LAS IZQUIERDAS PARASITARIAS Y LAS DERECHAS EN CONSERVA
Las izquierdas de las democracias liberales se han
transformado en ideologías parasitarias, una ideología parasitaria es aquella
que se sabe imposibilitada de supervivencia si no encuentra un cuerpo del que
extraer el sustento. Una vez comprobado empíricamente el fracaso del
colectivismo a nivel económico, socialistas, marxistas y socialdemócratas no
han tenido mas remedio que aparcar su anticapitalismo en la práctica para
ponerlo de decoración en sus curriculums.
El problema de todo parásito es que termina enfermando o matando
a su huésped, no aporta nada al sistema y detrae constantemente riqueza hasta
dejar exhausto al portador del parásito. Eso ocurre con las izquierdas que
intentan sobrevivir en el capitalismo, su teoría económica va frontalmente en
contra de los principios que sustentan el funcionamiento del sistema del libre
mercado: mínima intervención del Estado en la economía para no adulterar el
sistema de la oferta y la demanda.
La izquierda, que defiende el intervencionismo en todos los ámbitos
termina por adulterar el sistema y enfermarlo, al mismo tiempo, detrae
constantemente la riqueza que el sistema genera en unas dosis excesivas que
impiden la propia regeneración del mercado, al final, como siempre, cuando el huésped
está casi muerto la izquierda lo abandona expulsada por el pueblo en unas
elecciones y de nuevo un partido de derechas tiene que hospitalizar al enfermo, medicarlo y
cuando está restituido ponerlo de nuevo a trabajar y a crear de nuevo riqueza.
Cuando el paciente está curado y el dinero vuelve a aflorar visiblemente,
la derecha es expulsada, de nuevo en unas elecciones, porque el pueblo percibe
que habiendo dinero no hay beneficios aparentes para los ciudadanos. La izquierda
lanza su mensaje de redistribución de la riqueza y vuelve a parasitar el
sistema hasta que lo deja seco.
Es una pescadilla que se muerde la cola. Los partidos de
derechas saben cómo manejar el sistema
capitalista, por otra parte, el único que funciona aceptablemente para producir
riqueza, pero carecen de una visión solidaria para el uso de esa riqueza en pos
de mejorar las circunstancias económicas de los ciudadanos en general, y en
particular de aquellos que se encuentran excluidos por el sistema, sea por las
circunstancias que sean, y por lo tanto se encuentran sumergidos en la pobreza.
En tierra de nadie nos encontramos los ciudadanos, rodeados
de un lado por una izquierda que en materia económica es una ruina y de otro,
por una derecha que en materia de solidaridad es una lata de sardinas, ni la entiende,
ni la siente.
Solo hay una ideología capaz de salvar los muebles de este
desastre, el liberalismo solidario, cuya teoría defiende el mercado libre con
sus leyes y la solidaridad como un acto de justicia y no puro altruismo.
Los liberales solidarios son conscientes de que solo el sistema
capitalista ha demostrado hasta ahora que es capaz de crear riqueza de una
manera constante y creciente, pero también saben que el capitalismo tiene sus
reglas y que transgredirlas supone el fallo del sistema y finalmente el
colapso, como ha ocurrido en las naciones donde se han instaurado sistemas
colectivistas, por lo tanto respetan esas reglas procurando intervenir tan solo
en aspectos básicos como el mantenimiento de la libre competencia o la
vigilancia de los monopolios.
Al mismo tiempo, aprovechan la bonanza económica del sistema
para beneficiar a los ciudadanos menos agraciados económicamente de manera que
obtengan, de la sociedad y a través del Estado, los servicios y los medios
vitales necesarios para llevar a cabo un proyecto de vida digno y en las
mejores condiciones de igualdad para competir en el mercado.
En el liberalismo solidario la solidaridad no es un acto
altruista si no un acto de justicia, al que los ciudadanos tenemos derecho como
miembros de la sociedad.
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