COMO POMPAS DE JABÓN
Quién no se ha quedado alguna vez embelesado con el vuelo de
una pompa de jabón, etéreo y frágil, una bola de cristal con sutiles brillos y
colores, flotando en el aire hasta que explota y desaparece, de repente. Esa sensación
fue la que tuve hace unas horas cuando supe que un buen amigo había muerto, de
repente. Cuando nos encerramos hace unas semanas dejamos atrás un mundo que ya
no será el mismo cuando salgamos. Cuando todo esto termine, los que queden volverán
a salir a la calle como niños curiosos, temerosos de lo que van a encontrar
fuera pero lo más importante es lo que no van a encontrar.
Será un paisaje de
ausencias, conocidas y desconocidas, de desapariciones misteriosas; cuando nos
confinamos estaban, y al salir ya no están, se han ido sin despedidas, sin
consuelos, sin adioses. Como pompas de jabón.
Vamos aprendiendo a zarpazos que
la vida es frágil, que todo es pasajero, que nada permanece y que el mundo que nos
rodea cambia constantemente, el de ayer es distinto al de hoy y muy diferente
al de mañana. Y seguimos avanzando, secándonos las lágrimas y mirando de
soslayo hacia atrás, un atrás que nunca volveremos a transitar porque solo hay
un camino de ida en el que vamos abandonando nuestras pertenecías, aligerando
nuestras cargas, olvidando cosas y caras, caricias, risas y llantos y mucho y a
muchos de los que amamos.
Vamos cicatrizando las heridas, haciéndonos más
fuertes de pensamiento a cada paso que damos pero más débiles de cuerpo, perdiendo
jirones, desgastándonos de forma natural, como debe ser.
El paisaje de los
hombres y de los corazones cambia, pero el mar sigue igual, ola tras ola muriendo en
la orilla. Cuando vuelva a la orilla de mi playa, aunque llegue viejo, él me
reconocerá y yo a él también, como dos viejos conocidos que se reencuentran y
con sólo mirarse se lo cuentan todo.
Voy reemplazando los amigos como el aire
que habita mis pulmones, porque se van o porque me voy yo, voy construyendo mi
universo con todo lo que encuentro en mi camino, un poco de añoranza,
melancolía, aventura, todo me vale hasta que me siente ya sin fuerzas a
contemplar el último paisaje que mis ojos puedan ver, el último amigo que
transite casualmente por allí, el último rayo de sol que me caliente, la última
gota de lluvia que me moje, la última caricia que se apiade de mí. Y despareceré,
como una pompa de jabón, de repente.
El Siscar 4 de Abril del 2020
Tiempo de confinamiento