Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

sábado, 30 de enero de 2016

“Todos los problemas son problemas de educación”




Nunca llueve a gusto de todos, eso hace tiempo que lo sabemos. Probablemente, la educación sea el asunto más importante y controvertido con el que tenemos que lidiar. No podemos entrar en batallas dialécticas, y si me apuran, ideológicas entre enseñanza pública o concertada.

Lo que nos jugamos en educación es el futuro de nuestro país y de nuestra sociedad. Todo no puede reducirse a una cuestión de dinero o de pura supervivencia económica. El Estado tiene la obligación de garantizar la educación a todos los ciudadanos de este país, es un derecho constitucional sobre el que recae algo tan importante como la libre competencia en igualdad de condiciones, pilar básico de las democracias liberales. Si no se tiene acceso al conocimiento, no se puede competir por un puesto de trabajo de tú a tú con aquellos que si han podido instruirse.

Pero, ¿qué enseñanza queremos? A parte de todo el cambio metodológico y estructural que nuestro sistema necesita, el debate que ahora nos ocupa es ¿quién y para qué? Va a ser el que preste ese servicio. La libertad de enseñanza es algo que un liberal no puede cuestionar, la defendemos sin paliativos, por lo tanto aquellos que quieren llevar la discusión hacia un ataque a la libertad, solo esconden intenciones perversas.  En nuestro país y en la mayoría de países de nuestro entorno el Estado presta el servicio a través de sus propias escuelas, pero es indiscutible que la enseñanza pública, y concretamente en la región de Murcia, está mal financiada. Que la enseñanza pública decaiga de una forma natural porque baje el índice de natalidad o las corrientes migratorias fluctúen hacia la baja, es algo perfectamente asumible, lo que ya no es tan asumible es que esa bajada se produzca además, por factores corregibles mediante la buena gestión política. No es de recibo que en el presupuesto del 2016 se destinen  8 millones de euros menos que en el ejercicio anterior para la infantil y la primaria pública y que al mismo tiempo, se aumente esa cantidad para la concertada. Como mínimo estas cosas merecen una explicación, y tampoco es aceptable que si hay prevista una bajada de alumnos para los próximos años por las razones antes expuestas, según el INE se calcula que Murcia podría perder alrededor de 50.000 alumnos de aquí al 2029, no se utilice esa circunstancia para bajar las ratios de alumnos por aula y mejorar así la calidad, lo que supondría no bajar la financiación y utilizarla para la mejora de las condiciones laborales del profesorado, más contrataciones e inversión en materias complementarias como comedores, material escolar, transporte, etc.

La política de la Consejería de educación va en sentido contrario, que hay menos niños: pues bajo la financiación. Y no voy a entrar en disquisiciones sobre si lo que bajan a la pública es para destinarlo a la privada concertada, ellos sabrán. Si hay un partido que defiende la complementariedad entre lo público y lo privado, ese partido es Ciudadanos. Sin la iniciativa y la riqueza que produce el sector privado, los Estados modernos no pueden subsistir, eso está probado y certificado. Tampoco creo que exista un partido en este país más dispuesto al diálogo y a la negociación, lo hemos demostrado desde que estamos en las instituciones. Por lo tanto, no es el momento de empezar guerras, ni tampoco de abanderar el “qué hay de lo mío”, tenemos que sentarnos y decidir entre todos cómo vamos a proteger a la escuela tanto pública como concertada, sin que se abandone una y se beneficie a otra, de qué manera pueden complementarse para que sea una competencia sana que al final redunde en una educación mejor para todos. Que nadie olvide una cosa, tanto la pública como la concertada la pagamos todos los ciudadanos y por lo tanto, todos tenemos derecho a opinar cómo tienen que ser las reglas del juego.

En estos presupuestos del 2016, Ciudadanos ha apoyado una enmienda de Podemos para que se detrayeran 3 millones de euros de una partida de 223 millones a la concertada, hay que aclarar que el año pasado la partida que se destinó con el mismo fin fue de 215 millones, por lo tanto hay un incremento de 8 millones. Los tres millones se destinarán a comedores escolares, transporte escolar, material escolar y libros para todos los niños de la región, sin distinción del colegio al que vayan, público o concertado. Desde diversos sectores de la concertada y desde el propio PP se ha dicho que esos 3 millones de menos son una especie de tormenta perfecta que desbarataría todo el castillo. Si algo va a tener de bueno esta polémica es que al menos, se van a poner sobre la mesa las cifras reales de esas necesidades, veamos si esas afirmaciones tan catastróficas son ciertas y si es así, en el futuro, hablando se entiende la gente.

En cuanto al PP y sus amargas quejas sobre que nadie habla con ellos, yo ya lo he dicho en varias ocasiones, desconozco las razones de por qué tanto los Socialistas como los de Podemos no hablan con el PP, ellos tendrán sus motivos. Ciudadanos lo tiene muy claro, mientras no saquen a los imputados que tienen en cargos públicos, que no cuenten con nosotros. Dejémonos de excusas, para el Partido popular de Murcia por encima de los murcianos, la educación, la sanidad, los servicios sociales, etc. Está la protección de sus imputados en la que se afanan meritoriamente. Con lo fácil que sería hacer lo correcto, ellos prefieren complicarse la vida y de paso, complicárnosla a todos, no olvidemos que a fin de cuentas, son ellos los que gobiernan.

Juan J. Molina
Diputado de Ciudadanos y Presidente de la Comisión de Educación y Cultura de la Asamblea Regional de Murcia


viernes, 29 de enero de 2016

FINLANDIA EDUCA EN FUENGIROLA



LUIS NÚÑEZ VILLAVEIRÁN

El país nórdico ha cambiado su plan de estudios. A partir de agosto se fomentará el trabajo por proyectos
El cambio ha empezado en la Escuela Finlandesa de Fuengirola, un centro privado en el que los estudiantes forman la fila sin rechistar, hacen estiramientos en clase y tienen pocos deberes

A la Escuela Finlandesa de Fuengirola se llega cruzando la plaza Suomi, subiendo la avenida de Finlandia y dejando atrás la panadería Leipomo, la inmobiliaria Kauppa y la heladería Kuik II. El lugar, la colonia Los Pacos, tiene un aspecto singular. Por todas partes aparecen letreros en finés, pero la arquitectura es la característica de las urbanizaciones que crecieron en Málaga al sol del boomturístico de los años 70. El colegio, sin ir más lejos, parece un chiringuito con su toldo de rayas, su pared encalada y unos azulejos en los que una bailaora flamenca, un toro bravo y una guitarra española saludan a los desconcertados visitantes: «Bienvenidos, tervetuloawellcomewillkommen».
Después, por dentro, todo cambia. Sobrio mobiliario, fotografías de Sibelius, macetas hechas con botellas recicladas y una disciplina y un sentido del aprovechamiento del tiempo genuinamente nórdicos. Los alumnos de este centro privado almuerzan entre las 11.10 y las 11.30 horas, sin recreo, y después se suben a leer a clase sin que nadie vigile su aula; siempre levantan la mano antes de hablar, y son capaces de formar la fila en unos segundos sin decir una palabra. Impensable en España.
El mejor sistema educativo de Europa en Lengua y Ciencias, según el Informe Pisa, tiene sucursal en una localidad de la Costa del Sol que, por su alta concentración de población finlandesa, la gente llama la pequeña Helsinki. El colegio, el único fuera de Finlandia que ofrece estudios desde Infantil hasta Bachillerato, tiene 282 alumnos (todos finlandeses) y 40 empleados27 de ellos profesores. Cuesta2.000 euros al año. EL MUNDO ha pasado un día en una clase con 16 niños de 10 años para conocer por dentro las claves del éxito de un modelo que, a pesar de sus buenos resultados, está cambiando.
«Hemos modificado el plan nacional de estudios. Los ayuntamientos están preparando ahora los currículos locales, que empezarán a aplicarse el próximo mes de agosto, cuando comienza el nuevo curso en nuestro país», explica en un correo electrónico Jorma Kauppinen, director de Educación General del Consejo Nacional de Educaciónla agencia del Gobierno finlandés que elabora los planes de estudios.
«¿Que por qué hay que cambiar un modelo que funciona bien?», prosigue Kauppinen. «Porque el entorno que rodea a la escuela y las competencias exigidas por la sociedad están en constante transformación. La escuela debe evolucionar».
Las novedades del currículo consisten en extender el aprendizaje por proyectos (lo que no supondrá que desaparezcan las asignaturas pero sí que se junten en determinados momentos) y en fomentar que el profesor sea, más que un mero divulgador de contenidos, un coach que acompañe al alumno en su propio proceso de conocimiento. La forma de escribir también cambiará: no desaparecerá del todo la caligrafía tradicional, pero los estudiantes van a poder usar una letra de imprenta más parecida a la de las pantallas.
En Fuengirola ya están haciendo algunas de estas reformas, que el próximo curso se generalizarán. «Llevamos tiempo trabajando en proyectos transversales, donde combinamos varias asignaturas. Tenemos, por ejemplo, la Semana del Español, donde hay excursiones, nos visitan bomberos y policías y estudiamos la Historia de España. Abordamos el proyecto a la vez desde la Lengua, la Biología o la Geografía. No va a ser un gran cambio para mí porque ya lo hacía». Habla Timo Norppa, profesor tutor de 4ºB y residente desde hace tres años en Fuengirola, donde vive con su mujer y sus dos hijos pequeños. Aunque cobra la mitad que en Finlandia -unos 30.000 euros brutos al año-, se está comprando un chalé adosado con jardín en Los Pacos. Sabe seis idiomas y tiene un porte serio, casi militar, que al principio intimida un poco. Luego ya no.

9.00 h. Educación Física

Los rubios niños de 4ºB, vestidos con sudaderas de Gap y zapatillas de Nike, botan varias pelotas de baloncesto en una cancha cubierta. Timo hace sonar el silbato y los alumnos se detienen al instante, sin rechistar. En seguida se ve que los críos reconocen y aceptan su autoridad. El profesor no grita ni amenaza. No le hace falta. Ellos obedecen. ¡Milagro! ¿Cómo lo consigue? «Esta clase, sin normas, sería catastrófica. Cuando empiezo con un grupo nuevo, la primera semana no enseño nada. La dedico a explicar las normas y después los alumnos las van aprendiendo y practicando. Sólo cuando las tienen interiorizadas, avanzo en la materia. Es muy importante que ellos aprendan que yo soy el jefe y que, si todo funciona bien, podemos hacer más cosas. No puedo empezar contando chistes. Primero van las normas. Hacemos rutinas muy estrictas y nunca he tenido con ellos problemas de disciplina».
Timo revela que, durante la carrera, recibió «muy buena formación» sobre psicología de grupos que ahora le permite tener dominado el asunto de la autoridad. Todos los expertos coinciden en que el primer ingrediente del éxito del modelo finlandés es la alta cualificación de sus profesores. Sólo logran acceder a la carrera de Magisterio los mejores alumnos del instituto -piden una nota de 9 sobre 10- y sólo se convierten en maestros tras superar varias pruebas y un año de prácticas supervisadas.
Como los ciudadanos confían en ellos, disfrutan de mucha autonomía: pueden decidir sus métodos y no hay inspecciones ni regulación estatal sobre el tamaño de las clases. Tampoco existen evaluaciones nacionales o reválidas durante la enseñanza básica (de los siete a los 15 años). «Cada profesor hace su trabajo como le parece mejor. Se nos respeta mucho y los padres nos consideran auténticas autoridades», expresa Timo.

10.00 h. Español

En la asignatura de Español, 4ºB se divide en tres grupos, según el nivel. He aquí otra clave del éxito finlandés: la atención individualizada. La profesora Anne Niemise ha quedado con sólo ocho niños. El resto se va a otras clases. Hoy aprenden los adverbios de lugar y Anne les habla todo el rato en castellano. Cada cinco minutos, les plantea una actividad diferente. Siempre introduce algún elemento de juego, de competición o de trabajo en equipo y utiliza mucho el soporte audiovisual. Los ejercicios los corrigen todos juntos.
«Ha cambiado mucho la dinámica de las clases», expone Anne, «tienes que pensar en la mejor manera de que les entren las cosas y que en 45 minutos rindan lo más posible. Hacemos distintas actividades porque, si no, se distraen». ¿Y lo de que el profesor se convierta en un coach? «Ya lo estamos haciendo. Se trata no sólo de copiar y repetir cosas, sino de que cada niño siga su propio camino. Hay deberes distintos en función del nivel de cada niño. Nadie se queda atrás. Muy pocos repiten curso».


11.10 h. Almuerzo

Tan sólo 10 minutos después de que haya empezado la clase de Matemáticas, todo 4ºB se levanta ordenadamente y baja al comedor. Almuerzan pollo al curry con ensalada junto al profesor en un tiempo récord, porque a las 11.30 retoman la clase. Los que terminan antes suben al aula y se ponen a leer su libro sin que nadie les vigile. No montan alboroto. A diferencia de los colegios españoles, no tienen recreos largos: sólo esta pausa de 20 minutos para comer y entre 10 y 15 minutos de descanso después de cada clase. Logran cumplir a rajatabla estos ajustados horarios porque no se distraen durante las idas y venidas entre el patio y el aula.

11.30 h. Matemáticas

Timo Norppa vuelve con sus alumnos. Todos menos una niña a la que se le han atragantado un poco las Matemáticas y recibe lecciones con otra profesora.OliverJoonaLilian y Veikko repasan las fracciones en equipo y discuten las posibles soluciones. «Intento siempre enseñarles el porqué de las cosas. Más que acertar con la solución correcta, lo importante es que sepan explicar cómo se hace un ejercicio», recalca Timo, que en mitad de la clase pone a los críos a hacerejercicios de estiramiento: «Practicamos esta gimnasia varias veces al día para concentrarnos mejor». Todos se ponen de pie, mueven el cuello, agachan la cabeza y se masajean los nudillos. Ya relajados, Timo formula la pregunta y varios alumnos levantan la mano. Nelli, una niña con unas trenzas tan largas como las de las protagonistas de Frozen, explica cómo ha hecho su cálculo. El profesor va mesa por mesa resolviendo las dudas de cada alumno.

12.30 h. Finés

Los niños pasan la mayor parte de esta clase de Lengua Materna (Finés) leyendo. Timo pone a los alumnos a leer por parejas y después les lee él durante un buen rato, «para que aprendan a escuchar sin distraerse». «Cada día, los alumnos leen su libro en el colegio y también tienen otro libro en casa, que no es obligatorio pero que todos leen porque les gusta y es bueno para ellos». Los niños finlandesesempiezan a leer a los siete años, un año más tarde que en España.

13.15 h. Religión

La jornada escolar termina con una clase de Religión protestante o su alternativa de Ética. A las 14.00 horas en punto ya están los padres en la puerta esperando para recoger a sus hijos y darles la merienda. Mayra Elf, una madre ecuatoriana con dos hijos en la escuela, cuenta que el mayor estudió hasta 5º de Primaria en un colegio español. «Le iba bien, pero el sistema era de estudiar todo de memoria. Aquí cada niño aprende a su ritmo».


¿Y los deberes? «Apenas hay», responde Marisa Perona Reko, otra madre finlandesa. Finlandia es el país que menos tareas para casa pone de toda la OCDE: no llega a tres horas a la semana de media, frente a las 6,5 horas de España. En este colegio los alumnos dedican entre 10 minutos y media hora diaria, como mucho, a los deberes. «Preferimos que los niños disfruten de su tiempo libre», resume Anne Niemi.
Fuente: http://www.elmundo.es/sociedad/2016/01/28/56a90e04e2704e8c508b4676.html

martes, 19 de enero de 2016

Ciencia para la política

 "Las políticas públicas deben poder evaluarse, porque no hay nada que no tenga costes. Aunque eso suponga un problema para los políticos, que suelen plantear sus programas como buenos en sí mismos y para todo el mundo".

Reino Unido es uno de los países que se fija en la ciencia para hacer política.


Aplicar el método científico a la política se ha demostrado eficaz, aunque su implantación es lenta y es aún desconocida para el gran público. 

En el estado de Haryana, en la India, algunos padres que, alrededor del año 2010, llevaban a sus hijos a vacunarse, recibían a cambio un kilo de azúcar y un litro de aceite. Sólo algunos, no todos. Formaban parte de un estudiopara comprobar si instalar más campos médicos e incentivar con regalos a las familias servía para mejorar las tasas de inmunización de los niños, un problema masivo y fundamental en los países subdesarrollados.
A los dos años, las vacunaciones habían aumentado al triple solo por la cercanía del servicio, y hasta seis veces más si se complementaban con regalos. La gente no estaba en general en contra de las vacunas, pero necesitaban más facilidades o incluso estímulos para contrarrestar las dificultades.

La propuesta recibió numerosas críticas, pero Levy guardó un as bajo la manga: como el programa debía introducirse por fases, lo diseñó de forma que podían estudiarse sus resultados, al comparar las zonas en las que se había puesto en marcha con aquellas en las que aún no se había instaurado.
En 1997, el entonces presidente de México, Ernesto Zedillo, encargó al economista Santiago Levy diseñar una estrategia para ayudar a la gente más pobre. Levy construyó el programa PROGRESA (actual PROSPERA), consistente básicamente en dar determinados subsidios a las familias si cumplían ciertos requisitos, como llevar a los niños periódicamente a los centros de salud y asegurarse de que iban a la escuela.
Los datos fueron abrumadores: la medida aumentó un 60% las visitas médicas, disminuyó las tasas de enfermedad un 23% e incrementó en un 8% la matriculación en las escuelas. El programa se mantiene desde entonces a pesar de los cambios de gobierno, e iniciativas similares se han implantado en numerosas zonas de Latinoamérica.

ENSAYOS CONTROLADOS: DEL MEDICAMENTO A LA POLÍTICA

Los dos ejemplos mencionados pertenecen a lo que se conoce como ensayos controlados, una suerte de estudios clínicos como los que suponen la principal referencia de las investigaciones médicas. Son la piedra de toque capaz de determinar si un tratamiento es eficaz o si lo es más que otro que ya está funcionando. En ellos hay varios grupos de personas teóricamente similares, comparables. A unos se les da un tratamiento (una intervención, un programa social) y a otros otro diferente; en algunos casos, simplemente se observan.
Como comenta Kiko Llaneras, coautor del libro sobre la crisis política La urna rota y colaborador de EL ESPAÑOL, "estos estudios permiten obtener mucha información, porque mantienen los factores externos constantes". Si no se comparan grupos similares y solo se analizan los resultados de un programa "en bruto" se pueden cometer graves equivocaciones.
Por ejemplo, "un programa de vuelta al empleo en el contexto de una crisis puede parecer que funciona, pero en realidad quizás lo esté haciendo porque el contexto ha cambiado y se ha iniciado una recuperación", afirma Llaneras. Disponer de varios grupos con diferentes programas (o en algún caso sin ellos) permite dilucidar qué parte se debe a la situación global y qué parte a la propia iniciativa.
"En algunos países como Reino Unido o Estados Unidos ya hay ciertas iniciativas que tratan de aumentar el aporte de información científica a los gobiernos, pero es un proceso lento, y que desde luego no ha llegado a la opinión pública", asegura Llaneras. En La urna rota se comenta: "Jamás los vemos (a los políticos) asumir algo evidente: que hay asuntos complicados sobre los que no es posible tener una posición rotunda. Excepto, claro está, si esa rotundidad es infundada".
Una de las evidencias en política es que los recursos son limitados, por lo que necesariamente deberían optimizarse. Para Llaneras muchos de los programas hasta ahora "se han decidido por consenso, o porque parecen razonables, pero sin evidencia objetiva". Extender el uso de este tipo de estudios a las decisiones políticas permitiría no solo diseñar estrategias más eficientes, sino también "no usar recursos que no funcionan o que incluso pueden resultar contraproducentes". Porque las evidencias que resultan son a veces de lo más contraintuitivas.
En los años 70 comenzó en los Estados Unidos una iniciativa llamadaScared Straight (Enderezar con miedo). Consistía en organizar encuentros entre delincuentes juveniles y niños en situaciones de riesgo con criminales encarcelados. La teoría decía que si se exponía a los primeros a las posibles consecuencias de cometer un crimen tendrían menos tendencia a cometer actos de delincuencia. Y así parecía ser: cuando se comparaban las tasas entre los participantes antes y después del programa, el éxito era del 94%. El programa se extendió y se exportó a diferentes países.
Sin embargo, años después se hicieron diversos ensayos controlados. Los participantes se dividían aleatoriamente en dos grupos: unos seguían el programa y otros no, y después se comparaban sus efectos. La conclusión fue que, en contra de lo esperado (y de lo que parecían indicar los débiles estudios previos), los que seguían la iniciativa cometían más crímenes que los que quedaron fuera. De hecho, se calculó que los costes del programa, teniendo en cuenta la inversión y los resultados, eran hasta 30 veces mayores que los beneficios.

DESDE LA AYUDA AL DESARROLLO AL FRENO DE LA CORRUPCIÓN

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se estima que la ayuda a los países subdesarrollados ha superado los 16 billones de dólares (14,7 billones de euros). Sin embargo, en muchos casos apenas se sabe si la inversión ha sido eficaz. Un ejemplo lo supone el Proyecto Aldeas del Milenio (Millenium Villages Project), que comenzó en 2004 y opera en 10 países del África subsahariana. Cuando los responsables del estudio trataron de evaluar su impacto, terminaron reconociendo que su diseño impedía hacer un verdadero análisis, y tuvieron que retractarse del que previamente habían hecho en la revista The Lancet. Ahora, todo el proyecto está rediseñándose para ser más transparente y poder obtener conclusiones fiables.
Pero este tipo de estudios puede analizar campos muy diversos. También la corrupción. Uno de los trabajos más comentados fue realizado en Indonesia, aprovechando la puesta en marcha de un plan nacional de construcción de infraestructuras. El politólogo Ben Olken estudió diferentes aldeas. En algunas se avisaba de que las autoridades locales analizarían la gestión local y multarían o incluso condenarían desviaciones en los gastos. En otras se tomaron iniciativas para que la sociedad civil controlara a los gestores. ¿Las conclusiones? Sólo la primera medida resultaba eficaz. Aunque en el segundo caso los ciudadanos participaron activamente en las reuniones de gestión y decisión, no disminuyeron significativamente las tasas de corrupción. De hecho, aunque se redujeron mucho en los gastos por mano de obra, una gran parte se desviaba al gasto de materiales.

UNA METODOLOGÍA CIENTÍFICA: ¿LA SOLUCIÓN DEFINITIVA A LA CRISIS POLÍTICA?

A pesar del gran valor que la información científica o la procedente de este tipo de estudios puede tener a la hora de tomar decisiones políticas, también existen limitaciones. Una de ellas son sus tiempos, a veces muy diferentes a los de la escena política (aunque la evaluación continua permite asegurar y consolidar iniciativas como el programa PROGRESA, a pesar del baile de ideologías en los gobiernos). En general debería servir de complemento, pero no como tabla absoluta de salvación.
Algunas limitaciones son de de tipo técnico: problemas muy complejos de tipo macroeconómico (como el valor de la austeridad) apenas pueden estudiarse mediante este tipo de aproximaciones, al menos a través de ensayos controlados. Otras son de tipo ideológico. Así lo piensa Llaneras, para quien existe a veces "cierta pulsión tecnocrática, pensando que esto va a resolver la política, pero no es así, porque siempre habrá dilemas que sopesar y que no tienen una respuesta técnica. Por ejemplo, la tensión entre seguridad y libertad individual, o la disyuntiva entre construir universidades en todas las provincias para integrar el territorio frente a favorecer la calidad a costa de una mayor desigualdad entre regiones. Incluso si deben prevalecer políticas para el presente o para el futuro".
Según Llaneras, "esta información puede iluminar dilemas para ver qué bienes están en tensión". Este experto aboga por un empoderamiento científico de la administración, en un paisaje en el que los políticos son los que deciden qué se quiere conseguir y los técnicos trabajan por identificar y emplear la mejor manera de conseguirlo. Y, en todo este proceso, una constante: "Las políticas públicas deben poder evaluarse, porque no hay nada que no tenga costes. Aunque eso suponga un problema para los políticos, que suelen plantear sus programas como buenos en sí mismos y para todo el mundo".

EL CENTRO COMÚN DE INVESTIGACIÓN, INFORMACIÓN CIENTÍFICA PARA GOBERNAR

El Centro Común de Investigación (Joint Research Centre, JRC) es un servicio científico de la Comisión Europea formado por siete institutos cuya labor es ofrecer consejos a partir de distintos tipos de información científica al gobierno de la Unión Europea. Sus áreas de estudio son numerosas e incluyen por ejemplo agricultura, energía, transporte o la repercusión delcambio climático, y también campos como la innovación, la educación o incluso políticas antifraude.
Uno de sus centros (el Instituto de Prospectiva Tecnológica - IPTS) se encuentra en Sevilla. Según Fernando Hervás, jefe de proyecto en la Unidad de Crecimiento basado en el Conocimiento, lo que allí se hace es generar evidencias basadas en investigaciones científicas que apoyen la toma de decisiones políticas. "Recogemos y combinamos o incluso generamos datos propios que luego son analizados. Por ejemplo sobre la inversión en I+D de las empresas y la relación que existe con sus ventas y su capacidad de generar empleo", comenta a EL ESPAÑOL.
Además, aunque sus informes no son vinculantes "sirven para dar apoyo a los responsables del diseño e implantación de las políticas, participando por ejemplo en el análisis de alternativas y en la cuantificación de los impactos esperados", añade el experto.
Sin embargo, todavía existen limitaciones. Una de ellas es el cortoplacismo que suele acompañar a las decisiones políticas y el hecho de que los estudios pueden tener resultados negativos, aunque eso sirva para redirigir los recursos. "Es difícil para los políticos asumir el problema de que algo puede no funcionar", asegura Hervás. "En una reciente discusión en un foro internacional en el que participé, se preguntaban cómo puede ser que no se hubieran previsto ni se tuvieran los mecanismos necesarios para afrontar situaciones como la crisis financiera o la más reciente de los refugiados; o que no se pongan en marcha proyectos piloto para encontrar nuevas fórmulas allí donde los instrumentos existentes son claramente ineficaces".

Fuente: http://www.elespanol.com/ciencia/20160118/95490485_0.html