Ahora es Xi Jinping, el dictador “comunista” chino, el que abandera el movimiento a favor de la globalización mientras que un presidente norteamericano tontea con el bando populista de los enemigos del comercio libre.
Un artículo de SANTIAGO NAVAJAS
Un artículo de SANTIAGO NAVAJAS
Con la publicación del tercer tomo de su trilogía Los enemigos del comercio. Una historia moral de la propiedad, Antonio Escohotado se ha confirmado como nuestro ensayista maratoniano por antonomasia (aunque también ha demostrado su excelencia en distancias más cortas, ver Caos y orden o El espíritu de la comedia). Si con su monumental Historia de las drogas dejó un legado de referencia, con su genealogía de las ideas “pobristas” ha marcado un nuevo hito para entender el mecanismo ideológico que subyace a las muy variadas tendencias que se han opuesto tradicionalmente a las ideas de la libertad política y económica para crear diversos modelos de “oasis no mercantiles”.
Esta entrega está además de “rabiosa actualidad” ya que se cumplen cien años de las dos revoluciones que se produjeron en Rusia. 1917 comenzó luminoso y terminó tenebroso en el país que había sido de los zares. En febrero, un golpe de Estado dio lugar a la primera democracia constitucional en Rusia. En octubre, otro golpe acabó con el incipiente régimen liberal e instauró una dictadura bolchevique de tan nefastas y totalitarias consecuencias durante gran parte del siglo XX. Entre ambos, por supuesto, la otra gran ideología que competía con las dos anteriores, el fascismo, esa versión del comunismo sustituyendo la “lucha de clases” por la “lucha entre naciones”, “razas” u otras entidades colectivistas. El comunismo y el fascismo llegaron a formar un gran frente (popular) contra la propiedad privada y el libre comercio.
“El gran logro político de bolcheviques y nazis fue precisamente consolidar como posturas enfrentadas una misma pasión totalitaria, reñida con las libertades civiles en función de su fervor mesiánico”
Un frente común basado también en una metodología política de acción violenta que llevaría a Gorki, convertido finalmente en marioneta de los bolcheviques, a exclamar: “¡Por la fuerza será arrastrada la humanidad a ser feliz!”. Donde no se sabe si da más repelús el medio propuesto o el fin perseguido, la fuerza o la felicidad, un concepto escurridizo y variopinto que no significa lo mismo en la mente de Aristóteles, Belén Esteban o Pablo Iglesias, cuyo ídolo Lenin proclamó
“El terror es el único atajo hacia la virtud pública en épocas de revolución”
Precisa, rigurosa y exhaustiva, la investigación de Escohotado no resulta nunca árida o seca debido a su prosa de fino ensayista que le lleva a encontrar imágenes estilistas de gran fuerza plástica. Además, a Escohotado le caracteriza el temperamento irónico y el carácter guerrero. Durante años ha estado investigando enfrascado en la gran biblioteca de Internet como uno de los monjes-soldado epicúreos, a la vez líricos y épicos, que trabajaban entre libros, azucenas y vides junto a los acantilados de mármol que describió su idolatrado Ernst Jünger. Podemos imaginarlo con un par de vasos de vino y dos grandes rebanadas de pan negro y salado, mientras googlea algo así como “ingenieros sociales filantrópicos” o “religión rigurosamente científica” con una sonrisa en la comisura de los labios.
“El marxismo fundó una religión política prolongada como gobierno totalitario”
O, en palabras de Trotsky: “Marx es el profeta que trae las tablas de la Ley y Lenin es su ejecutor”. A veces, leyendo sobre los gurús te indignas, otras veces te horrorizas pero en ocasiones te tienes que reír. Por ejemplo, con Schopenhauer y su “utopía razonable” consistente en castrar a todas las “sabandijas” mientras que a los hombres de carácter noble se les concedería un harén entero, y así en una generación tener una casta de seres humanos mejores que Pericles. Claro que la sonrisa se hiela cuando se advierte que la utopía schopenhaueriana de una eugenesia de corte platónico dio lugar a una casta por la izquierda con Lenin y Stalin a la cabeza, mientras que por la derecha con Hitler (todos ellos, afortunadamente para el proyecto de mejores hombres que Pericles, más bien castos. Mao Tse Tung fue la excepción entre los más bien reprimidos sociópatas políticos). Por otro lado, “castrar a las sabandijas” se transmutó en el proyecto de exterminar a las “razas inferiores” o al “enemigo de la clase trabajadora”.
Del Sermón de la Montaña a Sartre pontificando en un café de París pasando por el Manifiesto Comunista y El Estado y la revolución de Lenin, Escohotado transita en esta trilogía magna por las diversos ataques que contra el individualismo se han hecho en nombre del “yo-masa” en sus diferentes versiones político-religiosas, del ebionismo judío al comunismo soviético. En el fondo un hegeliano, pero abonado a una forma expresiva de línea clara, Escohotado se mueve como salmón contra corriente en los turbios torrentes del marxismo dialéctico e histórico, solo que a diferencia de los hegelianos de izquierda no ha olvidado que
“Para Hegel el motor último es un progreso de la libertad -concretamente, que el espíritu se reconozca libre, y obre movido de modo responsable por tal destino-”
La investigación de Escohotado que comienza con la revolución soviética de Lenin termina aproximadamente con la revolución bolivariana de Chávez. De la tragedia a la farsa. Ahora es Xi Jinping, el dictador “comunista” chino, el que abandera el movimiento a favor de la globalización mientras que un presidente norteamericano tontea con el bando populista de los enemigos del comercio libre. Mientras, en un pequeño país que fue durante mucho tiempo tierra promisoria para los adversarios de la libertad y la riqueza, es un empresario multimillonario que se ha hecho a sí mismo, y que dona millones de euros a los hospitales públicos, y un joven intelectual erigido en tribuno de la plebe, y que apoya a los que ejercen la violencia política, los que se polarizan el arco mediático. Y nos viene a la memoria lo que nos advierte Escohotado a propósito de los bolcheviques
“Una y otra vez quien exasperó a los líderes niveladores no fue tanto el rico por filiación o privilegio como el nuevo rico”
Está el panorama del siglo XXI para que Escohotado se suba las solapas hegelianas y se ponga a trabajar ocho horas diarias durante siete días a la semana para escribir otra monumental obra, titulada esta vez Los amigos de la libertad donde, sin duda y haciendo caso omiso a la falsa modestia, un capítulo podría dedicárselo a sí mismo.
Fuente: http://www.vozpopuli.com/entre_escila_y_caribdis/enemigos-libertad_7_1018168176.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
LOS COMENTARIOS OFENSIVOS O CON INSULTOS NO SON BIENVENIDOS Y PUEDEN SER BORRADOS. GRACIAS POR VUESTRA MODERACIÓN.