Señora presidenta, Señorías.
Quisiera empezar mi intervención con una frase de Nelson
Mandela
“Si no hay
comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si
hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la
democracia es una 'cáscara vacía', aunque los ciudadanos voten, tengan Congreso
y Presidente.”
La pobreza y la
desigualdad extrema son probablemente las dos mayores vergüenzas que venimos sufriendo en nuestro sistema de organización
social y económico. Vivimos en sociedades ricas
y prósperas, capaces de producir bienes de consumo y servicios en
cantidades más que suficientes para abastecer a toda la población, sin embargo,
no hemos sido capaces de establecer un sistema que permita, al menos, que todos
los ciudadanos tengan acceso a los
mínimos materiales y de servicios básicos e indispensables para llevar a
cabo un proyecto de vida digno.
No es
cuestión de hacer una sociedad igualitaria
donde todo el mundo reciba lo mismo sin importar el esfuerzo y las capacidades
individuales, ese tipo de igualitarismo además de ser injusto, pues no valora
al individuo como ser único y distinto al resto de sus congéneres, es un
fracaso como organización política, social y no digamos económica. Las
sociedades que han vendido su libertad
por una supuesta seguridad, han
terminado perdiendo la libertad y esa ansiada seguridad.
Pero tampoco es un buen sistema aquel que deja a sus
ciudadanos expuestos a la intemperie
de las circunstancias, siempre imprevisibles, de la existencia humana. Los
ciudadanos vivimos en sociedad y no
podemos exiliarnos de ella, las democracias liberales nos proveen de una
serie de derechos y obligaciones, y no podemos sustraernos a esas obligaciones. Cuando somos productivos no nos queda otra que
aportar con parte de nuestra riqueza a la organización social pero cuando
dejamos de ser capaces de crear riqueza, no es justo que esa misma sociedad se olvide de nosotros y nos
deje tirados sin una protección mínima.
Puede que el capitalismo,
yo prefiero llamarlo libre mercado, sea el peor de los sistemas posibles, pero
si lo comparas con el resto conocidos y probados, es sin duda el que mejores resultados y sociedades ha dado.
Eso no quita que tenga problemas graves
que hay que solventar, el mayor de ellos es sin duda la desigualdad extrema. En una misma sociedad no pueden convivir gente que nada en la opulencia y gente
que no tiene donde caerse muerta. Tenemos
la obligación de buscar soluciones a
este problema para que todos podamos convivir en armonía y justicia.
No podemos
ser felices si sabemos que nuestros vecinos tienen la nevera vacía, se
duchan con agua fría en invierno y sus niños van a clase sin desayunar.
Podremos mirar para otro lado y
disimular, pero algo dentro de
nosotros se remueve y nos crea mal cuerpo porque sabemos que algo está
fallando de manera estrepitosa. Aunque
solo sea por puro egoísmo de
alcanzar nuestra propia felicidad, tenemos que comprometernos en acabar con esta lacra insoportable de
la pobreza extrema en nuestra tierra.
Crear una Comisión
para la pobreza está bien, pero les
pido a sus señorías que tengamos altura de miras, vayamos más allá, creemos una Ley contra la pobreza extrema y
la exclusión en la región de Murcia. No busquemos paliar los problemas puntuales de unos tiempos de crisis, hay que ir a las raíces y declarar la guerra a la pobreza,
deberíamos ser capaces de llegar al punto de prohibir la pobreza en las tierras de Murcia. Y esto no es una utopía, tenemos los recursos
para hacerlo, somos una sociedad próspera
y emprendedora, ahora necesitamos crear las herramientas más eficaces para llevar a cabo este objetivo. Entre
esas herramientas nosotros desde ciudadanos proponemos la tarjeta Solidaria, un instrumento de solidaridad para permitir a
los ciudadanos y las familias de Murcia poder llevar a cabo un proyecto vital
digno y justo.
Las cifras de pobreza
en nuestra región son, por desgracia, muy preocupantes:
· La tasa de
población en riesgo de pobreza es del 32.5%
· Nuestra
población bajo el umbral de la pobreza es del 28.65% esto es personas que viven
con menos del 60% dela renta media nacional.
·
El 6.3% sufre privaciones materiales severas, no
pueden permitirse cosas como pagar el alquiler o una letra; mantener la casa
adecuadamente caliente; afrontar gastos imprevistos; una comida de carne, pollo
o pescado (o sus equivalentes vegetarianos) al menos 3 veces por semana, etc.
pagar unas vacaciones al menos una semana al año; un coche; una
lavadora; un televisor en color; un teléfono (fijo o móvil).
· El 5.8% de
los hogares murcianos tienen baja intensidad de trabajo, solo trabaja un
miembro de la familia.
En todos los
indicadores superamos con creces a la media nacional en sentido negativo. Somos la sexta comunidad en índice de
pobreza de toda España, está claro que tenemos que hacer algo y tenemos que
hacerlo ya.
Proponemos por tanto, el
desarrollo de un proyecto de ley para crear las herramientas legales que
permitan erradicar la pobreza severa y la exclusión social de nuestra sociedad.
Pido a sus Señorías que se
comprometan en este proyecto que puede marcar un hito histórico en la política social de nuestra región y por ende,
de nuestro país. No será fácil,
todas las empresas difíciles y esta, sin duda lo es, dada su altura de miras,
requerirá de no pocos esfuerzos sobre todo presupuestarios. Tendremos que buscar la mejor forma de financiar esta
Ley priorizando el gasto y ahorrando de partidas menos necesarias,
cuando no, absolutamente innecesarias. Lo
primero es el bienestar social y el acceso a los mínimos necesarios para llevar
a cabo un proyecto de vida digno.
No hay
igualdad de oportunidades si no se parte de unos mínimos vitales: el acceso a
la alimentación, ropa, vivienda, cuidados médicos y educación. Aspecto este último en el que tenemos que hacer un esfuerzo especial, los índices de
pobreza se triplican del 9% al 28%
entre las personas con estudios superiores y las que solo tienen estudios
primarios. La educación y la cultura
son factores básicos para paliar la pobreza y para ello no debemos escatimar
recursos que nos permitan mejorar el maltratado sistema educativo de nuestra
región.
No es un
acto de caridad, es un acto de justicia social. No hay mandato más sagrado en la vida de un
político que el de mejorar las
condiciones de vida de sus ciudadanos, ese es nuestro cometido y para lo
que la sociedad nos paga nuestros salarios. No podremos decir que hemos hecho bien nuestro trabajo si no somos
capaces de sacar de la pobreza extrema a ese treinta por ciento de murcianos, uno de cada tres, que conviven entre
nosotros en condiciones de precariedad inaceptables. Solo saldremos adelante si lo hacemos todos, si no, será una salida en
falso.
Pido a sus
Señorías que apoyen esta enmienda para que esa Comisión sea el punto de
partida que nos permita, cuando acabe esta legislatura, volver a casa con la cabeza alta después de haber cumplido con el
más justo de los deberes que podía recaer sobre nuestras conciencias: Acabar con la pobreza extrema y la exclusión
social en las tierras de Murcia.
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