“…Se me ha muerto como del rayo…” así empezaba el poeta su
elegía al amigo muerto. Esta madrugada se nos ha muerto como del rayo Leonard
Cohen, con quien tanto queríamos. Pocas veces he sentido la muerte de un
artista como esta, a veces, no hace falta conocer a alguien para llegar a creer
que lo conocías, que era uno más de tus amigos
Allelujah! De haber podido gozar de tu música, tomamos Manhattan
primero y después Berlín. Danzamos juntos al final del amor en tu vida secreta
y susurramos cosas al oído de Suzanne, Marianne y tantas otras… en aquel hotel
de Chelsea, cosas que todo el mundo sabe. Y tuvimos el honor de disfrutar de las
tardes de Alexandra, y fuimos valientes cuando el Dios del amor nos preparó
para su partida y no inventamos excusas, ni estrategias sobre las causas o los
efectos. Aún te puedo imaginar bailando aquel waltz con tu famosa gabardina
azul.
Y tu última canción, como un epitafio certero, tuya es la
gloria y nuestra la pena, Hineni, Hineni, Tú lo quieres más profundo. Estoy preparado mi señor. Allá donde quiera que estés, si hay Dios,
seguro que fue a recibirte.
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