Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

martes, 2 de marzo de 2010

PROBLEMAS DE UNA DEMOCRACIA CONSENSUAL


Problemas de una democracia consensual

»En una democracia participativa actual, el consenso buscaría su legitimidad en el acuerdo entre libertades personales. Sería producto de la decisión autónoma de todos los ciudadanos.«

La democracia consensual forma parte de una concepción anterior al pensamiento moderno. Es propia de sociedades fundadas en la necesidad del trabajo colectivo; se trata, por lo general, de sociedades agrarias o ganaderas, donde permanecen formas comunitarias de vida. El trabajo colectivo en el campo exige cooperación, ayuda mutua, decisiones compartidas. Por otra parte, esos procedimientos de consenso no se ponen nunca en cuestión; remiten a una tradición comúnmente aceptada; forman parte de costumbres establecidas.

Pero las comunidades tradicionales se rompen al pasar a formas de vida "modernas". La democracia pretende ser ahora el resultado de la voluntad concertada de individuos autónomos; ya no se funda en las costumbres transmitidas por la tradición sino en el ordenamiento legal decidido por los ciudadanos individuales. Debemos entonces preguntar: ¿acaso podrían las concepciones de comunidades premodernas transpasarse a las sociedades individualistas modernas? No es posible regresar al pasado; no podemos resucitar en una sociedad diferente formas de vida propias de sociedades agrarias menos complejas. Sin embargo éstas podrían ofrecernos una vía para superar el individualismo y la falta de participación política de las personas situadas, propios de las democracias liberales actuales. Para ello sería menester levantar (en el sentido del Aufheben hegeliano: conservar y superar) los principios de la democracia liberal a la altura de una democracia comunitaria renovada.

Esta propuesta suscita problemas teóricos. Señalaré los dos que me parecen más importantes.

Los procedimientos para llegar a consensos en las comunidades mencionadas fundan su legitimidad en una sabiduría colectiva heredada, que a menudo se expresa en mitos seculares; forman parte de las convenciones de la moralidad social vigente. Su aceptación expresa una actitud reiterativa de formas de vida y concepciones tradicionales. El disenso de un grupo o de un individuo cae fuera de esa moralidad social; es disruptivo de la vida comunitaria; no puede considerarse legítimo. En una democracia participativa actual, en cambio, el consenso buscaría su legitimidad en el acuerdo entre libertades personales. Sería producto de la decisión autónoma de todos los ciudadanos. Tendría que aceptar como legítimo, por lo tanto, el disenso frente a cualquier forma de tradición o de costumbre consensuada anteriormente. Supone una norma previa a la aceptación de la tradición colectiva: el respeto a la autonomía de todo miembro de la colectividad y, por ende, de su derecho a disentir.

»Los seres humanos tienen la capacidad de abrirse paso entre sus diferencias hasta tocar fondo en la identidad de intereses.«
Kwasi Wiredu

Como señala acertadamente Wiredu, la democracia consensual supone que todos los miembros de la comunidad pueden llegar, por el diálogo, a descubrir un bien común sustantivo. »Los seres humanos tienen la capacidad de abrirse paso entre sus diferencias hasta tocar fondo en la identidad de intereses.« En efecto, en las comunidades premodernas, el pueblo puede coincidir en los fines y valores superiores, aceptados por la tradición, que presentan unidad a la comunidad. En cambio, las sociedades democráticas modernas y complejas no comparten necesariamente ese supuesto. La concepción liberal de la democracia se levanta sobre el supuesto contrario; es una manera de responder a la multiplicidad de concepciones del bien común que responden a intereses divergentes. Si el Estado aceptara una concepción sustantiva del bien común, sería por la imposición de un sector de la sociedad sobre los demás. De hecho, eso es lo que puede suceder, en la realidad, si se sigue con rigidez el principio del gobierno de la mayoría.
¿Podría modificarse esa práctica para promover el principio del consenso? Me parece que la respuesta sería diferente según el ámbito de decisiones de que se trate. En los espacios locales, comunidades, municipios y aún pueblos autónomos, donde los ciudadanos pueden mantener un contacto personal y donde, bajo las discrepancias, puede haber conciencia de necesidades comunes es posible preservar o recrear procedimientos para llegar a consensos. Estos versarían sobre la solución de problemas locales, los que afectan a todos los miembros de esa comunidad particular.

»Sólo cabe un consenso básico que reflejara una identidad de intereses: el respeto a la pluralidad de puntos de vista sobre el bien común, el reconocimiento de las diferencias.«

En el espacio amplio de un país complejo, en cambio, la comunicación interpersonal, así como el conocimiento recíproco de los problemas comunes, son escasos. En ese nivel subsiste de hecho una pluralidad de grupos con puntos de vista e intereses que no se comunican. Sólo cabe, por lo tanto, un consenso básico que reflejara una identidad de intereses: el respeto a la pluralidad de puntos de vista sobre el bien común, el reconocimiento de las diferencias. Esto es un valor de segundo nivel, por así decirlo; consiste en la igual consideración de los valores sustantivos que elijan los distintos grupos de la sociedad. No es inocuo. El reconocimiento de las diferencias implica dar a cada quien lo suyo, vieja definición de la justicia. La justicia es equidad en el trato de todas las diferencias.
Dada la ausencia de una sola concepción del bien común, previamente consensuada por la tradición, en la democracia moderna sólo puede establecerse un consenso sobre los puntos en que coincidieran parcialmente concepciones y programas diferentes, al modo del overlapping consensus del que habla John Rawls. Para lograrlo sería necesario que el diálogo racional se acompañara de la voluntad de cooperación. El principio de igualdad en el reconocimiento de las diferencias guiaría la obtención de ese consenso racional parcial.
La democracia consensual, creo, tendría que dar soluciones institucionales a esos dos problemas.

Luis Villoro
Sobre democracia consensual
En torno a ideas de Kwasi Wiredu

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