Hasta el año
pasado, la noticia más conflictiva de una cabalgata de reyes era que el Rey Baltasar
le hubiera pegado un caramelazo en un ojo a algún niño o abuela, gajes del
oficio, le puede pasar a cualquiera. Este año, sin embargo, medio país está
cabreado con los desfiles de marras. Hay que ser muy torpe para liarla parda
con una cosa tan sencilla: Reyes, caramelos, juguetes y camellos, dos más dos.
En un país donde
hacen falta cambios de verdad, en los valores democráticos, en las
instituciones, en los partidos políticos y en la forma de entender y vivir la
cosa pública, para algunos es más importante cambiar la Cabalgata de los Reyes
Magos y hacer un Circo del Sol que es mucho más “guay” que no tres reyes
casposos con camellos que van dejando mojones en la vía pública.
Que pena,
personalmente lo entiendo porque ya voy conociendo al personal politiquero que
se mueve por los ayuntamientos y parlamentos de nuestro querido país. Aquí no
hay pluralidad cultural que valga, eso es un cuento que se han inventado para
quedar bien en los discursos, al final lo que cuenta es que si yo mando,
desfilan los míos y como nos gusta a nosotros. Se llama democracia a la española,
un bucle continuo de revanchas entre “conservadores” y “progresistas” o dicho
más claro, entre derecha e izquierda y, ¿los niños?; a los niños que les den.
No me voy a
enfrascar en darle la razón a unos y quitársela a los otros, es una pérdida de
tiempo, ellos ya están “enrazonados” que es una traducción libre de una palabra
catalana que me encanta “enraonats”, o sea, que ya tiene sus razones y no los
vas a sacar de ahí. Pero me pregunto: ¿son torpes de cuna o se entrenan? En el
blog personal de uno de los contratados de la cabalgata de Madrid (David Fernández) dice:
“…aborrecemos a los reyes magos y lo que
representan, nunca pondríamos nuestras herramientas al servicio de un evento
casposo como este, pero nuestra sociedad está cambiando y hay determinados
huecos y tareas que requieren de nuestras habilidades, y si hay que apechugar,
se apechuga… (cobrando! por supuesto… que a mi creo que me toca ponerme un traje
peludo y agitar los brazos a ritmo de pachanga.) Jajajajaaaa…”
¿Era tan
difícil encargar esto a gente que si le gustase participar en el evento? o
mejor, si funcionaba bien y a los niños, los padres y los abuelos les gustaba ¿era
necesario montar un circo donde los reyes no parecían reyes y las carrozas
parecían sacadas de un juego de tetris? He puesto el ejemplo de Madrid porque
es el que todos hemos podido ver, me consta que se han producido circos y
ocurrencias en más lugares, fruto de ese afán renovador y “progre” que confunde
la pluralidad con la revancha y termina convirtiendo un acto sencillo y entrañable,
como decía dos más dos, en un desfile más propio de los carnavales y encima, cabrear al personal.
No quiero ni
pensar el año que viene y tal y como pinta el panorama político, cómo van a ser
las cabalgatas, como diría Alfonso Guerra: “No las va a conocer ni su madre”.
Que “Dios”, aunque sea vestido de Ágata Ruiz de la Prada, nos coja confesados.
Que “Dios”, aunque sea vestido de Ágata Ruiz de la Prada, nos coja confesados.
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