Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

miércoles, 28 de julio de 2010

LOS ILUMINATI ANTITAURINOS


Dios mío lo que les ha caído a algunos. En un tiempo en que los progres iluminados campan a su aire por gobiernos centrales, autonómicos y locales de toda España, en Cataluña han elegido a la crema de la crema: progres, iluminados y nacionalistas.
Estos genios arropados por ejércitos de asociaciones pro-derechos de los animales pero al mismo tiempo anti-derechos de los ciudadanos, han cometido la última tropelía de esta legislatura del país de las maravillas de zapatero: prohibir las corridas de toros en Cataluña.
Dicen los partidarios de la iniciativa que no se puede hacer espectáculo de la muerte, que hay crueldad en la corrida y que se mata al toro. Pues claro que si, todo ello forma parte de las corridas de toros, la sangre, la lucha, el arrojo y la bravura y finalmente la muerte del toro o del torero. Estos salva toros, que probablemente no hayan visto uno en directo en su vida, porque solo hay dos formas de verlos, o te vas a una corrida o algún espectáculo taurino y sus almas cándidas no se lo permiten; o te vas a una dehesa donde se cría al toro de lidia, pero aún no hacen paseíllos turísticos por ellas, más que nada por la manía de los toros de embestir a cualquier bulto que se les pone por delante. Como decía estos salva toros ni han visto ni verán ya un toro en su vida y cuando les enseñen a sus nietos la foto de uno, les dirán ufanos, mira Pascualín a este hermoso animal lo salvamos los antitaurinos de morir salvajemente en una plaza de toros; aunque gracias a la prohibición los ganaderos dejaron de criarlos porque ya no eran rentables, criar un toro de lidia cuesta unos 24000 €, y se extinguieron (esta parte la omitirán, por supuesto). En toda la Europa no taurina que seguro admiran los salva toros, porque no hay corridas, hay una cabaña espectacular de toros de lidia, no hay ni uno disecado. Pero no crean que esto se debe a que a nuestros vecinos no les gustan los toros, es sencillamente que allí nunca existió este tipo de toro; no se les llama de lidia porque se lidien simplemente, sino porque se creó la raza a base de selección y cruces a lo largo de los siglos para tal cometido, la lidia. De manera que han salvado al toro de lidia prohibiendo la razón por la que existe: las corridas de toros.
Cuando dentro de unos años en Cataluña no quede ni un solo toro de lidia, porque ya no sean rentables, estoy seguro que todos estos harán el mutis por el foro, o incluso, alguno defenderá la medida porque gracias a ellos la sociedad catalana ha evolucionado a cotas mayores de civismo. Civismo que habrá costado la existencia al animal al que dicen defender y del que está claro, que no saben nada.
Lo peor no es ya la desaparición de una raza por esta moral estúpida e ignorante que pretende dirigir el mundo según sus convicciones éticas y estéticas, lo peor es ver como los manipulan los políticos de turno para seguir sacando tajada del verdadero negocio, el poder. Poder para inmiscuirse en el ámbito privado de las personas, para coartar la libertad de los ciudadanos e imponer una moral cambiante surgida de una mayoría coyuntural y estacionaria. Me pregunto si todos estos que seguramente son partidarios del aborto, lo prohibirían si se pudiera ver en directo una operación de este tipo, ¿sería eso hacer espectáculo de la muerte?, o a caso en su estrecha moral de prohibiciones, ¿aquello que no se ve no existe?, es la muerte a escondidas ¿menos muerte?, ¿se debería de prohibir el solomillo si hay una mayoría en el parlamento catalán partidaria de la comida vegetariana?, ¿ha pedido alguien que rompamos relaciones con China porque se comen a los perros?, ¿ qué hacemos con los gansos para foé? Y las pruebas médicas testadas en animales, ¿las prohibimos y así la palmamos más y mejor?, ¿nadie se ha percatado del animalicidio de mosquitos, hormigas y cucarachas que se perpetra cada día en nuestro país, fumigados como en los mejores tiempos de la SS?...
En un planeta donde todas las razas nos comemos las unas a las otras, en la nuestra los tontos por ciento están llegando a cotas alarmantes por falta de selección natural, y eso a la larga, será nuestro fin.

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