Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

domingo, 29 de noviembre de 2009

EDITORIALES DELICTIVAS





EDITORIALES DELICTIVAS

Hace tiempo que ciertas cosas que ocurren en este país rayan el esperpento, sobre todo en el ámbito político, unida a una clase gobernante de un nivel intelectual bajo cero, salvo honradas excepciones, nos encontramos ahora con un gremio periodístico que va a conseguir que solo leamos tebeos. Desde hace unos años la máxima de la imparcialidad en periodismo ha sido enterrada bajo una losa de descarados posicionamientos ideológicos, económicos y doctrinarios. ¿De que pie cojea usted? Socialista pues ya sabe El País y Público, que carga usted a derecha ABC, La Razón y El Mundo si es centro derecha. En las regiones con gobiernos nacionalistas está mucho más clara la situación, allí o comulgas con el credo “nazional” o ni te acerques al pesebre de las subvenciones y las campañas publicitarias, por eso no es de extrañar el inverosímil espectáculo que nos han dado estos días nada más y nada menos que 12 diarios catalanes, publicando conjuntamente una misma editorial. “La dignidad de Cataluña…” lo peor de todo no es que se pongan de acuerdo para publicar un mismo texto, sino la intención con que lo han hecho, sencilla y llanamente presionar al tribunal constitucional para que vote a favor del estatuto de Cataluña. En qué cabeza de un demócrata, aunque sea de baja intensidad como son todos estos, cabe la creencia de que los tribunales constitucionales en una democracia formal pueden y deben ser presionados, me pregunto en que tipo de democracia putrefacta se mueven estos editorialistas, en donde estuvieron el día que enseñaron para que sirve la institución del Tribunal Constitucional, que significa justicia y por último qué entienden ellos por democracia.
Después de siglos matándonos los unos a los otros para controlar el poder, al final con mucha dificultad conseguimos llegar a una conclusión, es mejor en vez de continuar liquidándonos que arbitremos un sistema en el que siguiendo unas reglas podamos alternarnos sin tener que aniquilarnos cada cierto tiempo, eso más o menos es una democracia, sin embargo todavía quedan nostálgicos de los viejos tiempos, son los que presionan a las instituciones, amenazan con conflictos sociales y rompen la baraja si no ganan la mano, auténticos demócratas de pacotilla que exponen sin pudor sus déficits democráticos lo mismo en la tribuna de un parlamento que en el editorial de un periódico.
En un régimen democrático el hecho de utilizar medios de comunicación de masas como televisiones, radios, internet o periódicos con la intención clara y directa de coaccionar a un juez o a un tribunal mediante amenazas sobre las posibles consecuencias del fallo, es un claro intento de obstrucción al normal desarrollo de las sentencias judiciales y como tal, debía de estudiarse la tipificación de dichas actitudes como delito, al menos hasta que la sentencia no haya sido dictada y de paso se debería regular también el tiempo máximo que puede tardar un tribunal como el Constitucional en dictar sentencias, porque no es de recibo los tres años largos que llevan dándole vueltas a la sentencia sobre el estatuto catalán.
A quien no le guste las normas que tenemos que trabaje desde los cauces legales para cambiarlas pero no podemos permitir que intenten prostituir el sistema con amenazas y presiones a las instituciones democráticas.