Juan J. Molina

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Juan J. Molina

jueves, 15 de enero de 2015

El fin de la historia y el último hombre – Francis Fukuyama

  • INTRODUCCIÓN.
Durante el verano de 1989, la revista “National Interest” publicó un ensayo titulado “El fin de la historia”, el que causó gran revuelo mundial, por lo que dio pie para que su autor escribiera, en 1992, un libro titulado “El fin de la historia y el último hombre”.
Para saber quién es este hombre y lo que establece su tesis se ha efectuado este trabajo, comenzando con una biografía con el propósito de entender la génesis de sus planteamientos, continuando con una revisión a los conceptos de Democracia y Liberalismo, los cuales se consideran indispensables para entender las ideas de Fukuyama, posteriormente continuar con una explicación de su tesis y finalmente concluir con una visión crítica tomando como base comentarios y trabajos que se han encontrado en diversas fuentes relacionadas con el tema.
  • EL HOMBRE.
Francis Fukuyama nació en el seno de una familia de origen japonés en 1952, en la ciudad de Chicago, EE.UU. Se formó en las Universidades de Harvard y Yale, y es Doctor en Filosofía y Letras. Durante su carrera escribió sobre democratización y política económica internacional, especializándose en la política exterior de la ahora ex Unión Soviética. También trabajó para el Departamento de Estado de los EE.UU.
Al momento de escribir el artículo era Director Delegado del Cuerpo de Planeamiento de política del Departamento de Estado, y posteriormente se desempeñó como asesor residente de la Corporación Rand, en Washington D.C. Fue en este último puesto, convertido en celebridad y con un contrato para ahondar en sus pensamientos, lo que le permitió concretar el libro, cuestión de este análisis.
El Señor Fukuyama es especialista en la relación entre democratización y política económica internacional. Desde su cátedra en la George Manson University, ha centrado sus estudios en el rol de la cultura y el capital social en la vida económica moderna.
Actualmente está casado y es padre de dos hijos.
  • DEMOCRACIA Y LIBERALISMO
Antes de señalar las ideas y postulados de Fukuyama es necesario revisar qué se entiende por Democracia y por Liberalismo.
La idea de la Democracia, está necesariamente asociada al concepto de libertad humana. El hombre se siente libre cuando toma sus decisiones por sí mismo. Si vive en sociedad y acepta la autoridad de un gobierno, es porque el, libremente, lo ha resuelto así. De ahí, que la forma de conservar su libertad, sea la de elegir a sus gobernantes; hacer las leyes que va a obedecer y decidir, la conducta que habrá de seguir la nación, tanto en los asuntos internos, como en los externos.
La palabra Democracia, es de origen griego y significa literalmente, poder o autoridad del pueblo. Un gobierno es democrático cuando en las decisiones de importancia que afectan al Estado, intervienen la mayoría de los ciudadanos. Los ciudadanos de un Estado Democrático, suelen adoptar sus decisiones políticas, bien por sí mismos o por medio de sus representantes.
En el primer caso, existe una democracia directa, porque no hay intermediarios entre la voluntad popular y los actos del gobierno. Cuando es necesario, el pueblo se reúne y actúa por sí mismo.
En las democracias representativas, que es el segundo caso, el pueblo elige a sus delegados, para que gobierne en su nombre y representación. La democracia representativa es la que prevalece en la actualidad.
Por otra parte, el liberalismo clásico, pude entenderse como la aplicación de tres conceptos básicos:
Primero: un compromiso con la libertad personal, definida como la no interferencia en las creencias y en la búsqueda de objetivos privados.
Segundo: una política de estricta libertad económica.
Tercero: una doctrina del gobierno limitado y restringido a asegurar las funciones básicas de la organización de la sociedad, particularmente, la libertad, la seguridad y la justicia.
La palabra Liberalismo designa una filosofía política, fundada en el valor de la libertad individual, describe así mismo un conjunto de principios ideológicos de una serie de partidos políticos en el mundo occidental e identifica una perspectiva de análisis frente a los mecanismos rectores del funcionamiento de la economía.
Todos estos significados, sin embargo, tienen su fundamento en el llamado “liberalismo clásico”, característico de un modo de observar el mundo de la economía política.
  • SU TESIS
El artículo escrito por Francis Fukuyama y complementado por el libro, afirmaba que la caída del comunismo y el triunfo de las democracias liberales marcaban el comienzo de la etapa final en la que no había más lugar para largas batallas ideológicas. En este sentido, la historia habría terminado. El “Fin de la historia”, afirma Fukuyama, significaría el fin de las guerras y de las revoluciones sangrientas, los hombres podrían satisfacer sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas.
El pensamiento tiene un marco histórico bien preciso, ya que se trata de la coyuntura desarrollada a partir de 1989 en Occidente, que estuvo marcada por el inicio del desmoronamiento de los regimenes del socialismo real en Europa del Este.
Para el politólogo norteamericano la democracia liberal es la forma ideal de gobierno, la etapa final de la historia, “la dirección” en la historia de la humanidad. Durante el siglo XX, hubo sistemas de gobierno que compitieron con la democracia liberal, como el fascismo o el comunismo, pero uno a uno fueron cayendo. Reconoce que no todos los países, son en la actualidad democracias liberales ya que de acuerdo a su perspectiva, para que así sea, deben cumplir con tres condiciones: Que tenga una economía de mercado; que posea un gobierno representativo y, finalmente, que sea capaz de mantener los derechos jurídicos.
Fukuyama hace notar que los países que pudieron obtener un alto nivel de desarrollo industrial como EE.UU., Japón, Europa Occidental, son los que lograron generar democracias estables; esto sugeriría, a decir del autor, que existe una correlación entre el desarrollo económico de un país y la capacidad de sostener esos sistemas representativos.
El libro no es una repetición del artículo original, ni trató de continuar la discusión con los críticos y comentaristas del ensayo. Tampoco es un estudio sobre el final de la guerra fría ni de ningún otro aspecto importante de la política contemporánea. Sí el libro está influido por los acontecimientos de la época y por ello, a decir del mismo autor, el tema vuelve a una cuestión muy vieja: “Si al final del siglo XX tiene sentido que hablemos de nuevo de una historia direccional, orientada y coherente, que posiblemente conducirá a la mayor parte de la humanidad hacia la democracia liberal. La respuesta a la que llegó es, obviamente, positiva y esto por dos razones: Una se relaciona con la economía y la otra con la que se llamó la lucha por el reconocimiento.”
Fukuyama no sugiere que llegó a su fin la historia como una sucesión de acontecimientos, sino la “Historia”, entendida ésta como un proceso único, evolutivo y coherente. Esta manera de entender la historia está estrechamente relacionada con el filósofo alemán G.Hegel, para quien había un desarrollo coherente de las sociedades humanas desde las simples sociedades tribales basadas en la esclavitud y la agricultura de subsistencia, a través de varias teocracias, monarquías y aristocracias feudales, hasta la moderna democracia liberal y el capitalismo motivado tecnológicamente. Este proceso evolutivo no era casual ni ininteligible, aun cuando no siguiera una línea recta, e incluso cabe discutir si el hombre era más feliz o vivía mejor como resultado del progreso histórico.
Hegel creía que la evolución de las sociedades humanas no era infinita, sino que acabaría cuando la humanidad hubiese alcanzado una forma de sociedad que satisficiera sus anhelos más profundos y fundamentales. Postulaba un “Fin de la historia” con un Estado liberal.
Lo anterior no significaba que el ciclo natural de nacimiento, vida y muerte llegara a su fin, ni que ya no hubieran de ocurrir acontecimientos importantes o que dejara de publicarse los periódicos que informaban sobre ello. Significaba, en definitiva, que no habría nuevos progresos en el desarrollo de los principios e instituciones subyacentes, porque todos los problemas realmente cruciales habrían sido resueltos.
El libro de Francis Fukuyama está dividido en 5 partes, en un poco más de 30 capítulos:
En las primeras dos partes, intenta esbozar una historia universal. Después de establecer en la primera, las razones para plantear de nuevo la posibilidad de una historia universal, propone en la segunda una respuesta inicial al tratar de emplear la ciencia natural moderna como regulador para explicar el carácter orientador y coherente de la historia. La ciencia natural moderna es un punto de partida adecuado porque constituye la única actividad social importante que, por consenso común, es a la vez acumulativa y orientadora, incluso si su impacto final en la felicidad humana resulta ambiguo.
En la tercera parte, el libro presenta una segunda interpretación del proceso histórico, paralela a la primera, al tratar de recobrar al hombre entero y no sólo su aspecto económico. Para hacer esto, vuelve a Hegel y a la interpretación no materialista de la historia, basada en la lucha por el reconocimiento.
La cuarta parte del libro ahonda y proyecta hacia el futuro algunas de las distintas maneras con que el deseo del reconocimiento se manifestará.
Finalmente la quinta parte, trata del “Fin de la historia” y de la criatura que surge del último hombre, es decir, la democracia liberal y su éxito frente a sus enemigos externos. Pero reconoce la existencia de contradicciones que la pueden minar como sistema político, problemas que van desde las drogas, los sin hogar, la delincuencia hasta los daños al medio ambiente y la frivolidad del consumismo.
También en su obra, el autor que comentamos hace una crítica al realismo político o política de poder de Estados Unidos, principalmente porque atribuye a dicha teoría la convicción de sostener que la inseguridad es un rasgo universal y permanente del orden internacional debido al carácter perpetuo del mismo, sugiriendo que dicho esquema estaría superado por la preeminencia de un sistema multipolar generado al término de la Guerra Fría.
  • UNA VISIÓN CRÍTICA.
El trabajo desarrollado por Fukuyama, se enmarca en un momento en que la sociedad vive el desmoronamiento de los regimenes socialistas en Europa del Este. Con ello, para el autor no se trata de la co-existencia del capitalismo y socialismo, sino de la derrota de este último y de la victoria final del capitalismo y liberalismo como sistema político. Es para Fukuyama, el triunfo de la cultura occidental.
Para el autor del libro, al no existir regímenes políticos superiores y al haber fracasado los modelos que se pretendían alternativos, la democracia capitalista aparece como el régimen político absoluto e ideal. Éste habría resuelto todas las inquietudes ideológicas planteadas y el país representativo de aquel, es decir, EE.UU habría satisfecho los máximos ideales de igualdad y libertad. La caída del socialismo es una demostración de ello.
Por ello el “Fin de la historia”, para Fukuyama, es la universalización de la democracia liberal como forma final de gobierno humano. Si bien esta democracia liberal no está materializada en todo el planeta, es sólo una cuestión temporal, porque en el plano de las ideas la forma de gobierno triunfante es la ideal y las alternativas no podrán convertirse en amenazas para la estabilidad lograda.
La descripción que hace Fukuyama del tiempo que viene pareciera ser una sociedad unipolar, sin conflictos y poco atractiva, es decir muy triste donde la voluntad por arriesgar la vida por un fin puramente abstracto, la lucha ideológica mundial que pone de manifiesto elementos como la bravura, el coraje, la imaginación y el idealismo, serían reemplazados por cálculos económicos, las preocupaciones acerca del medio ambiente y la satisfacción de demandas refinadas de los consumidores. Andrés Huguet Polo, en su ensayo “La tesis de Fukuyama sobre el fin de la historia”, afirma que quizás la misma perspectiva de inmovilismo, de siglos de aburrimientos en el fin de la historia servirá para hacer que la historia comience de nuevo.
Fukuyama en su texto, pareciera propiciar el estatismo, la inamovilidad de la historia; pretende limitar la evolución política y económica de la humanidad.
Descarta el marxismo como alternativa a la democracia capitalista; sin embargo su generalización se basa en la experiencia de la ex USSR y de los países de Europa del Este, pero no toma en consideración las experiencias que se han vivido en otros países como China, que tendrá sin lugar a dudas una incidencia en el futuro de la historia de la humanidad y que aún no se pronuncia sobre el liberalismo o el futuro de su partido comunista, o de un país como Cuba, que ha sabido mantenerse sin el apoyo de su antiguo socio. Los acontecimientos relacionados con la guerra de medio oriente, aún cuando la tesis lo descarta, también la pondrán a prueba.
En paralelo, Fukuyama plantea un mundo relativamente estable, a su gusto, pero deja en un segundo plano u orden, la miseria, la desocupación, la mortalidad infantil, los desequilibrios ecológicos o la pobreza que existe en algunos continentes (casi enteros), frente a la preeminencia del liberalismo como sistema y del capitalismo como forma económica.
Aunque el liberalismo político continúe expandiéndose, todavía habrá que esperar muchos años para comprobar si estamos llegando al Fin de la historia y del último hombre como lo anunciara el autor del libro, el historiador Francis Fukuyama.
BIBLIOGRAFÍA:
Fukuyama, Francis; “El Fin de la Historia y el último hombre”. Editorial Planeta, Buenos Aires, Argentina, 1992.
Huguet, Andrés; “Las tesis de Fukuyama sobre el fin de la historia”.Lima, Perú 1991.http://members.tripod.com/~Huguet/fukuyama.htm; 25 Marzo 2005.
Kimball, Roger; “Francis Fukuyama and the end of History”; The New Criterion Vol. 10, No. 6, February 1992
Políticas net. Año 2001. http://usuarios.lycos.es/politicasnet/autores/fucuyama.htm. fecha 22 Marzo 2005.
Sistemas de gobiernos,
30 de Marzo 2005.
La “Lucha por el reconocimiento” es un tema tratado por el filósofo alemán Georg Hegel (1770-1831), donde el hombre, a diferencia de los animales, requieren que se les reconozca, con valor y dignidad. Fukuyama ahonda en estos conceptos.
Kart Marx tenía un pensamiento similar, pero mientras Hegel propugnaba un Estado liberal, Marx lo hacía por una sociedad comunista.
Las potenciales amenazas son la presencia de movimientos religiosos y los nacionalismos.

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