Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

domingo, 29 de abril de 2012

Día sin Impuestos – Tax Freedom Day, por Cristina Berechet


El 29 de abril llega a España el tan esperado día sin impuestos. Dicho de otra forma, la sociedad española necesita 119 días de trabajo para cumplir con sus obligaciones tributarias.

Cristina Berechet – Jefe de Investigación del think tank Civismo y directora del estudio
El Día sin Impuestos o “Tax Freedom Day”, como es conocido en el mundo anglosajón, es la fecha en la que una sociedad ha generado suficientes ingresos para cubrir todas las obligaciones tributarias. A partir de entonces es cuando ya no trabajamos para la administración y empezamos a ganar dinero neto.
El Día sin Impuestos traduce la presión fiscal en el número de días que se necesitan para pagar tanto los impuestos directos e indirectos, así como las cotizaciones a la Seguridad Social.
Según los últimos datos publicados, en el año 2010 trabajamos 119 días para hacer frente a todos los impuestos. De éstos, 53,1 días se dedicaron para la Administración Central; 22,7 para la Administración Autonómica; 10,5 para la Administración Local y 32,7 para la Seguridad Social (ver gráfico).
Días de trabajo dedicados a pagar impuestos a la Administración (2010)
Fuente: Día sin Impuestos del think tank Civismo
En los últimos nueve años, la presión fiscal en España ha ido aumentando. Si en 2002 el día sin impuestos llegó el 5 de mayo, en 2007 se necesitaron 15 días más para que la sociedad cumpliera con sus obligaciones tributarias, posponiéndose la fecha hasta el 20 de mayo. A pesar de esta tendencia ascendente, en los últimos tres años el día sin impuestos cambia de rumbo y se adelanta hasta el 28 de abril en 2009 y 29 de abril en 2010, 21 días antes que en 2007, año en el que más días hemos trabajado para la administración (ver gráfico).
Día sin Impuestos: España 2002-2010

Fuente: Día sin Impuestos del think tank Civismo
La inversión de esta tendencia no se debe a reducciones de tipos impositivos, sino a la caída de la actividad económica. La crisis económica ha reducido sustancialmente la capacidad recaudatoria de todas las administraciones. Los impuestos más ligados a la actividad económica, como el IVA y el Impuesto de Sociedades, son los que más se han resentido. En tres años, su recaudación cayó un 26 y un 65% respectivamente, lo que prueba la fuerte caída del consumo y de los beneficios empresariales registrada en el periodo 2007-2010. El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) también descendió pero en menor medida: un 9,43%. En 2010, el aumento de los tipos impositivos del IVA y los impuestos especiales ha llevado a un repunte de la recaudación por ambos tributos, pero los ingresos están todavía lejos de los alcanzados en el periodo 2007-2008. Mientras tanto, la recaudación del resto de impuestos se contrae aún más. Por ello, las subidas de tipos impositivos del último año (IVA e Impuestos Especiales) únicamente han atrasado el día sin impuestos 24 horas más (del 28 de abril al 29 de abril), mientras que la contracción de la actividad económica entre 2007 y 2009 adelanta el día sin impuestos en 22 días sin que haya una reducción de los tipos.
Una vez más se prueban los efectos de la traicionera curva de Laffer: una subida de los tipos impositivos no siempre se traduce en una mayor recaudación fiscal o en el aumento de ingresos esperados.

Día sin Impuestos a lo largo de la geografía española

A pesar de que los tipos impositivos son muy parecidos de una comunidad autónoma a otra, la presión fiscal y el día sin impuestos varían mucho: desde el 13 de marzo en Canarias hasta el 23 de julio en la comunidad de Madrid.
Estas variaciones reflejan el amplio espectro de factores que influyen en la presión fiscal, desde el Producto Interior Bruto (PIB) y el efecto de la capitalidad hasta al desempleo existente en cada región, pasando por la diversificación y tipo de actividad económica e incluso la sede social de alguna multinacional.
En el año 2010, las últimas en liberarse de las contribuciones tributarias fueron Madrid, Cantabria y Cataluña. Su día sin impuestos llegó más tarde que la media nacional, que fue el 29 de abril. No obstante, el caso de Madrid hay que analizarlo con cautela ya que el día sin impuestos refleja una presión fiscal elevada por el efecto capitalidad y sede social, pero no se traduce en una mayor presión fiscal sobre los residentes. Madrid tiene elevados porcentajes del conjunto de la recaudación de las delegaciones de la Agencia Tributaria especialmente en impuestos como los Especiales, IVA y en menor media en Sociedades e IRPF (impuesto sobre la renta).
Día sin Impuestos 2010
Las CCAA con menor presión fiscal y, por tanto, las primeras que celebraron el día sin impuestos en el mes de marzo fueron: Canarias, Castilla y León, Extremadura, La Rioja y Murcia. Les siguieron las CCAA con una presión fiscal moderada, cuyo día sin impuestos cayó en el mes de abril: Andalucía, Galicia, Baleares, Aragón, Castilla La Mancha, Comunidad Valenciana, Asturias, Navarra y País Vasco.
Si analizamos el periodo 2009-2010, de las 17 comunidades, sólo siete aumentaron la presión fiscal con el incremento de los tipos impositivos, mientras que todas las demás siguieron reduciendo su recaudación fiscal frente a su PIB. Esto muestra una vez más que las subidas de los tipos impositivos tienen efectos adversos a los esperados dependiendo de la región.
Metodología
El Día sin Impuestos es el primer día del año en el que una sociedad en su conjunto (ciudadanos y empresas) ha ganado suficiente dinero para satisfacer sus obligaciones tributarias.
El Día sin Impuestos es un indicador que traduce la presión fiscal en el número de días de trabajo que a lo largo del año se necesitan para pagar los tributos establecidos. Esta presión se calcula comparando los ingresos tributarios con el Producto Interior Bruto (PIB). Los ingresos tributarios considerados incluyen los impuestos directos e indirectos recaudados por la Administración Central, Autonómica o Local y las contribuciones a la Seguridad Social. Sin embargo, no se incluyen las tasas y otros ingresos.
Los datos utilizados para calcular la presión fiscal se basan principalmente en las liquidaciones de ingresos de cada una de las administraciones, pero para los datos más recientes se han utilizado estimaciones y/o previsiones de liquidaciones y, en algún caso, previsiones de ingresos de los presupuestos de CCAA y municipios. Para la distribución geográfica de la ejecución del presupuesto de ingresos de la Seguridad Social para los años 2009 y 2010 se ha utilizado una metodología que tiene en cuenta el número de afiliados a la Seguridad Social en cada CCAA y una constante regional. En el caso del PIB, los datos utilizados son previsiones, avances o estimaciones. Por ello, de un año a otro pueden surgir ligeras modificaciones en las fechas publicadas como el Día sin Impuestos.

jueves, 26 de abril de 2012

El vandalismo como vía de acceso al poder: PEDRO MOYA


Lo apuntaba muy atinadamente Ludwig von Mises: una de las virtudes de la democracia reside en que propicia los cambios pacíficos en los métodos y personas del Gobierno, cuando lo frecuente hasta su instauración en Occidente era la imposición de la violencia y las guerras.
En efecto, en virtud de la extensión de las normas y principios de la democracia liberal, llegó un momento en el que quien aspirara a conquistar el poder debía olvidarse del empleo de la fuerza y, bien al contrario, limitarse a hacer uso de la persuasión mediante la palabra, con el fin de atraerse la adhesión de un electorado cada vez más amplio. Procedimiento desde luego mucho más civilizado, aunque harto dificultoso sobre todo para quienes carecen de argumentos para intentar convencer a un votante en líneas generales más instruido e informado.
Ese es precisamente el problema principal del que adolece el PSOE, y la izquierda en general, en la actualidad: no tiene logros ni méritos que presentar; al contrario, el balance de su gestión al frente de sus sucesivos Gobiernos es sumamente deficiente. De ello son plenamente conscientes los prebostes del socialismo; y de ahí que, con el siniestro Rubalcaba a la cabeza, y siguiendo la tradición golpista del PSOE, hayan adoptado la estrategia de instigar la algarada callejera, en la que la extrema izquierda antisistema, como es habitual en estos casos, desempeña con sumo gusto el trabajo sucio.
Ante la ausencia de argumentos mínimamente consistentes, los mismos que cuando gobernaban pedían a la oposición ‘arrimar el hombro’ han optado por promover el caos, el palo y el tentetieso en la vía pública y azuzar el odio hacia el adversario político, a quien creen poder derrotar solo de esta forma. Se trata de generar el mismo clima enrarecido que hubo que soportar a propósito del ‘Prestige’ y la guerra de Irak: entonces como ahora, y debido a la impotencia política del PSOE, tachando al PP de enemigo absoluto hasta incluso alcanzar el extremo de que sus cargos públicos no se sientan seguros en las calles (volvemos, por tanto, a la ‘batasunización’ de la izquierda que tuvo lugar aquellos días), algo que ya están consiguiendo. Porque el amedrentamiento también sirve para desgastar al rival. De nuevo, el vandalismo como vía de acceso al poder, ante el cual la respuesta ha de ser clara y rotunda: denuncia de los métodos violentos y firmeza en la aplicación del Estado de Derecho.
Aun así, no podía faltar el fariseísmo de los inductores de la sublevación callejera: además de comparar las devastadoras algaradas de la extrema izquierda con aquellas manifestaciones, sí, respaldadas por el PP (y no en compañía de los obispos, sino de las víctimas del terrorismo), pero tan pacíficas y respetuosas que las calles ‘tomadas’ acababan más limpias de lo que ya estaban, el ‘viejo-nuevo’ líder socialista se permite el lujo de aseverar que ‘el problema no es la violencia, sino que al PSOE se le relacione con la violencia’; es decir, que lo que debería preocupar no son las arremetidas contra el mobiliario público, los asaltos a propiedades privadas o las agresiones a medios de comunicación, sino que el delicado honor del PSOE se vea mancillado. Mayor alarde de vileza es difícil de igualar, aunque qué podemos esperar a estas alturas de semejante personaje.

martes, 24 de abril de 2012

Homenaje a Sofía Magdalena Scholl: ROMÁN TEROL


La libertad, hermosa palabra que encierra todo cuanto poseemos en la vida. La vida misma, sin libertad, ni siquiera tiene sentido. Sofía murió, con 21 años, en Münich, la misma ciudad donde pocos años antes el Canciller Hitler sentara las bases de su macabro proyecto socialista.
A veces no somos conscientes de lo afortunados que somos por vivir en la parte privilegiada del mundo, en ese lugar donde ni llueven bombas ni hay hambre, donde la preocupación no es buscar qué comer ese día o, sencillamente, estar vivo cuando se pone el Sol.
Para más de mil millones de personas esa es su realidad diaria, como para los niños que durante el invierno se refugian en el alcantarillado de Ulan Bator para escapar de los 30 grados bajo cero que hay en superficie, amaneciendo más de la mitad de ellos congelados; o para los que les ha tocado nacer en el campo de refugiados del Tinduf; o en Kabul; o en Ciudad Juárez; o, sin más, los que viven y trabajan cada día en lugares donde no llega el poder de ningún Estado ni Administración, donde señores de la guerra y caciques locales se han hecho fuertes entre violaciones sistemáticas, juicios sumarios y sobornos continuos. Esos tantos lugares que llamaríamos tierra de nadie, o ciudades sin Ley. Lugares donde la Carta de Naciones Unidas o la Convención de Ginebra son meras ilusiones… Esos lugares existen, están ahí, al otro lado de nuestras protegidas fronteras, separados por extensas murallas de barrotes y pinchos para que, a este lado, en la parte rica, podamos seguir haciendo nuestras cómodas vidas.
Aquí le preocupación nacional es que miles de mujeres se implantaron unas prótesis donde la Naturaleza debía haber puesto unas tetas y ahora, las susodichas, no reúnen los estándares de seguridad esperados. Vaya, qué contrariedad. Al otro lado, donde no se ve, un médico es un lujo al que sólo pueden acceder algunos privilegiados. Los abogados no existen, para qué, donde no hay Justicia; y arquitectos no se necesitan para levantar tiendas de campaña o chabolas a las afueras de alguna gran urbe.
¿Y nos hemos ganado todo eso? Es evidente que los que hoy campamos por estas libres tierras, simplemente, somos afortunados. Nos ha tocado la lotería y nada más. Nacimos en un hospital con todas las comodidades y sólo hemos tenido que adaptarnos a un sistema. Por lo menos, hay sistema. Pero, llegar hasta aquí, conformar las llamadas democracias occidentales, luchar por el mundo libre frente al terror o el comunismo, frente a los fascismos y totalitarismos del S.XX, no ha sido casualidad. Vivir en paz duradera o morir sin conocer los horrores de la guerra ha sido posible gracias al valor y la determinación de algunos héroes olvidados que dieron su vida por la libertad. Esos que lucharon ayer para que vivamos hoy.
Y es cierto que no hemos elegido nacer en occidente, pero sí podemos elegir dar las gracias, reconocer a los que dieron su vida ayer por nuestra tranquilidad hoy.
Ese ayer fue un 22 de febrero de 1943, cuando un Tribunal Nazi del III Reich a cuyo frente estaba un excomunista resentido decidió de forma sumarísima juzgar sentenciar y condenar a la guillotina a Sofía Magdalena Scholl, junto a su hermano y un amigo, por difundir propaganda contraria a los valores del Nacionalsocialismo en la Universidad donde estudiaba. Dicha propaganda era un mensaje de libertad, el grito ahogado de una joven que, rebelándose frente a la alineación totalitaria mientras sus compañeros permanecían acobardados, decidió ponerle letra e imágenes a los horrores que su Gobierno estaba cometiendo por medio mundo.
Durante el juicio sólo hizo un alegato. Asumió su destino, pero dijo al Tribunal y su Juez que, dónde ella se sentaba entonces, pronto se sentarían ellos. Con la Esvástica se dicto sentencia y, ese mismo día, fue lleva ante la horca. Sus últimas palabras, antes de que la cuchilla separara su cabeza del resto del cuerpo fueron: ¡Viva la Libertad!
La libertad, hermosa palabra que encierra todo cuanto poseemos en la vida. La vida misma, sin libertad, ni siquiera tiene sentido. Sofía murió, con 21 años, en Münich, la misma ciudad donde pocos años antes el Canciller Hitler sentara las bases de su macabro proyecto socialista.
Pero su muerte no fue en balde. Sofía fundó en vida la organización liberal “La Rosa Blanca”, disuelta tras su muerte, pero cuya impronta se fijó en el pensamiento liberal de muchos jóvenes europeos que seguimos luchando desde la universidad contra el socialismo, el totalitarismo y el intervencionismo desmesurado de los gobiernos en la vida de los ciudadanos; por todos aquellos que creemos en la libertad como única forma de vida posible; en el respeto a los Derechos Humanos, la dignidad personal, las libertades individuales, la condición de ciudadanos y no de súbditos de la autoridad; en la propiedad privada, la Ley y el orden público. Contrarios a la guerra y favorables a la Diplomacia.
Sofía, descansa en paz. No te olvidamos, tu lucha no fue en vano.
¡Viva la Rosa Blanca! ¡Viva la Libertad por siempre!

¿Donde están los liberales? por Francisco Rubiales

Los liberales, que inventaron la democracia y las libertades ciudadanas frente al despotismo, están siendo políticamente exterminados en el mundo, acosados y perseguidos obsesivamente por un totalitarismo cada día más fuerte. En el exterminio del liberalismo está una de las claves del declive de nuestro mundo y de las crisis profundan que están asolando la vida política. Los liberales son, probablemente, los únicos que entienden con plenitud la democracia y la libertad. El mundo político no debería dividirse en derechas e izquierdas, sino en liberales y totalitarios. Cuando la derecha prescinde del liberalismo, como ocurre hoy en España, termina pareciendose a la izquierda como dos gotas de agua. Resucitar el liberalismo es una medicina eficaz para acabar con el caos y la decadencia reinantes. Recuparar a los liberales representa regenerar la democracia, pues sin liberalismo la democracia no puede existir.

En el mundo presente apenas quedan partidos liberales y los que existen son agrupaciones generalmente débiles, acorraladas por los adictos al Estado y a la política profesional. En España, ni siquiera existe un partido liberal solvente y sus huellas culturales y políticas casi son imperceptibles, incluso en los partidos de derecha.


Los perros están acabando con las gacelas y las águilas que volaban alto y libres están siendo abatidas con plomo. El primer zarpazo mortal al liberalismo se lo dió el marxismo bolchevique, que le acusó injustamente de defender a los burgueses y ricos y de aplastar a los abreros. La victoria marxista sobre el liberalismo fue casi total, no sólo en el lado rojo del telón de acero, sino también en el Occidente que se llamaba democrático, donde los estalistas y totalitarios también tomaron en muchas ocasiones el poder, aunque disfrazados y adaptándose superficialmente a las democracias.


En sentido amplio, los liberales, partidarios del Estado en su mínima expresión, fueron asesinados por los partidarios del Estado en su máxima expresión, aquellos que querían engordarlo para manejarlo y expoliarlo. Los que creían en la democracia, la libertad y el ciudadano fueron derrotados, desgraciadamente, por los que amaban el poder y la esclavitud de los demás. Esa es, en buena parte, el resumen de la historia política de nuestro mundo, en los tres últimos siglos.


No existe una escuela política que haya sido más tergiversada y denigrada que el liberalismo. Sus adversarios, totalitarios en su mayoría, lo han masacrado a base de mentiras, descalificaciones injustas y calumnias. La mejor definición del liberalismo tal vez sea "El respeto irrestricto a los proyectos de vida de los demás". El liberal no sólo tolera a los que piensan igual que él, sino también a los que piensan distinto.


Ninguna otra idea política como el liberalismo ha entendido mejor la naturaleza maligna del Estado, un invento peligroso y voraz, capaz de acabar con el ser humano, que sólo es saludable cuando se mantiene bajo control y reducido a su mínima expresión. Conocedores del Estado como nadie, los liberales inventaron la demcoracia precisamente para mantner al Estado bajo control, estableciendo un complejo sistema de leyes y contrapesos cuyo fin último era cortar los dientes al Estado y mantenerlo siempre encerrado en una jaula bajo muchos cerrojos.


Entre esos cerrojos destacan una ley igual para todos, la separación e independencia de los poderes básicos del Estado, para que se vigilen y controlen mutuamente, el predominio del individuo y del ciudadano soberano sobre cualquier otro elemento del sistema, la existencia de una prensa libre e independiente, capaz de fiscalizar a los grandes poderes, la celebración de elecciones libres, donde los ciudadanos puedan elegir, sin interferencias y con plena libertad, a sus representantes, sin listas cerradas y bloqueadas, la existencia de una sociedad civil fuerte e independiente del poder político, capaz de actuar como contrapeso del poder y un control férreo sobre los partidos políticos y los políticos, para que no caigan en las tentaciones tradicionales, que son la corrupción, la arrogancia y el afán desmedido de poder.

 
El siglo XX fue el siglo del Estado, donde el liberalismo quedó derrotado por los estatalistas y totalitarios. Fue, también, el siglo de los partidos políticos, que se adueñaron del Estado y eliminaron gran parte de las cautelas y garantías impuestas por el liberalismo a la democracia. El resultado fue el siglo de la violencia y del crimen, testigo de las dos guerras mas crueles y sangrientas de la Historia humana y de decenas de millones de civiles asesinados por sus propios gobiernos, no en los frentes de guerra, sino en las retaguardias, víctimas de experimentos de ingeniería social, de opresión estatal, de envidias y de odios culturales y étnicos.

Con los liberales en el poder, eso nunca habría sido posible. El monstruo asesino del Estado habría estado encerrado en la jaula de la democracia auténtica, sin poder escapar y sin sembrar el mundo de injusticia, desigualdad, abuso y cadáveres.


Cada día me siento más liberal y lo soy no sólo por estudios y reflexiones, sino, sobre todo, por experiencias personales acumuladas. Como periodista que ha ocupado puestos destacados en la escena informativa internacional, he conversado con decenas de jefes de Estado y de gobierno y con cientos de ministros y de personajes poderosos, sin que nunca haya encontrado en ellos otra cosa de arrogancia, avaricia, ansias de poder y desprecio por los ciudadanos, a los que dicen servir y a los que tienden a considerar como sus verdaderos enemigos, tal vez porque les tienen miedo, después de explotarlos y avasallarlos.


Si las tesis de este artículo le parecen interesantes, de un paso más y visione un par de veces el siguiente
VIDEO. Es una hermosa lección de liberalismo capaz de limpiar y mejorar este sucio mundo. 
http://www.votoenblanco.com/Donde-estan-los-liberales_a4702.html

jueves, 12 de abril de 2012

DIOS Y EL ESTADO, por Juan José Molina



Desde que Hegel y más tarde  Friedrich Nietzsche proclamaran que “Dios ha muerto” y posteriormente Marx declarara a la religión como el opio del pueblo, la idea de un Dios como garante de una moral con la que conducir la vida terrena ha sido sustituida por la figura del Estado como institución moral y garante a su vez de todas las prebendas antes atribuidas a Dios.
Desde los albores de la humanidad el hombre ha necesitado una guía moral que rigiera la conducta, un camino que seguir con una meta final que justificara todos los actos y sacrificios de una vida. La religión, en sus distintas variantes ha sido esa guía que ha marcado el comportamiento de las sociedades a lo largo de la historia, religión, vida y política iban de la mano desbrozando las dudas y marcando férreamente el camino de los hombres. Conforme la sociedad occidental se ha ido apartando de esos valores religiosos se ha acercado cada vez más a una sublimación del Estado como sustituto de Dios. Si la religión fue el opio del pueblo ahora lo es el Estado.
Ya no nos encomendamos a Dios en los momentos de necesidad o turbulencia si no que acudimos al socorro estatal del que esperamos toda clase de soluciones, el Estado nos lo da y el Estado nos lo quita, esta sería la versión actual de la vieja máxima referida a Dios.
Si la derecha conservadora en Europa o América se valía de la idea de Dios para encarrilar el gobierno de los hombres bajo una pátina de moral cristiana, es ahora, la izquierda laica y atea la que se vale de la idea del Estado y de una moral colectiva para imponer a la sociedad unos valores que no admiten discusión y aquellos que discrepan, son anatemizados como en los mejores tiempos de la inquisición de herejes o reaccionarios.
La  sociedad industrial, sacudida por la sin razón de la Gran Guerra y sin noticias de  Dios  caminaba sin rumbo y sin destino en un viaje errático y sin objetivos claros, pronto la avanzadilla filosófica no dudó en marcar un nuevo rumbo y fabricar un nuevo Dios: el Estado. A él se encomendaron las masas hambrientas, los desheredados de la tierra, los despojados de esperanza y todos los que caminaban sin un destino claro, todos se unieron a la nueva religión estatalista con la esperanza de alcanzar una parte del paraíso que se les prometía desde los pulpitos políticos e intelectuales.
A pocos les importó que el precio a pagar por el botín fuera la única riqueza que todos aun conservaban, su libertad. Por desgracia, pronto empezamos a comprobar que la nueva divinidad es solo un gigante torpe y en ocasiones despiadado, sobrealimentado y manejado al antojo de una mayoría democrática que imponía sus valores al resto sin escrúpulos y amparándose en una legitimación democrática mal entendida.
El Estado llevado a su máxima expresión de poder y capacidad de intervención en la vida de los ciudadanos se ha convertido, para algunos, en un instrumento a través del cual dar rienda suelta a sus delirios de crear una sociedad perfecta donde la utopía de un igualitarismo no ante la ley, si no mediante la ley campa a sus anchas manejada por la mayoría de turno que ignora escandalosamente los derechos individuales y de las minorías. Hemos pasado de una dictadura moral y política de carácter religioso a otra peor de carácter estatal y sin premio en otra vida.
A nosotros nos corresponde ser capaces de moldear al Estado y ponerlo en su justo sitio, marcando las líneas fronterizas de las que no puede pasar porque entraría en los territorios de la libertad individual. La libertad es el precio que nunca debimos pagar por favores o servicios, ya sean terrenales o divinos. Los que nos vendieron que para ser libres antes había que dejar de ser pobres, no nos dijeron que para dejar de ser pobres teníamos que entregar lo que nos quedara de libertad.

miércoles, 11 de abril de 2012

Menos Estado y más mercado, por Juan Ramón Rallo


Texto íntegro del discurso pronunciado por Juan Ramón Rallo este miércoles, durante la entrega del Premio Julián Marías de la Comunidad de Madrid.

"Es para mí todo un honor recibir este premio Julián Marías 2011 para investigadores del ámbito de las ciencias sociales menores de 40 años. Y lo es especialmente en unos momentos tan señalados y críticos como los que actualmente estamos atravesando. No en vano, el tema en el que he focalizado la gran mayoría de mis investigaciones y merced al cual he recibido el presente premio ha sido la teoría de los ciclos económicos, inserta ésta en la tradición liberal de la Escuela Austriaca de Economía, es decir, en los descubrimientos científicos que a lo largo de siglo y medio han edificado gigantes intelectuales tales como Carl Menger, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Ludwig Lachmann y, en España, mi apreciado mentor el profesor Jesús Huerta de Soto.
Es difícil comprimir en tan sólo unos minutos todas las contribuciones que este riquísimo marco teórico permite aportar a la muy complicada coyuntura actual, pero sí me gustaría compartir con ustedes dos de sus conclusiones centrales.
La primera es que la actual crisis económica no es fruto ni del mercado, ni de la desregulación, ni de la especulación, ni de la codicia, ni de la desigualdad, ni de una pérdida de valores, ni del euro, ni de la sobreexplotación ecológica del planeta. No, la actual crisis tiene unas causas muy bien tasadas: el excesivo intervencionismo estatal en el sector financiero, materializado en toda una serie de privilegios hacia la banca que le han permitido durante años expandir el crédito muy por encima del ahorro realmente existente en una sociedad. La respuesta frente a esa lacra que representa la recurrencia de los ciclos de auge artificial y depresión profunda que abaten al capitalismo desde hace décadas no pasa ni por intervenir ni por regular todavía más el mundo financiero, sino por someter a la banca a la competencia del mercado despojada de todos los privilegios que suponen la existencia de los bancos centrales monopolísticos, el dinero fiduciario inconvertible y los rescates estatales indiscriminados. No más Estado y menos mercado sino al revés: más libertad, más competencia y menos privilegios; en suma, más mercado y menos Estado.
La segunda reflexión que me gustaría transmitirles es que la solución a la crisis actual no pasa ni por impulsar el consumo, ni por estimular el gasto público, ni por subir los impuestos, ni por incentivar un mayor volumen de endeudamiento basado en tipos de interés artificialmente bajos, ni por abandonar el euro para poder devaluar nuestra divisa aplacer, ni por crear ineficientes industrias y bancos públicos, ni por mantenerlas rigideces regulatorias de los mercados que bloquean la movilidad de los factores productivos. Al contrario, lo que necesitamos es un volumen muchísimo mayor de ahorro privado y público que, primero, les facilite a familias, empresas y bancos reducir su asfixiante endeudamiento y sanear su situación financiera; y, segundo, les permita a los empresarios más perspicaces de nuestro país ejecutar las oportunidades de inversión que vayan descubriendo en unos mercados mucho más libres que los actuales y que tomen la forma de nuevas industrias que sí generen realmente riqueza y que remplacen a ese cementerio de elefantes que era y sigue siendo el ladrillo. Lejos de posponer indefinidamente los ajustes y la austeridad que necesitamos con urgencia desde hace años, tal como han hecho hasta el momento los gobiernos de todo signo político, debemos acelerarlos y profundizar en ellos sin vacilación. Como en el caso anterior, la solución a la crisis no pasa por más desnortado intervencionismo de corte keynesiano, sino por más mercado y muchísimo menos Estado.
Desafortunadamente, estas dos contribuciones centrales de la ciencia económica al análisis de las crisis financieras suponen toda una afrenta contra el pensamiento estatista que ha colonizado a las sociedades y a la clase política occidental en el último siglo, tan renuentes ambas a dejar de gastar el dinero del prójimo y de teledirigir sus libertades. Por ello, lo más previsible es que no sólo no sean escuchadas, sino que incluso se termine avanzando en la dirección opuesta a las mismas, por mucho que esa obcecación anticientífica sólo nos conduzca, a corto plazo, a alargar innecesaria y dolorosamente la actual crisis y, a largo plazo, a seguir padeciendo los ciclos económicos maniacodepresivos que tantas penalidades y empobrecimiento generalizados provocan.
A los economistas, en medio de esta adversa coyuntura, sólo nos queda la amarga tarea de seguir repitiendo estas verdades básicas aun cuando casi nadie quiera escucharlas y aun cuando, de hecho, se nos critique por no aportar soluciones válidas contra los problemas que afectan al ciudadano. Al final, sin embargo, por la fuerza de la virtud o por la virtud de la fuerza, no cabrá otra alternativa que, cual gravitacional ley, darles la consideración que se merecen... a pesar de la frontal oposición de cuantos se niegan a abandonar el mundo del despilfarro redistributivo, el crédito barato, el Estado niñera, las redes clientelares y los privilegios regulatorios. Muchas gracias a todos".

jueves, 5 de abril de 2012

Hacia el abismo populista. Argentina prohíbe importación de libros debido a “peligros para la salud humana” , por JUAN CARLOS HIDALGO



El gobierno argentino ha impuesto serias restricciones a la importación de librosdebido a preocupaciones “por la salud humana”. Así como suena. Según el gobierno, “manosear” un libro con altas concentraciones de plomo en su tinta puede resultar nocivo. “Si uno se pone el dedito en la lengua para cambiar la hoja puede ser peligroso”, dijo Juan Carlos Sacco, el vicepresidente de una organización industrial que apoya la medida.
El gobierno afirma que esto no es una prohibición. Sin embargo, dado que cada comprador debe ahora demostrar en la aduana del aeropuerto que la tinta en el libro adquirido tiene cantidades de plomo menores al 0,006% en su composición química, la importación de libros al país está completamente detenida.
La medida tiene mucho que ver con los crecientes esfuerzos del gobierno argentino por detener la salida de dólares del país. La fuga de capitales en el 2011 alcanzó los $21.500 millones, y se aceleró tras la reelección de Cristina Fernández de Kirchner en octubre. Frente a las crecientes presiones fiscales, y tras nacionalizar los fondos privados de pensiones y tomar parte de las reservas del Banco Central, muchos argentinos esperan que el siguiente paso es que el gobierno venga tras sus ahorros bancarios.
El gobierno ha reaccionado con medidas cada vez más ridículas. Perros adiestrados para olfatear están siendo utilizados en aeropuertos y puestos fronterizos para detectar la tinta utilizada en los billetes estadounidenses, de tal forma que los argentinos no puedan sacar del país más de $10.000 sin declararlo al gobierno. La administración Fernández está exigiendo a grandes importadores, tales como los fabricantes de automóviles, que igualen el precio de sus importaciones con bienes que deben exportar. Como resultado, Porsche está exportando vino Malbec y Mitsubishi ahora vende maní.
La proliferación de controles de capital y a las importaciones está ahora amenazando la libertad de expresión. La restricción a libros extranjeros es una medida consistente con las recientes medidas contra la prensa escrita de la administración Fernández y de sus crecientes tendencias autoritarias. Como me comentara una amiga argentina recientemente, “En cualquier momento van por el Internet”.

lunes, 2 de abril de 2012

Isidoro de Antillón: un liberal de raíz popular, por Federico Jiménez Losantos


Quienes se pregunten por la nación española y por la causa liberal habrán de tropezarse necesariamente con el nombre antiguo y sonoro de este aragonés.


Entre las figuras trágicas del liberalismo español, rico sólo en desventuras, pocas tan maltratadas como la de Antillón. Dueño de un talento multiforme y extraordinario, honrado a carta cabal, defensor de la libertad individual y de la dignidad de España hasta el punto de entregar su vida por ambas, el odio de los serviles viejos y nuevos, la ignorancia institucional y la incuria intelectual lo tienen hoy arrumbado en el olvido. Sin embargo, quienes se pregunten por la nación española y por la causa liberal habrán de tropezarse necesariamente con el nombre antiguo y sonoro de este aragonés de pro al que todo se le puso siempre en contra, pero que nunca se rindió.
Nació en una casa de labradores de buen pasar en el pueblo turolense de Santa Eulalia del Campo, entonces Santa Eulalia de Jiloca, el 15 de mayo de 1778. Era tan pequeño, tan frágil y enfermizo pero tan esforzado en cuanto emprendía que los suyos andaban siempre preocupados por su salud.
A los once años aprendió a leer y escribir en latín en Mora de Rubielos y en 1791 estudió Filosofía en el seminario de Teruel, donde espantó a los buenos curas defendiendo nada menos que la libertad de pensamiento. Tan defensor de su fe cristiana como de la libertad y la igualdad de los hombres, tuvo alguna inclinación adolescente al estado eclesiástico, pero su padre se lo quitó de la cabeza.
Estudió luego en Zaragoza, Huesca y Valencia, desde donde mientras leía a Adam Smith pedía a su familia, más pobre que tacaña, calcetines y algo de la conserva del cerdo, porque pasaba mucha hambre. Tanta era su penuria que acabó seduciendo a una prima suya, en cuya casa se alojaba, para tener mejores alimentos y algún dinero de bolsillo. La prima fingió quedarse embarazada y Antillón tuvo que huir de Valencia aprisa y corriendo.
Doctorado en Derecho Civil y Canónico, había leído también con provecho a Locke, Rousseau y Montesquieu. Pero su pasión por la Verdad y la Naturaleza, en él unidas, le llevó a hacerse geógrafo. Con diecisiete años publicó su primer trabajo: un estudio, pueblo por pueblo, árbol por árbol, planta por planta, de la Comunidad de Albarracín, la hermosa serranía que domina las huertas de Cella (“Celfa la del Canal”, en el Poema de Mio Cid) y Santa Eulalia. El adolescente esmirriado contó tan bien su tierra que en Zaragoza y Madrid pronto se hicieron lenguas de su talento. Otro turolense de Villar del Saz, Agustín Larrea, presidente de la Sociedad Económica Zaragozana de Amigos del País, le apoyó durante toda su breve y asendereada vida.
Después hizo el estudio de Teruel, y en años sucesivos los mapas de toda España, Portugal y las Américas. Pero la variedad de sus obras geográficas hace difícil su censo completo. Destacan losElementos de geografía (1800), Lecciones de geografía astronómica, natural y política (1804-1806), el Atlas español (1807) y los Elementos de la geografía natural, astronómica y política de España y Portugal, que se publicaron póstumos, en 1824. Realizó estudios monográficos, como el de Manzanera, recopilaciones jurídicas sobre Derecho Aragonés y sobre los fueros de Teruel y Albarracín, e incluso, un estudio sobre los Amantes de Teruel. Avecindado en Madrid, se casó con una joven viuda asturiana, como su mentor y admirado Jovellanos, llamada Josefa Piles Celín de Rubines, Pepina, con la que tuvo una hija, Carmen. Tras la Geografía se dedicó a la Astronomía, estudió Física, Química y Matemáticas, atento siempre a exponer sus saberes en los periódicos y en las aulas. Le preocupaba tanto la educación que ya en su primer libro, junto a las hierbas y árboles de la sierra, consignaba en qué pueblos había escuela de niñas y dónde faltaba.
Antillón tuvo siempre un interés especial por la cuestión de la esclavitud. Ya en 1802 hizo un discurso en la Academia de Derecho sobre la abolición de la esclavitud de los negros, que desarrolló en un libro después. Pero en su camino de geógrafo, astrónomo, químico, físico, matemático y moralista se cruzó la política en forma de Napoleón. Apenas empezó la guerra de la Independencia se lanzó a organizar la Junta de Defensa de Teruel. Publicó entonces uno de los primeros panfletos, género del que se haría devoto: ¿Qué es lo que más importa a la España?Discurso de un miembro del populacho.
Desde 1808 su actividad es frenética y sólo la benemérita investigación de José María de Jaime Lorén, que ha rescatado su correspondencia y gran parte de su obra dispersa, permite hacerse una idea de su continua producción política y jurídica, casi siempre a través del naciente periodismo liberal. Huyó de los franceses que lo buscaban en Madrid disfrazado de arriero. Estuvo en los Sitios de Zaragoza, fue elegido como representante de Aragón (1809 y 1813) en las Cortes de Cádiz, de las que fue soberbio orador, compitiendo con el divino Argüelles.
Fue asiduo en Sevilla de la tertulia de lord Holland, con Jovellanos, Capmany, Quintana o Blanco White. Colaboró con Quintana en la fundación del Semanario Patriótico, primer periódico político español, y sucedió a Capmany como director de la Gaceta del Gobierno.
Desde Cádiz lo mandaron a Mallorca, feudo del conservadurismo clerical. Fundó allí un periódico, laAurora Patriótica Mallorquina, e hizo frente a los numerosos serviles de la Isla, encabezados por el llamado Mastín Seráfico, padre Strauch, que con Traggia y otros lo difamaron hasta la extenuación.
Proclamada la Constitución, una noche de 1813 trataron de asesinarlo en la Isla del León. Descalabrado y dado por muerto, consiguió reponerse y volvió a las Cortes, entre las ovaciones de los diputados, para defender un dictamen sobre Educación. A él se debe la abolición de castigos físicos en escuelas y cárceles.
Defendía “que los reyes son sólo los jefes de gobierno, pero que la soberanía reside en la nación o en el pueblo. La naturaleza no ha formado esclavos y señores, reyes ni vasallos: esto es obra de la fuerza y de las instituciones de los hombres…”. Cuando Fernando VII abolió la Pepa y reinstauró el despotismo, en la primera lista de perseguidos estaba Antillón. Lo prendieron en Mora y lo pasearon moribundo por Teruel y Santa Eulalia, donde falleció el 3 de julio de 1814, en la cama en que había nacido. Años después, los orangutanes de la reacción profanaron su tumba y echaron sus cenizas a una hoguera. Las últimas palabras que escribió a su madre fueron: “A treinta y seis años muero miserable y perseguido, muero abandonado por la naturaleza y oprimido por el dolor; pero consolado con mis principios.”