ya disponen de campañas de recogida de producto para reutilizarlo en sus tiendas. Además de potenciar (y comunicar) el uso de materias primas ecológicas.
Pero no es todo tan simple. Los abusos que han cometido las empresas en el pasado, “vendiendo” productos y proyectos con etiquetas “eco”, cuando realmente no lo eran han generado desconfianza en el consumidor.
Por eso los productos no sólo deben ser realmente eco o responder a una estrategia de economía circular, sino además demostrarlo.

La economía colaborativa

Aunque que pueda parecer otra tendencia separada, para mí tienen puntos en común. El consumidor responsable, alimentado por el mayor poder que le otorga el acceso a información en internet y redes sociales, no confía en los modelos que le ofrecen las empresas con sus producciones sostenibles.
Entonces se da cuenta de que tiene recursos ociosos, con los que puede sacar un beneficio, bien económico, o bien por el intercambio de bienes y servicios. Porque ése es el origen de la economía colaborativa: aprovechar los recursos ociosos con los que se cuenta. Surge el ciudadano productor, que intercambia bienes y servicios con otros.
Ante esta oportunidad y utilizando la accesibilidad de la tecnología, surgen nuevos y disruptivos modelos de negocio, basados en la interconexión de particulares. Modelos de negocio de plataforma, con bajos costes de producción y alto potencial de escalabilidad. Todos conocemos casos.
España es especialmente activa en este modelo. Quizás la crisis de los últimos años nos ha hecho ser más conscientes de lo que tenemos y sacar dinero de debajo de las piedras. Mientras que el 5% de la oferta de productos y servicios tiene relación con la economía colaborativa, en España es del 6%. Y con start-ups de impacto como Wallapop, Blablacar o Cabify
Según un estudio de Pricewaterhouse, se prevé multiplicar por 20 el valor económico del sector en los próximos 10 años, con crecimientos del 35% anual. Liderados por tres sectores:
.. Transporte (Cabify, Uber, Glovo…)
.. On demand house (servicios a domicilio, especialmente para freelance)
.. Finanzas (¿nos hemos cansado de los bancos?)
Una oportunidad demasiado jugosa para no participar. Quizás por eso, la mitad de los proyectos de emprendimiento (incluso de empresas ya consolidadas) que me llegan tienen que ver con plataformas de economía colaborativa. ¿Una nueva vuelta de tuerca a la burbuja emprendedora?
Hace unos años Javier Creus dirigió el estudio Pentagrow, en el que se identificó el patrón de éxito de las empresas de economía colaborativa, que les permite escalar su modelo de negocio, basado en 5 factores:
.. Conectar. Encontrar transacciones entre personas donde la tecnología pueda simplificar la función de conexión y eliminar las distancias.
.. Agregar. Aprovechar el efecto red para multiplicar los efectos de la plataforma.
.. Empoderar. Poner la tecnología (la plataforma) al alcance de los usuarios, creando mercados “paralelos” a los tradicionales: productor – canal – consumidor.
.. Instrumentar a terceros. Poner herramientas a disposición de terceros para crear valor.
.. Compartir conocimiento. Definir las condiciones para que el conocimiento pueda ser utilizado por otros.

Como ya se ha ido viendo desde hace tiempo, las leyes van a un ritmo bastante más lento que la entrada de la tecnología. Estos nuevos modelos de negocio aprovechan vacíos legales no cubiertos para poner patas arriba los sectores en los que entran. Auténticos retos legislativos, para los que ya vamos tarde.
Pero más aún. En casi todos los sectores es posible encontrar modelos de economía colaborativa, porque el modelo ideal de escala es el 1 a 1. El ciudadano productor creando nuevos mercados.
***
Tanto la economía circular como la economía colaborativa suponen un campo abonado para la explotación de nuevos modelos de negocio innovadores. En algunos casos, puede incluso asegurar que van a suponer una disrupción de algún sector
No sólo las start-ups están en condiciones de aprovechar las oportunidades que surgen de la economía de las 2 Cs. También las empresas consolidadas pueden hacerlo. Se trata de innovar en el modelo de negocio, pero partiendo del comportamiento del usuario. En ambos casos, al igual que la transformación digital, parte del usuario y su comportamiento.
Y en esta labor las herramientas ágiles como Design Thinking o Lean Start-up son básicas para las empresas. La teoría está clara. Y para ponerse en marcha solo hace falta responder a una pregunta:
¿De verdad queremos innovar y vamos a apostar en serio (personas y dinero) o vamos a seguir creyendo que innovamos cuando no hacemos nada?
Fuente: https://www.sintetia.com/nuevos-negocios-a-la-vista-la-economia-de-las-2-cs/

sábado, 4 de noviembre de 2017

Gabriel Colomé: "Cuanto más bienestar vuelva, habrá menos Podemos y menos independentismo"

Los jueces determinarán si los líderes independentistas cometieron rebelión, sedición u otros delitos. Pero en el terreno de la ciencia política las cosas están más claras: la estrategia y las tácticas utilizadas desde 2012 responden a una vía, la de la insurgencia, entendida como “levantamiento contra la autoridad”.
Eso es lo que defiende Gabriel Colomé (Barcelona, 1955), profesor titular de Ciencia Política de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y columnista de El Confidencial, exconcejal y expresidente del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de la capital catalana (2011-2015) y jefe de campaña de Meritxell Batet, cabeza de lista del PSC en las generales de 2016. Plasma sus planteamientos en su último libro, ‘La Cataluña insurgente’ (Carena, 2017), un sugerente y sintético ensayo en el que describe las raíces del movimiento independentista. Cómo la sentencia del Estatut originó el torbellino de la insurgencia, cómo la llegada de Artur Mas al poder y las elecciones autonómicas de 2012 supusieron la implosión del sistema político catalán construido desde la Transición, cómo los secesionistas han construido el relato de una Cataluña movilizada y ansiosa de libertad se enfrenta pacíficamente a una España de “baja calidad democrática”, cómo se ha optado por la “desobediencia” frente a la legalidad española. Cómo Cataluña se ha convertido en el “laboratorio del populismo posverdadero”.

Colomé, director y creador del Centre d’Estudis d’Opinió (2005-2011), el CIS catalán, atiende a este diario telefónicamente desde Barcelona en plena conmoción por el encarcelamiento del ‘exvicepresident’ Oriol Junqueras y otros siete ‘exconsellers’ y la orden de detención de Carles Puigdemont y a 48 días de las autonómicas del 21 de diciembre. El martes, Miquel Iceta, líder del PSC, presentará su libro en la capital catalana.
PREGUNTA. ¿Por qué este libro y por qué ahora?
RESPUESTA. 'La Cataluña insurgente' es una reflexión de la década y de los últimos cinco años. Una reflexión de por qué hemos llegado hasta aquí, cómo es posible que una sociedad culta, cosmopolita, como la catalana llega a estos niveles de emoción, de entrar en una especie de óptica religiosa. No pretende tanto explicar Cataluña a los catalanes, sino explicar Cataluña a España, porque tendremos que ser capaces de volver al consenso constitucional.
P. ¿Y cómo hemos llegado hasta aquí?
R. Aquí hay dos responsables. Uno, histórico, es el PP, por su postura con el Estatut. Pero culpar solo al PP del desaguisado es totalmente incorrecto. El otro responsable es Artur Mas. Él es el culpable de la destrucción del sistema político catalán. En 2012, pensó movilizar a su favor la manifestación de la Diada y disolvió el Parlament. Bajó de 62 a 50 escaños. Fue una derrota moral, pero en lugar de autocrítica hubo huida hacia delante. Él pensó que las urnas y la coalición con ERC le llevaría a otros espacios políticos.
Cucata
Mas intentó dinamitar al PSC. Su primer ataque se dirige a destruir uno de los dos pilares sobre los que se había cimentado el sistema político catalán [PSC y CiU], convencido de que así fortalecía el suyo. Pero el suyo, CiU, quedó totalmente destruido y el otro, el PSC, debilitado. Ha sido ERC quien ha capitalizado ese viaje, porque es el original.
P. ¿Pero por qué esa sociedad culta y cosmopolita, como decía, se ha sumergido en ese mundo casi religioso?
R. Es que hay otro factor también, que es la crisis económica de 2008, igual de profunda que la de 1929 y con efectos parecidos, como el ascenso del populismo, pero no tan nocivos y tan destructivos como los que se padecieron en aquel momento: hoy hay redes de seguridad construidas, como el Estado del bienestar, la consolidación del Estado democrático… que impiden que los populismos de todo pelaje puedan destruir al sistema. ¿Qué tienen en común [Donald] Trump, el 'procés' y Pablo Iglesias? La crisis de 2008 y que representan el populismo y la posverdad. El 'procés' es la válvula de escape en plena crisis para los que sienten malestar con la democracia, que en lugar de salir a espacios de extrema izquierda o extrema derecha, se aferran a la idea de la independencia y la república, como un espacio de mejora frente al lastre que para ellos supone España.
P. Usted defiende en su libro que el independentismo es puro populismo.
R. Sí, Cataluña ha sido el gran laboratorio de populismo posverdadero. "Derecho a decidir", "democracia", "referéndum", "verdad", "presos políticos"… Pero ahora ya no estamos en crisis, y esto se acaba. Cuanto más bienestar vuelva, habrá menos Podemos y menos independentismo.
P. En el último barómetro del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) hasta el 40,2% desea que Cataluña se convierta en un Estado independiente. En julio de 2006 era el 14% y el punto más alto se alcanzó en noviembre de 2013, con el 48,5%...
R. Sí… ¿Y por qué se llega a este estadio y es tan difícil de contrarrestar el independentismo? La investigadora francesa Annie Kriegel escribió en los años setenta un libro sobre el Partido Comunista ['Los comunistas franceses. Ensayo de etnografía política'], y no lo analiza con los parámetros clásicos de la ciencia política, sino que que lo compara con una iglesia y una religión. Si pensáramos en el 'procés' con esta lógica, toda la construcción del relato se basa sobre esta idea: es una iglesia, es una religión, es una fe, son creyentes… Y es muy difícil combatir con argumentos racionales a quienes son creyentes. Por eso tienen un espacio tan blindado y tan impermeable al exterior.
Por tanto, se ha llegado aquí por la crisis. Cuando fluye la riqueza, los radicalismos tienen poco futuro, pero si estás en una crisis profunda en la que hay paro y no hay futuro, en la que hay desasosiego, malestar, desafección, sobre todo en un segmento importante que son jóvenes, y dices que no estamos bien por culpa de España, que es quien nos roba, que hay un déficit fiscal, que seguiremos en el euro… Todo un argumentario que son palabras de niño Jesús. Los que aplican criterios de racionalidad, según su óptica, no valen, aplican el discurso del miedo.
P. ¿Y cómo se sale de ahí?
R. En lugar de entrar en bucle, debemos buscar espacios de salida. [El político liberal canadiense] Stéphane Dion estuvo en Barcelona y nos dijo tres cosas que nos impactaron. Uno, "no negocien jamás con los independentistas". Un independentista solo quiere una cosa que no se le puede dar, la independencia. Dos, "piensen en las causas por las que ha crecido el independentismo y búsquenles una solución". Buena parte del independentismo es económico, se debe a la percepción de agravio comparativo, de maltrato. Tres, "jamás, jamás permitan un referéndum, no abran esa puerta". Si se abre, nos decía, no es cierto que vaya a haber un solo referéndum y ya está. Lo habrá cada poco tiempo, como sucedió en Canadá [1980 y 1995] o en Escocia [tras el Brexit, los secesionistas plantearon una nueva consulta, que aparcaron tras su batacazo en las legislativas de este año], hasta que consigan ganarlo, y ninguna sociedad se puede permitir estar en tensión permanente. Hay que buscar otros mecanismos de integración, no el referéndum.
La única salida, por tanto, es reformar la Constitución, ni más ni menos, y acabar con la coletilla de 'régimen de 1978', como si fuera algo malvado o dañino.
P. ¿Qué efecto cree que tendrá la prisión para medio Govern depuesto? ¿No excitará aún más al independentismo?
R. Servirá para cohesionar ese espacio, que salió bastante tocado tras lo sucedido el 26 y 27 de octubre [las vacilaciones de Carles Puigdemont la posterior declaración unilateral de independencia en el Parlament]. Genera un efecto balsámico porque los cohesiona y los unifica de nuevo. Pero se tiene que ver si eso cuaja en una coalición, en una lista única, porque eso cambia bastante el panorama, ya que al no haber una ley electoral propia en Cataluña se prima bastante al ganador [en las de 2015, el desajuste fue de 9 escaños a favor de Junts pel Sí]. Y si se repite, JxSí, o como la llamen, tendría a un candidato en la cárcel, Oriol Junqueras, y a otro en el exilio. Y si van por separado, habrá que ver cómo capitaliza ERC que tenga su líder en prisión. Además, tendría que enfrentarse con Puigdemont y sería más complicado, porque sea una tensión emocional en el independentismo, la duda de a quién vota. Son factores que no sabremos cómo influirán en el resultado electoral. Saldremos de dudas el martes [cuando se registren las coaliciones].
P. La novedad se halla también en el bloque constitucionalista.
R. Sí, porque por primera vez los no independentistas se han manifestado. La bandera española ha dejado de ser la enseña franquista para convertirse en la constitucional, y eso no había pasado jamás. Esa gente que salió a las calles de Barcelona el 8 y el 29 de octubre sabe que se la juegan, y saldrá a votar en masa. Estos no van a fallar, y ayuda que sea un día laborable.
R. Cierto. Si fuéramos muy optimistas pensaríamos que vamos a una movilización del 80-85%, pero eso una barbaridad. Si se repite el porcentaje de 2015 será interesante ver cuál de los dos bloques ha ido más a las urnas. El bloque constitucionalista sabe que se la juega y en el otro no sabemos qué desgaste ha tenido el 'procés' en el espacio moderado. También será interesante ver si crece el voto en blanco o no. Hay factores que inducen a pensar que la participación será muy alta, porque habrá mucha polarización.
La 
P. Pero si eso sucede, ¿no sufren más las posiciones templadas como la del PSC o incluso los 'comuns', y se benefician el bloque independentista y Ciudadanos?
R. Es posible, pero en función de cómo se produzca esa polarización, los votantes moderados pueden acudir a un voto refugio. Si los moderados meten la cuña, pueden pasar mucha cosas diferentes.
P. Pero en un escenario polarizado, la moderación no encuentra hueco.
R. Depende. La polarización puede favorecer a los otros. En las de elecciones vascas de 2001, fue tan brutal el ataque contra el PNV por parte de PP y PSE que se pasaron de frenada y produjo un 'efecto bumerán'. Consiguieron que mucha gente votara al PNV. Cuando hay un enfrentamiento muy fuerte, la tercera opción puede ser un refugio para los que no quieren elegir entre blanco o negro. Pero todo depende de si hay o no, por ejemplo, más episodios de emotividad en las semanas que faltan hasta el 21-D. Imaginemos una detención de Puigdemont en plena campaña. Y los independentistas son profesionales en esto. Los otros no, porque no son un bloque homogéneo y están enfrentados ideológicamente. A un lado hay relato. Al otro, no.
El politólogo y exconcejal en Barcelona del PSC Gabriel Colomé. (Cedida)
El politólogo y exconcejal en Barcelona del PSC Gabriel Colomé. (Cedida)
P. Justo ese ha sido uno de los éxitos del independentismo. Y una hoja de ruta pensada y trazada. ¿No cree que sus contrarios han ido siempre a remolque?
R. Mucha parte de su estrategia estaba escrita. Empezaron hablando del derecho a decidir para no hablar de autodeterminación. Luego se apropiaron del concepto 'democracia'. Luego expandieron la idea de 'referéndum'. El 1-O, todo el mundo hablaba de 'referéndum', hasta Mariano Rajoy. Los independentistas han logrado marcar la agenda y el lenguaje, los temas, el tempo político y el resto ha ido a remolque. Nunca el otro lado ha conseguido marcar el tempo político al independentismo. Lo único que les dejó descolocados fue la convocatoria de elecciones para el 21-D. Pensaban en un escenario del 155 más tremendo del que fue.
L
P. ¿El Estado ha utilizado bien sus armas?
R. Una de las imágenes que buscaron los independentistas desde el primer minuto fue la de las cargas y la policía quitando urnas. Imágenes que el Gobierno les regaló. Y fueron una barbaridad. La imagen que se envió fue terrible e innecesaria.
P. ¿No cree que funcione la estrategia de internacionalización del conflicto?
R. No. La UE lo tiene muy claro, y fuera de la UE, también.
P. ¿Han faltado argumentos o sentimientos para combatir el separatismo?
R. Argumentos se han utilizado por activa y por pasiva, pero es muy difícil luchar contra sentimientos aplicando la racionalidad. Porque desde este lado no tienes un proyecto apasionante. Lo otro es la república, el paraíso perdido. Aquí hablas de la Justicia y de la ley, cuando una parte del trabajo es de la política. El silencio del Gobierno de Rajoy es causante de muchas cosas.

P. Dice en su libro que la sentencia del Estatut, de 2010, es el arranque del camino insurgente. ¿Se ha mitificado en exceso aquel fallo?
R. El Estatut era intocable una vez votado en referéndum. Es verdad que la sentencia nadie se la ha leído. Pero en política la percepción es la realidad. Y la percepción fue que se había roto el pacto de 1978. Ahí empezó todo. Y ya estábamos en crisis, era el fin del tripartito, CiU olía a sangre e iba a ganar las siguientes elecciones…
P. ¿Qué errores cometió a su juicio el PSC?
R. El PSC tenía la posición más complicada, porque tiene las dos culturas, como la propia Cataluña. El alma catalanista de izquierdas y la obrerista. Cuando se le obliga a elegir, entra en la crisis. La primera reacción de Pere Navarro [primer secretario de 2011 a 2014] cuando estalló la cuestión identitaria fue la de que debíamos abstenernos siempre, porque no era la batalla del PSC. Y, visto con perspectiva, no era ninguna tontería. Claro que lo que no podía pensar Mas es que lo que acabaría destruyendo es lo que parecía indestructible, CiU. Yo suelo decir que alguien debería recordar que solo Ulises llegó a la isla, a Ítaca. Puestos a escoger un héroe, mejor el troyano Eneas, que fue el padre de Roma.
P. ¿Y quién es el Ulises del independentismo?
R. No lo hay. La épica se ha finiquitado. La épica se acabó tras el 27 de octubre. Pasan de la revolución de las sonrisas a la revolución.
P. Pero puede ocurrir que el 21-D el independentismo revalide su mayoría absoluta en escaños y vuelva sobre sus pasos.
R. No es lo mismo una coalición compactada y un añadido que es la CUP, a un escenario con tres partidos soberanistas, porque los partidos toman sus decisiones y no es tan evidente que funcionen como un bloque. Ahora sí había un bloque. Si van por separado, los partidos tienen dinámicas diferentes y las mecánicas cambian.
La ép
P. ¿Pero de verdad cree que se ha consumido la épica? El secesionismo habla de "libertad", de "presos políticos", de lucha contra la "represión"…
R. Ellos la van a intentar mantener, pero que sea en realidad épica… Lo de "presos políticos", lo que dice Puigdemont de que no vuelve porque no hay "garantías"... es alimento para sus creyentes. Si aplicáramos la historia de la Revolución Francesa a Cataluña, resultaría que el discurso del Rey, la salida de empresas y las dos manifestiones unionistas son Thermidor, la reacción después de la época del Terror. Los que estaban callados han dicho 'basta'. Eso es lo que nunca habíamos visto. Es la gran diferencia. Se ha roto la 'espiral del silencio' [sobre la que teorizó la socióloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann: "Los que confían en la victoria se pronuncian y los perdedores tienden a callarse"].
P. ¿Se plegó el PSC a esa opinión dominante?
R. Es que ellos ganaron en todos los medios, jugaron muy fuerte para fijar la posición dominante. Y eso ha sido muy complicado romper hasta las manifestaciones del 8 y 29 de octubre, cuando todo el mundo se quitó los complejos.
Manifestación por la unidad de España, el pasado 29 de octubre en Barcelona. (Reuters)
Manifestación por la unidad de España, el pasado 29 de octubre en Barcelona. (Reuters)
P. ¿Las dimisiones del alcalde de Terrassa, Jordi Ballart, y de parte de sus concejales, y la marcha de la ejecutiva federal de Núria Parlon son síntoma de una segunda crisis en el PSC?
R. No, no es sintomático. Ballart ya estaba en contra del 155 y anunció que se iría. Los alcaldes viven situaciones muy complicadas en sus territorios. Quizá haya más casos de dimisiones, pero hay que tener en cuenta la presión brutal de ERC para que los socialistas rompan su carné, porque son socialistas indignos. Es muy duro vivir rodeado de un 'Fort Apache'. El PSC, pese a todo, sigue siendo bastante plural, con sus dos culturas. Son menos y se han hecho más pequeños, con las caras más famosas [Marina Geli, Quim Nadal, Montse Tura...] fuera del partido.
P. ¿La "ambigüedad" que el PSC achaca a Ada Colau y a los 'comuns' les puede pasar factura?
R. La alcaldesa de Barcelona tiene un problema interno: que tiene a un 55% de sus bases contrarias a la secesión, por un 30% favorable. Por eso se entiende su ambigüedad. Pero cuando hay polarización, puedes pagarlo. Ayer [por el jueves] hizo unas declaraciones en las que asumía las posiciones de los soberanistas, al reconocer al Govern "legítimo". Se posicionó con ese 30%.
La ban
P. ¿Y este conflicto cómo se arregla? ¿No llega la reforma constitucional tarde?
R. La reforma llega cuando toca, cuando se cumplen 40 años de la Constitución de 1978. Ahora digamos a los neoindependentistas que se sumen a ella, que la independencia no es posible pero todo lo demás es discutible, y consigamos un consenso que aúne al 80% de los catalanes. Podemos vivir con un 20% de independentismo estructural, como ocurre en Quebec o en Escocia. Lo que no se puede aceptar es la secesión. Eso es lo que deben entender, que fuera de la Constitución no hay nada.
P. ¿Y la concepción de la España plurinacional que defiende el PSC puede ser parte de la solución o es una salida ingenua?
R. ¿Alguien se acuerda cuando perdió España su S? Isabel II era aún reina de las Españas. No voy a ser tan audaz como para pedir que vuelva la S, pero sí para que regrese el espíritu de la S. Rajoy no entiende que España no fue la primera nación del mundo moderno, pero sí el primer Estado, y fue copiado por el resto. El Imperio era impresionante para los medios que se tenían. Siempre hemos sido una España confederal en el fondo, mentalmente, y se ha entendido siempre. Una cosa es la unión, la unión de iguales, y otra la unidad, que significa uno por encima de los otros. España tiene que volver a la unión.
Fuente:https://www.elconfidencial.com/espana/2017-11-04/independencia-cataluna-entrevista-gabriel-colome-psc-libro-bienestar-podemos-independentismo_1472245/