Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

miércoles, 29 de octubre de 2014

Rothbard y el anarcocapitalismo, por Manuel Llamas



La aplicación de la metodología propia de las Ciencias Naturales al ámbito de la acción humana es, sin duda, el mayor de los errores cometidos en este campo, por ser ésta la semilla de la ingeniería social que tanto daño ha causado, no sólo al estudio de las Ciencias Sociales sino, sobre todo, al progreso de la humanidad en todas sus vertientes, tanto económica, como social, jurídica o cultural.
El denominado constructivismo social es el mayor de los males, ya que rechaza la naturaleza misma de las instituciones. Esto es, su innato carácter evolutivo y espontáneo. De este modo, dicha corriente, predominante por desgracia en la actualidad, niega la esencia misma de la naturaleza humana, cayendo así en la fatal arrogancia denunciada por Hayek. Al considerar toda institución como un producto deliberado de la razón, el científico, en su papel de ingeniero social, se arroga potestad absoluta para reorganizar la sociedad a su antojo y desde cero. Y ello, en base a arbitrarios conceptos de “eficiencia” y “justicia” que derivan de su particular óptica subjetiva.
El campo de las Ciencias Sociales se compone de tres niveles de análisis: acción humana, relaciones de intercambio e instituciones sociales, siendo este último el más complejo de todos, ya que contiene y abarca los dos estadios previos.
La Escuela Austríaca ha demostrado fehacientemente el gran error de aplicar el método de las Ciencias Naturales en este campo. Es el denominado “Cientismo”, definido por Hayek como la indebida e indiscriminada aplicación de la Ciencia Natural al ámbito de la acción humana. El Positivismo establece que tan sólo existe un método científico -el de la Ciencias Naturales- aplicable para plantas, animales y hombres (monismo metodológico). Idea que contrasta con el dualismo metodológico, que establece la necesidad de aplicar un método diferenciado al estudio de la acción humana, ya que la innata capacidad creativa diferencia al hombre del resto de animales.
El “Cientismo” no se puede aplicar por cuatro motivos básicos:
1)      Las ideas no se pueden observar directamente en el mundo exterior, sólo se pueden interpretar, y para ello se precisa de una teoría previa.
2)      Los fenómenos de la acción humana son complejos, no se pueden aislar, no son susceptibles de experimentos de laboratorio. Las leyes en Economía se enuncian siempre bajo la premisa deceteris paribus (a igualdad de circunstancias), pero la realidad siempre es cambiante, por lo que no se puede aislar el fenómeno. Por ello, primero es necesario enunciar la ley, y sólo después interpretar la realidad.
3)      No existen constantes: todo son variables, no existen relaciones funcionales y los fenómenos no se pueden medir cuantitativamente (el poder adquisitivo del euro, por ejemplo, varía constantemente).
4)      No se pueden aplicar modelos estáticos de equilibrio a una realidad que siempre cambia y está, además, en constante desequilibrio.
Las instituciones jurídicas y, en general, todas las instituciones sociales (lenguaje, dinero, mercado, etc.) surgen así de procesos evolutivos en los que un número muy grande de personas aporta cada una a lo largo de la historia su pequeño granito de arena de información práctica y creatividad empresarial, dando lugar de forma espontánea, y de acuerdo con la conocida teoría de Menger, a unas instituciones que son producto, sin duda alguna, de la interacción de muchos hombres, pero que no han sido diseñadas ni organizadas conscientemente por ninguno de ellos.
Y esto es así porque ninguna mente humana ni grupo organizado de mentes humanas posee la capacidad intelectual necesaria para asumir ni comprender el enorme volumen de información práctica que ha intervenido en la paulatina generación, consolidación y ulterior desarrollo de esas instituciones. Por el contrario, dichas instituciones han ido surgiendo como resultado del proceso empresarial de interacciones humanas, extendiéndose a grupos cada vez más amplios mediante el mecanismo de aprendizaje e imitación inconsciente -prueba y error-.
Así pues, dada la complejidad y naturaleza de la acción humana, su estudio y análisis precisa de un método radicalmente distinto al de las ciencias empíricas. La Praxeología tiene por objeto investigar la categoría de la acción humana, y ello mediante un método propio cuyas características básicas son:
1)      Apriorístico y deductivo: siempre parte de un axioma, un presupuesto irreductible. La acción humana es el punto de partida.
2)      Axiomas — supuestos — razonamiento lógico deductivos — leyes económicas.
3)      Las leyes de la economía tienen validez universal.
4)      Individualismo metodológico (Menger): todo debe ser retrotraíble a la acción humana individual, ya que toda la Ciencia Económica pivota en torno al individuo.
Así, lo único que se precisa para deducir todos los teoremas praxeológicos es conocer la esencia misma de la acción humana, un conocimiento que ya poseemos por el simple hecho de ser hombres. De este modo, no se requiere acudir a experimentación alguna, tan sólo es necesario aplicar el análisis lógico de aquellos conocimientos que llevamos dentro, referidos a la categoría de acción, para poder asimilar mentalmente los teoremas en cuestión. Partiendo de este fundamento inconmovible que es la categoría de acción humana, la Praxeología y la Economía progresan, paso a paso, en sus estudios mediante el razonamiento reflexivo.
La Praxeología -y, por tanto, también la Economía- es una disciplina de índole deductiva. Así pues, el método apriorístico-deductivo de la Escuela Austríaca es aplicable a las Ciencias Sociales en su conjunto. En este sentido, hay que tener en cuenta que el propio Menger, partiendo del estudio de la acción humana y de las relaciones de intercambio, logró articular una teoría acerca de la aparición y desarrollo evolutivo de las instituciones sociales. Lo mismo sucede con Murray Rothbard en su obraLa Ética de la Libertad.
Rothbard defiende que, existiendo una Ley Natural cierta y objetiva sobre la que construir un esquema de normas éticas (Derecho Natural), es posible determinar, en última instancia, una serie de leyes o normas materiales capaces de regir realidades concretas
La ética de la ley natural establece que puede determinarse lo que es bueno o malo para el hombre según le permita o le impida realizar lo que es mejor para la naturaleza humana
La Escuela Austríaca se fundamenta, precisamente, en la existencia de una serie de derechos individuales que son inalienables y forman la esencia misma del Derecho Natural, tales como el respeto a la vida, la propiedad privada, la libertad y el cumplimiento de los contratos. De hecho, la evolución natural de las instituciones sociales responde, precisamente, al cumplimiento de dichos principios fundamentales para el desarrollo pacífico de la vida en sociedad.
Rothbard, partiendo de las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino y conforme a lo señalado por el jurista inglés sir William Blackstone, demuestra que si una acción tiende a la felicidad humana ésta forma parte de la Ley Natural, mientras que si destruye la felicidad humana entonces está prohibida por esa misma Ley Natural. Dicho fundamento ético es esencial para poder comprender la naturaleza misma del ser humano y enjuiciar así, correctamente, los actos que tienden a favorecer o destruir el progreso económico y el desarrollo de una vida pacífica en sociedad.
Es éste, y no otro, el sustrato ético que conforma el surgimiento y desarrollo de los órdenes espontáneos, es decir, de las mismas instituciones sociales, tales como el mercado, el dinero o el derecho. De hecho, los padres fundadores de EEUU enunciaron explícitamente tales derechos, al establecer en la Declaración de Independencia lo siguiente:
Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad
En este sentido, resulta evidente que el intervencionismo estatal y la coacción son actos inmorales y éticamente condenables por obstaculizar la función empresarial y, por tanto, la cooperación social, esencia misma del mercado (equivalente a la sociedad). De este modo, las leyes deben limitarse a declarar los derechos naturales de los seres humanos y a prohibir toda conducta que viole dichos derechos, ya que de lo contrario surgiría una tiranía legal.
Un sistema jurídico libertario, tal y como establece Rothbard, debe permitir que la sociedad se organice libremente (de forma espontánea) siguiendo las decisiones individuales de los miembros que la integran (cooperación social mediante relaciones libres de intercambio). El orden jurídico espontáneo se sustenta sobre el respeto a estos principios básicos que conforman el Derecho Natural.
Al hablar de ley o derecho, se trata de la ley como salvaguarda de la libertad, por tanto, no es otra cosa que no sea el conjunto de normas de conducta que constituyen el derecho privado y el derecho penal, lo que implica que no es derecho cualquier prescripción emanada por una autoridad legislativa que sobrepase lo señalado.
Partiendo de esta base, Rothbard fundamenta racionalmente en su obra una ética positiva de la libertad. Según el autor, la economía puede ciertamente contribuir en gran medida a la defensa de la libertad individual, pero no es capaz de implantar por sí sola una auténtica filosofía política. Para emitir juicios políticos se requieren juicios de valor, por lo que la filosofía política es necesariamente ética y, por tanto, es preciso implantar un sistema ético positivo para poder defender con sólidos argumentos la causa de la libertad.
La clave de esta teoría ética es la clara delimitación de los derechos de propiedad, que el autor realiza siguiendo la línea marcada por el respeto al Derecho Natural ya enunciado y, concretamente, el derecho que todo individuo tiene a poseerse a sí mismo y disponer de su ser y todo aquello en que imprime el sello de su acción (propiedad privada).
Además, la Ley Natural, tal y como señala Rothbard, es el conjunto de normas que el hombre es capaz de descubrir por medio de la razón. Al igual que acontece en el análisis del primer (acción humana) y segundo nivel (relaciones de intercambio), el estudio de las instituciones ha de ser abordado desde el método apriorístico-deductivo. Y es que todo parte de la acción humana, incluido el nacimiento y desarrollo espontáneo de las instituciones sociales, aunque éste tenga lugar de un modo inconsciente y no deliberado.
No obstante, la acción humana es el axioma básico de partida y, por lo tanto, todo ámbito de las Ciencias Sociales (inclusive las instituciones o tercer nivel) debe ser retrotraíble a éste, tal y como enunciaron Menger y Mises. No es posible comprender o estudiar el mercado como institución sin recurrir a la acción humana, por lo que, en todo caso, el método adecuado debe ceñirse alapriorístico-histórico-deductivo. No obstante, el propio Menger logra explicar el surgimiento evolutivo del dinero partiendo de la necesidad natural de intercambio que tienen los hombres para satisfacer sus fines subjetivos concretos, situando así el dinero como un “medio” para el cumplimiento de un determinado fin (intercambio).
En su obra, Rothbard aborda este campo enumerando una serie de principios éticos universalmente válidos que, partiendo del respeto y cumplimiento del Derecho Natural, son enunciados mediante la aplicación del método apriorístico-deductivo. De ahí que se centre, sobre todo, en desmontar el Estado, al ser concebido como un ente ilegítimo e inmoral desde la óptica austríaca del respeto a los derechos inalienables de todo individuo. Una idea que enlaza, sin duda, con la Teoría de la Eficiencia Dinámica elaborada por Huerta de Soto.
Por ello, el anarcocapitalismo que defiende Rothbard es la representación más pura del orden espontáneo del mercado en todos sus ámbitos, incluyendo, el derecho, la justicia, la seguridad o el sistema político. En el seno de la Ciencia Económica, el anarcocapitalismo se ocupa de la teoría general del orden espontáneo extendido a todas las áreas sociales incorporando, además, por contraste y oposición, el análisis de los efectos de descoordinación social generados por el estatismo en cualquier parcela en que incida.
El objetivo de Rothbard consiste, única y exclusivamente, en articular una serie de leyes y principios básicos a nivel institucional partiendo del axioma de la acción humana a través del método apriorístico-histórico-deductivo, al igual que hicieron Menger y Mises, entre otros autores, en el primer y segundo nivel.
Su obra se centra en desmontar punto por punto la supuesta legitimidad del estado con lo que, una vez eliminado, el resultado natural conduce a una suerte de anarcocapitalismo cuyos efectos y consecuencias son del todo imprevisibles, ya que dicho sistema tan sólo existe a nivel teórico. En este sentido, mas que la elaboración de una utopía irrealizable, Rothbard efectúa un original ejercicio consistente en proponer alternativas teóricas a la provisión de servicios que, en la actualidad, son públicos, pero que bien podrían ser privados. Sin embargo, ello no quiere decir que, de llegarse a tal situación (ausencia de estado), se alcancen los mismos resultados. En tal caso, todo dependerá del incierto e imprevisible devenir del orden espontáneo.
Lo único que plantea Rothbard es la necesidad de eliminar el estado (anarcocapitalismo) con el único fin de propiciar la existencia de un contexto libre de toda coacción pública para que dicho orden se extienda y crezca en toda su intensidad. 

lunes, 27 de octubre de 2014

Los errores económicos de Pablo Iglesias en Salvados, por Juan R. Rallo


Pablo Iglesias estuvo en Salvados y efectuó varias afirmaciones de cariz económico equivocadas. Las copio a continuación junto al correspondiente enlace donde son desmentidas:

domingo, 26 de octubre de 2014

La verdadera historia del País Vasco: así se unieron Álava, Vizcaya y Guipúzcoa a Castilla. Por CÉSAR CERVERA

El nacionalismo vasco se cuida en esconder que las tres provincias históricas se anexionaron a Castilla de forma pacífica hace más de siete siglos. Los matrimonios entre nobles y la afinidad cultural fueron las principales armas castellanas

Lejos de la imagen que quieren transmitir los nacionalistas de un pueblo aislado del resto de regiones españolas, la historia de lo que hoy conforman las tres provincias vascas está directamente vinculada a la del Reino de Castilla desde hace más de siete siglos. Y, si bien el Señorío de Vizcaya y el Señorío de Arriaga (aproximadamente el 40% de la actual Álava) conservaron durante un tiempo sus propias instituciones, no tardaron en adoptar la legislación castellana.
No obstante, cada una de las tres regiones históricas, cuyos territorios no corresponden exactamente a los actuales, protagonizó distintos procesos de unión al Reino de Castilla. Así, el único punto en común entre las tres es que la anexión se efectuó en el marco de la competencia entre la Corona de Navarra y la Corona de Castilla. Si finalmente la balanza se inclinó a favor de los reyes castellanos, fue por la capacidad de estos de desarrollar una política de mutua conveniencia para estas regiones, donde cabía el respeto por sus instituciones medievales.

Guipúzcoa: la población eligió Castilla

La primera mención documental sobre Guipúzcoa data del siglo XI y la incluye como una tierra perteneciente al Reino de Pamplona. Sin embargo, los esfuerzos por mantener la zona de Guipúzcoa bajo la influencia navarra naufragaron en 1076, con la muerte de Sancho IV de Pamplona. Ese año, la mitad occidental del territorio guipuzcoano pasó a Castilla, regida por Alfonso VI, mientras el resto se incorporó al dominio del rey navarro-aragonés (monarquía que duró hasta 1134). A partir de entoncesa, serán los señores de Vizcaya quienes gobiernen la mayor parte de Guipúzcoa en nombre de los reyes castellanos.
En el año 1200, Alfonso VIII de Castillaincorporó Guipúzcoa de forma definitiva a su reino. Nada pudo hacer Navarra para evitarlo, frente al potencial militar de los castellanos y la firme decisión de las pueblas guipuzcoanas. Si bien la nobleza local era defensora de la causa navarra, el pueblo, con vocación comercial, sentía mayor vinculación con el Reino de Castilla. Pronto la decisión se demostró sumamente acertada. Durante los siguientes años, frente al inmovilismo navarro que en las últimas décadas del siglo XII solo había fundado San Sebastián (con el objetivo de obtener una salida al mar), Castilla promovió una ambiciosa reestructuración del territorio. La fundación de un total de veinticuatro núcleos, en algunos casos se trataba solo de la concesión de la categoría de villa, asentó el dominio castellano en Guipúzcoa en la primera mitad del siglo XIII.
Además de para fortalecer su posición, los reyes castellanos vieron claro el potencial marítimo de levantar villas en la zona. Entre los años 1203 y 1237, los reyes Alfonso VIII y Fernando III impulsaron la creación de cuatro localidades costeras –Fuenterrabía, Guetaria, Motrico y Zarauz– que en el futuro se revelaron cruciales para la presencia marítima del Reino de Castilla en el Cantábrico.

La nobleza alavesa entregó la región

Hasta el siglo X la región de Álava era tan solo un territorio fronterizo del reino asturiano, donde se repetían las invasiones musulmanes desde el valle del Ebro. Cuando el dominio musulmán menguó en el norte de España, las coronas de Castilla y Navarra pusieron sus ojos en la región de Álava y desplegaron su influencia sobre los condes locales. En 1076, con el asesinato de Sancho IV de Pamplona, el reyAlfonso VI de Castilla incorporó a su reino La Rioja, Vizcaya, Álava y, como ya hemos mencionado, parte de Guipúzcoa. No en vano, esta anexión y otras posteriores fueron solo de carácter temporal y hubo que esperar hasta principios del siglo XIII para que se produjera su unión definitiva a Castilla.
Entre 1199 y 1200, la preeminencia navarra sobre Álava sufrió un vuelco en el contexto de un episodio bélico contra Castilla. El rey Alfonso VIII de Castilla conquistó por la vía militar Vitoria y parte de Álava. Al contrario del caso de Guipúzcoa, donde la población defendió la causa castellana y la nobleza la navarra, el dominio castellano sobre Álava fue previamente negociado con los nobles alaveses, descontentos con la política de los reyes navarros de fundación de villas. Sin embargo, el territorio dominado por el Señorío de Arriaga, cerca del 40% de la actual Álava, fue independiente a Castilla hasta su autodisolución en 1332, fecha en la que se produjo la entrega voluntaria de las tierras de la Cofradía a Alfonso XI. En contrapartida a la autodisolución de esta institución de orden feudal, los hidalgos alaveses obtuvieron de Alfonso XI el reconocimiento de un estatuto jurídico privilegiado.
Así y todo, la adhesión a Castilla se puede considerar plena desde el siglo XIV, salvo por un breve periodo de la guerra civil castellana en el siglo XIV entre Pedro I y Enrique de Trastámara, durante la que Carlos II de Navarra retuvo bajo su corona a las villas más importantes de Álava.

Vizcaya, un baluarte militar para Castilla

En el periodo de los Tercios de Flandes, cuando se hablaba de vizcaínos se hacía referencia a cualquier habitante procedente de las regiones vascas. Una demostración del protagonismo que adquirió el Señorío de Vizcaya en la incipiente Monarquía hispánica. Pero mucho antes de su adhesión, al igual que en Álava y Guipúzcoa, los nobles de Vizcaya se vieron en la tesitura de si acercarse a la esfera de Navarra o a la de Castilla. En su caso, la influencia castellana se impuso casi desde el principio y muchos historiadores afirman que el señorío de Vizcaya ya era vasallo del Reino de Castilla en 1379. Con todo, desde el siglo XII los reyes castellanos habían efectuado continuas alianzas con los señores de Vizcaya para sus empresas en la Reconquista. En agradecimiento a su esfuerzo bélico, los monarcas castellanos dispensaron numerosos cargos, honores y estados a los nobles vizcaínos. Fue, por tanto, una región históricamente beneficiada y cuidada por Castilla.
El Señorío de Vizcaya fue heredado por los sucesivos descendientes de la familia López de Haro, de origen navarro pero afiliación castellana, hasta que en 1370 recayó por herencia materna en el infante Juan de Castilla, permaneciendo desde entonces el señorío vinculado a la Corona, primero a la de Castilla y luego, a la de España. La única condición era que el señor de turno jurase defender y mantener los fueros del señorío (los fueros de Vizcaya), que en su texto afirmaban que los vizcaínos podían desobedecer al señor que así no lo hiciera.

Pablo Iglesias quiere “asaltar el cielo”, no merecerlo

 Hay dos formas de entender el concepto dieciochesco de “felicidad”: a la americana -“the pursuit of hapiness”- como sagrado derecho individual a buscarla; o a la francesa, el modelo jacobino que los comunistas siguen copiando hasta nuestros días: la felicidad es lo el partido decida. Y chitón. Monedero sería un faux monnayeur.

Iglesias quiere conquistar el cielo para ser Dios

La fórmula “asaltar los cielos” (título de la película sobre el asesinato de Trotski; también de las memorias de la secretaria de La Pasionaria, Irene Lewy, casada con el periodista César Falcón, el autor de “Pueblo sin Dios” (“Asalto a los cielos”, Ed. Temas de Hoy. 1996); usadísima por Mao como alternativa a la brumosa teología confuciana- saca su extraordinaria fuerza de la religión, hunde sus raíces, como el mesianismo marxista, en el debate eterno del hombre sobre el más allá, en la idea de abolir Dios como lo que está más allá del hombre. La tentación luciferina de “ser como Dioses” que plantea el comunismo es si el Hombre se proclama Dios, no de sí mismo (que sería un nietzscheanismo adolescente, llevadero) sino de los demás hombres, porque conoce la Historia, sus leyes y el camino a seguir.
Cuando Pablo Iglesias dice que el cielo no se toma por consenso sino por asalto lo que nos anuncia es que el comunismo en España renuncia a la democracia y aspira, mediante la violencia, a instalarse en el cielo, a ser Dios. Iglesias y Monedero quieren ser nuestros dioses, como Stalin en la URSS, Mao en China, Fidel en Cuba o en Venezuela Chávez, el inmortal, según Podemos.
En la tradición española, católica, el cielo se merece, se gana con nuestras buenas obras. E Iglesias -¡qué apellido, qué destino!- nos lo quiere expropiar. Como todos los líderes comunistas, él aspira a ser Dios para mandar sin límites, sin más leyes que su voluntad, sin el menor respeto a la libertad de los demás humanos, que a los pies de los dioses de la Cheka somos nada, apenas un charquito de sangre. Y para impedir que Iglesias tome el Cielo sin merecerlo, por asalto, habrá que luchar mucho en esta Tierra.
Fuente: http://laverdadofende.wordpress.com/2014/10/20/pablo-iglesias-quiere-asaltar-el-cielo-no-merecerlo/

Frases del Che Guevara contra los negros y los homosexuales



Ernesto Che Guevara, líder de la revolución tan recordado y adorado por muchos, tuvo reiteradas declaraciones contra lo que predica hoy la izquierda. Sus frases racistas con los negros, despectivas con los homosexuales, antipacifistas, contrarias a la libertad de prensa y a favor de la muerte y la violencia le situarían en nuestro tiempo como un fascista de bota metálica. 
A continuación, colgaremos 10 frases del Che Guevara que le definen –en los términos más irónicos- como el adalid del progreso, el centinela de la libertad y el promotor de los derechos humanos del hombre.
1. “Los jóvenes deben abstenerse de cuestionamientos ingratos de los  mandatos gubernamentales. En su lugar, tienen que dedicarse a estudiar, trabajar y al servicio militar”.
2. “¡Los jóvenes deben aprender a pensar y actuar como una masa. Es criminal pensar como individuos!”.
3. “Nunca debemos establecer la coexistencia pacífica. En esta lucha a muerte entre dos sistemas tenemos que llegar a la victoria final. Debemos andar por el sendero de la liberación incluso si cuesta millones de víctimas atómicas”.
4. “Hay que acabar con todos los periódicos. Una revolución no se puede lograr con la libertad de prensa”.
5. “Para enviar hombres al pelotón de fusilamiento, la prueba judicial es innecesaria. Estos procedimientos son un detalle burgués arcaico. ¡Esta es una revolución! Y un revolucionario debe convertirse en una fría máquina de matar motivado por odio puro”.
6. “¡El odio es el elemento central de nuestra lucha! El odio tan violento que impulsa al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, convirtiéndolo en una máquina de matar violenta y de sangre fría. Nuestros soldados tienen que ser así”.
7. “Los negros, esos magníficos ejemplares de la raza africana que han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño, han visto invadidos sus reales por un nuevo ejemplar de esclavo: el portugués.  El desprecio y la pobreza los une en la lucha cotidiana, pero el diferente modo de encarar la vida los separa completamente”.
8. “ El negro indolente y soñador se gasta sus pesitos en cualquier frivolidad o en ‘pegar unos palos’”.
9. “Ejecutar a un ser humano es algo feo, pero ejemplarizante. De ahora en adelante aquí nadie me volverá a decir el saca muelas de la guerrilla”.
10. “Tengo que confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar”.

17 de enero de 1600. “Aquí, la más principal hazaña es obedecer…”

El insigne escritor de las letras españolas y universales Pedro Calderón de la Barca fue seminarista, militar, escritor, poeta, dramaturgo, caballero de la orden de Santiago y sacerdote. Tras los estudios religiosos de su juventud, se alistó como soldado de infantería y anduvo en diversos frentes, como el de Cataluña, donde se combatía a los invasores franceses para expulsarles, llegando a distinguirse en algunas ocasiones.
Sus vivencias en aquel ejército le sirvieron para escribir los versos, tan ajustados a profesión de las armas y tan válidos hoy en día, que no han perdido un ápice de valor como consejo de un soldado veterano a uno recién alistado:

Este ejército que ves
vago al yelo y al calor,
la república mejor
y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que él adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira cómo procede.


Aquí la necesidad
no es infamia; y si es honrado,
pobre y desnudo un soldado
tiene mejor cualidad
que el más galán y lucido;
porque aquí a lo que sospecho
no adorna el vestido el pecho,
que el pecho adorna al vestido.

Y así, de modestia llenos,
a los más viejos verás
tratando de ser lo más
y de aparentar lo menos.
Aquí la más principal
hazaña es obedecer
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.

Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados.
Comedia famosa. Para vencer a amor, querer vencerle, Valencia, 1650.



Vida Militar

Sobre su carrera militar el general López Muñiz en su “Diccionario Enciclopédico de la Guerra” dice:
“En 1625 cambió la pluma por la espada sirviendo en los ejércitos españoles de Lombardía y Flandes hasta 1628, en los que adquirió fama de buen soldado”.
“En 1640 se enroló en las tropas del Conde-Duque en Cataluña sin que haya podido concretarse en qué acciones tomó parte; al siguiente año (1641) regresó a Madrid por encargo del marqués de la Hinojosa para desempeñar una misión relacionada con el canje de prisioneros, siendo ésta su última actividad castrense conocida”.
Y La Gran Enciclopedia del Mundo asegura que:
“En 1623 parece haber intervenido en las guerras que España sostenía en Europa, pero en 1625 le encontramos de nuevo en Madrid, batiéndose en duelo con el actor Pedro de Villegas que había herido traidoramente a un hermano de Calderón. Incorporado de nuevo en los Tercios, se batió en Milán y Flandes hasta su regreso a España (1629) para dedicarse de lleno a las actividades literarias”.
“… sin apenas otro incidente que su intervención, en calidad de caballero de la orden de Santiago, en la represión del alzamiento catalán contra la política del conde-duque de Olivares (1640).”
De sus servicios militares en Flandes y Lombardía no hemos encontrado rastro documental. De los que hizo en Cataluña entre 1640 y 1642 existe en la Biblioteca Nacional de Madridun memorial impreso con el que pretendía el nombramiento de Ayuda de Cámara del Rey por sus servicios militares, los de su hermano José, que resultó muerto en un encuentro con el enemigo sobre el puente de Camarasa (Lérida) y en la reforma de un entretenimiento [premio] de treinta escudos al mes, que nunca cobró:
“Señor.
Don Pedro Calderón de la Barca Caballero de la Orden de Santiago dice: Que en 28 de mayo pasado de 1640 se presentó montado para el servicio de V. M. en la caballería de las Órdenes. Y en 29 de septiembre siguiente se agregó y comenzó a servir en la compañía de caballos corazas del Conde Duque de San Lucar, Capitán General de la caballería de España, donde continuo el servicio de V. M. desde que la dicha caballería entró en el Principado de Cataluña, por el Col de Balaguer, hallándose en todas las ocasiones que se ofrecieron, y particularmente el día que Don Álvaro de Quiñónez, Teniente General de la dicha caballería fue a tomar los puestos de Cambriles, y rompió tres mil hombres, que el enemigo tenía emboscado fuera de la plaza, y en la toma de Saló, y Villaseca, y cuando dicha compañía y treinta arcabuceros a caballo de la del Comisario General Don Rodrigo de Herrera fue a reconocer a Contantin, y a la retirada rompieron quinientos hombres, que salían de Villaseca, para socorro de Tarragona, donde se degollaron la mayor parte de ellos, y de cuya ocasión el dicho Don Pedro salió herido en una mano, y sin retirarse a curar se halló en la entrega de Tarragona, cuando Monseñor de Espenan la rindió al Marqués de los Velez. Y después, cuando se reconoció a Martorel, fue uno de treinta corazas que se eligieron para que con la compañía del Capitán Don Juan de Oto cerrasen con tres tropas del enemigo. Donde se halló en la rota que allí se le dio, y toma, y quema del dicho Martorell. Y el día que el ejército de V. M. llegó a Barcelona, y peleo con la caballería francesa hasta meterla debajo de su rastrillo. Se halló en esta acción hasta que con su caballería tornó la vuelta de Tarragona, donde se halló en el sitio, y necesidades del, y el día que el enemigo tuvo cortados seiscientos caballos, que iban a forrajear. Se halló en el puesto de las horcas, que ocupaba Don Álvaro de Quiñónez con el resto de la caballería, haciendo en esta ocasión algunos particulares servicios, y obedeciendo las ordenes que se le dieron, poniendo en ellas muy a riesgo, y peligro su vida. Y el día que el Marqués de Villafranca metió el socorro en Tarragona fue elegido para asistir en la Marina, de donde no falto un punto, estando en ella con mucho riesgo, ayudando a facilitar el sacar el bastimento a tierra, y meterlo en la dicha plaza, de donde después de levantado el sitio, fue enviado a esta Corte a Vuestra Majestad por el Marqués de la Hinojosa, General de aquel ejército, con despachos de mucha importancia, y confianza, y cartas de credencia para otros, que se habían de tratar a boca cerca del estado en que se hallaban aquellas armas, de que dio muy buena cuenta, y muy a satisfacción.
Y después, cuando se formaron las Compañías de la Guardia de Vuestra Majestad por el año de 1642, para la jornada de Zaragoza, sentó su plaza en la del Conde de Oropesa, y con ella marchó gobernando una escuadra, y asistió a las cosas que se le ordenaron, con toda fineza y puntualidad, hasta que por hallarse muy enfermo, y imposibilitado del manejo de las armas, y reconociéndolo Vuestra Majestad así por su Real Cedula de 26 de noviembre de 1642 le dio licencia para retirarse a curar a donde mas comodidad tuviese, y pasaporte para los puertos de Castilla.
Es hermano de Don Joseph Calderón de la Barca, que sirvió a Vuestra Majestad en los Estados de Milán, Italia y Flandes desde el año de 1627”.
Y sigue el memorial con los servicios militares de su hermano José.
Pedro Calderón de la Barca había nacido en Madrid el 17 de enero de 1600 y falleció en la misma ciudad el 25 de mayo de 1681. Fue el tercero de los cinco hijos del matrimonio formado por Diego Calderón de la Barca, secretario del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda, y Ana María de Henao y Riaño, de una noble familia alemana.
Su producción literaria es abundantísima y variada; se le atribuyen más de doscientas obras, entre autos sacramentales, dramas religiosos, filosóficos e históricos, comedias de costumbres, pastoriles, caballerescas y mitológicas, entremeses y mogijangas.
* José Palau es especialista en la historia militar del s. XVII