Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

jueves, 9 de mayo de 2013

La gran mascarada socialista,




«Cuando Stalin o Mao llevaron a cabo sus genocidios no violaron los auténticos principios del socialismo: aplicaron, por el contrario, esos principios con un escrúpulo ejemplar y con una total fidelidad tanto a la letra como al espíritu de la doctrina.
Es lo que demuestra con precisión George Watson. La hagiografía moderna ha rechazado toda una parte esencial de la teoría socialista. Sus padres fundadores, empezando por el propio Karl Marx, dejaron enseguida de ser estudiados de manera exhaustiva por los mismos creyentes que los reivindicaban sin cesar. Sus obras parecen disfrutar en nuestros días del raro privilegio de ser comprendidas por todo el mundo sin que nadie las haya leído en su totalidad, ni siquiera sus adversarios, a los que el miedo a las represalias despoja normalmente de toda curiosidad. Generalmente, la historia es una recomposición y una selección, y, por lo tanto, una censura. Y la historia de las ideas no escapa de la ley.
El estudio no expurgado de los textos nos revela, por ejemplo, escribe Watson, que "el genocidio es una teoría propia del socialismo". Engels pedía en 1849 el exterminio de los húngaros que se habían levantado contra Austria. Da a la revista dirigida por su amigo Karl Marx, la Neue Rheinische Zeitung, un sonado artículo, cuya lectura recomendaba Stalin en 1924 en sus Fundamentos del leninismo. Engels aconseja en él que, además de a los húngaros, se hiciera desaparecer a los serbios y otros pueblos eslavos, a los vascos, bretones y escoceses. En Revolución y contrarrevolución en Alemania, publicado en 1852 en la misma revista, el mismo Marx se pregunta cómo desembarazarse de "esos pueblos moribundos, los bohemios, corintios, dálmatas, etcétera". La raza cuenta mucho para Marx y Engels. Éste escribe en 1894 a una de las personas con las que mantenía correspondencia, W. Borgius: "Para nosotros, las condiciones económicas determinan todos los fenómenos históricos, pero la raza es en sí un dato económico..." En este principio se basaba Engels para negar a los eslavos toda capacidad de acceder a la civilización. "Aparte de los polacos", escribe, "los rusos y, quizá, los eslavos de Turquía, ninguna nación eslava tiene porvenir pues a los demás eslavos les faltan las bases históricas, geográficas, políticas e industriales necesarias para la independencia y para la capacidad de existir. Naciones que no han tenido nunca su propia historia, que apenas han alcanzado el nivel más bajo de la civilización..., no tienen capacidad de vida y no pueden alcanzar jamás la mínima independencia". Es cierto que Engels atribuye parte de la "inferioridad" eslava a circunstancias históricas, pero considera que el factor racial imposiblita la mejora de esas circunstancias. ¡Imaginémonos [hoy, agrego yo] la indignación que provocaría un "pensador" al que se le ocurriera formular el mismo diagnóstico sobre los africanos! Según los fundadores del socialismo, la superioridad racial de los blancos es una verdad "científica"». Jean-François Revel; La gran mascarada [Capítulo VII: los orígenes intelectuales y morales del socialismo]

Fuente: https://www.facebook.com/EscuelaAustriaca/posts/374628392658110

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