Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

lunes, 21 de febrero de 2011

LOS PELIGROS DE LOS GOBIERNOS SALVADORES

LOS PELIGROS DE LOS GOBIERNOS SALVADORES



Transformar la sociedad desde los gobiernos, ésta parece ser la nueva cruzada que desde los partidos políticos de izquierda y derecha vamos a tener que soportar. Esta forma de entender la política viene de antiguo, ya Platón dejó muy claro en sus escritos sobre política que el pueblo ni sabe lo que le conviene y en el caso de que lo supiera, no sabría cómo conseguirlo; de esta afirmación se traducía la necesidad de la creación de una casta política adiestrada desde pequeña para dirigir los destinos de los pueblos, con éstos mimbres Carl Marx hizo un cesto estupendo cuyos resultados ya todos conocemos. Por desgracia los mimbres de esta teoría aún siguen cimbreando en manos de unos cuantos que siguen creyendo, aunque no se atrevan a decirlo públicamente, que al pueblo hay que guiarlo por el buen camino.
Cada vez que algún o algunos iluminados han aparecido con la solución a todos nuestros problemas debajo del brazo, hemos terminado dando volteletas por algún precipicio, y si te he visto no me acuerdo, ya la mayoría de estos iluminados hacen mutis por el foro y a vivir de lo trincado. Sinceramente, yo les agradezco que quieran salvarnos de todos nuestros vicios, se les reconoce su buena intención, pero no, gracias. No queremos que nos salven, los vicios están mal y todos lo sabemos, pero son nuestros y tenemos derecho a padecerlos libremente. No se puede transformar las sociedades a golpe de decretos, prohibiciones e imposiciones, las sociedades están vivas y caminan libremente, al menos en el mundo que se autoproclama libre, hacia donde sus ciudadanos con sus aciertos y equivocaciones las llevan. Puestos a equivocarnos y tener que sufrir las consecuencias, prefiero equivocarme yo a tener que sufrir las consecuencias de las equivocaciones de otros que se creen llamados a salvarnos.
La misión de un estado no es cambiar la sociedad hacia un mundo mejor, según la mayoría coyuntural, sino la de crear las condiciones para que los ciudadanos y nuestras infinitas formas de entender el mundo, podamos convivir en paz y armonía con unas reglas justas, donde la libertad de cada cual acabe allí donde comienza la de los otros.
Necesitamos estados y gobiernos a la medida de los ciudadanos, instrumentos que deben estar bajo nuestro control y nunca permitir que seamos nosotros los controlados por ellos. Defendamos la libertad bien entendida, el compromiso moral e individual de los ciudadanos para con sus congéneres puesto que vivimos en comunidad, pero siempre desde la decisión individual y allá donde la solidaridad espontánea de la sociedad para con los excluidos no llegue, propiciemos una solidaridad común a través de un estado respetuoso con la libertad ante todo.

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