Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

viernes, 28 de marzo de 2014

EXHORTACIÓN A LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS (OEA) Y A LOS PUEBLOS DE AMÉRICA

PARTICIPATORY DEMOCRACY CULTURAL INITIATIVE, Inc. (PDCI)
Miami – Madrid – Caracas
(305)228-1306
Marzo/March 27, 2012 – (MP-V)


EXHORTACIÓN
A LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS (OEA)
Y A LOS PUEBLOS DE AMÉRICA
CONSIDERANDO «que la Carta de la Organización de los Estados Americanos reconoce que la democracia representativa es indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región” y RECORDANDO “que los Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas reunidos en la Tercera Cumbre de las Américas, celebrada del 20 al 22 de abril de 2001 en la ciudad de Quebec, adoptaron una cláusula democrática que establece que cualquier alteración o ruptura inconstitucional del orden democrático en un Estado del Hemisferio constituye un obstáculo insuperable para la participación del gobierno de dicho Estado en el proceso de Cumbres de las Américas», según lo establece la Carta Democrática Interamericana, firmada por todos los Estados del continente en Lima, Perú, el 11 de septiembre de 2001;
 
La Participatory Democracy Cultural Initiative, Inc. (PDCI) yDemocraciaParticipativa.net (DP.netreafirman la necesidad de defender el sistema interamericano representado por la Organización de Estados Americanos (OEA) y por sus organismos de defensa de los derechos humanos y del Estado de derecho.
 
RECONOCIENDO con alarma que han ido surgiendo en América Latina dictaduras que siguen las pautas del modelo cubano bajo el eufemismo de un “socialismo del siglo XXI”, implantando gradualmente seudodemocracias electoralistas y populistas en las que los gobernantes electos se dedican a encaminar a sus países al despotismo y a nuevas versiones totalitarias;
 
POR TANTO, la Participatory Democracy Cultural Initiative, Inc. (PDCI) y DemocraciaParticipativa.net (DP.net),IMPULSADAS por las iniciativas de apoyo a los pueblos de Venezuela y de Cuba organizadas por el Foro de Promoción Democrática Continental (FPDC), el Grupo de Parlamentarios Latinoamericanos por la Democracia y la Alianza Parlamentaria Democrática de América (APDA):
 
CONSIDERAN que la ideología totalitaria que inspira a sus gobernantes para justificar su permanencia vitalicia en el Poder mediante regímenes despóticos y retrógrados que promueven objetivos hegemónicos y agresivos, no son compatibles con regímenes democráticos y libres, de conformidad con los principios establecidos por los instrumentos firmados y ratificados en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA);
 
CONDENAN al gobierno de Venezuela por su flagrante rechazo a los principios democráticos y por sus métodos represivos, con un trágico saldo que hasta el presente ha causado 40 muertos, más de 400 heridos y más de 1900 detenidos,  mayormente estudiantes, así como por el uso de la tortura, la amenaza, los denominados "colectivos" como herramientas paramilitares de represión, la detención reiterada y el encarcelamiento de dirigentes opositores, y otros actos de violencia contra la población civil cometidos con impunidad; todo lo cual ha dado lugar a un aumento exponencial de las denuncias por violaciones de los derechos humanos y del Estado de derecho;
 
DENUNCIAN al gobierno de Venezuela, en contubernio con la injerencia armada del régimen cubano, por provocar condiciones de inestabilidad que dejan a las instituciones democráticas vulnerables al acoso, las amenazas y las agresiones que provocan un debilitamiento sistémico propiciatorio de las opciones autoritarias que se imponen mediante tácticas electoralistas y populistas;
 
EXIGEN el cumplimiento en todas sus parte de su «compromiso con la democracia, el estado de derecho y el pluralismo político, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, el imperio del Derecho Internacional y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y, en especial, los principios de soberanía, de no intervención y de igualdad jurídica de los Estados, así como el derecho de cada pueblo a construir libremente, en paz, estabilidad y justicia, su sistema político y sus instituciones» como quedó establecido en el Capítulo I, acápite 2 de la Declaración de Viña del Mar, que exigió el mantenimiento de un sistema de “Gobernabilidad para una Democracia Eficiente y Participativa”; y, 

PIDEN ENÉRGICAMENTE a los Estados Miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) que cumplan con sus obligaciones y activen todos los mecanismos de defensa de la democracia disponibles a esa Organización y apoyen los esfuerzos por restaurar los derechos y libertades en los países sojuzgados por regímenes de fuerza tales como Venezuela y Cuba, en cumplimiento de los Tratados y Convenciones Internacionales ya mencionados, incluyendo la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo.
 
René Hernández BecquetPresidente
Participatory Democracy Cultural Initiative, Inc.
Gerardo E. Martínez-SolanasDirector
DemocraciaParticipativa.net

jueves, 27 de marzo de 2014

Las raíces psicológicas del antiliberalismo – Ludwig von Mises en “Liberalismo”

Ludwig von Mises


En el presente libro, por supuesto, sólo vamos a abordar el problema de la cooperación social. Sin embargo, la raíz del antiliberalismo no puede ser aprehendida por vía de la razón pura, pues no es de orden racional, Constituye, por el contrario, el fruto de una disposición mental patológica, que brota del resentimiento, de una condición neurasténica, que cabría denominar el complejo de Fourier, en recuerdo del conocido socialista francés.
No vale la pena hablar demasiado del resentimiento y de la envidia. Gran número de los enemigos del capitalismo sabe perfectamente que su situación personal se perjudicaría bajo cualquier otro orden económico. Sin embargo, propugnan la reforma, es decir, el socialismo, con pleno conocimiento de lo anterior, por suponer que los ricos, a quienes envidian, también van a padecer. ¡Cuántas veces oímos decir que la penuria socialista resultará fácilmente soportable porque, bajo ese sistema, nadie va a disfrutar de mayor bienestar!
Cabe, desde luego, combatir el resentimiento con argumentos lógicos. Puede hacérsele ver al resentido que a él lo que le interesa es mejorar su propia situación, independientemente de que los otros prosperen más. El complejo de Fourier, en cambio, resulta más difícil de combatir. Estamos, ahora, ante una grave enfermedad nerviosa, una auténtica neurosis, cuyo tratamiento compete más al psiquiatra que al legislador. Constituye, sin embargo, una circunstancia que debe ser tenida en cuenta al enfrentarse con los problemas de nuestra actual sociedad. La ciencia médica, por desgracia, se ha ocupado muy poco del complejo de Fourier. Se trata de un tema que casi pasó inadvertido a Freud.
En esta vida, es muy difícil alcanzar todo lo que se ambiciona. No lo consigue ni uno en un millón. Los grandiosos proyectos juveniles, aunque la suerte los acompañe, cristalizan muy por debajo de lo previsto. Mil obstáculos destrozan planes y ambiciones y la capacidad personal resulta insuficiente para conseguir aquellas altas cumbres que uno pensó escalar fácilmente. Ese fracaso de las más queridas esperanzas es el drama diario del hombre. Es la percepción de la propia incapacidad para conseguir metas ardientemente ambicionadas. Nos sucede a todos.
Ante esa realidad, se puede reaccionar de dos formas. Goethe, con su sabiduría práctica, nos ofrece una solución: ¿Crees tú, acaso, que deba odiar la vida y refugiarme en el desierto simplemente porque no fructificaron todos mis infantiles sueños?, dice su Prometeo. Y Fausto en «la mayor ocasión », «como sabio resumen», advierte que: No merece disfrutar ni de la libertad ni de la vida quien no sepa reconquistarlas todos los días.
Ninguna desgracia puede mellar ese espíritu. Quien acepte la vida como es en realidad, resistiéndose a que la misma lo avasalle, no necesita recurrir a «piadosas mentiras » que gratifiquen su atormentado ego. Si no llega el triunfo tan largamente añorado, si el destino, en un abrir y cerrar de ojos, desarticula lo que tantos años de duro trabajo costó estructurar, no hay más remedio que seguir laborando como si nada hubiera pasado. Así actúa quien osa mirar cara a cara al desastre y no desesperar jamás.
El neurótico, en cambio, no puede soportar la realidad de la vida. Le resulta demasiado dura, agria, grosera. A diferencia de la persona sana, carece de la capacidad para «seguir adelante, siempre, como si tal cosa”. Su debilidad se lo impide. Prefiere escudarse tras meras ilusiones. La ilusión, según Freud, «es algo deseado, una especie de consolación» que se caracteriza «por su inmunidad ante el ataque de la lógica y de la realidad». Por eso no es posible curar a quien sufre de ese mal apelando a la lógica o a la demostración del error en que aquél se debate. Ha de ser el propio sujeto quien se automedique, llegando a comprender él mismo las razones que le inducen a rehuir la realidad, prefiriendo acogerse a vanas ensoñaciones.
La teoría de las neurosis es la única que puede explicar el éxito de las ideas de Fourier. No vale la pena transcribir aquí pasajes de sus escritos para demostrar su locura. Eso sólo interesa al psiquiatra. Pero recordemos que el marxismo no añade nada nuevo a lo que Fourier, el «utópico», ya dijera. Al igual que Fourier, el marxismo parte de dos suposiciones contradichas tanto por la lógica como por la realidad experimental. El escritor socialista supone, en efecto, que el «substrato material» de la producción «ofrecido por la naturaleza, sin necesidad de la intervención del esfuerzo humano», es tan abundante que no precisa ser economizado y de ahí la confianza marxista en un «crecimiento prácticamente ilimitado de la producción” . Supone, por el otro lado, que en la comunidad socialista el trabajo «dejará de ser una carga para transformarse en un placer, hasta el punto de que «llegará a constituir la principal exigencia vital ». Estamos, desde luego, en el reino de Jauja, donde todos los bienes son superabundantes y el trabajo constituye pura diversión.
El marxista, desde las olímpicas alturas de su «socialismo científico », desprecia el romanticismo. Sus procedimientos, sin embargo, son los mismos. En vez de hallar la forma de superar los obstáculos que le impiden alcanzar los fines apetecidos, los escamotea, perdiéndolos de vista entre las brumas de la fantasía. La «mentira piadosa » tiene doble utilidad para el neurótico. Lo consuela, por un lado, de sus pasados fracasos, abriéndole, por otro, la perspectiva de futuros éxitos. En el caso del problema social, el único que en estos momentos nos interesa, lo consuela la idea de que, si no pudo alcanzar las doradas cumbres ambicionadas, no fue culpa suya sino del defectuoso orden social imperante. El descontento confía en que la desaparición del sistema social le deparará el éxito que anteriormente no consiguiera. Por eso, resulta inútil demostrarle que la soñada utopía es imposible. El neurótico se aferra a su tan querida «mentira piadosa y, en el trance de renunciar a ésta o a la lógica, sacrifica la segunda. Su vida, sin el consuelo del ideario socialista le resultaría insoportable porque, como decíamos, el marxismo le asegura que no es responsable de su propio fracaso; la responsabilidad es de la sociedad. Eso lo libera del sentimiento de inferioridad.
El socialismo, para nuestros contemporáneos, constituye un divino elixir frente a la adversidad; algo de lo que le pasaba al cristiano de otrora, que soportaba mejor las penas terrenales confiando en un feliz mundo ulterior, donde los últimos serían los primeros. Sin embargo, la promesa socialista tiene consecuencias muy distintas. La cristiana inducía a las gentes a llevar una conducta virtuosa. El partido, en cambio, le exige a sus seguidores una disciplina política absoluta, para acabar pagándole con esperanzas fallidas e inalcanzables promesas.
Este es el eterno hechizo de la promesa socialista. Sus partidarios están convencidos de que, tan pronto como el socialismo se implante, conseguirán todo lo que hasta entonces no habían logrado. Los escritos socialistas no sólo prometen riqueza para todos, sino también amor, felicidad conyugal, pleno desarrollo físico, espiritual y la aparición por doquier de grandes talentos artísticos y científicos. Trotsky aseguraba no hace mucho que en la sociedad socialista, «el hombre medio llegará a igualarse a un Aristóteles, un Goethe o un Marx. Y, por encima de tales cumbres, se alzarán otras aún mayores». El paraíso socialista será el reino de la perfección, poblado por superhombres totalmente felices. Esas son las idioteces que rezuma la literatura socialista. Pero es precisamente ese desvarío lo que atrae y convence a la mayoría.
No hay, desde luego, en el mundo, psiquiatras suficientes para atender a todos los infectados por el complejo de Fourier. Su número es excesivo. Tienen que tratar de curarse ellos mismos, reconociendo la realidad de la vida. Cada uno de nosotros tiene que afrontar su propio destino, es indigno buscar chivos expiatorios y es necesario comprender las inconmovibles leyes de la cooperación social (*).

domingo, 23 de marzo de 2014

La Habana en 20 minutos, el resultado de 50 años de socialismo.


El día 22 de marzo se ha celebrado en Madrid una multitudinaria concentración de marchas por la dignidad, en ella se han dado cita una macedonia de grupos de toda índole, sindicatos, asociaciones, colectivos sociales, partidos políticos, etc. El nexo común entre ellos era la pertenencia a la izquierda española. Mas allá de si sus reivindicaciones eran legítimas, algunas de las cuales comparto, lo llamativo de la concentración era la simbología bajo la cual desfilaban: banderas comunistas, republicanas, cubanas, venezolanas, camisetas del Che y toda la parafernalia de la izquierda más rancia de este país. por encima de las palabras está la realidad, por encima de los discursos están los hechos. Al final de la manifestación un conocido actor llamado Willy Toledo, exiliado a cuerpo de Rey en el idílico paraíso socialista de Cuba, leyó un comunicado. Aunque algunos de mis lectores de América no lo puedan creer, en la próspera Europa y en España, todavía hay partidos políticos y colectivos sociales que admiran regímenes dictatoriales como Cuba y que ponen de ejemplo la revolución Castrista como guía a seguir. No voy a perder el tiempo explicando lo que supone el socialismo a nivel democrático y económico, mucho mejor es constatar la pura realidad: este vídeo son 20 minutos paseando por la Habana, lo que verán es el resultado de 50 años de revolución comunista/socialista. Juzguen ustedes.




miércoles, 19 de marzo de 2014

IVA PROGRESIVO, una de las propuestas que expongo en mi nuevo libro (por publicar) "Domando al capitalismo"




IVA: EL IMPUESTO INJUSTO

El impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), como su nombre indica, es pura y simplemente un añadido al valor real de un artículo o servicio con el único afán de recaudar. La Ley del impuesto lo cataloga como un tributo de naturaleza indirecta que recae sobre el consumo, como manifestación de la capacidad económica susceptible de gravamen, y por tanto, desde un punto de vista económico, es el consumidor quien soporta el impuesto, aunque sean los empresarios y profesionales los obligados a ingresar las cuotas del impuesto.
Los empresarios se convierten en recaudadores para el Estado y el consumidor es quien lo soporta. Para evitar agravios se aplica tanto a las mercancías y los servicios interiores como a las importaciones. La ley deja fuera de gravamen determinadas operaciones, por diversas circunstancias; entre las más importantes se encuentran los servicios médicos, determinadas actividades educativas, culturales y deportivas, también las operaciones financieras y de seguros.
Aunque el concepto del Impuesto al Valor Agregado
 fue propuesto, en principio, por un economista alemán en el siglo dieciocho, no fue completamente desarrollado ni implementado hasta no hace más de medio siglo. Fue Maurice Laure, director del Departamento Fiscal de Francia (TVA), quien inventó este sistema a comienzos de los años 50 y lo aplicó, en primer lugar, a las grandes empresas. La idea del IVA es que independientemente de la cantidad de transacciones por las que atraviesa un producto durante su etapa de fabricación - desde la materia prima hasta que se convierte en el producto final - el impuesto se cobra solamente en el precio final que paga el consumidor. Por lo tanto, es un impuesto indirecto – que es cobrado y pagado por una persona diferente de la persona que absorbe el costo.
En todas las etapas de fabricación de un producto, el IVA es cobrado por el proveedor pero puede ser recuperado por el comprador. La única persona que no puede recuperar el IVA es el comprador final, es decir, la persona que finalmente utiliza el producto.
Francia finalmente adoptó este sistema para todas las personas en 1954 y con el establecimiento del Mercado Común Europeo (ahora denominado Unión Europea) el IVA se convirtió en un requisito indispensable para que los países puedan ser miembro de esta Unión. Desde entonces, este impuesto – visto por algunos como innecesariamente complicado y, por otros, como una forma mucho más justa de aumentar la recaudación comparado con los demás sistemas anteriores – se ha expandido en todo el mundo mucho más rápido que cualquier otro impuesto de los últimos tiempos.
Hoy, aproximadamente, 135 países utilizan el IVA aunque en algunos países –incluyendo Australia, Nueva Zelanda y Singapur - es conocido como un “impuesto a los bienes y servicios”. Existen otros casos como el de Japón, por ejemplo, que introdujo el impuesto, lo abolió en 1950 y finalmente lo re-introdujo en 1988. Hasta la fecha, Estados Unidos se ha resistido a este impuesto. Los países cobran diferentes alícuotas del IVA y, en algunos casos, su implementación es más complicada, ya que existen productos que tienen una alícuota del cero por ciento y otros que directamente están exentos.
 El IVA, al no ser un impuesto proporcional, castiga con la misma cantidad tanto a rentas altas como bajas, lo cual, ya lo convierte en un impuesto injusto. El sector privado puede fijar sus precios libremente sin distinguir entre la capacidad económica de sus clientes, pero el Estado es una institución creada para llevar a cabo una redistribución equitativa de la riqueza que todos generamos y parte de la cual entregamos para la organización de una sociedad más justa. Las cargas en forma de impuestos y tasas también tienen que ser distribuidas de una forma equitativa entre los ciudadanos. La labor del Estado es proporcionar un marco legal y ordenado para la convivencia y procurar a los ciudadanos los  servicios y necesidades básicas que no puedan alcanzar por sí mismos. Al gravar de la misma manera a todos los ciudadanos con un impuesto como el IVA mermamos la capacidad de las rentas más bajas para adquirir bienes y servicios. Todos los impuestos y las tasas del Estado tienen que adaptarse a la capacidad económica que los ciudadanos tengan. Lo público no se puede regir  por las mismas normas que el mercado libre, porque sencillamente, no es libre. Los ciudadanos estamos obligados a pagar, nos guste o no.

IVA PROPORCIONAL

Nuestra propuesta es que el IVA tiene que sujetarse al principio de proporcionalidad de los ITPG. Bastaría usar el DNI electrónico o una tarjeta destinada al pago específico de este impuesto, como medio de pago para que automáticamente el IVA que nos correspondiera pagar se ajustara a nuestra capacidad económica. En este caso seguramente sería más fácil ajustar un pago de IVA según tramos de ingresos. Cuanto menor sea la cuantía de ingresos anuales menor debe ser el valor de IVA a pagar. Las rentas más altas pagarían el máximo que en España es del 21% en la actualidad, pero que podría ampliarse hasta el 25% como ocurre en algunos países de Europa, y las más bajas, el mínimo, que en la actualidad está en el 4%. A mi entender, sería aconsejable dejar exento de IVA a las rentas más bajas, aquellas sin ingresos que estén cobrando el MSR,  y crear más tramos de IVA, del 2%, 4%, 7%, etc. Que iría subiendo según  capacidad adquisitiva del consumidor.  La bajada de ingresos por IVA se vería compensada por una reactivación del consumo con la consiguiente creación de puestos de trabajo tanto en los puntos de fabricación como en los de distribución.
Este sistema no distinguiría en cuanto a productos, es decir, el impuesto dependería no del producto en sí, sino de la capacidad económica del comprador. La razón es sencilla, se trata de favorecer el acceso a los bienes a las clases menos adineradas y eso solo es posible si se abaratan los costes en función de las rentas disponibles.

Como todo pago en el sistema de ITPG, este tiene que hacerse mediante dinero nominativo. Esta forma de pago evitaría la picaresca de que alguien con rentas altas encargara a otra persona con rentas más bajas la compra de productos. En un sistema fiscal de ITPG todas las transacciones son nominativas y se sabe de quién vienen y a quien van. Cualquiera que se acoja al sistema no podrá hacer uso de dinero corriente a no ser ilegalmente. Si hace compras por encargo de personas no acogidas al sistema y recibe dinero no nominativo, no podrá usarlo hasta que lo legalice, momento en el cual tendrá que pagar un 20% en concepto de Impuesto Cooperativo, tanto por ciento que anula las ventajas de comprar con un IVA proporcional. Esto ocurriría en el caso de que convivieran dinero nominativo y dinero corriente, aunque esa posibilidad debería descartarse tanto si solo existe un sistema fiscal ya sea el actual o el ITPG, como si convivieran ambos.

martes, 18 de marzo de 2014

El principio del fin, por Sonia Sierra


De entrada, todo iba muy bien. El "derecho a decidir" era un producto de marketing casi perfecto: sus defensores se presentaban como adalides de una causa justa, la de dar la voz al pueblo, por los que se atrevían a manifestarse en contra eran tachados, como poco, de antidemócratas. Además, su calculada ambigüedad lo hacía tan modelable como un pedazo de arcilla en las manos de un artesano así que unos daban por hecho que se trataba de decidir la secesión mientras que otros, como ICV-EUiA, con una ingenuidad casi entrañable, hablaban de "decidir sobre todo". Sí, claro, en eso precisamente estaban pensando los del Unescocat cuando se lo inventaron, en que el pueblo pudiera votar sobre todas las cuestiones posibles.
¿Cómo van a hablar del "España nos roba" cuando la construcción de Europa se basa en la solidaridad interterritorial? ¿Quién los va a querer como socios "contribuyentes netos" –según la propaganda oficial- y pensar que van a querer sostener a Grecia si quieren poner límites fiscales a Extremadura?
Pero todo empezó a torcerse -¡qué delicia!- gracias al complemento directo. Resulta que "derecho a decidir" es una construcción de más que dudosa gramaticalidad ya que no especifica sobre qué se tiene derecho a decidir. Por este motivo, no se ha podido traducir a ninguna lengua y no han podido vender el producto fuera. En lugar de eso, han tenido que hablar de autodeterminación. Es obvio que Cataluña -una de las regiones más descentralizadas de Europa- ya goza de autodeterminación interna y, al no tratarse de una colonia ni estar sometida a ningún régimen dictatorial, no tiene derecho a la autodeterminación externa. Y, por supuesto, no pueden ir con el cuento tan extendido por aquí de que España no es una democracia porque, ante la comunidad internacional, sí es una democracia homologable a cualquier democracia occidental, con una Constitución inspirada en la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania, promulgada el 23 de mayo de 1949 –ríete tú de los ruidos de sables con los que intentan desacreditar nuestra Constitución-, que nunca fue refrendada por sufragio y, además, fue rechazada por Baviera. Visto así, el argumento de "la mayoría no votamos esta Constitución" suena, cuanto menos, ridículo.
Además de eso, los nacionalismos están muy mal vistos en la UE así que la mayoría de sus argumentos, quedan invalidados. ¿Cómo van a hablar del "España nos roba" cuando la construcción de Europa se basa en la solidaridad interterritorial? ¿Quién los va a querer como socios "contribuyentes netos" –según la propaganda oficial- y pensar que van a querer sostener a Grecia si quieren poner límites fiscales a Extremadura? Y tampoco pueden ir esgrimiendo por ahí su lista de agravios históricos sin que les saquen los colores. Cualquier europeo de cultura media sabe que la Guerra de Sucesión se originó para ocupar el trono de España y que diferentes países participaron en ella según sus propios intereses. Se considera, pues, contra el bulo tan extendido en Cataluña, que España era un país –teniendo en cuenta que lo que significaba entonces “país” no es equiparable a nuestra idea de los Estado-nación, fruto de la Revolución Francesa- y Cataluña una región en la que, como el resto del territorio, unos apoyaban al candidato borbónico y otros, al austracista. Lo mismo sucede con la Guerra Civil española. Menos Montserrat Carulla y sus amigos, todo el mundo sabe que Madrid fue un símbolo de resistencia contra el fascismo; que Andalucía tiene en sus cunetas muchos más muertos que Cataluña en las suyas, entre ellos el célebre Federico García Lorca, y que los grandes artistas e intelectuales del momento tuvieron que exiliarse. Otro argumentario que no cuela.
Por si todo esto fuera poco, las grandes narrativas en las que sustentaban su proyecto empezaron a caer una a una. Por ejemplo, era habitual que los partidarios de la secesión defendieran su derecho a votar como máxima expresión de la democracia citando a Suiza. Pero el 9 de febrero de este año, los suizos aprobaron en referéndum acabar con la libre circulación de personas de la UE. Todo perfectamente democrático, pero el resultado no podía ser visto sin cierta antipatía por parte de los socios comunitarios. De repente, el país helvético desapareció del discurso. Además, el binomio que unía este referéndum a la máxima expresión de la democracia quedó en entredicho cuando una autoridad internacional sobre el tema como es Stéphane Dion afirmó que "la secesión y la democracia son dos conceptos difícilmente compatibles". Pero eso no fue nada comparado con lo que estaba por venir.
¿Pero no habíamos quedado que la secesión era chachi y no implicaba crear fronteras? Y todo esto, ¿no era un movimiento alegre y festivo? Entonces, ¿cómo van a hacerse con el control de puertos y aeropuertos? ¿Con globos de colores?
Francesc Homs, consejero de la Presidencia y portavoz de la Generalitat, tuvo la feliz ocurrencia de comparar Cataluña con Ucrania y fue abrir la boca y empezar a caer muertos en las protestas. Además, Crimea decidió que también tenía "derecho a decidir" y que convocaba un referéndum de autodeterminación con el apoyo de los rusos y el rechazo unánime de la UE, EEUU y la OTAN, rechazo que se sustenta en esta votación es contraria a la Constitución de Ucrania y al Derecho Internacional. ¿Les suena? El inefable Homs justificó su oposición a la consulta de Crimea alegando la injerencia de un tercer estado y la especial situación de violencia que atraviesan, aunque casualmente, jamás se habla de ello cuando se reivindica la "vía kosovar". Y, claro, ya sabemos que el proceso catalán es "pacífico, democrático y festivo", como se empeñan en recordar machaconamente los voceros del régimen.
A todo esto, desde este mismo periódico se descubre en exclusiva primicia que la ANC ya habla de declarar la independencia el 23 de abril de 2015 haya habido o no consulta. Muy democrático todo y, sin duda, la comunidad internacional debe de estar encantada con estos planes. No sé si hay algún precedente en la Historia de la Humanidad de que un grupo explicite por escrito un golpe de Estado a un año vista. Es evidente que no es lo mismo declarar la independencia que conseguirla, como nos explica de forma didáctica el catedrático de Derecho Internacional Rafael Arenas, pero eso no parece tener demasiada importancia pues en esta hoja de ruta el reconocimiento internacional se da por seguro así, sin más. De esta manera, Carmencita la Golpista –qué falta nos haría Valle-Inclán con una Farsa y licencia de la insurrecta catalana para glosar su figura- y los suyos hablan con total desparpajo del “control de las grandes infraestructuras y fronteras”.
¿Pero no habíamos quedado que la secesión era chachi y no implicaba crear fronteras? Y todo esto, ¿no era un movimiento alegre y festivo? Entonces, ¿cómo van a hacerse con el control de puertos y aeropuertos? ¿Con globos de colores? Y la pregunta más importante de todas: ¿Van a vender camisetas con el lema "Independence Day" para tan magno día? Porque con las que vendieron el día de la vía catalana se han forrado...

domingo, 9 de marzo de 2014

La libertad en las calles, por Mario Vargas Llosa

PIEDRA DE TOQUE. Venezuela ya no es un país democrático y la gran movilización popular es para que haya todavía elecciones de verdad en ese país y no rituales operaciones circenses como son las de Cuba


Hace ya cuatro semanas que los estudiantes venezolanos comenzaron a protestar en las calles de las principales ciudades del país contra el Gobierno de Nicolás Maduro y, pese a la dura represión —20 muertos y más de 300 heridos reconocidos hasta ahora por el régimen, y cerca de un millar de detenidos, entre ellos Leopoldo López, uno de los principales líderes de la oposición—, la movilización popular sigue en pie. Ha sembrado Venezuela de “Trincheras de la Libertad” en las que, además de universitarios y escolares, hay ahora obreros, amas de casa, empleados, profesionales, una ola popular que parece incluso haber desbordado a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la organización sombrilla de todos los partidos y grupos políticos gracias a los cuales Venezuela no se ha convertido todavía en una segunda Cuba.
Pero que esas son las intenciones del sucesor del comandante Hugo Chávez es evidente. Todos los pasos que ha dado en el año que lleva en el poder que le legó su predecesor son inequívocos. El más notorio, la asfixia sistemática de la libertad de expresión. El único canal de televisión independiente que sobrevivía —Globovisión— fue sometido a un acoso tal por el Gobierno, que sus dueños debieron venderlo a empresarios adictos, que lo han alineado ahora con el chavismo. El control de las estaciones de radio es casi absoluto y las que todavía se atreven a decir la verdad sobre la catastrófica situación económica y social del país tienen los días contados. Lo mismo ocurre con la prensa independiente, a quien el Gobierno va eliminando poco a poco mediante el sistema de privarla de papel.
Sin embargo, aunque el pueblo venezolano ya casi no pueda ver, oír ni leer una información libre, vive en carne propia la descarnada y trágica situación a la que los desvaríos ideológicos del régimen —las nacionalizaciones, el intervencionismo sistemático en la vida económica, el hostigamiento a la empresa privada, la burocratización cancerosa— han llevado a Venezuela y esta realidad no se oculta con demagogia. La inflación es la más alta de América Latina y la criminalidad una de las más altas del mundo. La carestía y el desabastecimiento han vaciado los anaqueles de los almacenes y la imposición de precios oficiales para todos los productos básicos ha creado un mercado negro que multiplica la corrupción a extremos de vértigo. Solo la nomenclatura conserva altos niveles de vida, mientras la clase media se encoge cada día más y los sectores populares son golpeados de una manera inmisericorde que el régimen trata de paliar con medidas populistas —estatismo, colectivismo, repartos de dádivas— y mucha, mucha propaganda acusando a la “derecha”, el “fascismo” y el “imperialismo norteamericano” del desbarajuste y caída en picado de los niveles de vida del pueblo venezolano.
La palabra favorita de Maduro es "¡fascista!", que endilga a quienes se oponen a su régimen
El historiador mexicano Enrique Krauze recordaba hace algunos días el fantástico dispendio que ha hecho el régimen chavista, en los 15 años que lleva en el poder, de los 800.000 millones de dólares que ingresaron al país en este periodo gracias al petróleo (las reservas petroleras de Venezuela son las más grandes del mundo). Buena parte de ese irresponsable derroche ha servido para garantizar la supervivencia económica de Cuba y para subvencionar o sobornar a esos Gobiernos que, como el nicaragüense del comandante Ortega, el argentino de la señora Kirchner o el boliviano de Evo Morales, se han apresurado en estos días a solidarizarse con Nicolás Maduro y a condenar la protesta de los estudiantes “fascistas” venezolanos.
La prostitución de las palabras, como lo señaló Orwell, es la primera proeza de todo Gobierno de vocación totalitaria. Nicolás Maduro no es un hombre de ideas, como advierte de inmediato quien lo oye hablar; los lugares comunes embrollan sus discursos, que él pronuncia siempre rugiendo, como si el ruido pudiera suplir la falta de razones, y su palabra favorita parece ser “¡fascista!”, que endilga sin ton ni son a todos los que critican y se oponen al régimen que ha llevado a uno de los países potencialmente más ricos del mundo a la pavorosa situación en que se encuentra. ¿Sabe el señor Maduro lo que fascismo significa? ¿No se lo enseñaron en las escuelas cubanas donde recibió su formación política? Fascismo significa un régimen vertical y caudillista, que elimina toda forma de oposición y, mediante la violencia, anula o extermina las voces disidentes; un régimen invasor de todos los dominios de la vida de los ciudadanos, desde el económico hasta el cultural y, principalmente, claro está, el político; un régimen donde los pistoleros y matones aseguran mediante el terror la unanimidad del miedo y el silencio y una frenética demagogia a través de los medios tratando de convencer al pueblo día y noche de que vive en el mejor de los mundos. Es decir, el fascismo es lo que va viviendo cada día más el infeliz pueblo venezolano, lo que representa el chavismo en su esencia, ese trasfondo ideológico en el que, como explicó tan bien Jean-François Revel, todos los totalitarismos —fascismo, leninismo, estalinismo, castrismo, maoísmo, chavismo— se funden y confunden.
Es contra esta trágica decadencia y la amenaza de un endurecimiento todavía peor del régimen —una segunda Cuba— que se han levantado los estudiantes venezolanos, arrastrando con ellos a sectores muy diversos de la sociedad. Su lucha es para impedir que la noche totalitaria caiga del todo sobre la tierra de Simón Bolívar y ya no haya vuelta atrás. Leo, esta mañana, un artículo de Joaquín Villalobos en EL PAÍS (Cómo enfrentarse al chavismo), desaconsejando a la oposición venezolana la acción directa que ha emprendido y recomendándole que espere, más bien, que crezcan sus fuerzas para poder ganar las próximas elecciones. Sorprende la ingenuidad del exguerrillero convertido (en buena hora) a la cultura democrática. ¿Quién garantiza que habrá futuras elecciones dignas de ese nombre en Venezuela? ¿Lo fueron las últimas, en las condiciones de desventaja absoluta para la oposición en que se dieron, con un poder electoral sometido al régimen, una prensa sofocada y un control obsceno de los recuentos por los testaferros del Gobierno? Desde luego que la oposición pacífica es lo ideal, en democracia. Pero Venezuela ya no es un país democrático, está mucho más cerca de una dictadura como la cubana que de lo que son, hoy en día, países como México, Chile o Perú. La gran movilización popular que hoy día vive Venezuela es, precisamente, para que, en el futuro, haya todavía elecciones de verdad en ese país y no sean esas rituales operaciones circenses como eran las de la Unión Soviética o son todavía las de Cuba, donde los electores votan por candidatos únicos, que ganan, oh sorpresa, siempre, por el 99% de los votos.
Es triste, aunque no sorprende, la soledad de los valientes venezolanos que luchan por su país
Lo que es triste, aunque no sorprendente, es la soledad en que los valientes venezolanos que ocupan las “Trincheras de la Libertad” están luchando por salvar a su país, y a toda América Latina, de una nueva satrapía comunista, sin recibir el apoyo que merecen de los países democráticos o de esa inútil y apolillada OEA (Organización de Estados Americanos), en cuya carta principista, vaya vergüenza, figura velar por la legalidad y la libertad de los países que la integran. Naturalmente, qué otra cosa se puede esperar de Gobiernos cuyos presidentes comparecieron, prácticamente todos, en La Habana, a celebrar la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y a rendir un homenaje a Fidel Castro, momia viviente y símbolo animado de la dictadura más longeva de la historia de América Latina.
Sin embargo, este lamentable espectáculo no debe desmoralizarnos a quienes creemos que, pese a tantos indicios en contrario, la cultura de la libertad ha echado raíces en el continente latinoamericano y no volverá a ser erradicada en el futuro inmediato, como tantas veces en el pasado. Los pueblos en nuestros países suelen ser mejores que sus Gobiernos. Ahí están para demostrarlo los venezolanos, como los ucranios ayer, jugándose la vida en nombre de todos nosotros, para impedir que en la tierra de la que salieron los libertadores de América del Sur desaparezcan los últimos resquicios de libertad que todavía quedan. Tarde o temprano, triunfarán.
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2014.

Cuando un tirano usa la democracia para imponer una dictadura, ya no hay democracia y no queda otra que levantarse por la libertad.


Ucrania, el genocidio de Stalin, por Hermann Tertsch

El dictador soviético asesinó entre 1932 y 1933 a 7 millones de ucranianos, algo que ni Hitler logró. Ahora Kiev no se resigna a volver al redil de Moscú


A la ciudadanía europea, como a sus Gobiernos, le cogió muy por sorpresa la virulenta reacción de un amplio sector de la sociedad ucraniana ante la noticia de que su presidente Viktor Yanukóvichhabía decidido renunciar a un acuerdo de asociación con la Unión Europea. Les sorprendió más que el hecho en sí, los indicios de que el presidente ruso, Vladímir Putin, iba a convencer al presidente ucraniano para unirse a sus planes.
Desde hace ya muchos años habla Putin de la necesidad de buscar unas estructuras que sustituyan a la Unión Soviética, cuya desaparición él ha declarado la mayor desgracia del siglo XX. Peor que el Holocausto, peor que la invasión alemana de la U.R.S.S., peor que cualquier otra inmensa tragedia de un siglo XX cuajado de brutalidad y muerte, es para el presidente Putin el final de la más larga dictadura soviética.
Él sabe de la historia de la Unión Soviética. Y cuando la reivindica lo hace consciente de que así lanza una nueva propuesta totalitaria. Su proyecto de Eurasia tiene un manto de federación voluntaria de Estados, todos ellos antiguas repúblicas soviéticas. En realidad es el diseño de un nuevo imperio con capital en Moscú, cuyas partes gobernadas por autócratas serían obedientes a Moscú. A cambio de protección frente al exterior y a sus propias poblaciones. Sería una alianza en contra de la occidentalización y del ideal de la sociedad abierta. Que no ha dejado de avanzar hacia el este desde 1989. Y que pone en peligro al propio Putin.
En esa alianza, dictadores corruptos, como el bielorruso Viktor Lukashenko o el kasajo Nursultán Nazarbáyev, ayudarían a Putin a mantener juntos una forma y estilo de Gobierno, peso común e influencia fuera y dentro, para imponer su orden y sus intereses, frente a Occidente y frente a China. Pieza clave era aquí por supuesto el ucraniano Viktor Yanukóvich.
Ni ciudadanía ni Gobiernos occidentales parecen conscientes de lo que suponía para los ucranianos que sus líderes anunciaran haber decidido no proseguir con la occidentalización y el acercamiento a Europa. Que anunciaran por el contrario la decisión de entregar parte de la soberanía nacional, existente desde hace dos décadas, a Moscú, a la metrópolis de la que llegó tantísimo mal y sufrimiento. Cuando se va a cumplir en tres años el centenario de la revolución bolchevique, Víktor Yanukóvich poco menos que anunciaba a su pueblo el retorno de la historia, de la peor, la más oscura, dramática y sangrienta historia. Que es una historia para el espanto. Para comenzar sería bueno que se recordara que Moscú logró que en apenas dos años, 1932 y 1933, murieran entre seis y siete millones de ucranianos. Los nazis alemanes no lo lograron en tan poco tiempo pese a su genocidio industrializado. Fue más expeditiva la requisa de todo el cereal a los campesinos ucranianos.
Con motivos ideológicos. Se trataba de imponer la colectivización de la agricultura a la que los campesinos del inmenso granero del imperio se habían resistido en la década anterior. Para ello lanzó Stalin una guerra contra los «kulakos», los campesinos propietarios, que en realidad fue contra toda la población real. La hambruna devastó a la población rural y se extendió a las ciudades. Mientras millones morían, la URSS exportaba trigo. E invitaba a intelectuales franceses o británicos que volvían a sus países elogiando la buena comida de que habían gozado en Ucrania durante una visita guisada por sus anfitriones soviéticos. El cónsul italiano en Járkov, Sergio Gradenigo veía algo más y escribía a Roma: «Cada vez hay más campesinos que fluyen a la ciudad porque no tienen esperanza de sobrevivir. Traen a los niños a los que dejan abandonados en la esperanza de que se salven y regresan a morir a sus aldeas. Se ha movilizado a los “dvorniki” (porteros) con bata blanca que patrullan la ciudad y colectan a los niños. Se llevan en camiones a la estación de mercancías de Severo Donetz. Allí se selecciona. A los no hinchados se les dirige a unas barracas en Golodnaya Gora donde, en hangares, sobre paja, agonizan cerca de 8.000 almas, sobre todo niños. Los hinchados son transportados en trenes de mercancías hasta el campo y abandonados a 50 o 60 kilómetros de la ciudad para que mueran sin que se les vea. A la llegada a los lugares de descarga se excavan grandes fosas y se echa a quienes llegan muertos».
Escenas similares se repitieron por toda la geografía ucraniana. El canibalismo llegó a ser común incluso en las familias. La policía política coincide con el cónsul en otra escena de Járkov. «Cada noche traen unos 250 cadáveres entre los que un número muy elevado no tiene hígado. Les ha sido quitado a través de un corte muy ancho. La policía acaba de atrapar a algunos “amputadores” que confiesan que con esa carne confeccionaban un sucedáneo de pirozki (empanadillas) que vendían inmediatamente en el mercado». En la primavera de 1934 las gentes morían en las calles a un ritmo que no daba tiempo a limpiarlas.

«Ucranofobia» de Stalin

El escritor Mijail Sojolov, célebre por la novela «El Don apacible» escribió dos cartas llenas de espanto a Stalin. En el que pedía, iluso, que interviniera contra las torturas que se aplicaban a los campesinos para que revelaran el escondite de grano. «Con el método del frío se desnuda al koljoziano y se le deja en un hangar. A menudo sufren desnudas brigadas enteras. El método del calor es rociar keroseno en los pies y las faldas de las koljosianas. Después se apaga y vuelta a empezar». Las deportaciones adquirieron dimensiones bíblicas. Centenares de miles de campesinos fueron deportados en programas de colonización a Siberia en muchos de los cuales la mortandad en el primer año superaba el 70%. Antes de la hambruna ya había quedado patente lo que Andrei Sajarov llamó la «ucraniofobia» de Stalin.
Las depuraciones en la intelectualidad sospechosa de nacionalismo habían diezmado las elites urbanas como preludio del horror. Todo esto fue cinco años antes del Gran Terror desatado por Stalin en toda la URSS. Con inmensos efectos en Ucrania. Y también habrían de llegar los decenas de capítulos de desvertebración de la sociedad ucraniana con fusilamientos masivos, como el de Katyncontra élite y oficialidad polaca. Y el acuerdo Hitler- Stalin de 1939 que supuso la anexión a la Ucrania soviética de parte de Polonia, trajo consigo la ejecución de decenas de miles de polacos pero también el exterminio sistemático de los restos de los sectores ucranianos formados.
Y después de Stalin se sucedieron cuarenta años de dictadura y silencio. Nadie podía esperar en Europa, en América o Rusia, que tras veinte años de independencia, los ucranianos ahora se resignaran a volver al redil de Moscú. No sin actos de desesperación y por encima de mucho cadáver. Que confirman al mundo que los planes de incorporar a Ucrania al proyecto de Eurasia de Putin, solo podrían lograrse con métodos muy similares a los aplicados por el Kremlin en los años treinta. Y eso hoy, queremos creer, es totalmente imposible.

Horrores para todos los gustos

Los ucranianos reclaman, con sus seis millones de muertos en el Holodomor, ser la mayor víctima de Josef Stalin, como el pueblo judío en el Holocausto lo fue de Adolf Hitler. Cuando los alemanes llegaron en el año 1941, los ucranianos sufrían quince años de horror estalinista. Muchos vieron en la Wehrmacht su forma de vengarse. Ese hecho y el antisemitismo de la región llevaron a muchos ucranianos a simpatizar con los nazis. También ocurrió en el Báltico. Hoy en las tres democracias bálticas, miembros de la Unión Europea y la OTAN, hay menos peligro extremista que en algún país occidental. Stalin, que era georgiano, exterminó rusos, ucranianos, judíos y gitanos igual que Hitler en aquella esquina de Europa. Nadie osa reivindicar a la Alemania de Hitler. Pero Vladimir Putin sí evoca con admiración la URSS de Stalin. Pedir a los ucranianos que repitan suerte bajo Moscú es un sinsentido. Llamarlos nazis por negarse, también. Como lo es generar alarma entre la población rusa. La historia explica, pero no suple las leyes. Y las fronteras de Ucrania, Crimea incluida, fueron reconocidas por Rusia en acuerdo del año 1997.

sábado, 8 de marzo de 2014

Venezuela: la sórdida relación entre escasez, inflación y pobreza.

“Hay tres clases de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas”
Mark Twain
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La escasez en enero alcanzó niveles récord. La cifra casi sextuplica los niveles que se consideran normales. El 28% de escasez anunciado por el Banco Central de Venezuela confirma lo que se observa en las calles de Venezuela: ciudadanos deambulando de comercio en comercio, ciudadanos haciendo colas y pagando los alimentos con su tiempo, ciudadanos comprándole a los buhoneros a precios que están muy por encima de los publicados en la Gaceta Oficial. Ciudadanos en estado de caza-recolección.
Si la inflación es terrible, la escasez puede ser peor. La combinación de ambos fenómenos, devastador. Cuando el fenómeno de la escasez se manifiesta en una economía, los datos de inflación pierden la capacidad de reflejar el verdadero costo de los bienes y servicios. No se trata de una manipulación del indicador: se trata de que el indicador de inflación subestima los precios de los bienes y servicios debido a la escasez.
¿Cuál es el precio de un producto que no existe? ¿Cuál es el precio de un producto en el que la escasez alcanza el 100%? Esa cifra adquiere dimensiones interestelares: el precio de algo que no existe es infinito. Ni el hombre más rico del mundo puede pagarlo. Cada punto de escasez incrementa el precio efectivo, que es el costo de adquisición total de un producto. Y ese incremento del costo total de adquisición es la suma del precio del producto más todos los costos de transacción involucrados en esa competencia con obstáculos en la que se ha convertido hacer mercado. Ese costo lo percibimos en las colas, en el tiempo que dedicamos a conseguir lo que necesitamos, en el precio que imponen los buhoneros y hasta en los costos psicológicos de la escasez.
La reducción de la pobreza en Venezuela es menor a la que indican las cifras oficiales, al menos en las mediciones que utilizan metodologías relacionadas con la capacidad adquisitiva del ingreso. Y esto se debe precisamente a la distorsión que introduce la escasez en la medición de los precios de la economía.
A mayor escasez, mayor es la subestimación de los precios. En consecuencia, en una economía de escasez creciente, el verdadero poder adquisitivo de los ciudadanos se deteriora a una velocidad mayor de la que sugieren las cifras oficiales de inflación. Otra manera de decirlo: la escasez subestima la inflación y la subestimación de la inflación subestima los niveles de pobreza que reflejan las cifras. Los gobiernos suelen decir que las cosas están mejor que en la realidad: el peligro aparece cuando el propio Gobierno toma decisiones a partir de esa ilusión.
En los años noventa del siglo pasado, Jeffrey Sachs dio cuenta en la literatura económica de una aparente paradoja: ¿le conviene siempre a los ciudadanos de un país que haya precios más bajos? Motivado por la situación en Polonia, Sachs estableció que el bienestar de los consumidores de un país puede incrementarse gracias a un aumento de los precios. Polonia estaba sumida en la escasez y bajo un sistema de precios regulados que hacía inviable la producción. El bienestar de Polonia podía aumentar si el incremento de los precios estimulaba la oferta disponible de bienes y servicios. El bienestar de los consumidores aumenta debido a que el incremento del precio nominal —el precio que es medido por las instituciones oficiales y reflejado en los indicadores de inflación— estimula la oferta disponible de productos, disminuyendo el costo real de adquisición de los bienes. La contrapartida es obvia: una disminución de precios que incrementa la escasez es perjudicial para el bienestar de los ciudadanos.
(A propósito de la Ley de Precios Justos, conviene rescatar la sabiduría económica de aquel dicho:el producto más caro es el que no se consigue)
No sé si estamos en socialismo o si vamos en camino hacia allá, pero la economía venezolana ya presenta una de sus principales características históricas: la escasez.
La centralización del manejo de las divisas ha creado un riesgo sistémico, un elemento propio de los modelos socialistas. Cuando falla la entrega de divisas (centralizada en manos del Estado), falla todo el sistema. No es alentador recordar que La Gran Hambruna China fue la consecuencia de una falla de la planificación central, como ha demostrado Dennis Yang.
Quienes gobiernan nunca deben olvidar que la equivocación de unos pocos puede acabar con la vida de muchos.

WHICH DICTATOR KILLED THE MOST?

They say that it takes compassion for humanity, love for country, and a strong pursuit of justice and mercy to become a strong and respected leader of the masses. Every once in a while, however, there are those politicians or generals that decide to do things their own way. These cold-blooded dictators do not care for the value of life as much as they do achieving their selfish motives of domination, power, and immortality.
Thios infographic shows worldwide dictators ordered by the number of killings, one drop, one million dead.
Of course, the winner is Mao, followed by Stalin and then Hitler. I really hope hell exists and all of them are in there in some major eternal pain.
Fuente: http://memolition.com/2014/03/05/which-dictator-killed-the-most/
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