2.- Zimbabue, 2006-2009
Es el más reciente y hasta ahora el único caso de hiperinflación del siglo XXI, provocado casi en exclusiva por las políticas insensatas de la tiranía de Mugabe. La corrupción generalizada del régimen, la impresión masiva de moneda no respaldada para pagar a los funcionarios y al ejército, unidas a políticas agrarias erráticas llevaron a la pérdida de confianza en la moneda local durante 2005 y 2006. Durante ese último año los precios se multiplicaron por mil, lo que llevó al gobierno a tomar dos medidas, una, introducir una nueva moneda (“nuevo dólar”) en lugar del viejo dólar de Zimbabue, a razón de mil dólares por cada nuevo dólar, y dos, prohibir la inflación. El éxito de semejante estupidez fue escaso. Durante 2007 la inflación alcanzó cotas de tres cifras mensuales, y un acumulado anual del 66.000%. Pero lo peor llegó en 2008.
Ticket del bar de un hotel en las Cataratas Victoria en marzo de 2008. Una botella de agua mineral costaba 95 millones de dólares, y una cena diez veces más. Los 1.200 millones de dólares equivalían a 52 dólares americanos. Debajo un par de fotos que ilustran espectacularmente lo que es una moneda sin valor (fuente de las tres).
A principios de 2008 la moneda (“nuevo dólar”, recordemos) estaba tan depreciada que el gobierno imprimió billetes de diez millones de dólares, equivalentes a cuatro dólares de EE.UU., y que pronto se quedaron cortos. Con los precios doblándose cada cuatro días en abril se lanzaron billetes de 50 millones, y en mayo de 100 y 250. El fenómeno no se detuvo ni por asomo, así que en julio ya había billetes de 500 y mil millones de dólares. Pronto la cosa se desmadró más de lo imaginable, y fueron necesarios billetes de La tasa de inflación mensual en ese momento ya se medía en “millones por ciento” (dos millones según el gobierno, ocho millones según expertos independientes). Por hacerse una idea, eso supone multiplicar los precios por ochenta mil cada mes, lo que hoy vale cien en un mes costará 8 millones y en dos meses costará 64 billones. Una cerveza en un bar de Harare costaba el 4 de julio a las cinco de la tarde 100 mil millones de dólares, y 150 mil al cabo de una hora. Un billete de autobús costaba el doble por la tarde que por la mañana. Ese mismo mes, tras imprimir los primeros billetes de cien mil millones, se anunció un “tercer dólar”, con diez ceros menos que el anterior, pero la medida fue inútil.
Billetes de cincuenta y cien billones (trillions anglosajones) emitidos por el Banco de Zimbabue en 2009.
La tormenta perfecta inflacionista siguió su curso; a diferencia de lo que sucedió en los casos alemán o incluso yugoslavo, los problemas de Zimbabue eran estructurales y se habían acumulado ya varios años de hiperinflación. Con una tasa de paro del 80% y salarios en billones de dólares que no alcanzaban para pagar un billete de autobús, los precios siguieron duplicándose de media cada 24 horas, y en enero de 2009 ya existían de nuevo en circulación billetes de cincuenta mil millones de dólares (equivalentes a 500 mil trillones de dólares de 2005, y aproximadamente a medio dólar americano). Posteriormente se imprimieron billetes de hasta cien billones de dólares, y se lanzó un “cuarto dólar” con doce ceros menos (un billón de “terceros dólares” por cada “cuarto dólar”) justo antes de que, de manera oficial, la moneda fuera abandonada y sustituida por el dólar americano y el rand sudafricano. En conjunto, un “cuarto dólar” equivalía a uncuatrillón de dólares pre-inflación. La tasa de inflación mensual más alta alcanzada por Zimbabue fue la inabarcable cifra de 7.96 × 1010 %, es decir, 796.000.000.000%, lo que suponía multiplicar los precios casi por un billón, con be, en un mes.
1.-Hungría, 1946
Y llegamos al caso de inflación más salvaje jamás conocido. Al finalizar la II Guerra Mundial la situación de Hungría era bastante precaria; su infraestructura estaba destrozada casi en su totalidad y la rapiña de soviéticos y nazis les había dejado tiritando; para colmo el país le debía a la URSS 300 millones de dólares de la época en concepto de reparaciones de guerra, que era prácticamente todo lo que podían obtener en metales preciosos y divisas extranjeras. Como en todos los casos que hemos visto, el gobierno pretendió solucionar el déficit imprimiendo toneladas de papel moneda para estimular el crédito barato y la reconstrucción de la economía, pero el resultado fue nefasto. Para empezar, los ahorros de la población se convirtieron en aire al actuar la hiperinflación como un impuesto revolucionariosobre la clase media, una constante en esta clase de fenómenos. La malnutrición infantil, ya erradicada en el país, volvió a aparecer al desplomarse el poder adquisitivo de las familias.
Billete de cien trillones de Pengs; es el billete con la denominación más alta jamás emitido. Su valor real en el momento de su emisión era apenas una milmillonésima parte de un céntimo de dólar.
La inundación de masa monetaria sin ningún tipo de bien tangible detrás, ya fueran metales preciosos o bienes del estado, provocó un alza incontrolable de los precios. Lo primero que desapareció de la circulación fueron las monedas, primero las de plata e inmediatamente después las de cobre y níquel, al ser los metales de los que estaban hechas mucho más valiosos que el valor facial de éstas. En abril de 1946 había en el mercado 34 billones de billetes circulando, una cifra que no haría sino aumentar. En 1941 una barra de pan costaba 1 peng (la moneda local, llamada pengő en húngaro); en abril del 46 una única rebanada costaba 450.000 pengs, y para julio la cifra había subido a los seis mil millones. Los salarios se actualizaban constantemente para ajustarse a la inflación, pero esto no hacía más que agravar la situación, porque ese sobrecoste se trasladaba al consumidor. Los tenderos y vendedores comenzaron a anticiparse a la inflación actualizando sus precios cada dos horas o menos, lo que agravó la espiral. Algunas empresas instauraron el llamado “salario calórico”, por el que se remuneraba a los trabajadores según sus necesidades alimenticias. Los salarios, que llegaron a ser de trillones de pengs mensuales, apenas daban para comprar nada, y la gente sobrevivió como pudo gracias a la remuneración en especie y a la ayuda de parientes que vivían en el campo.
Pengs siendo barridos de la calle tras el abandono de la moneda en agosto de 1946
En los siete meses más duros de hiperinflación, los que van de enero a julio de 1946, el poder adquisitivo real de los salarios, pese a las constantes actualizaciones, se redujo en un 85%. Los salarios se llegaron a pagar cada cuatro horas; a efectos prácticos lo peor que se podía hacer era conservar el dinero; con los precios aumentando de hora en hora conservar un billete un día era ver su valor reducido a un tercio del original. Como en la Alemania de Weimar, el trueque se impuso en algunas transacciones comerciales; los agricultores dejaron de aceptar moneda local para los pagos, lo que provocó, dada la escasez de oferta, todavía más inflación. El punto culminante de la locura se dio en julio de 1946; ese mes la inflación fue de 4.19 × 1016 %, en números reales 41.900.000.000.000.000%, o sea 42 mil billones por ciento. Los precios llegaron a duplicarse dos veces cada día. El final de la inflación comenzó cuando se eliminó el peng y se introdujo el florín (forint), una moneda intercambiable por oro, y, por tanto, sujeta a variaciones en el mercado internacional y mucho más estable. Es la moneda que aún continúa en uso en el país.
Billete de mil trillones de pengs. Aunque su valor facial es diez veces superior al de la primera imagen, nunca llegó a ser emitido, aunque sí impreso. Poco después de su impresión el peng fue retirado de la circulación. En ese momento (agosto de 1946) todo el dinero circulante en Hungría valía exactamente la décima parte de un centavo de dólar.
Fuentes y más info: Sobre la hiperinflación de Hungría es muy recomendable y completa la entrada que le dedicó La saga de Dashellel mes pasado.
Fuente:https://fronterasblog.wordpress.com/2011/08/25/cuando-el-dinero-no-vale-ni-el-papel-en-el-que-esta-impreso-y-ii/
Otras fuentes: Wikipedia en inglés (2, 3, 4, 5, 6) y en español (2, 3,4); CNBC, Cato Institute, Libertad Digital (2), Tom Chao, San José University,
Me reitero en lo anteriormente dicho.
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