Juan J. Molina

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Juan J. Molina

viernes, 16 de julio de 2010

El análisis de Locke sobre las guerras religiosas (VII)


Locke escribió su Carta cuando Inglaterra atravesaba una época difícil como consecuencia de la Restauración y la Revolución Gloriosa. Era un época de conflictos entre la iglesia del estado (anglicana) y los disidentes. En su Carta, la principal preocupación de Locke no era identificar las fuerzas que impulsan la violencia religiosa, sino plantear que la tolerancia de opiniones y prácticas diferentes es necesaria para la paz. Aunque en un ensayo escrito treinta años antes, An Essay in Defense of the Good Old Cause, Locke ya había expuesto argumentos contra la tolerancia religiosa, sosteniendo que conducía al conflicto civil, en su Carta afirma que la tolerancia es necesaria para la paz civil. En el desarrollo de su argumento, presenta una breve y sucinta anatomía de los conflictos religiosos. Lo que causa »conflictos y guerras« no es la religión en sí misma ni la diversidad de opiniones, sino la intolerancia de las diferentes opiniones:
No es la diversidad de opiniones (que no puede evitarse), sino la negativa a tolerar a aquellos que sostienen opiniones distintas (que podrían haber sido admitidas) lo que ha producido todos los conflictos y guerras en el mundo cristiano con relación a la religión. (Locke 1689)
Un análisis posterior revela a Locke la dinámica interna de los »conflictos y guerras«:
Los dirigentes y líderes de la iglesia, movidos por la avaricia y el insaciable deseo de dominio, y beneficiándose de la excesiva ambición de los jueces y la crédula superstición de la multitud confundida, los han enfurecido y animado contra los que disienten con ellos, predicándoles (en contra de lo expresado por las leyes del Evangelio y los preceptos de la caridad) que los cismáticos y los herejes deben ser despojados de sus posesiones y destruidos.
De este modo, Locke plantea que, junto con la intolerancia, la causa de la violencia religiosa es la avaricia de los dominantes líderes religiosos, unida a la ambición de los dirigentes laicos y a la credulidad y superstición de las masas.
El análisis de Locke corresponde a la situación en Inglaterra durante la segunda mitad del siglo diecisiete, una época en la que los líderes de la iglesia esgrimían un considerable poder que podían emplear »beneficiándose de la excesiva ambición de los jueces«, para promover sus intereses. En las sociedades democráticas seculares que surgieron en dicho período, los líderes religiosos perdieron importancia como personajes clave del drama social, y fueron reemplazados por los políticos. De la misma manera, en los tiempos actuales, la aristocracia teocrática de la época medieval ha sido reemplazada por la democracia electoral, con sus propias obligaciones. Sin embargo, el análisis de Locke mantiene parte de su fuerza dado que, a pesar del cambio de escenario, la dinámica de la violencia religiosa sigue siendo prácticamente la misma. Con algunas modificaciones debidas a los cambios en la escena político-social, su análisis puede todavía aplicarse a nuestros tiempos: la función de los líderes autocomplacientes, los burócratas serviles y las masas crédulas en cada instancia de violencia religiosa, está bien documentada en numerosos medios que han cubierto la violencia religiosa en India, especialmente desde la década del 90.
Tomando en cuenta todo esto podemos, sin alejarnos mucho de la realidad, modificar y adaptar a nuestros tiempos el análisis de Locke acerca de la dinámica de la violencia inspirada por la religión: los políticos, movidos por la avaricia y el insaciable deseo de dominio, sin perder de vista los dividendos electorales y disfrazándose como líderes religiosos y patriotas, haciendo uso de la ambición inmoderada y el servilismo de los funcionarios públicos y la crédula superstición y excitabilidad de la muchedumbre confundida, los han enfurecido y dirigido contra todos aquellos que son diferentes, mediante la prédica (contraria al verdadero espíritu de la religión y los preceptos de la urbanidad) de que las comunidades minoritarias deben ser despojadas de sus posesiones, echadas de sus casas y destruidas. En consecuencia, la principal diferencia entre la violencia religiosa en la Inglaterra del siglo diecisiete y la de la actualidad, especialmente en India, es que la primera era obra de los líderes religiosos, mientras que la segunda es producto de la acción de políticos astutos, que se presentan como líderes patriotas y religiosos.

Augustine Perumalil

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