Juan J. Molina
miércoles, 4 de marzo de 2009
LA INTELIGENCIA AL PODER
La inteligencia al poder
Los partidos políticos funcionan como estructuras cerradas, con un carácter endogámico muy marcado, se nutren de sí mismos para la creación de programas y la repartición de poder; A lo sumo cuentan con la sociedad para sondear situaciones de determinados colectivos, diagnosticar problemas o detectar necesidades, que solo son sacadas a la luz si sirven para atacar al adversario político, nunca si los que mandan son ellos. La sociedad por tanto ve a los partidos y a sus afiliados como grupos seudo mafiosos, que actúan por encima de todo en beneficio propio, y los que piensan así no están desencaminados, tal y como funcionan las organizaciones políticas actuales, la verdadera patria de sus afiliados es el propio partido, una organización a la que guardan lealtad y a la que no traicionarían por encima de su propio país si fuese necesario. Algunos pueden pensar que esta última afirmación es exagerada, pero basta con oír a la clase política y constatar que solo se pueden mantener postulados tan opuestos, y carentes en muchas ocasiones del más mínimo sentido común, si no es porque lo que se está defendiendo desde las diferentes posiciones políticas, no es el bien general del país, sino una política que convenga a los intereses, generalmente electorales, del partido al que representan.
Tan solo desde una nueva forma de entender el cometido que deberían tener los partidos políticos, será posible superar esta situación de desconfianza merecida entre la sociedad y la clase política. Los partidos tendrán que evolucionar desde una estructura básica de organización constituida por los afiliados, hacia una mucho mas abierta donde los programas, las decisiones, las prioridades de actuación sean tomadas en una simbiosis natural con la sociedad a la que representan, en definitiva las organizaciones representativas de la sociedad civil, asociaciones de barrio, asociaciones vecinales, colectivos asociados, organizaciones empresariales, organizaciones de trabajadores, intelectuales, científicos, artistas …, y todo aquel o aquellos que por representatividad, trayectoria y capacidades demostradas a lo largo de su trayectoria, puedan aportar algo al buen gobierno de la sociedad, deben ser tenidos en cuenta y asimilados de alguna manera por los partidos políticos a la hora de hacer sus programas.
El reto está en ver de que manera se articula esta simbiosis, no podemos obligar a nadie a colaborar en el gobierno, pero si buscar las fórmulas para que esa colaboración sea atractiva y decir que no, moral e incluso económicamente, no sea una decisión sencilla. En los partidos “antiguos” será complicado, ya que la militancia apoltronada y los busca fortunas se opondrán a perder ni un palmo de poder o de posibilidades de trincar un puesto; más fácil será en partidos de nueva creación, ya que existe una afiliación joven que aún no puede quejarse de haberse dejado la piel y los años para nada, pero será necesario que se pongan a trabajar en ello desde el principio si quieren cambiar algo y no ser más de lo mismo.
Tan importante como la política que hagamos será la forma en que la hagamos.
Juan José Molina Gallardo
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¿Y que partido joven propones tu? Porque TODOS los partidos estan YA viciados. Y tienen creadas sus cupulas aplaudidas por sus hooligans y sus palmeros. ¿Crees posible replantear un partido ya constituido desde dentro?
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