Juan J. Molina

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martes, 4 de junio de 2013

Capitalismo a la sueca: cómo salir de la crisis bajando impuestos y recortando el gasto Escrito por Diego de la Cruz

Anders_Borg
 Ministro de Finanzas del gobierno sueco: Anders Borg

EL “ESTADO DEL BIENESTAR” SUECO, UN MITO TUMBADO HACE DÉCADAS
De 1880 a 1950, Suecia fue uno de los países de mayor crecimiento económico en todo el mundo. Hasta entonces, el tamaño del Estado se mantenía por debajo del 20% del PIB. No obstante, la socialdemocracia sueca decidió lanzar una agenda económica cada vez más intervencionista. Durante años, muchos vieron en Suecia un ejemplo a seguir. Los suecos no opinan lo mismo.
En 1970, Suecia aún era el cuarto país con mayor PIB per cápita, pero los años de Olof Palme y el creciente papel del Estado en la economía acabaron relegando a Suecia al puesto número 17 de dicho ranking. Fueron años en los que el sector privado apenas creó empleo, los impuestos no pararon de subir, los salarios se estancaron y las promesas del Estado del Bienestar no dejaron de ir a más…
Todo se vino abajo en la segunda mitad de los años 80. Las recurrentes devaluaciones de la corona y el continuo engorde de las plantillas de empleados públicos apenas sirvieron para retrasar algunos años el inevitable derrumbe del edificio socialdemócrata. Por eso, a la hora de la verdad llegaba la hora de abrir la economía y volver a abrazar el capitalismo, y ese ha sido el objetivo de las reformas acometidas desde entonces.  
LAS REFORMAS DEL GOBIERNO REINFELDT
En los años 90, tras décadas de hegemonía socialdemócrata, una coalición de cuatro partidos de centro-derecha ocupó el gobierno entre 1991 y 1994. El Primer Ministro Carl Bildt impulsó reformas de calado en muy poco tiempo: impulsó rebajas de impuestos, aprobó el “cheque” educativo o sanitario que permite elegir proveedores privados para recibir servicios públicos, aprobó una reforma de las pensiones que incluyó cuentas de ahorro individuala la manera chilena, aprobó leyes de gasto público que estuvieron límites y techos al mismo, etc.
Las reformas siguieron en pie durante la década siguiente, pero los cuatro partidos no volvieron al gobierno hasta 2006. Entonces, la plataforma electoral estaba encabezada por Fredrik Reinfeldt, que se presentó ante el electorado como elnuevo partido de los trabajadores. El discurso principal de la coalición que hoy se conoce como laAlianza por Sueciase centraba en ayudar a las clases medias a base de bajar impuestos y  endurecer las condiciones para obtener beneficios y subsidios.
La estrategia Reinfeldt pasaba por crear empleo y estimular el crecimiento a base de liberalizar la economía, eliminar rigideces y reducir las redes de subvenciones y transferencias que habían desarrollado los gobiernos socialdemócratas. El ritmo de las reformas fue intenso desde el primer día de la legislatura.
Así, al poco de llegar al gobierno, la Administración Reinfeldt abolió el Impuesto de Patrimonio y reordenó el Impuesto sobre la Renta para bajar la presión fiscal a diferentes grupos de contribuyentes. El gabinete también revisó a la baja el Impuesto de Sociedades hasta llevar su tipo general al 22%, bajando también el IVA del sector servicios del 25% al 12%. El Ejecutivo también eliminó tasas y gravámenes varios.
Anders Borg, el joven Ministro de Finanzas del Reino nórdico, no titubeó ante las quejas de la oposición: “los ganadores serán, a largo plazo, todos los suecos, pues así crearemos las condiciones para que nuestras empresas puedan competir a nivel global”. Algo similar declaró el Ministro de Educación Jan Björklund, que afirmó que “subiendo los impuestos al trabajo, conseguimos que menos gente trabaje… pero bajando los impuestos al trabajo, conseguimos que más gente trabaje”.
Las rebajas de impuestos tuvieron excelentes resultados: la socialdemocracia alertaba de que Suecia enfrentaría un “desempleo de dos dígitos” durante el gobierno de la Alianza, pero los hechos fueron muy distintos y la desocupación cayó hasta el 7,4% en verano de 2010. Think tanks y centros de estudio han determinado que las rebajas fiscales permitieron la creación de alrededor de 100.000 nuevos puestos de trabajo.
Pero no solamente se han bajado impuestos. Bajo gobierno de Reinfeldt, Suecia ha aprobado diferentes reformas de corte liberal. Entre ellas, el Ejecutivo ha ajustado el gasto en “ayuda al desarrollo”, cerrado agencias y entes públicos, eliminado el servicio militar obligatorio, liberalizado el alcohol, las farmacias y el transporte ferroviario, reducido los privilegios sindicales, legalizado el matrimonio civil entre personas del mismo sexo, etc. Solamente entre 2006 y 2010, la racionalización de los subsidios por desempleo y similares redujo en 150.000 personas el número de suecos que cobran estas transferencias.
En cuanto al gasto público, el peso del Estado en Suecia es casi idéntico al de España (49% vs. 47% del PIB). La tendencia en Suecia es a la baja, ya que cuando Reinfeldt llegó al poder, el Estado consumía el 54% del PIB. No obstante, el 47% de nuestro país supone un aumento significativo frente a los datos de 2004, cuando este indicador cayó al 38%.
El manejo del cuadro fiscal ha sido notable, ya que Suecia no ha incurrido en grandes déficits públicos y ha procurado mantener la estabilidad presupuestaria de forma rigurosa. La deuda del Estado sueco se acerca al 35% del PIB, frente al 50% de 2005, año previo a la primera legislatura de Reinfeldt.
Según Thomas Olofsson, responsable de las emisiones del Tesoro escandinavo, “hay un interés mucho mayor en los bonos de deuda suecos. Antaño, Suecia era un país que sufría mucho en tiempos de turbulencias económicas”. No obstante, como ha señalado la agencia Bloomberg, “el país se ha consolidado como un refugio para quienes temen las consecuencias de la crisis de deuda europea”. Así, el bono de deuda a diez años apenas cotiza 40 puntos básicos por encima del interés pagado a Alemania por los inversores.
Cabe destacar también que los contribuyentes suecos eligen directamente el destino de buena parte del dinero que entregan al Estado en concepto de impuestos. A través del sistema de “cheques”, cada familia elige en qué proveedor confía para gestionar aspectos como la educación, la sanidad, la atención a dependientes o incluso la búsqueda de empleo. Por tanto, aunque el Estado aún consume el 49% del PIB, buena parte de este gasto se enmarca en un plano de competencia que deja mucho margen de actuación al sector privado. En la sanidad, por ejemplo, el peso de los proveedores empresariales es de entre el 20% y el 30% del sector, si bien este porcentaje no para de crecer.
En cuanto al marco monetario, marcado por la permanencia de la corona y la no adopción del euro, la Suecia de hoy se caracteriza por la estabilidad que aporta la robustez del sector financiero, saneado tras la crisis de comienzos de los 90. La corona es una de las monedas del mundo desarrollado que mejor comportamiento ha tenido en el último lustro. De 2009 a 2013, la divisa ganó un 36% de valor frente al euro y un 41% frente al dólar estadounidense.  En 2012, un euro compraba 9,25 coronas, mientras que hoy serviría para hacernos con alrededor de 8,59.
Este fortalecimiento ha alimentado las críticas de los halcones de la devaluación. Economistas, empresarios y políticos de diverso signo han pedido al gobierno y al banco central que debiliten el valor de la moneda nacional. No obstante, ni el Ejecutivo ni el Riksbank han mostrado interés en tomar este tipo de decisiones. Según Per Jansson, gobernador del banco central sueco, “pensando en el largo plazo, la apreciación de nuestra moneda no es una amenaza para nuestra industria”. Reinfeldt, por su parte, ha pedido a las empresas que sean “más eficientes” para así consolidar una moneda “más fuerte”.
EL MINISTRO QUE MARCA EL RUMBO LIBERAL DE SUECIA
Ya hemos mencionado en párrafos anteriores al Ministro de Finanzas del Gabinete Reinfeldt, Anders Borg. Algunos medios hablan de él como el Ministro “punk”, por su pelo largo y su pendiente en la oreja. Eso sí: Borg se ha ganado a pulso su buen nombre a nivel internacional, hasta el punto de que el Financial Times le haya nombrado el mejor Ministro de Finanzas de toda Europa en diferentes ocasiones.
Borg no titubea en señalar los problemas de los países que han optado por el rumbo contrario a Suecia: “miren a España, Portugal o Reino Unido. Sus gobiernos dijeron que, para combatir la crisis, era necesario aplicar planes de “estímulo” de gran alcance. Pues bien, hoy vemos que ese “estímulo” no solamente no generó crecimiento, sino que esos países tienen ahora un problema aún más grande debido al crecimiento de su deuda pública”.
Sus críticas también se dirigen a la Unión Europea o al FMI. “Ante la crisis, lo único que pidieron era “estímulos”, “estímulos”, “estímulos”… Es sorprendente que Europa pensase que el cortoplacismo keynesiano nos podía sacar de la crisis. Algo deberíamos haber aprendido de nuestros problemas de los años 70 y 80”, se quejó Borg, quien también subraya que es capital “preocuparse del déficit público, porque el déficit puede acabar destrozándolo todo”.
El Ministro sueco también ha subrayado que “para alguien que no es economista, las políticas keynesianas pueden ser más seductoras”. No obstante, Borg ha destacado que el gobierno de Reinfeldt tenía claro que debía caminar en la dirección opuesta: “Suecia era un gran ejemplo de la euroesclerosis económica que sufre el viejo continente. Muchos impuestos, muchas regulaciones… Ahora llevamos veinte años de reformas”.
Para defender sus rebajas impositivas a los contribuyentes de rentas altas y a las empresas, Borg ha destacado que “para crear empresas debe haber un creador. No hay IKEA sin Ingvar Kamprad. No hay Tretra-Pak sin Ruben Rausing. Son dos de los mejores emprendedores que ha tenido Suecia… y los dos se fueron a vivir fuera de Suecia. Si tienes un Impuesto al Patrimonio o un Impuesto de Sucesiones, los empresarios emigran porque se vuelve cada vez más costoso mantener una empresa. Y los emprendedores son un factor de producción. La cohesión social es necesaria, pero es un problema pretender alcanzarla a base de ahuyentar a quienes crean empleo”. 
Eso sí, Borg también rebajó impuestos al resto de trabajadores. En algunos casos, esto ha significado que personas de renta media-baja ganen hoy el equivalente a un salario mensual más.

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