Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

viernes, 15 de mayo de 2009

EL DESGOBIERNO DEL GOBIERNO

EL DESGOBIERNO DEL GOBIERNO

Vivimos en un país descatalogado, no conozco ningún sistema que se pueda considerar democrático donde las leyes promulgadas por el gobierno nacional son sistemáticamente boicoteadas por los distintos gobiernos regionales y locales. Esta forma de actuar socava los principios fundamentales de la ley y el orden, si nos hemos dado un código (la Constitución) y hemos consentido en delegar en unos representantes (los políticos) para que gestionen la vida pública, resulta que esos mismos políticos se boicotean entre sí desobedeciendo las leyes, incumpliendo las normas, entorpeciendo el desarrollo de los proyectos, torpedeando cualquier iniciativa buena o mala con la única intención de desgastar al adversario político, sin embargo como siempre, los perjudicados somos los ciudadanos que asistimos atónitos a los tejemanejes de esta pandilla de caciques, cuya virtud más loable para ocupar puestos de responsabilidad en la vida pública es su nada despreciable capacidad para trepar dentro de sus partidos pisando cabezas a diestro y siniestro.
A mi no me gusta este gobierno y mucho menos el presidente que tenemos, el señor Rodríguez Zapatero, pero como demócrata no puedo admitir que no se obedezcan las leyes que emanan de este gobierno elegido democráticamente, ruego a Dios porque más pronto que tarde nos libremos de este nefasto mandato, pero mientras tanto no me queda más remedio que acatar el orden vigente e intentar arrimar el hombro pera que este barco en el que viajamos todos no se hunda.
Los déficits democráticos que podemos advertir en nuestros políticos actuales son altamente preocupantes, parlamentos que redactan estatutos y promulgan leyes anticonstitucionales, o gobiernos regionales que minutos después de acordarse una reforma o una ley en el Consejo de Ministros ya dicen que no piensan cumplirlas son el pan nuestro de cada día.
Vivimos en el desgobierno continuo por la dejadez de unos y la osadía de otros, rayando cuando no pasando descaradamente la línea que separa una democracia de una seudo democracia.

Juan José Molina Gallardo

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