UCRANIA,
LEJANA Y SOLA
Cuando todo acabe, con el paso del tiempo, la historia no
se acordará de los muertos de la guerra de Ucrania, da igual el bando, hijos,
padres, hermanas…Dicen que la primera víctima de una guerra es la verdad, es
posible, pero la siguiente víctima es la memoria de los que fueron arrebatados
sin ningún sentido.
Lo que se juega el mundo en estos días, y Europa
especialmente, son los pilares de la libertad y la democracia que tanto nos ha
costado construir, siglos de enfrentamientos y sangre, hasta llegar a ser hoy
en día, el lugar más privilegiado en cuanto a derechos y libertades
individuales de todo el mundo. Esta circunstancia nos convierte en el foco de
aquellos megalómanos, que siempre los ha habido, y que ven a Europa como un obstáculo
muy peligroso para sus planes expansionistas. Quieren destruirnos y en ello se
afanan sin disimulo y sin moral.
Mientras tanto, la Unión Europea sigue en el diván del
siquiatra debatiendo sin son galgos o podencos, si vamos o venimos y qué queremos
ser de mayores. Al menos, algo bueno parece que ha salido de esta maldita
guerra, y es que, de momento, los europeos vamos todos a una, como Fuente
Ovejuna, en nuestra respuesta al aprendiz de dictador Putin. Nos queda mucho
por andar en la construcción de una gran nación europea, política exterior y
diplomática única, ejército europeo, federación y como es lógico, un gobierno
federal europeo con un Presidente elegido por todos los ciudadanos de la Unión.
Todo se andará, espero.
En España, fieles a nuestras tradiciones de llegar tarde a
casi todo, a la ilustración, a la revolución industrial y a la comunidad
económica, en este asunto seguimos en la cola, a remolque de lo que decidan las
grandes potencias no vaya a ser que alguien se moleste. No cabe duda de que
tener en el seno del gobierno y en la coalición que lo sostiene, a viejos
roqueros nostálgicos del socialismo internacionalista y del comunismo soviético
por la gloria de Stalin, no ayuda.
Como siempre, por las vastas llanuras de Ucrania los únicos
que siguen en pie y con el puño en alto, son los ucranianos, la historia se
repite. Nadie va a poner allí las botas de sus soldados, a lo sumo víveres y,
al menos, parece que armamento también, que es de agradecer. España, como gran
gesto va a legalizar a los ucranianos que viven aquí, a los que queden vivos
después de ir a defender su país, claro. En otras guerras había brigadas
internacionales de voluntarios, era la forma más disimulada de implicarse, sin
implicarse, pero en esta, de momento, ni están, ni se les espera.
Juan J. Molina
Diputado regional de Ciudadanos