Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

martes, 21 de junio de 2011

POR QUÉ LOS PEORES OCUPAN LOS PUESTOS MÁS ALTOS

 
Todos nos hemos hecho la pregunta alguna vez de por qué los peores son los que suelen alcanzar los puestos más altos en los gobiernos totalitarios, en las organizaciones mafiosas, en empresas usureras, organizaciones terroristas, en ciertos partidos políticos, etc.… gente incluso sanguinaria y cruel capaz de hacer cualquier cosa sin el más mínimo atisbo de escrúpulos.
La explicación más convincente la he podido encontrar en el concepto y uso del término  “fin” dado por Hayek.  Cualquier organización con un fin, por muy altruista que éste sea, termina supeditando las personas y los hechos a la consecución de dicho fin. Para conseguir lo que se propongan  los líderes necesitan rodearse de de acólitos sumisos y convencidos, personas de principios débiles fáciles de ganar para la causa, conforme la pirámide del poder se agudiza los puestos más altos los copan aquellos que van demostrando con sus acciones que son los más determinados a llevar a cabo cualquier orden sin cuestionarla, por eso en las cúpulas de éstas organizaciones encontraremos siempre a los más decididos y faltos de escrúpulos,  capaces de cualquier cosa por depravada e injusta que sea con tal de agradar al líder de turno y sobre todo, de alcanzar el objetivo propuesto.
Como decía, da igual que el fin buscado sea altruista supuestamente o puro interés del tipo que sea. Una organización con poder para coaccionar a los que pertenecen a ella o incluso a todos los ciudadanos, como puede ser el caso extremo de un gobierno, si tiene un objetivo terminará seleccionando a aquellos que mejor sirvan a la causa y que con menos escrúpulos lleven a cabo las acciones necesarias para conseguirla. Tiene su lógica, si no descartaran a aquellos que dudan del fin propiamente dicho o de la justeza de los medios para conseguirlo, la misión se pondría en peligro y todo podría irse al garete por un exceso de escrúpulos.
En las organizaciones de poder los fines  altruistas terminan siendo la excusa para justificar las injusticias y los desmanes necesarios para alcanzarlos. Por ejemplo, la consabida redistribución de la riqueza que pretenden los gobiernos de izquierda, (ni siquiera propugnan una distribución igualitaria de la riqueza ya que es absolutamente imposible), el objetivo es una distribución más igualitaria de la riqueza, el concepto de más igualitaria ya supone una distribución desigual,  unos recibirán más y otros menos, para ese reparto desigual hay que tomar decisiones y discriminar según las circunstancias a unos u otros sectores de la población, el final de éstas ideologías finalistas es que en aras de ese objetivo se cercenan las libertades para imponer un plan centralizado, comandado por unos pocos, los más decididos y menos escrupulosos,  que distribuyen la riqueza según ellos creen que debe hacerse  con resultados pavorosos como hemos podido ver a lo largo de la historia.
A mi entender cada vez que alguien o algunos son iluminados con un “FIN” terminan jodiéndonos  la vida a todos. Por eso me hice liberal, nuestro fin es que no haya fines sino  crear un marco de convivencia en paz y armonía donde todos podamos desarrollar nuestros propios fines. Una sociedad libre y solidaria con aquellos que por los motivos que sean vean truncadas sus aspiraciones y sus sueños.

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