“Todas las fuerzas antiliberales se están
Combinando contra todo lo que es liberal.”
A. Moeller Van Den Bruck
Es un error general considerar el nacionalsocialismo como una simple revuelta contra la razón, como un movimiento irracional sin trasfondo intelectual alguno. Es simplemente, el colectivismo, libre de todas las huellas de una tradición individualista que pudiera embarazar su realización. Aunque en este desarrollo llevaron la dirección los pensadores alemanes, no estuvieron en modo alguno solos. Thomas Carlyle y Houston Stewart Chamberlain, Auguste Comte y Georges Sorel han participado en esta expansión continua tanto como cualesquier alemanes. Si bien en un principio estas ideas no pasaron de ser una corriente intelectual sostenida por una minoría y despreciadas por la mayoría de los alemanes, lo cierto es que tras la derrota de la 1º Guerra Mundial fueron calando en la población. Entonces, ¿cómo es que estas opiniones, sostenidas por una minoría reaccionaria, acabaron por ganar la asistencia de la gran mayoría de los alemanes y, prácticamente, de toda su juventud? En realidad, no fue la burguesía, si no más bien la ausencia de una fuerte burguesía, lo que contribuyó junto a la ayuda del campo socialista a elevarlas al poder.
Las doctrinas que guiaron a los sectores dirigentes de Alemania de entre guerras no se oponían al socialismo en cuanto a marxismo, sino a los elementos liberales contenidos en aquél: su internacionalismo y su democracia. Y a medida que se hizo más claro que eran precisamente estos los obstáculos para la realización del socialismo, los socialistas de izquierda se aproximaron más y más a los de la derecha. Fue la unión de las fuerzas anticapitalistas de la derecha y la izquierda, la fusión del socialismo radical con el conservador, lo que expulsó de Alemania a todo lo que era liberal. En Alemania, la conexión entre nacionalismo y socialismo fue estrecha desde un principio. Es significativo que los más importantes antecesores del nacionalsocialismo -Fichte, Rodbertus y Lassalle- fueron al mismo tiempo padres reconocidos del socialismo. La “idea alemana del Estado”, como la formularon Fichte, Rodbertus y Lassalle, es que el Estado, ni lo fundan los individuos, ni se forma de individuos, ni es un agregado de individuos, ni su finalidad es la de servir cualesquier intereses individuales. Es un Volksgemeinschaft, en la que el individuo no tiene derechos, sino tan solo deberes.
Quizá el primer representante de esta orientación, y en muchos aspectos el más característico, fue el profesor Werner Sombart. Sombart había comenzado como socialista marxista, y todavía en 1909 afirmaba con orgullo que había dedicado la mayor parte de su vida a luchar por las ideas de Karl Marx. En su libro de guerra, este viejo socialista saludó la “guerra alemana” como el conflicto inevitable entre la civilización comercial de Inglaterra y la cultura heroica de Alemania. Considerar la guerra como inhumana y sin sentido es un producto de los criterios comerciales. Hay una vida superior a la vida individual, la vida del pueblo y la vida del Estado, y el cometido del individuo consiste en sacrificarse por esa vida superior. La guerra es, para Sombart, la consumación del sentido heroico de la vida, y la guerra contra Inglaterra es la guerra contra el ideal opuesto, el ideal comercial de la libertad del individuo y del confort ingles, que a sus ojos encuentra su más despreciable expresión en…las máquinas de afeitar halladas en las trincheras inglesas.
Otro exponente de esta intelectualidad fue Johann Plenge, otra autoridad académica al nivel de Sombart en cuanto a Marx. Su libro: 1789 y 1914. Años simbólicos en la historia del pensamiento político. Está dedicado al conflicto entre las “Ideas de 1789”, el ideal de libertad, y las “Ideas de 1914”, el ideal de organización. La organización es para él, como para todos los socialistas que extraen su socialismo de una tosca aplicación de los ideales científicos a los problemas de la sociedad, la esencia del socialismo. Poco antes del fin de la 1ª guerra exhortó a sus compatriotas, desde la revista socialista Die Glocke, de la siguiente manera:
Ha llegado la hora de admitir que el socialismo debe ser una política de poder, porque tiene que ser organización. El socialismo tiene que ganar el poder, no debe jamás destruirlo ciegamente. Y la más importante y crítica cuestión para el socialismo, cuando los pueblos hacen la guerra, es necesariamente ésta: ¿cuál es el pueblo llamado entre todos al poder, porque es el conductor ejemplar en la organización de los pueblos?
Y adelanta todas las ideas que servirán después para justificar el nuevo orden de Hitler:
Precisamente desde el punto de vista del socialismo, que es organización, el derecho absoluto de autodeterminación de los pueblos, ¿no es el derecho a la anarquía económica individualista? ¿Estamos dispuestos a otorgar una completa autodeterminación al individuo en la vida económica? Un socialismo consecuente solo puede conceder derecho de asociación política a un pueblo si ello corresponde a la distribución real de las fuerzas históricamente determinadas.
Todas estas ideas alcanzaron gran difusión entre intelectuales y políticos de izquierda. Correspondió a un activo político socialista, miembro del ala izquierda del partido socialdemócrata en el Reichstag, el desarrollo más completo de estas ideas y su extensa difusión: Paul Lensch.
Plenge y Lensch suministraron las ideas directoras a los maestros inmediatos del nacionalsocialismo, particularmente a Oswald Splenger y A. Moeller van den Bruck, por mencionar solo a dos de los nombres más conocidos. Splenger sentencia:
La cuestión decisiva, no solo para Alemania, sino para el mundo, que tiene que ser resuelta por Alemania para el mundo, es: en el futuro, ¿gobernará el comercio al Estado, o el Estado gobernará al comercio? Frente a esta cuestión, el prusianismo y el socialismo son iguales…Prusianismo y socialismo combaten a Inglaterra en nuestro mismo seno.
De aquí solo faltaba un paso para que el santo patrono del nacionalsocialismo, Moeller van den Bruck, proclamase que la guerra mundial era la guerra entre liberalismo y socialismo. Como para Splenger, el liberalismo es, pues, el enemigo a muerte. Moeller van den Bruck celebra el hecho de que
No hay juventud liberal en Alemania hoy día. Hay jóvenes revolucionarios; hay jóvenes conservadores. Pero ¿quién querría ser liberal?...El liberalismo es una filosofía de la vida a la que ahora la juventud alemana vuelve la espalda con asco, con ira, con especial desprecio, porque no hay nada más extranjero, más repugnante, más opuesto a su filosofía. La juventud alemana de hoy reconoce en el liberalismo a su archienemigo.
El tercer Reich de Moeller van den Bruck pretendía dar a los alemanes un socialismo adaptado a su naturaleza y no contaminado por las ideas liberales de Occidente. Y así lo hizo.
La lucha contra el liberalismo en todas sus formas, el liberalismo que había derrotado a Alemania, fue la idea común que unió a socialistas y conservadores en un frente único. Primero, fue principalmente en el Movimiento Juvenil Alemán, casi por entero socialista en inspiración y propósitos, donde estas ideas se aceptaron más fácilmente y donde se completó la fusión del socialismo y el nacionalismo. Desde finales de la década de los 20 y hasta la llegada de Hitler al poder, un círculo de jóvenes congregados en torno a la revista Die Tat y dirigidos por Ferdinand Fried fue, en la esfera intelectual, el principal exponente de esta tradición. El libro de Fried, Ende Des Kapitalismus, es quizá el producto más característico de este grupo de Edelnazis, como se les llamaba en Alemania.
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