Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

lunes, 25 de enero de 2010

DEMOCRACIA CONSENSUAL, IDEALISMO O FUTURO


Uno de los aspectos más criticados en el sistema de democracia consensual es la dificultad de poner de acuerdo a personas de distintas ideologías, partidos políticos, concepciones religiosas, minorías culturales, étnicas, idiomáticas etc.…Indudablemente el consenso requiere algo más que el simple hecho de juntar grupos heterogéneos y ponerlos a debatir, es necesario un cambio en la concepción que tenemos de entender el gobierno y la propia democracia. Con la actual mentalidad cuyo fin principal es imponer las tesis de cada cual a toda costa ningún sistema tiene posibilidades de éxito real, simplemente las leyes y las decisiones son impuestas por la regla de la mayoría y las minorías perdedoras tienen que acatarlas como parte del juego democrático. Al intentar cambiar ésta regla a todas luces funcional pero injusta, proponiendo que todos los implicados tengan voz y voto según el apoyo proporcional que tengan, los detractores no están faltos de razón al argumentar que no serán capaces de llegar a acuerdos y se torpedearan los unos a los otros continuamente. Pero eso aun siendo en parte verdad sería una justificación al miedo a no querer avanzar por temor a perdernos, en realidad el primer paso no es la obligatoriedad de alcanzar un consenso obligatorio, sino la voluntad de reunirnos y trabajar juntos a pesar de nuestras diferencias para alcanzar un hipotético acuerdo.
La democracia consensual requiere pues que nos despojemos de las pinturas de guerra de nuestras respectivas tribus para trabajar por el bien de una nueva tribu, la tribu común de todos. Un gobierno formado por los representantes de toda la población no es un barco con marineros que obedezcan a diferentes capitanes, ahora son la tripulación de un nuevo barco y tienen que trabajar unidos porque de ello depende que avancen o se hundan todos sin importar el uniforme que llevaran.
Estos fundamentos en los que se basa esta forma de entender la democracia son tachados por muchos de idealistas, los que argumentan esto no creen que el ser humano haya alcanzado la madurez suficiente como para mirar por el bien común por encima del individual y llegar a un acuerdo, por eso algunos regímenes que dicen luchar por la igualdad y el bienestar de todos, han sustituido al consenso según ellos inalcanzable, por gobiernos totalitarios donde una élite supuestamente superior y capaz de discernir cual es el bien común y como conseguirlo gobierna sin oposición. Esta posición es propia de las ideologías de corte socialista. Por otra parte en el lado opuesto están las teocracias o dictaduras conservadoras, donde la religión se ha convertido en el consenso último e inapelable, la palabra de Dios y sus leyes rigen todos los ámbitos de la vida social y de nuevo la oposición a esto es aniquilada con lo que gobiernan sin restricciones.
En algún momento los países con sociedades más avanzadas y desarrolladas tendremos que dar el salto de estas democracias básicas, basadas en la alternancia de poder para evitar que los distintos grupos rivales lleguen a enfrentamientos violentos, a otra forma de entender la democracia mucho más sofisticada y justa, un primer paso hacia esto es la democracia consensual que no va a suponer y menos al principio una panacea para todos nuestros problemas, pero sin duda es un salto cualitativo en lo que se refiere a la mejora de la representatividad y al paso decisivo de querer encontrarnos para hablar y buscar puntos comunes por encima de nuestras preferencias e intereses.

1 comentario:

  1. Estimado amigo, quisiera compatir contigo y con todos aquéllos que decidan transitar este blog las siguientes reflexiones: Los individuos ya no mantienen referencias tradicionales ontológicas o éticas (salvo aquéllas que se manifiestan en los rituales folclóricos o en las creencias asumidas acríticamente). Así, se han generalizado, en las sociedades contemporáneas, culturas con formas de vida, convicciones morales y valores harto diferentes. Por otra parte, las ideologías y los idearios políticos pretenden orientar, o manipular, o persuadir, a los ciudadanos en todos los asuntos de carácter antropológico o moral. Los "partidos" políticos se manifiestan como instituciones incapaces de gestionar esta nueva y heterogénea sociedad. ¿Qué hacer entonces? ¿Formular propuestas (¿idealistas?) como la que expresas más arriba, en las que la necesidad de "intentar" el consenso a partir del "encuentro dialógico" se fundamente en una posición que exige un fuerte componente moral o ético? Si es así, no tengo más remedio que presentarte a JÜRGEN HABERMAS, el cual propuso la llamada "ética del discurso". Ésta supone que el individuo tiene la voluntad de llegar a acuerdos utilizando la discusión racional argumentativa. Ésta debe discurrir en un contexto que se ajuste a las siguientes exigencias normativas: a. se tendrán en cuenta las diferentes "formas de vida" de los interlocutores y sus valores; b. Se exige voluntad de veracidad; c. La ausencia de coacción externa o de intereses ideológicos o de partido; d. Se exige el compromiso de todos para "admitir el mejor argumento".

    Para Habermas, democracia es sinónimo de "política deliberativa", es decir, que en política se deben establecer procedimientos encaminados a fomentar la deliberación y la participación de todos los ciudadanos iguales en el seno de una comunidad jurídica que se fundamenta en el compromiso de participar en los valores de una constitución compartida. A esta participación, Habermas, la llama "patriotismo constitucional". Y todo esto sin invocar a instancias transcendentes¨(Dios), transcendentales (a priori) o naturales (ecologismos).

    Un saludo...

    Paco f.

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