Corrían malos tiempos, tiempos de tribulaciones y de
canallas. Como en una pesadilla medievalista el aire traía olor a tierra
quemada y un mal presentimiento, esa sensación difícilmente explicable de que
algo malo está a las puertas. Los rostros irritados, la ira mal contenida, las
injusticias repetidas, el mal gobierno de un montón de incapaces aderezados con
otro montón de pillos y ladrones, la falta de escrúpulos, la impunidad adornada
con soberbia de los que se creen intocables, la miseria exhibiéndose en un
barrio pudiente, los mesías de falsos paraísos, los profetas del juicio final y
un puñado de mentiras que iban de boca en boca, inventando un rumor gigante. Corrían
tiempos malos en las calles, en las avenidas, en las plazas y callejuelas, se
decía, se comentaba, se oían cánticos antiguos de viejas guerras, y al final, el final de siempre. Cuando algunos
preguntaron, ya era tarde.
Algunos dicen que la vieron salir por la puerta de atrás, asustada
y en silencio. Otros vocean que nunca estuvo, que fue un espejismo. Hay quienes
ya, ni siquiera la recuerdan. Y qué más da, no se puede echar de menos lo que
nunca se tuvo, con el paso del tiempo ya nadie hablará de ella. Era peligrosa,
la gente se volvía loca y hacía cosas no contempladas, los planes se torcían
una y otra vez por su culpa. Todo era impredecible y luego, estaba lo peor, el peligro y la inseguridad. Con
ella cada cual asumía sus riesgos y muchos no estaban preparados, no sabían
caer y volver a levantarse, tuvieron miedo y la traicionaron. Tuvo que huir
para que no la mataran, la cambiaron por una falsa seguridad. Después, lo perdieron todo, primero fue la
libertad y luego, el mendrugo de pan con el que se la compraron.
Hoy vuelve a flotar en el aire esa sensación, algo malo está
a las puertas. Vuelven los rumores, los falsos mesías con sus mentiras, corren
por las callejuelas los desalmados, rapiñando las sobras de una fiesta que se
acaba. Y de nuevo, como una mala pesadilla corremos el riesgo de perderla otra vez.
Pero no lo vamos a permitir. Vigilaremos las puertas, la cuidaremos de los
traidores y le enseñaremos a los que tienen miedo, que la libertad es el
refugio más seguro porque no tiene dueños, ni oraciones, no tiene planes ni
mesías, es el pan eterno que alimenta el alma y nadie te lo puede dar, por eso,
tampoco nadie tiene derecho a comprarla, esconderla, secuestrarla o quitártela. Solo los cobardes trafican
con la libertad y no nos volverán a engañar con un pedazo de pan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
LOS COMENTARIOS OFENSIVOS O CON INSULTOS NO SON BIENVENIDOS Y PUEDEN SER BORRADOS. GRACIAS POR VUESTRA MODERACIÓN.