El insigne escritor de las letras españolas y universales Pedro Calderón de la Barca fue seminarista, militar, escritor, poeta, dramaturgo, caballero de la orden de Santiago y sacerdote. Tras los estudios religiosos de su juventud, se alistó como soldado de infantería y anduvo en diversos frentes, como el de Cataluña, donde se combatía a los invasores franceses para expulsarles, llegando a distinguirse en algunas ocasiones.
Sus vivencias en aquel ejército le sirvieron para escribir los versos, tan ajustados a profesión de las armas y tan válidos hoy en día, que no han perdido un ápice de valor como consejo de un soldado veterano a uno recién alistado:
Este ejército que ves
vago al yelo y al calor,
la república mejor
y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que él adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira cómo procede.
Aquí la necesidad
no es infamia; y si es honrado,
pobre y desnudo un soldado
tiene mejor cualidad
que el más galán y lucido;
porque aquí a lo que sospecho
no adorna el vestido el pecho,
que el pecho adorna al vestido.
Y así, de modestia llenos,
a los más viejos verás
tratando de ser lo más
y de aparentar lo menos.
Aquí la más principal
hazaña es obedecer
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.
hazaña es obedecer
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.
Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados.
Comedia famosa. Para vencer a amor, querer vencerle, Valencia, 1650.
Vida Militar
Sobre su carrera militar el general López Muñiz en su “Diccionario Enciclopédico de la Guerra” dice:
“En 1625 cambió la pluma por la espada sirviendo en los ejércitos españoles de Lombardía y Flandes hasta 1628, en los que adquirió fama de buen soldado”.
“En 1640 se enroló en las tropas del Conde-Duque en Cataluña sin que haya podido concretarse en qué acciones tomó parte; al siguiente año (1641) regresó a Madrid por encargo del marqués de la Hinojosa para desempeñar una misión relacionada con el canje de prisioneros, siendo ésta su última actividad castrense conocida”.
Y La Gran Enciclopedia del Mundo asegura que:
“En 1623 parece haber intervenido en las guerras que España sostenía en Europa, pero en 1625 le encontramos de nuevo en Madrid, batiéndose en duelo con el actor Pedro de Villegas que había herido traidoramente a un hermano de Calderón. Incorporado de nuevo en los Tercios, se batió en Milán y Flandes hasta su regreso a España (1629) para dedicarse de lleno a las actividades literarias”.
“… sin apenas otro incidente que su intervención, en calidad de caballero de la orden de Santiago, en la represión del alzamiento catalán contra la política del conde-duque de Olivares (1640).”
De sus servicios militares en Flandes y Lombardía no hemos encontrado rastro documental. De los que hizo en Cataluña entre 1640 y 1642 existe en la Biblioteca Nacional de Madridun memorial impreso con el que pretendía el nombramiento de Ayuda de Cámara del Rey por sus servicios militares, los de su hermano José, que resultó muerto en un encuentro con el enemigo sobre el puente de Camarasa (Lérida) y en la reforma de un entretenimiento [premio] de treinta escudos al mes, que nunca cobró:
“Señor.
Don Pedro Calderón de la Barca Caballero de la Orden de Santiago dice: Que en 28 de mayo pasado de 1640 se presentó montado para el servicio de V. M. en la caballería de las Órdenes. Y en 29 de septiembre siguiente se agregó y comenzó a servir en la compañía de caballos corazas del Conde Duque de San Lucar, Capitán General de la caballería de España, donde continuo el servicio de V. M. desde que la dicha caballería entró en el Principado de Cataluña, por el Col de Balaguer, hallándose en todas las ocasiones que se ofrecieron, y particularmente el día que Don Álvaro de Quiñónez, Teniente General de la dicha caballería fue a tomar los puestos de Cambriles, y rompió tres mil hombres, que el enemigo tenía emboscado fuera de la plaza, y en la toma de Saló, y Villaseca, y cuando dicha compañía y treinta arcabuceros a caballo de la del Comisario General Don Rodrigo de Herrera fue a reconocer a Contantin, y a la retirada rompieron quinientos hombres, que salían de Villaseca, para socorro de Tarragona, donde se degollaron la mayor parte de ellos, y de cuya ocasión el dicho Don Pedro salió herido en una mano, y sin retirarse a curar se halló en la entrega de Tarragona, cuando Monseñor de Espenan la rindió al Marqués de los Velez. Y después, cuando se reconoció a Martorel, fue uno de treinta corazas que se eligieron para que con la compañía del Capitán Don Juan de Oto cerrasen con tres tropas del enemigo. Donde se halló en la rota que allí se le dio, y toma, y quema del dicho Martorell. Y el día que el ejército de V. M. llegó a Barcelona, y peleo con la caballería francesa hasta meterla debajo de su rastrillo. Se halló en esta acción hasta que con su caballería tornó la vuelta de Tarragona, donde se halló en el sitio, y necesidades del, y el día que el enemigo tuvo cortados seiscientos caballos, que iban a forrajear. Se halló en el puesto de las horcas, que ocupaba Don Álvaro de Quiñónez con el resto de la caballería, haciendo en esta ocasión algunos particulares servicios, y obedeciendo las ordenes que se le dieron, poniendo en ellas muy a riesgo, y peligro su vida. Y el día que el Marqués de Villafranca metió el socorro en Tarragona fue elegido para asistir en la Marina, de donde no falto un punto, estando en ella con mucho riesgo, ayudando a facilitar el sacar el bastimento a tierra, y meterlo en la dicha plaza, de donde después de levantado el sitio, fue enviado a esta Corte a Vuestra Majestad por el Marqués de la Hinojosa, General de aquel ejército, con despachos de mucha importancia, y confianza, y cartas de credencia para otros, que se habían de tratar a boca cerca del estado en que se hallaban aquellas armas, de que dio muy buena cuenta, y muy a satisfacción.
Y después, cuando se formaron las Compañías de la Guardia de Vuestra Majestad por el año de 1642, para la jornada de Zaragoza, sentó su plaza en la del Conde de Oropesa, y con ella marchó gobernando una escuadra, y asistió a las cosas que se le ordenaron, con toda fineza y puntualidad, hasta que por hallarse muy enfermo, y imposibilitado del manejo de las armas, y reconociéndolo Vuestra Majestad así por su Real Cedula de 26 de noviembre de 1642 le dio licencia para retirarse a curar a donde mas comodidad tuviese, y pasaporte para los puertos de Castilla.
Es hermano de Don Joseph Calderón de la Barca, que sirvió a Vuestra Majestad en los Estados de Milán, Italia y Flandes desde el año de 1627”.
Y sigue el memorial con los servicios militares de su hermano José.
Pedro Calderón de la Barca había nacido en Madrid el 17 de enero de 1600 y falleció en la misma ciudad el 25 de mayo de 1681. Fue el tercero de los cinco hijos del matrimonio formado por Diego Calderón de la Barca, secretario del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda, y Ana María de Henao y Riaño, de una noble familia alemana.
Su producción literaria es abundantísima y variada; se le atribuyen más de doscientas obras, entre autos sacramentales, dramas religiosos, filosóficos e históricos, comedias de costumbres, pastoriles, caballerescas y mitológicas, entremeses y mogijangas.
* José Palau es especialista en la historia militar del s. XVII
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