Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

lunes, 16 de marzo de 2009

DEMOCRACIA CONSENSUADA


DEMOCRACIA CONSENSUADA



La definición de democracia como “el gobierno del y para el pueblo” plantea una pregunta fundamental: ¿quién gobernará y a los intereses de quién responderá el gobierno cuando el pueblo esté en desacuerdo y tenga preferencias divergentes?
Una respuesta a este dilema es lo que diga la mayoría. Ésta es la esencia del modelo mayoritario de democracia. La respuesta mayoritaria es simple y directa y desprende un gran atractivo, puesto que es obvio que el gobierno de la mayoría y de acuerdo con los deseos de la mayoría se acerca más al ideal democrático de “gobierno del y para el pueblo” que el gobierno por y de acuerdo con una minoría.
Una respuesta alternativa al dilema es el mayor número de gente posible. Éste es el punto capital del modelo consensual. No se diferencia del modelo mayoritario en lo referente a aceptar que el gobierno de la mayoría es mejor que el gobierno de la minoría, pero acepta el gobierno de la mayoría únicamente como un requisito mínimo. En lugar de contentarse con mayorías estrechas para la toma de decisiones, busca maximizar el tamaño de estas mayorías. Sus normas e instituciones pretenden una amplia participación en el gobierno y un amplio acuerdo sobre las políticas que el gobierno debería seguir. El modelo mayoritario concentra el poder político en manos de una mayoría escasa y, a menudo, incluso en una mera mayoría relativa en lugar de una mayoría, mientras el modelo consensual intenta dividir, dispersar y limitar de distintas formas. Una diferencia estrechamente relacionada es que el modelo mayoritario de democracia es excluyente, competitivo y de confrontación, mientras que el modelo consensual se caracteriza por la inclusión, el pacto y el compromiso. Por ello, la democracia consensual podría denominarse también “democracia de negociación”.
“Todos los que están afectados por una decisión deberían tener la oportunidad de participar en la toma de esa decisión de forma directa o a través de sus representantes elegidos. Impedir que los grupos perdedores participen en la toma de decisiones es una clara violación del significado primordial de democracia.”(Sir Arthur Lewis Premio Nóbel y economista).
Los mayoritarios pueden responder legítimamente que la incompatibilidad que Lewis observa puede resolverse cumpliendo la siguiente condición. La exclusión de la minoría se suaviza alternando mayorías y minorías en el gobierno de tal manera, que el que hoy es partido minoritario pueda convertirse en mayoritario en las próximas elecciones en lugar de quedarse permanentemente en la oposición. Pero esto no siempre es cierto, especialmente en las sociedades plurales – sociedades que se hallan profundamente divididas por motivos religiosos, ideológicos, lingüísticos, culturales, étnicos o raciales en auténticas subsociedades separadas que cuentan con partidos políticos, grupos de interés y medios de comunicación propios- es probable que la flexibilidad necesaria para conseguir una democracia mayoritaria no exista. Bajo estas condiciones, el gobierno de la mayoría no solo es antidemocrático sino también peligroso, puesto que las minorías a las que constantemente se les niega el acceso al poder se sienten excluidas y discriminadas y son susceptibles de perder su lealtad al régimen. Por ejemplo, en la sociedad plural de Irlanda del Norte, dividida en una mayoría protestante y minoría católica, el gobierno de la mayoría comportó que el partido Unionista, que representa a la mayoría protestante, ganara todas las elecciones y formara todos los gobiernos entre 1921 y 1972. Las protestas católicas en masa de finales de 1960 desembocaron en una guerra civil entre protestantes y católicos que solo pudo ser controlada mediante la intervención militar británica y la imposición del gobierno directo desde Londres.
En las sociedades que se encuentran más profundamente divididas, como es el caso de Irlanda del Norte, el gobierno de la mayoría presagia, mas que una democracia, una dictadura de la mayoría, así como lucha civiles. Lo que estas sociedades necesitan es un régimen democrático que haga hincapié en el consenso en lugar de en la oposición, que incluya más que excluya y que intente maximizar el tamaño de la mayoría gobernante en lugar de contentarse con una mayoría escasa: la democracia consensual.
Arend Lijphart, Modelos de democracia. Ariel ciencia política.

1 comentario:

  1. Enhorabuena por la exposición.
    Ciertamente sucede que la democracia negociada pasa por pactos con la oposición y/o aquellos grupos políticos que hagan posible que yo y mis amigos de partido nos podamos sentar en un sillón cameral. Pero, mientras la forma de gobernar no lleve implícito un "por y para el pueblo", aquellos que gobiernan seguirán haciendo caso omiso a aquellos grupos políticos que no sirvan a su causa. Si, hay que hacer grandes cambios para que podamos llamar democracia a la democracia española, pero sobretodo tenemos que creer que este cambio es posible, porque si "no le metemos mano" a las leyes actuales corremos el riesgo de perpetuarnos en el bipartidismo actual.

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