Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

martes, 15 de septiembre de 2009

PROSTITUCIÓN REGULADA YA





PROSTITUCIÓN SI, PROSTITUCIÓN NO

En estos días se está polemizando con el tema de la prostitución en varias ciudades de España donde el ejercicio del oficio más antiguo del mundo, se ha convertido en un espectáculo impresentable y los vecinos de esos barrios tienen toda la razón en quejarse, no es de recibo que se practique sexo en la calle ni que las prostitutas te asalten y te roben incluso acompañado de tu propia pareja. Como siempre los políticos mirando para otro lado y el ejército de salvación haciendo campaña para que se prohíba la fornicación de pago, lo más raro es que a esta tropa formada en un principio por beatas insatisfechas se les ha unido un batallón de progres feministas con argumentos como que el trabajo sexual es una explotación, las mujeres no son mercancías que se puedan comprar o alquilar, y la prueba irrefutable que esgrimía una señora en una tertulia televisiva: las putas no quieren que sus hijas sean putas, claro, a diferencia de las que limpian retretes o escaleras que si quieren que sus hijas sigan con la tradición materna. Imaginemos un mundo sin prostitución después de que el ejército puritano haya ganado esta guerra, atentos los pagafantas, los adefesios/as, los patosos, los que no os coméis una rosca, los deformes, los torpones, las mojigatas, las feas y los feos, los solitarios…en fin, todos los perdedores del amor porque llega la gloriosa era de san manuela, el que no sea capaz de ligar no pilla cacho ya ni pagando.
Aquí todos vendemos algo, unos su talento, otros sus destrezas, su fuerza, su facilidad para meter una bola en una portería etc.…La única diferencia es que los tiempos de venta están regulados, pagamos impuestos, sacamos licencias y cumplimos las normas establecidas. Sin embargo las que venden un “quiqui” están fuera de toda norma, las putas son “los otros” porque las vemos pero no están, cobran dinero pero no pagan impuestos, usan locales pero no necesitan licencia específica, ejercen pero no están sometidas a las mínimas normas sanitarias y así podríamos seguir con un sin fin de irregularidades, alrededor de este hábitat como no cabía esperar crecen los parásitos y los depredadores por doquier, desaprensivos que ante la dejación de las autoridades sacan provecho de la situación y explotan y tratan a esas mujeres como esclavas.
Basta de moralinas sobre nuestra sexualidad, no queremos salvadores, ni tutores sexuales, somos ciudadanos libres capaces de decidir que es lo que queremos hacer con nuestro cuerpo igual que decidimos a quien votamos en unas elecciones, lo que queremos son normas que regulen ese oficio para que se ejerza con dignidad, con seguridad e higiene, para que pague sus impuestos como todo hijo de vecino y desaparezcan todos esos chulos aprovechados que viven en la impunidad de una clase política que no es capaz de coger el toro por los cuernos de una vez. Las defensoras de la prohibición también argumentan que en los países donde se ha regulado las mafias de la prostitución han crecido, lo primero que diría sobre esto es que no me lo creo, y si es cierto es obvio que se ha regulado mal, en este país la venta de alcohol es legal y no hay mafias, el estado gana dinero, al que sirve garrafón y lo cogen se la gana, el servicio es bueno y todos estamos contentos, conclusión la venta de alcohol está bien regulada, con la prostitución se puede hacer lo mismo.

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