Juan J. Molina

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domingo, 31 de agosto de 2014

Casi toda la izquierda europea gira hacia el liberalismo, por Diego S. De La Cruz

Excepto en España, Grecia y Portugal

La izquierda europea se aleja del PSOE y se acerca, poco a poco, al liberalismo. Este giro, que empezó en el norte, alcanza a Francia e Italia.

El cambio de tendencia comenzó en los países nórdicos, entre finales de los años 80 y comienzos de la década de los 90. La crisis económica que atravesaban las economías escandinavas obligaba a replantear el modelo socialdemócrata desarrollado con intensidad en décadas anteriores. Suecia es el caso de estudio más interesante de todos, pues, desde entonces, ha desarrollado reformas de mercado orientadas a bajar impuestos, reducir gasto público, liberalizar sectores y flexibilizar mercados.
En la Suecia de aquellos años, el Estado controlaba directamente el 70% del PIB, el número de funcionarios duplicaba la media de la OCDE, el paro llegaba al 14%, la deuda de las Administraciones se había duplicado y el déficit sobrepasaba el 11% del PIB. El desorden monetario era tal que su corrección implicó subir los tipos de interés por encima del 500%. En resumen, el mito sueco y su avanzado modelo de Estado del Bienestar se vino abajo.
Comenzó entonces un proceso de cambios en el que los partidos de centro-derecha llevaron la voz cantante, si bien la izquierda pactó el desarrollo de estas reformas y, en algunos casos, las profundizó. Sectores intervenidos fueron desregulados, los impuestos se redujeron legislatura tras legislatura, el sistema de pensiones incorporó cuentas de ahorro individual (fórmulas de capitalización parcial), empresas y fundaciones privadas entraron a competir con el sector público en los servicios de educación y la sanidad -el contribuyente decide libremente el centro al que acudir-.
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En suma, se desmontó buena parte del modelo socialdemócrata previo y se apostó por consolidar uno de los marcos económicos más liberales del mundo, como acreditan los índices de apertura de la Fundación Heritage o el Instituto Fraser.

El trío Blair, Schröder y Clinton

Para la izquierda europea, el giro de sus socios escandinavos supuso el primer paso en un progresivo cambio hacia ideas más favorables al libre mercado y cada vez más alejadas del socialismo tradicional. En Gran Bretaña, por ejemplo, buena parte del mandato de Tony Blair estuvo marcado por la continuación de las recetas liberales implantadas por Margaret Thatcher y John Major.
El siguiente componente en esta historia llegó por la vía alemana, con el canciller Gerhard Schröder como protagonista. Bajo su mandato, el país teutón abordó sus problemas de competitividad a principios de la pasada década a través de un programa centrado en liberalizar el mercado laboral y reformar los programas de gasto público que afectan negativamente a la creación de empleo.
Desde Estados Unidos, el ejemplo de Bill Clinton también alentaba a la izquierda europea en su giro centrista. El presidente norteamericano impulsó el libre comercio con Canadá y México, bajó algunos impuestos, congeló el crecimiento del gasto público, aprobó medidas de liberalización en sectores cerrados a la competencia, etc.
La era Clinton se caracterizó, en gran medida, por menos Estado y más mercado, si bien es cierto que parte de estos cambios tienen mucho que ver con la presión de los legisladores republicanos, que, entonces, actuaron de manera similar a los parlamentarios del Tea Party, quienes, desde 2010 hasta hoy, han obligado a Obama a olvidarse de muchas de sus pretensiones económicas más intervencionistas.

Valls, Macron y el inesperado giro de Hollande

Hasta ahora, la izquierda política en los países del sur de Europa se mantenían al margen de este giro pro mercado protagonizado por sus colegas del norte, resistiéndose a abandonar sus viejos postulados. Sin embargo, la Gran Recesión ha planteado un interesante reto a este particular inmovilismo, ya que la respuesta a la crisis ha ido cambiando de perfil conforme han pasado los años y el euro ha actuado como una camisa de fuerza que, d euna u otra forma, impone el necesario reformismo.
La prueba más evidente es Francia. El país galo eligió como presidente a François Hollande con ánimo de plantear un giro hacia políticas económicas más socialistas. El mandatario francés cumplió sus primeros años en el cargo rodeado de entusiastas de este tipo de políticas, por lo que tanto la agenda regulatoria como las decisiones fiscales se caracterizaron por la hostilidad hacia la economía de mercado. La punta de lanza de esta estrategia inicial era el polémico gravamen del 75% que Hollande defendía para las rentas altas.
Sin embargo, los malos resultados cosechados han obligado al dirigente galo a replantearse el rumbo económico de su país. El principio del cambio llegó con el nombramiento de Manuel Valls como primer ministro. Este giro inauguró una fase reformista marcada por el compromiso de reducir el gasto público en 50.000 millones de euros. Para unas Administraciones que acumulan cuarenta años de déficits presupuestarios, esta poda supone, sin duda, un cambio de tercio y una ruptura con las propuestas de gurús socialistas como Thomas Piketty.
La consolidación del progresivo movimiento de Hollande hacia ideas más liberales llegó en agosto de 2014, con el nombramiento del segundo gobierno de Manuel Valls. En este nuevo gabinete se prescindió de aquellos ministros que se oponían a las medidas de austeridad y liberalización planteados, incorporándose en su lugar técnicos que sí abogan por aplicar este tipo de recetas.
El caso más ilustrativo es el de Emmanuel Macron, que sustituye al díscolo Arnaud Montebourg al frente del Ministerio de Economía. Desde el primer momento, Macron ha dejado claro que pretende establecer una alianza firme con el ministro de Finanzas, Michel Sapin, para "recuperar la confianza de los inversores y de los franceses".
Al hilo de nombramientos como el de Macron, diarios como Les Echos y Le Parisien hablan ya abiertamente de un cambio de Hollande hacia postulados favorables a la economía de mercado. Desde el periódico Libération se apunta que la llegada de Macron servirá para fortalecer "el rigor presupuestario y los lazos con el sector privado". Le Figaro, por su parte, entiende que el nuevo "hombre fuerte" del Ejecutivo "simboliza el giro de Hollande hacia el socio-liberalismo", mientras que Le Monde ve en su desembarco "la llegada al poder del ala derechista del Elíseo".
El tiempo demostrará la profundidad de las reformas que se esperan de Macron. De momento, ya sabemos que fue este joven banquero quien, desde su rol como asesor, convenció al presidente francés de la necesidad de aprobar el programa de austeridad anunciado por Manuel Valls tras su nombramiento como primer ministro.
Esta ronda de recortes también incorpora una importante rebaja de impuestos para empresas y familias, algo que ha fortalecido la imagen de Macron como un ideólogo liberal capaz de tumbar la resistencia al cambio de los sectores más izquierdistas del socialismo galo.

Renzi anuncia rebajas fiscales

Asimismo, el primer ministro transalpino, Matteo Renzi, también parece enmarcarse en una tendencia más favorable a la economía de mercado, por lo que tanto Francia como Italia acaba de iniciar una senda que, hasta ahora, tan sólo había pisado la izquierda del norte de Europa.
Renzi se ha propuesto bajar impuestos a las rentas bajas, reformar el mercado laboral para abaratar y facilitar la contratación, reducir el gasto de las Administraciones, continuar el plan de privatizaciones aprobado por el gobierno anterior, acabar con los privilegios sindicales
Desde círculos anti-capitalistas, estas medidas han sido recibidas con gran hostilidad. Esto vendría confirmando que, efectivamente, el nuevo Ejecutivo transalpino apuesta por abandonar las posiciones sostenidas hasta ahora por la izquierda italiana, abrazando en su lugar una agenda de reformas basada en promover la libertad económica desde diferentes frentes. El tiempo dirá si esta voluntad se traduce en cambios significativos.
Mientras, desde los partidos de izquierda de España, Grecia y Portugal se observan estos cambios con una mezcla de escepticismo y hostilidad. Al fin y al cabo, el revés que supone el giro liberal de sus homólogos en el resto de Europa, convierte a los socialistas del sur en un anacronismo exótico, anclado en viejas ideas que poco o nada aportan al debate económico en el siglo XX.

viernes, 29 de agosto de 2014

Es la guerra santa, idiotas. Arturo Pérez Reverte



    
Pinchos morunos y cerveza. A la sombra de la antigua muralla de Melilla, mi interlocutor -treinta años de cómplice amistad- se recuesta en la silla y sonríe, amargo. «No se dan cuenta, esos idiotas -dice-. Es una guerra, y estamos metidos en ella. Es la tercera guerra mundial, y no se dan cuenta». Mi amigo sabe de qué habla, pues desde hace mucho es soldado en esa guerra. Soldado anónimo, sin uniforme. De los que a menudo tuvieron que dormir con una pistola debajo de la almohada. «Es una guerra -insiste metiendo el bigote en la espuma de la cerveza-. Y la estamos perdiendo por nuestra estupidez. Sonriendo al enemigo».
Mientras escucho, pienso en el enemigo. Y no necesito forzar la imaginación, pues durante parte de mi vida habité ese territorio. Costumbres, métodos, manera de ejercer la violencia. Todo me es familiar. Todo se repite, como se repite la Historia desde los tiempos de los turcos, Constantinopla y las Cruzadas. Incluso desde las Termópilas. Como se repitió en aquel Irán, donde los incautos de allí y los imbéciles de aquí aplaudían la caída del Sha y la llegada del libertador Jomeini y sus ayatollás. Como se repitió en el babeo indiscriminado ante las diversas primaveras árabes, que al final -sorpresa para los idiotas profesionales- resultaron ser preludios de muy negros inviernos. Inviernos que son de esperar, por otra parte, cuando las palabras libertad y democracia, conceptos occidentales que nuestra ignorancia nos hace creer exportables en frío, por las buenas, fiadas a la bondad del corazón humano, acaban siendo administradas por curas, imanes, sacerdotes o como queramos llamarlos, fanáticos con turbante o sin él, que tarde o temprano hacen verdad de nuevo, entre sus también fanáticos feligreses, lo que escribió el barón Holbach en el siglo XVIII: «Cuando los hombres creen no temer más que a su dios, no se detienen en general ante nada».
Porque es la Yihad, idiotas. Es la guerra santa. Lo sabe mi amigo en Melilla, lo sé yo en mi pequeña parcela de experiencia personal, lo sabe el que haya estado allí. Lo sabe quien haya leído Historia, o sea capaz de encarar los periódicos y la tele con lucidez. Lo sabe quien busque en Internet los miles de vídeos y fotografías de ejecuciones, de cabezas cortadas, de críos mostrando sonrientes a los degollados por sus padres, de mujeres y niños violados por infieles al Islam, de adúlteras lapidadas -cómo callan en eso las ultrafeministas, tan sensibles para otras chorradas-, de criminales cortando cuellos en vivo mientras gritan «Alá Ajbar» y docenas de espectadores lo graban con sus putos teléfonos móviles. Lo sabe quien lea las pancartas que un niño musulmán -no en Iraq, sino en Australia- exhibe con el texto: «Degollad a quien insulte al Profeta». Lo sabe quien vea la pancarta exhibida por un joven estudiante musulmán -no en Damasco, sino en Londres- donde advierte: «Usaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia».
A Occidente, a Europa, le costó siglos de sufrimiento alcanzar la libertad de la que hoy goza. Poder ser adúltera sin que te lapiden, o blasfemar sin que te quemen o que te cuelguen de una grúa. Ponerte falda corta sin que te llamen puta. Gozamos las ventajas de esa lucha, ganada tras muchos combates contra nuestros propios fanatismos, en la que demasiada gente buena perdió la vida: combates que Occidente libró cuando era joven y aún tenía fe. Pero ahora los jóvenes son otros: el niño de la pancarta, el cortador de cabezas, el fanático dispuesto a llevarse por delante a treinta infieles e ir al Paraíso. En términos históricos, ellos son los nuevos bárbaros. Europa, donde nació la libertad, es vieja, demagoga y cobarde; mientras que el Islam radical es joven, valiente, y tiene hambre, desesperación, y los cojones, ellos y ellas, muy puestos en su sitio. Dar mala imagen en Youtube les importa un rábano: al contrario, es otra arma en su guerra. Trabajan con su dios en una mano y el terror en la otra, para su propia clientela. Para un Islam que podría ser pacífico y liberal, que a menudo lo desea, pero que nunca puede lograrlo del todo, atrapado en sus propias contradicciones socioteológicas. Creer que eso se soluciona negociando o mirando a otra parte, es mucho más que una inmensa gilipollez. Es un suicidio. Vean Internet, insisto, y díganme qué diablos vamos a negociar. Y con quién. Es una guerra, y no hay otra que afrontarla. Asumirla sin complejos. Porque el frente de combate no está sólo allí, al otro lado del televisor, sino también aquí. En el corazón mismo de Roma. Porque -creo que lo escribí hace tiempo, aunque igual no fui yo- es contradictorio, peligroso, y hasta imposible, disfrutar de las ventajas de ser romano y al mismo tiempo aplaudir a los bárbaros.

miércoles, 27 de agosto de 2014

¿Puede reformarse el islam? La historia y la naturaleza humana dicen que sí – Daniel Pipes

Original en Inglés: Can Islam Be Reformed?

domingo, 24 de agosto de 2014

La democracia deliberativa, por José L. Martí

“No hay peor enemigo de la democracia deliberativa y participativa que el populismo” 


La democracia deliberativa es una concepción de una organización social que se asomó en la historia desde la antigüedad. Supone un elevado grado de participación, donde la ciudadanía a través de la deliberación pública toma el control de las decisiones fundamentales del Estado. En una época de grandes avances en términos de difusión del conocimiento y del desarrollo humano, la democracia deliberativa se propone como una superación de la tradicional democracia representativa –donde las decisiones son tomadas por los representantes elegidos- y prospecta una sociedad que determine su propio rumbo social, económico y político gracias a un proceso colectivo.
En diálogo con el Mirador José Luis Martí, docente de filosofía del derecho de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (España) e importante referente sobre la democracia deliberativa a nivel nacional e internacional, explicó de que se trata y su posibilidad de aplicación en la sociedad actual.
¿Qué es la democracia deliberativa? ¿En qué manera funciona como un potenciamiento de la democracia?
“Para la democracia deliberativa es fundamental que la deliberación pública comience por la ciudadanía, y que ésta pueda participar diariamente en la creación de políticas democráticas, y no limitarse a depositar su voto cada cuatro años y ya está”
La democracia deliberativa es el modelo de democracia según el cuál para que una democracia posea verdadera calidad y legitimidad política debe estar basada en la deliberación pública, el diálogo interno en las instituciones, el debate ciudadano constante y el diálogo también permanente entre dichos ciudadanos y las instituciones, siempre con el objetivo de alcanzar un extendido consenso razonado en la sociedad. Para la democracia deliberativa es fundamental que la deliberación pública comience por la ciudadanía, y que ésta pueda participar diariamente en la creación de políticas democráticas, y no limitarse a depositar su voto cada cuatro años y ya está. La democracia deliberativa es el modelo de madurez de la democracia que, después de veinticinco siglos de historia, puede alcanzar ahora un potenciamiento que hasta ahora no había sido posible.
¿Qué desafíos enfrenta para poderse instalar cómo práctica habitual?
El principal enemigo es el escepticismo y el pragmatismo políticos que presuponen que en política uno debe renunciar a intentar convencer al otro con razones sólidas, y que el ciudadano está inexorablemente condenado a perseguir únicamente su interés egoísta, así como el pesimismo de que la ciudadanía nunca tendrá un verdadero interés en participar en los asuntos públicos. También se opone al relativismo y al pluralismo radical de algunos, que consideran que las razones imparciales no existen, y que la política se fundamenta en el conflicto y la lucha por el poder.
Para una eficiente democracia deliberativa, ¿no es una condición necesaria un elevado y difundido nivel educativo entre la población?
Cualquier modelo de democracia debe partir de la idea nuclear de la misma, que no es otra que la del poder último repartido en las manos del pueblo. Por lo tanto, en efecto, para cualquier democracia es prioritario que la ciudadanía alcance un alto nivel educativo. Y, es cierto, este requisito es especialmente importante para la democracia deliberativa, teniendo en cuenta que su énfasis está puesto en la deliberación pública entendida como intercambio de razones en favor de una u otra posición con el objetivo de alcanzar un extendido consenso razonado en la sociedad. Por ello, toda democracia debe invertir prioritariamente en la educación de sus ciudadanos, y nos queda aún mucho camino por recorrer.
 ¿Puede que nuestro tiempo sea maduro para una democracia deliberativa en países desarrollados con un alto y difundido nivel educativo en la población, pero no todavía en países con evidente atraso socio-político?
A mayor nivel educativo de la ciudadanía mayor calidad tendrá la democracia
A mayor nivel educativo de la ciudadanía mayor calidad tendrá la democracia. Pero no existe legitimidad política fuera de la democracia. Cada país debe andar su camino en la democratización de su sociedad y sus instituciones, y es evidente que cada uno parte de donde parte. Pero nunca hay excusas para no democratizar a fondo las instituciones. Los ciudadanos poseen la educación y la cultura democrática que sus gobernantes y sus instituciones les permiten tener. Y además uno aprende DE democracia viviendo y participando EN democracia. Así que la falta de educación nunca puede ser un argumento para preferir otros sistemas menos democráticos.
¿Puede llegar a ser contraproducente en una sociedad con una opinión pública debil y acrítica, permanentemente influenciada por el poder político de turno?
La deliberación pública nunca puede empeorar la situación. Es verdad que cuanto más débil sea la opinión pública más manipulable resulta, pero también lo es que la única receta para fortalecerla es la de consolidar la propia deliberación. Los grupos de poder organizados siempre, bajo cualquier modelo de democracia, van a tratar de manipular a la ciudadanía y sus representantes en su favor. Sólo si damos la oportunidad a los ciudadanos de contrastar y discutir sobre lo que les cuentan, y sólo si exigimos a las instituciones que justifiquen con razones sus decisiones, podremos atemperar ese riesgo.
¿Hay el riesgo de que algunos gobiernos populares tachen la “democracia deliberativa” como elitista dado que quién participaría de la discusión serían principalmente técnicos o personas competentes en materia? En países con grandes brechas económicas y culturales entre la población, ¿no hay riesgo de “elitismo”?
No es cierto que los que deben participar en las deliberaciones sean sólo los técnicos y las personas competentes. La democracia deliberativa comienza en una conversación entre amigos de un café, en la charla de sobremesa tras una comida familiar, en la conversación de cinco minutos entre los padres que están esperando a que sus hijos salgan de la escuela, en la discusión entre vecinos que están insatisfechos con el estado de los servicios públicos. La deliberación pública se debe estructurar a todos los niveles. Los expertos, por supuesto, deben tener un rol importante. Deben informar a la ciudadanía de sus predicciones. Pero las decisiones últimas las tienen siempre los ciudadanos.
Las personas menos competentes y vulerables que no tendrían manera de participar a la discusión (pienso sobre todo en decisiones económicas y jurídicas) ¿cómo podrían defender sus intereses si no tienen las herramientas para dominar la discusión?
Cualquier ciudadano puede entender perfectamente una discusión económica y jurídica si se hace el esfuerzo de informar y explicar las cosas con suficiente claridad
Cualquier ciudadano puede entender perfectamente una discusión económica y jurídica si se hace el esfuerzo de informar y explicar las cosas con suficiente claridad. Por otra parte, el rol de un economista, por ejemplo, debe limitarse al de informar que su predicción, en caso de seguir la política A es una, y en caso de seguir la política B es otra. El economista debe hacer las mejores predicciones que pueda (y, por cierto, se han demostrado bastante falibles en este terreno). Pero es el ciudadano el que finalmente debe decidir qué camino quiere seguir.
¿Qué opina sobre el voto calificado? Banalizando, para conducir un auto se necesita estudiar las reglas fundamentales del código de la calle. ¿Por qué para votar, que es una cuota proporcional de conducción del Estado, no se necesita algún conocimiento y su único requisito es superar un umbral de edad?
Yo no soy contrario, en abstracto, sobre la línea de principios, al voto calificado. De hecho aceptamos comúnmente instituciones equivalentes en muchas esferas de nuestra vida. Sin embargo, no debemos engañarnos sobre este punto. Cualquier exclusión política basada en la incultura o falta de capacidad de ciertos individuos va a perjudicar siempre a los más débiles y beneficiar a los más poderosos para que estos determinen el gobierno en su propio beneficio. Piense lo que ocurre en Estados Unidos. El requisito que se impone de estar registrado para poder votar, en abstracto y sobre la línea de principios no parece objetable. Si al ciudadano le interesa votar, lo mínimo que podemos exigirle es que se tome el mínimo interés en registrarse. Qué menos que eso, si uno parte de una concepción republicana de la ciudadanía activa. Sin embargo, no hay que ser ingenuos. En muchos estados de los Estados Unidos se adoptó este requisito para excluir a los más débiles, en especial a la minoría negra. Y fue muy efectivo. En efecto, el porcentaje de ciudadanos pobres y en especial negros no registrados es muchísimo mayor que el de blancos de clase media alta. Y el resultado es una falta de representitivdad del sistema que resulta inaceptable.
¿Hay una lejana parentela entre el voto calificado y la democracia deliberativa? ¿Ambos fundan la legitimidad a la participación en el “saber”?
Sí la hay, y se remonta a Mill, uno de los grandes defensores del voto múltiple, pero también mucho antes a Aristóteles, quien siempre defendió la sabiduría de los muchos, en una república, pero también las instituciones que podían fomentar una toma de decisiones basada en la argumentación y en las mejores razones. Pero la democracia deliberativa es democracia, antes que deliberativa, y la democracia es fundamentalmente igualdad política en un contexto de autonomía pública. Así que hay que examinar con muchísimo cuidado cualquier mecanismo que pueda suponer la exclusión efectiva de una parte de la población, en especial si es la de los más débiles. Mire, lo que la democracia deliberativa enfatiza es que los débiles deben poder hacer oír su voz y defender con argumentos su posición, y no justamente lo contrario.
¿Está preparada Sudamérica para implementar procesos deliberativos? ¿Qué países son democráticamente avanzados, en términos de proceso y mecanismos, para poder adoptar sistemáticamente prácticas deliberativas?
Cualquier país del mundo está preparado para implementar procesos deliberativos. El error de Irak, que no es más que el error histórico de colonialismo, ha consistido justamente en pensar que algunas sociedades no están preparadas para pensar por sí mismas. El avance desde la situación de cada uno, que puede ser muy distinta, hacia el ideal o la utopía de la que le hablaba antes, es siempre gradual, y no todos partimos del mismo lugar, pero cada uno debe andar su camino. Y eso lo digo, aunque soy un gran defensor de la intervención y la ayuda extranjera. No creo en la soberanía nacional, tal y como se ha concebido (normalmente por parte de aquellos que se aprestaban en violar la de los demás siempre que podían). Y todos tenemos la responsabilidad de ayudar a los demás a encontrar su camino. Así que cualquier país puede tomar medidas para potenciar la democracia deliberativa. Dicho esto, América Latina enfrenta problemas graves de legitimidad democrática. Es muy importante ver el vaso medio lleno aquí, y no medio vacío. Es decir, las democracias sudamericanas han hecho grandes progresos en las últimas décadas (con algunas excepciones, por supuesto). Pero es también muy importante ver el vaso a medio, y no ya completamente lleno, porque queda muchísimo por hacer. No me siento capaz de hacer un juicio ajustado sobre la situación de cada país de América Latina, y no quiero opinar sobre lo que no conozco bien, a pesar de que viajo habitualmente a esta región y he conocido ya muchos países de cerca. Lo que sí puedo decirle es que me merece mucho interés la situación de Uruguay, un país que tal vez haya alcanzado cotas más decentes en cuanto a nivel de fortaleza democrática, más que ningún otro de la región. He oído también cosas positivas sobre Chile, pero no conozco bien su realidad. Y el país que mejor conozco y que más amo de la región, la Argentina, sigue -con dolor- pareciéndome bipolar: muy bien en algunas cosas, muy mal en otras.
¿El problema es una sociedad poco preparada o instituciones atrasadas que se resisten al cambio?
Las dos cosas. Las instituciones no operan sin personas. Y a veces puede resultar más importante que las personas que operan en ellas sean las adecuadas, porque siempre podrán sacar el mejor partido de las instituciones existentes, que dotar de instituciones magníficas a un grupo de personas incapaces de conducirlas adecuadamente. Y las personas que ocupan las instituciones provienen de la sociedad, y son o deben ser controladas por ésta. Así que la sociedad debe estar suficientemente preparada. De ahí la importancia de la esfera pública y de la educación y cultura cívica. Pero al mismo tiempo eso sólo puede hacerse teniendo, como he dicho antes, un buen estado de derecho, con un sistema jurídico igual para todos, y con garantías básicas y derechos fundamentales.
¿La consulta popular vía internet tiene potencialmente “doble cara”? Es decir, ¿hay un riesgo de una utilización populista y demagógica de los mecanismos deliberativos por parte de gobiernos “maliciosos”?
Por supuesto. No hay peor enemigo de la democracia deliberativa y participativa que el populismo. Pero no hay que identificar populismo con democracia directa. Ya Platón y Aristóteles explicaron que el populismo era una degeneración del ideal democrático que ellos denominaban república. Todo populismo es un acto de manipulación.
Populismo no es, como algunos han pensado equivocadamente, hacer lo que el pueblo quiere. Populismo es hacer lo que la minoría de poderosos quiere, y manipula al pueblo para conseguir.
Populismo no es, como algunos han pensado equivocadamente, hacer lo que el pueblo quiere. Populismo es hacer lo que la minoría de poderosos quiere, y manipula al pueblo para conseguir. Las consultas populares, sean por internet o por métodos tradicionales, como cualquier mecanismo de decisión política, puede ser manipulada por un grupo de poder. Por lo tanto, no hay que ser ingenuos y pensar que cualquier consulta es buena. Pero tampoco hay que serlo en el sentido contrario. Aquellos que más critican las consultas e invocan el populismo lo hacen para defender los mecanismo tradicionales de democracia representativa. Y deberíamos preguntarles lo siguiente: si nuestra preocupación es la manipulación por parte de una minoría poderosa, no es acaso cierto que las instituciones representativas son objeto diario y obsceno de presión y manipulación por parte de los poderosos? En otras palabras, la tiranía de la mayoría que puede comportar el populismo es uno de los grandes males políticos que afrontamos. Pero no olvidemos por ello otra tiranía, la de la minoría, por lo menos igualmente mala, y que de hecho ha sido históricamente prevalente y mucho más perniciosa. Por cada ejemplo histórico que usted encuentre de tiranía de la mayoría, le puedo brindar 100 de tiranía de la minoría.
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sábado, 16 de agosto de 2014

EL MÉTODO CHÁVEZ, por Juan J. Molina



 
 
 
“En el método Chávez, a diferencia de otras dictaduras violentas, se utiliza la misma democracia para desmantelar la democracia. Se empieza con un gobierno demócrata y si se aplican todos los pasos, se termina con un gobierno dictatorial de corte comunista pero con aspecto democrático. El método tiene 4 pasos:

1) Proceso Constituyente.

2) Nacionalizaciones y expropiaciones.

3) Eliminar la libertad de expresión.

4) Control de cambio y devaluación.

5) Reelección indefinida.

 Cada paso se da por vías democráticas aunque sean justamente lo contrario de la democracia. Cada paso se da con la complicidad del pueblo. Por eso es necesario engañarlos. La pantomima chavista se ejecuta en cada paso: se oculta la verdadera intención de la maniobra y se justifica ante la población como una medida necesaria, ineludible, y que se hace por su propio bien. En realidad hay única intención: controlar el país, prolongarse en el poder.

 Este guion funciona y se perfecciona cada día. Se aplicó en Venezuela con éxito. Se está aplicando ahora mismo en Bolivia y en Ecuador. Ambos países están en el punto 5 ahora mismo, buscando las reelecciones indefinidas. Este es el modelo que quiere implementar Pablo Iglesias en España.”

Este extracto que leí de un artículo del periodista Yael Farache, “La verdad a cerca de Pablo Iglesias y su partido Podemos” (cuya lectura recomiendo) me hizo reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo en nuestro país con el nuevo partido Podemos, de inspiración bolivariana. Así que me puse a indagar en el programa de la formación para buscar similitudes con el proceso bolivariano de Venezuela y esto es lo que he encontrado respecto a esos cinco puntos de la hoja de ruta:

 

1)      Proceso Constituyente.

No es difícil encontrar referencias a este punto ya que en el apartado 3.1 de su programa lo citan literalmente, sin disimulo, copio dicho punto:

3.1 - Apertura de un proceso constituyente democrático que garantice que los derechos sociales y culturales tengan el mismo estatuto que los derechos civiles y políticos, esto es, que sean consustanciales a la condición de ciudadanía

Establecimiento de un sistema de garantías reforzadas a nivel europeo para garantizar la protección efectiva del derecho a la salud, la educación, la vivienda, la jubilación, la vida independiente de las personas con discapacidad, el cuidado y la atención de las personas dependientes, la protección frente al desempleo y la exclusión social, la protección de los derechos sexuales y reproductivos, la conciliación efectiva de la vida laboral y familiar, el derecho a la ciudad, la movilidad y el transporte público, y el acceso a la justicia.

Como pueden comprobar todo viene bien adornado, primero de la palabra democrático para endulzarlo y luego de toda una parrafada sobre  garantías de todo tipo que a todo el mundo gusta, nos van a meter “La Constituyente” pero con vaselina, para que no la notemos. "Prometo acatar la constitución hasta que los ciudadanos de mi país la cambien." Este fue el juramento que hizo el líder de la formación Podemos delante de la Constitución cuando tomó posesión de su acta de diputado, que luego nadie se lleve las manos a la cabeza, sorprendido, cuando este señor y su “vanguardia” empiecen a “Constituirnos democráticamente”.

“Pero, ¿qué significa un proceso constituyente? y ¿Para qué sirve?

 Un proceso constituyente plantea cambiar la constitución de forma radical. Es jugar a un borrón y cuenta nueva con la constitución. Es literalmente coger la constitución, tirarla, poner un papel sobre la mesa y empezar a escribir de cero. La constituyente es un cheque en blanco. Quiero que quede este punto muy claro porque es algo que Pablo Iglesias no le dirá a los españoles: un proceso constituyente significa que pueden hacer lo que sea con España. Desde cambiarle el nombre al país y cambiar la bandera, hasta disolver el congreso, pueden cambiar el modelo de gobierno, pueden agregar nuevos poderes públicos, pueden cambiar la definición de quién es considerado ciudadano español, podrían incluso dividir de nuevo el territorio. Pueden hacer lo que se les ocurra porque la constitución es lo que define lo que ES un país y COMO funciona. Si tiras el "papelito" y escribes uno nuevo puedes poner allí lo que te dé la gana.” (Tomo de nuevo parte del artículo de Yael Farache)

 

2)      Nacionalizaciones y expropiaciones.

 

Copio el punto 1.6 del programa:

1.6 - Recuperación del control público en los sectores estratégicos de la economía

Recuperación del control público en los sectores estratégicos de la economía: telecomunicaciones, energía, alimentación, transporte, sanitario, farmacéutico y educativo, mediante la adquisición pública de una parte de los mismos, que garantice una participación mayoritaria pública en sus consejos de administración y/o creación de empresas estatales que suministren estos servicios de forma universal. Dotar a estas empresas de estatutos que impongan como finalidad prioritaria el suministro y acceso universal de estos servicios por parte de la ciudadanía. Apoyo a las asociaciones y grupos inmersos en procesos de denuncia de los abusos y fraudes cometidos por las entidades bancarias y las grandes empresas de los sectores estratégicos. Limitar las privatizaciones de las empresas, reconociendo el derecho patrimonial de la ciudadanía sobre las empresas públicas, y el carácter meramente gestor de los gobiernos sobre las mismas. Se entenderá por tanto que toda privatización debe hacerse mediante referéndum, ya que supone la venta de activos colectivos propiedad de la ciudadanía. Auditoría rigurosa del coste real del sector energético eléctrico. Unificación de costes energéticos en toda la UE evitando situaciones de abuso y de competencia desleal. Apoyo a la producción de energía por parte de los particulares.

“Los gobiernos intentan convencer a la gente de que la empresa se nacionaliza o se expropia para "devolverla al pueblo" pero pueblo y gobierno no son lo mismo. El gobierno es una cosa y el pueblo es otra. Ningún gobierno por democrático que sea se convierte en el pueblo.

 Lo que pretenden los políticos cuando hablan de nacionalizar y expropiar es eliminar al intermediario. Es decir, en el actual estado de corrupción, un político quiere dinero, el empresario tiene dinero, así que el político se ve obligado a pactar con el empresario que a cambio de su dinero le pide favores. ¿Qué hacen los políticos cuando nacionalizan una empresa? quitan al empresario de la ecuación, y meten la mano directamente en la olla. Ya no necesitan que un molesto intermediario pacte con ellos. Ahora son libres de coger lo que quieran cuando quieran. ¿Y qué ocurre? ¿Son menos corruptos? La realidad es que son igual de corruptos. La única diferencia es que si nacionalizas las empresas tienen menos obstáculos a la hora de robar. Empresas que verdaderamente eran de la nación porque creaban puestos de trabajo para la gente y proporcionaban un servicio valioso se transforman en cuestiones turbias, inoperantes y finalmente inviables.”

 

3)      Eliminar la libertad de expresión.

De nuevo parte de su programa:

2.6 - Legislación destinada a impedir la formación de monopolios u oligopolios en el ámbito de la comunicación. Separación por ley de la propiedad de los grupos financieros y comunicativos, garantizando así la independencia de todos los medios de información de los diferentes gobiernos y grandes grupos empresariales. Creación de medios públicos al servicio de los ciudadanos con una gestión democrática e independiente de los gobiernos de turno. Legislación destinada a instaurar una cuota mínima de medios públicos e independientes. Creación de una agencia de noticias europea independiente de estricto control democrático y ciudadano. Ninguna empresa o grupo podrá ostentar más del 15% del total de un ámbito comunicacional, sea prensa, radio, televisión, internet o el sector editorial.

 Todo viene adornado de falsedades para vender la moto, medios públicos “independientes” del gobierno de turno, desde cuándo algo que pertenece a alguien, en este caso el Estado, va a funcionar sin la tutela y supervisión de su dueño (el Estado) cuyo jefe es el  gobierno de turno. Yo creo que al mismo tiempo que lo escribían, se descojonaban. Sobre este punto es interesante ver este video donde el propio Pablo Iglesias dice sin rubor: “que existan medios privados de comunicación ataca a la libertad de expresión”.

 

4)      Control de cambio y devaluación.

 

En el programa de Podemos no se encuentra nada específico sobre devaluación y cambio, dado que se escapa a sus posibilidades reales de gobierno puesto que estamos en una unión monetaria con otros 27 países. Sin embargo si hacen alusión a convertir el Banco Central Europeo en un brazo político más para manejarlo a su antojo:

1.3 - Conversión del BCE en una institución democrática para el desarrollo económico de los países

Creación de mecanismos de control democrático y parlamentario sobre el Banco Central Europeo y supeditación del mismo a las autoridades políticas.

 

Sin embargo, el ideólogo de Podemos, Monedero, propone una nueva moneda para el sur de Europa

La mano derecha de Pablo Iglesias, el también profesor Juan Carlos Monedero, ha dicho desde Buenos Aires, que "lo que necesitamos es una nueva moneda europea, pero "que no sea el euro ni tampoco regresar a la peseta".

Monedero no tiene muy claro cómo sacar a delante una nueva moneda porque "las variables son tantas". A priori no puedes establecer un escenario. "Es como lo de los fondos buitre con Argentina. Yo sé que no voy a pagar, ¿qué voy a hacer? Pues vamos a ir viendo" ha defendido.

Si continuamos con las comparaciones, en Podemos hacen una metáfora del euro y su nueva moneda con una guerra de trincheras "de este lado (de las trincheras) hay muchas dificultades como la devaluación, la inflación y la inestabilidad. Que es complicado, ya lo sabemos. Pero del otro lado ya es la muerte".

Como pueden comprobar, ya manejan términos como devaluación, inflación e inestabilidad para esa “nueva moneda” sobre la que tendrían más poder para manejarla a su antojo.

 

5) Reelección indefinida.

 

Este es el paso que concluye la pantomima de la democracia bolivariana. Una vez que todo esto se ha puesto en marcha efectivamente el único paso que falta para terminar de quitarse la careta y declararse dictador es permanecer en el poder para siempre. ¿Cómo se hace esto en un golpe blando? Se introduce una enmienda a la constitución que permite al presidente reelecciones indefinidas por voto popular. Es decir, que el presidente podrá presentarse a las elecciones una y otra vez indefinidamente y mientras le vote la mayoría se quedará en el poder. Cabe acotar que a estas alturas la separación de poderes es inexistente y el presidente controla al órgano que cuenta los votos.

 La reelección indefinida se introdujo en Venezuela y se sometió a referéndum popular. Esta fue la única votación que Chávez perdió en su vida política. Los venezolanos votaron "no". Pero esto no evitó que Chávez aprobara esta enmienda. Inmediatamente después del referéndum se declaró una nueva Ley Habilitante y Chávez pasó el decreto de reelección indefinida desde su despacho. Hoy en Venezuela el presidente Nicolás Maduro podrá presentarse a las elecciones para siempre sin límites de ninguna clase.

 No sólo ocurrió en Venezuela, está ocurriendo hoy en Ecuador. Los asambleístas ecuatorianos están discutiendo si la enmienda que introdujeron para reelegir a Rafael Correa de manera indefinida se debe aprobar como reforma o como enmienda. No están seguros de si prefieren una soga o una pistola. En Bolivia es el próximo punto en la agenda. Evo Morales ya lo declaró. Sólo están esperando a las elecciones parlamentarias para contar con mayoría en la asamblea.

 Naturalmente Pablo Iglesias no ha asomado esta parte del plan. En el guion pone que esto se debe anunciar en el segundo gobierno. No conviene asustar a los electores.

Dejo algunas frases de miembros de la ejecutiva de ese partido y junto con todo lo expuesto anteriormente, saquen ustedes sus propias conclusiones.

Monedero: "Respeto las cosas que ha hecho bien Fidel en Cuba y respeto las cosas que se ha hecho bien Chávez en Venezuela". Y cerró el tema con estas palabras de Hugo Chávez: "Como decía mi Comandante ni calco ni copia, sino creación heroica".

Íñigo Errejón, quien se encargó de la campaña de Pablo Iglesias para las elecciones al Parlamento Europeo: "Podemos no habría existido de no ser por mucho tiempo de aprendizaje de los procesos populares en América Latina".

Además, apuesta por el populismo para llegar al poder, así Podemos puede ganarse a la gente y, entonces, cambiar las cosas desde arriba.