Juan J. Molina

Juan J. Molina
Juan J. Molina

viernes, 25 de junio de 2010

Factores que hacen violenta a la religión. Ciertas creencias acerca del propio deber religioso. (IV)


Ni el monoteísmo ni las imágenes de violencia empleadas en la religión son en sí mismas instigadores de intolerancia o violencia. Lo que vuelve intolerante y violenta a la religión, de acuerdo con Langerak, son ciertas creencias acerca de la propia religión y el propio deber religioso. Esto incluye la creencia de que uno tiene la obligación, no solo por buena voluntad y compasión, sino también por decreto divino, enseñar a todos los pueblos el único camino de salvación y de hacer discípulos de todas las naciones por todos los medios posibles. En palabras de Langerak, »La motivación para la intolerancia y la violencia religiosas se intensificó cuando el monoteísmo dejó de ser solo universalista para convertirse en exclusivista y expansionista, como ocurrió con el Cristianismo y el Islam.« (Langerak 1997, 515) Langerak demuestra cómo el exclusivismo y el expansionismo conducen a la intolerancia:
Cuando Dios nos reveló su doctrina universal y nos envió a enseñarla a todos los pueblos como vía exclusiva de salvación eterna, mandándonos que hiciéramos discípulos a todos los pueblos, no pudimos adoptar una actitud de laissez faire frente al ateísmo o la apostasía. ¿Cómo podíamos permitir que un error pernicioso condujera a los crédulos hacia la perdición o sembrara confusión y desorden? Una sociedad recta, después de todo, sigue a pie juntillas lo que Dios considera recto y no lo que consideran recto los hombres. …debemos tener en cuenta, ante todo, el destino eterno de aquellos que viven en el error o, si se encuentran más allá de la redención, las almas de aquellos a los que podrían corromper. (Ibid.)
Por lo tanto, la compasión y el deber divino nos obligan a conseguir que todos acepten la verdadera fe por cualquier medio posible. Tendremos un motivo adicional para la violencia religiosa si a este exclusivismo agregamos el expansionismo, y una promesa, como la que aparece en el Corán, de que todos los que mueran en el intento de expandir su fe o que los infieles sigan los preceptos divinos se convierten automáticamente en mártires de la fe y reciben un lugar especial en el paraíso.

Augustine Perumalil

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jueves, 24 de junio de 2010

Imágenes de dioses violentos y violencia religiosa (III)



Algunas feministas sostienen que los pronombres masculinos empleados en el discurso religioso, y las violentas imagines que aparecen en la escritura son los principales instigadores de la violencia. La teología feminista de occidente se siente tan intranquila por las imágenes violentas de poder femenino, como las de la diosa Kali con su guirnalda de calaveras, como por las violentas imágenes en los Salmos. Estas feministas creen que si se alteraran los pronombres masculinos utilizados en el discurso religioso y se eliminaran las imágenes violentas de la escritura, especialmente en los salmos, las realidades violentas simplemente desaparecerían. Creen que cuando ya no haya dioses violentos, no habrá pueblos violentos (cf. Madsen 2001).
El razonamiento parece ser el mismo que en los casos de violencia en la televisión y el cine. Los que defienden su censura, sostienen que la gente querrá imitar lo que hacen los personajes en la pantalla. Es como si primero viniera la representación y luego la imitación; como si la vida imitara al arte en lugar de ser imitada por él; como si las historias no surgieran de las realidades sociales sino de propósitos malévolos que tratan de funcionar como realidades; como si no hubiera otra razón que no fuera la malevolencia para contar una historia conflictiva. Lo que sostienen los partidarios de la censura es que, dado que la violencia no debería producirse, los artistas deben actuar siempre como si no existiera; que su representación es tan ilegítima como el acto mismo; que no es posible presentar una imagen de violencia sin estar secretamente de acuerdo con ella. Este argumento olvida que las historias violentas son representaciones artísticas de la violencia que ya existe en la sociedad, y que la violencia es anterior a su representación artística en la pantalla, y no al revés.
Los defensores de la censura advierten sólo intenciones maliciosas en el relato de una historia conflictiva. Esto se debe a que estamos tan acostumbrados a ver en la pantalla y en las galerías de arte imágenes de destrucción y daño que no ofrecen secuelas emocionales (no en función de la comprensión, la empatía, el horror y la vergüenza, sino por mera diversión), que comenzamos a creer que, en las obras de arte, la violencia no tiene otro propósito que el de la mera excitación. Hemos perdido la comprensión general de que lo que un artista intenta transmitir al presentar escenas o imágenes violentas. Como afirma Madsen, despojadas de la actitud del artista hacia la violencia que él/ella representa, y examinada sólo en términos de contenido (asumiendo que la actitud y sensibilidad del artista que creó las imágenes religiosas y las del salmista que compuso los salmos no forman parte de su contenido), estas imágenes dejan de tener cualquier importancia que no sea la del entretenimiento superficial. Separada de las sutilezas emocionales, la violencia representada en el arte y la religión puede aparecer como una postura erudita, una cortina de humo para disfrazar de cultura a la excitación pura y, como sostienen los partidarios de la censura, una inspiración para que los espectadores imiten lo que ven.
Pero existe una diferencia fundamental entre las imágenes inspiradoras de violencia y las grandes obras de arte. Lo que las diferencia crucialmente es la manera en que el artista trabaja su tema, así como el efecto y los cambios que quiere producir en el espectador. El artista puede emplear imágenes de violencia tanto para entretener y mitigar el horror de la violencia, glorificándola (y así inspirando violencia), o para producir en el espectador un »temor sagrado«, un sentido de vergüenza y horror que fortalezca los sentimientos nobles y conduzca a una conversión personal. Es precisamente esto último lo que hace que historias como Crimen y Castigo, de Dostoyevsky, sean un clásico. Desprovistas de este análisis, incluso escrituras como la Biblia o el Mahabharata se leen como crónicas de crimen y violencia. Lo que las convierte en grandes obras de la literatura es el sentido de vergüenza por el propio pecado, el horror por la violencia y los sentimientos nobles que producen y fomentan en el lector.
Las feministas, que defienden la censura en el discurso y las imágenes religiosas, excluyendo de ellas los pronombres masculinos e imágenes violentas, olvidan este importante aspecto de las grandes obras de arte y literatura. Sólo ven en ellas inspiración para el pecado y el crimen; por lo tanto, quieren censurarlas. Esto significa que las feministas pasan por alto el aspecto más importante de la escritura, las imágenes religiosas y las grandes obras de arte: su función como creadoras del »temor sagrado de Dios« e inspiradoras de sentimientos nobles. Puede concluirse que no existe una relación causal entre las imágenes religiosas violentas y la violencia en la sociedad, como suponen las feministas. En la mayoría de los casos, por el contrario, las imágenes violentas en las escrituras funcionan como poderosos elementos disuasorios del pecado y la violencia.

Augustine Perumalil

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martes, 22 de junio de 2010

La religión como productora de violencia (II)



»Religious differences tend to rationalize and to pump up the intensity of dislikes that might begin with ethnic, economic, or other differences.«
Edward Langerak (1997)
Existe una escuela de pensamiento que establece una necesaria relación entre la religión y la violencia. Este enfoque sostiene que la religión per se, específicamente en su forma monoteísta, conduce forzosamente a la intolerancia, a los conflictos y a la violencia. Empíricamente, se apoya en el hecho de que la mayor parte de nuestra historia está marcada por conflictos y guerras provocadas por diferencias religiosas. Los partidarios de este enfoque también señalan la tendencia humana general, observada a lo largo de la historia, a sospechar y desdeñar las diferencias, y sostienen que dicha tendencia se maximiza con la religión, »dado que las diferencias religiosas tienden a racionalizar y aumentar la intensidad de las antipatías que pueden comenzar con las diferencias étnicas, económicas o de cualquier otra clase« (Langerak 1997, 514). Esas intensas antipatías, afirman, terminan expresándose de vez en cuando en conflictos, violencia e incluso guerras.
Pero Langerak expone, a diferencia de lo que sugieren algunos críticos, que la religión no constituye un caldo de cultivo natural para la violencia, ni en su forma politeísta ni en la monoteísta. Langerak afirma:
Cuando los seres humanos pensábamos que los dioses eran locales y sus preocupaciones abarcaban solo la provincia, podíamos jurarles lealtad sin insistir en que el resto del mundo lo hiciera también. Por eso el politeísmo era compatible con la tolerancia religiosa o, por el mismo motivo, la indiferencia hacia la creencia del otro. (Ibid.)
Por eso, al politeísmo le resulta sencillo ser tolerante con los dioses de otros pueblos, y podemos comprender el porqué sin dificultad. Sin embargo, podría parecer que el monoteísmo, que solo acepta un único Dios, conducirá naturalmente a la intolerancia y, por lo tanto, a la violencia. Esta suposición, sin embargo, es errónea porque, como afirma Langerak, »Incluso aquellos pueblos que pensaban que su Dios era el más poderoso, el único Dios verdadero entre muchos dioses y un Dios celoso, no pedían a los extranjeros que estuvieran de acuerdo.« (Ibid.) Los judíos, por ejemplo, consideraban que Yahvé era el único Dios verdadero; se sentían orgullosos de ser el pueblo elegido por Dios y se compadecían de los que no gozaban de ese privilegio, pero no les pedían que lo adoraran. De ese modo, incluso el monoteísmo con sus implicaciones universales, puede evitar el enfrentamiento con los ateos, o con los que adoran a otros dioses.

Augustine Perumalil

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La íntima relación entre religión y violencia (I)


Desde el derramamiento de sangre en la Biblia hasta los combates de las Cruzadas y los ataques terroristas del 11 de septiembre en el World Trade Center, los atentados suicidas en Medio Oriente y los recientes incendios provocados a gran escala, violaciones y asesinatos en Gujarat, la violencia en nombre de la religión tiene una larga historia. Pero, como Mark Juergensmeyer señaló en su libro Terror in the Mind of God (2001) (»Terror en la mente de Dios«), desde la caída de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, se ha producido un aumento de los conflictos relacionados con la religión. Según él, la razón de este aumento se debe a que, desde la caída de la URSS, las luchas en nombre de la religión han reemplazado las batallas entre el Occidente capitalista y el bloque comunista. Las nuevas luchas, según Juergensmeyer, »ya no enfrentan mi forma de gobierno contra la tuya. Es mi religión y mis creencias contra las tuyas« (cit. en Shepard 2002).
William Edelen, en un artículo publicado en Internet y titulado »Religión is the Cause of Violence« (1999), cita un gran número de casos de violencia relacionada con la religión, tanto del pasado como de la historia reciente, y responsabiliza exclusivamente a la religión por los mismos, sosteniendo que fomentar conflictos y violencia es parte de su misma naturaleza. »Es la religión« – escribe – »la que históricamente ha producido siempre violencia. Desde Moisés a las Cruzadas, Enrique VIII, Salem, Hitler o Kosovo. En la actualidad, en nuestro propio tiempo, los países menos violentos son aquellos que no tienen ninguna religión.« (Edelen 1999)
El argumento anterior, aunque resulta simplista, destaca la íntima relación que existe entre la religión y la violencia. Si bien puede resultar una sorpresa para quienes consideran a la religión como una puerta hacia lo sagrado y un camino de crecimiento espiritual y realización humana, más de la mitad de las organizaciones terroristas que figuraban en 1988 en la lista de grupos terroristas internacionales del Departamento de Estado de los Estados Unidos eran de naturaleza religiosa (cf. Shepard 2002). También es importante prestar atención al hecho que la ferocidad e intensidad de la violencia inspirada en la religión (como, por ejemplo, el ataque del 11 de septiembre en Estados Unidos o la reciente violencia en Gujarat) sobrepasa la de la violencia inspirada por motivos puramente seculares, tales como la agitación para conseguir la separación de un estado en un país o la lucha por la libertad. Por lo tanto, no ha de sorprender que estudiosos de todo el mundo sientan la urgente necesidad de reconocer y explorar la íntima relación entre religión y violencia, y que, después del ataque del 11 de septiembre, muchos se concentren con mayor atención en el fenómeno.
El estudio de esta relación se ve muchas veces marcado por la negación en un bando y el prejuicio y la exageración en el otro. Los apologistas de la religión a menudo la consideran como la mensajera de la no-violencia, el amor y la paz, y niegan que la verdadera religión tenga algo que ver con la violencia. Para apoyar este parecer, mencionan a mensajeros de la paz y la no-violencia como Buda, Mahavira, Jesús, Mahatma Gandhi y Martin Luther King Jr., y califican a la violencia religiosa de comportamiento aberrante. En esta línea, muchos líderes religiosos, especialmente líderes religiosos musulmanes, afirmaron hace poco que las personas religiosas que utilizan su fe para justificar la violencia no son auténticamente religiosas y que los musulmanes que justifican la violencia no son musulmanes »reales« (cf. Ingersoll 2001). Por el contrario, los defensores del secularismo acusan a la religión, la responsabilizan de la mayoría de los conflictos y sostienen que su eliminación aseguraría una era de paz y prosperidad (cf. Edelen 1999).
»It is religion that, historically, has always produced violence. From Moses to the Crusades, Henry VIII, Salem, Hitler, Kosovo. Today, in our own time, it is those countries without religion that are the least violent.«
William Edelen
(1999)
No es necesario aclarar que ambas posturas tienen parte de verdad, aunque esa verdad sea sólo parcial. Descartar la afinidad entre la religión y la violencia, considerándola un fundamentalismo equivocado, como tienden a hacer ciertos defensores de la religión, resulta tan unilateral como exagerado. Es necesario evitar tanto el pensamiento ilusionado de los partidarios de la religión como la exageración de los secularistas, y someter la analogía entre religión y violencia a una investigación académica.
Descubrir y exponer la verdad acerca de la relación entre religión y violencia, sin embargo, resulta extremadamente difícil. Esto se debe, principalmente, a dos motivos. Primero, debido a que ninguna violencia es puramente religiosa por naturaleza, no es fácil distinguirla de otras clases de violencia. Es difícil, por ejemplo, decidir si el conflicto en Irlanda del norte es de tipo religioso, o si las recientes guerras en los Balcanes fueron conflictos étnico-religiosos o étnico-nacionalistas; o si el Sionismo se trata de una ideología secular o religiosa. Para superar esta dificultad, resulta útil hablar de la violencia inspirada en la religión, en lugar de violencia religiosa, y definirla como la violencia que surge principalmente de los conflictos en las creencias o prácticas religiosas o los conflictos entre grupos religiosos como grupos religiosos.
En segundo lugar, cada caso de violencia es tan único que toda generalización sobre la base del estudio de unos pocos casos resultará inaplicable al resto. Sólo la ingenuidad sociológica podría impulsarnos a buscar el mismo grupo de factores comunes detrás de todos los casos de violencia inspirada en la religión. Para un conocimiento exhaustivo de cada caso, por lo tanto, resulta obligatorio estudiar cada instancia en su propio contexto, prestando atención a las circunstancias y fuerzas específicas que contribuyeron a su erupción. Sin embargo, es posible que el análisis de diferentes manifestaciones de violencia religiosa ofrezca algunos elementos comunes. Lo que sigue a continuación es un intento de identificar esos elementos comunes a la mayoría, sino a todas, las instancias de violencia inspirada en la religión.
Dos maneras inadecuadas de enfocar la violencia religiosa
En un principio, puede resultar útil considerar dos enfoques de la violencia religiosa que son populares en ciertos círculos pero que no resisten el escrutinio crítico. El primero sostiene que la generación de violencia forma parte de la misma naturaleza de la religión; el segundo, popular entre algunas feministas, que la causa de la violencia religiosa es la presencia de los pronombres masculinos y las imágenes violentas en el discurso religioso.

Augustine Perumalil

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lunes, 21 de junio de 2010

Cultural Pluralism and Dilemmas of Justice, Monique Deveaux


Basado en sus propias experiencias como ciudadana de Canadá – un país en el cual las minorías culturales juegan un importante papel en asuntos sociales y políticos – el libro de Monique Deveaux aparece como un trabajo sobresaliente en el área de ciencia política. »El presente trabajo es así un intento por evaluar y extender esfuerzos en teoría política para tratar el problema de la justicia para las minorías culturales.« (2) La principal observación que hace Deveaux se concentra en el tema de "apropiado respeto y reconocimiento para el pluralismo cultural", el cual puede ser realizado por medio de la aplicación de un "liberalismo deliberativo", una versión mejorada de la democracia liberal.
De acuerdo a Deveaux, la propuesta presentada en su texto se fundamenta en una concepción más consistente (thicker) de democracia que la que los teóricos liberales normalmente emplean, una forma más participativa y dinámica de democracia. »Una concepción substantiva, deliberativa de democracia enfatiza la importancia de la participación de los ciudadanos en la vida pública y la necesidad de fomentar relaciones y prácticas políticas basadas en la reciprocidad, igualdad política, y respeto mutuo – todas cruciales para satisfacer exigencias básicas de justicia por parte de minorías nacionales y asimismo inmigrantes.« (5)
El término "cultural" es problemático, reconoce Deveaux. La autora lo toma en su definición más amplia, tanto como para incluir a cualquier comunidad que comparta una identidad basada no en el activismo voluntario (como usualmente ocurre con movimientos gays y nuevos grupos religiosos), sino principalmente en la nacionalidad, etnicidad, lengua, y religión, entre otras características. En este sentido, Deveaux regularmente se refiere a minorías como los vascos, quebequenses, escoceses y galeses.
Un término clave en la defensa de Deveaux de la democracia deliberativa es su crítica a las concepciones tradicionales de la democracia liberal – aquellas representadas por Rawls y Larsmore – que argumentan a favor de una "justicia liberal neutral". La clase de justicia defendida por Rawls y Larsmore requiere que los ciudadanos abandonen sus particulares visiones del mundo basadas en sus creencias religiosas y morales. Identificándose con el perfeccionismo liberal de Joseph Raz y Will Kymlicka, Deveaux argumenta en contra de la suspensión de las perspectivas religiosas y morales de los grupos, al discutir asuntos políticos. De acuerdo a esto, las diversas concepciones de lo bueno que tiene la gente no pueden ser simplemente apartadas de las discusiones políticas. Así, pues, la ética no puede permanecer aparte de la política.
La noción de liberalismo deliberativo – una forma modificada del liberalismo democrático – permite a las minorías culturales a moldear sus propias instituciones públicas y políticas. Esto puede ser logrado – propone la autora – trasladando el centro de gravedad de la legitimidad democrática al debate real. En esta propuesta, Deveaux se basa parcialmente en la Etica del Discurso de Habermas, por la cual la aprobación de facto de todos los participantes, o al menos de la mayoría, legitima las normas y actuaciones públicas y políticas.
Deveaux considera que la argumentación misma puede ofrecer una adecuada respuesta a los problemas de justicia cuando esta argumentación renuncia a los ideales de un completo consenso o a un diálogo sin restricciones de ningún tipo, al mismo tiempo que mantiene una actitud más abierta a las diversas formas en que se puede dar el discurso deliberativo. »Los méritos reales de la democracia deliberativa descansan no en el fin ilusorio del consenso social, ni en el ideal de un diálogo sin restricciones... sino más bien en la capacidad de este modelo para profundizar las prácticas democráticas en los Estados liberales.« (175-176) »En la concepción delimitada de democracia deliberativa por la cual argumento, el razonamiento y la deliberación son concebidos en términos de comunicación real entre las posiciones y creencias de los interlocutores, centrándose así la atención a procesos reales de argumentación moral.« (177)
La apertura a la comunicación de orden moral en el debate público y nuestro reconocimiento de su importancia para moldear las normas e instituciones políticas de las minorías, parece resumir el punto de vista de Deveaux en torno al asunto. Las ideas de Deveaux se muestran apropiadas y bien argumentadas, colocando al liberalismo deliberativo como una opción viable a las teorías liberales tradicionales.



Ruling Barragán Yañez, Panamá




polylog. Foro para filosofía intercultural 3 (2001).
Online: http://lit.polylog.org/3/sdmbr-es.htm
ISSN 1616-2943 1616-2943

© 2001 Ruling Barragán Yañez & polylog e.V.

miércoles, 16 de junio de 2010

¡ CUIDADO ! A VECES LOS DESEOS SE CUMPLEN







¡ CUIDADO ! A VECES LOS DESEOS SE CUMPLEN


Dicen las malas lenguas que lo peor que te puede pasar a veces es que se cumplan tus deseos más íntimos. Algunos sectores de la sociedad vasca y catalana tienen ardorosos deseos de independizarse de España, a mi me parece una solemne estupidez pero soy liberal y respeto que cada uno haga las estupideces que le apetezcan, allá ellos. Siempre he defendido que un país no es grande por sus tierras sino por sus gentes. Andan algunos de ellos enfrascados en la tesitura de que España se va oponer con uñas y dientes a esa independencia y que si bien no lo van ha hacer por las armas, lo harán por todos los demás medios posibles. Es posible que una parte de la sociedad española se mosquee mucho con este tema y pongan el grito en el cielo, pero a mi entender estos independentistas yerran del todo en sus predicciones. La gran mayoría de los españoles estamos muy hartos de un montón de vascos y catalanes que se jactan de su antiespañolidad, no los necesitamos ni a ellos ni a sus regiones si es que finalmente la mayoría de esas sociedades deciden que quieren independizarse, ya se sabe, todos somos necesarios pero ninguno indispensable.
Independizarse no será la parte más difícil, yo mismo y muchos otros españoles estamos dispuestos a darles el último empujón si es necesario. Lo que no les están explicando a los ciudadanos de esas dos regiones es lo que viene después, porque eso si que lo pueden tener claro: España y los españoles somos muy cabrones. No hay nada peor que un traidor, solo hay algo que se le acerca en la escala: un renegado. Y así es como consideraremos a vascos y catalanes, gente que renegó de la nación que llevamos formando hace más de quinientos años todos los bien y mal nacidos que hemos tenido la suerte o la desgracia de haberlo hecho en esta piel de toro que se llama España; son muchos años de batirnos el cobre contra los de fuera y también entre nosotros, mucha sangre derramada, mucha cultura diseminada por el mundo, un mundo que es diferente gracias a la impronta que los españoles hemos dejado a lo largo y ancho de los tiempos. Y lo hemos hecho entre todos, aquí no se escapa nadie tanto de lo bueno como de lo malo.
No se puede estar un poco embarazado, o se quiere y se siente el orgullo y la alegría de ser español o sobran unos cuantos en este país, y me parece muy bien que algunos no se sientan españoles y nadie les puede obligar a ello, pero vamos a darles de una vez la oportunidad de que se cumplan sus deseos y después arrieros somos y en el camino nos encontraremos.

martes, 8 de junio de 2010

De nuevo, la alerta griega, por Pedro Olalla


Hace ahora un mes, comenzaba a escribir esta serie de artículos sobre la situación de la “crisis” en Grecia con uno titulado “La alerta griega”. En él sostenía que la crisis de Grecia no es sólo de Grecia, que lo que está ocurriendo aquí no es una mera crisis de carácter local, sino un efecto más de un perverso proceso de especulación de alcance global basado en la obtención de lucro a partir del endeudamiento. Recordaba también que uno de cada cinco dólares de la deuda conjunta de todos los países del mundo se le debe al FMI y el Banco Mundial. Y decía que estas instituciones, en la aplicación de sus “recetas económicas”, “convencen” a los gobiernos para que contraten sus prestamos, imponen la privatización y la venta a inversores extranjeros de los recursos naturales del país (minas, aguas, cultivos) y de las más rentables empresas públicas (puertos, telecomunicaciones, etc.), exigen exenciones fiscales para las inversiones de las multinacionales, “recomiendan” la compra de armamento y la inversión en fuerzas policiales que garanticen el orden público, aumentan los impuestos indirectos en bienes de consumo (IVA) y exigen austeridad y recortes en las prestaciones sociales.

En las últimas semanas, el discurso político y mediático de España ha sido decir, en tono de alivio, que “España no es Grecia”, que nuestra cuenta de resultados es mejor (aunque el paro sea el doble) y que los griegos, en el fondo, se merecen lo que ahora les pasa por ser vagos y díscolos y propensos a huelgas y manifestaciones. Esperemos que, ahora que la anunciada marea ha llegado a España y comienzan a recortarse sueldos y pensiones, los españoles sopesen mejor su juicio sobre Grecia y tomen consciencia del alcance de la verdadera situación que amenaza con tocarles el bolsillo.

La realidad es que, desde una perspactiva histórica, asistimos en los últimos años a una creciente apropiación de parcelas del poder por parte de las entidades financieras. El capital, que gana dinero fomentando la “crisis” y la deuda, tiene cada vez un mejor aliado en los gobiernos, ya sea por connivencia, ya por coerción. Estamos asistiendo a una especie de comunismo inverso: a una mutación del sistema que hace que los Estados desvíen sus mecanismos de protección de la ciudadanía hacia la clase capitalista. Recortes en sueldos, pensiones y prestaciones para “amortiguar” el riesgo de inversores y bancos: socialiación del riesgo y privatización del beneficio. Hace apenas dos años, en un gesto en esta línea, Grecia “socorrió” a los bancos con 28.000 millones del erario público “para evitar males mayores derivados de una posible crisis”. España y otros países hicieron lo mismo, sin mucha resistencia.

Hoy, para salir de esa “crisis”, nos convertimos en clientes de nuestros subsidiados y contraemos con ellos nuevos préstamos, a un interés bien alto, que habrá que devolver con el dinero del erario público, recortando salarios, pensiones, sanidad y aplicando reformas laborales que hagan atractivo el solar para los inversores. Un botón de muestra, sin ir más lejos: se calcula que la supresión de las dos pagas extras a los pensionistas reportará anualmente al presupuesto del Estado griego un ahorro de 650 millones de euros, cantidad no despreciable; no obstante, el actual gobierno socialista no duda en gastar cinco veces más en comprar seis fragatas francesas y seis submarinos alemanes. No faltarán argumentos para tratar de convencernos de la imperiosa necesidad de esa inversión en armamento para la seguridad de nuestra soberanía y nuestra integridad territorial. Pero tal vez convenga recordar que, hace ahora diez años, urgidos también por la imperiosa necesidad de proteger la patria, encargamos a Alemania cuatro submarinos ultramodernos U214 por valor de 2.650 millones de euros, pagando un anticipo del 75%, y que dichos submarinos aún no han sido entregados. Eso sí, las industrias alemanas de armas entregaron a oficiales griegos comisiones por valor de 90 millones de euros y, en la actualidad, el entonces ministro de Defensa esta siendo investigado por la sospechosa compra de una mansión frente a la Acrópolis a nombre de su esposa por el módico precio de 1.100.000 euros.

La conclusión es que nos engañan. Que nos engañan siempre y como quieren. Y a lo que ahora está llamada la ciudadanía europea (si es que existe), en Grecia y en España, y en todos los países de Europa, es a hacer frente común contra el abuso, es a exigir a los gobiernos que frenen a los especuladores o que se vayan a casa, que gobiernen para el pueblo que les confía el poder y no para sus propios intereses en connivencia con corruptores y especuladores, que exijan un replanteamiento del “plan de rescate” desde una nueva base justa y solidaria, que si esto no se acepta se nieguen a pagar la deuda, y que obliguen a los inversores a asumir el “riesgo” de sus descabelladas operaciones en vez de acudir en su auxilio con el dinero público para que siempre salgan gamando. La ciudadanía debe exigir a los gobiernos que sean valientes y justos; y, si no, que paguen por sus responsabilidades y que se vayan. Grecia lleva meses de protesta permanente; veremos lo que pasa en España.

Pedro-olalla (5 de Junio, 2010)

domingo, 6 de junio de 2010

CÓMPLICES DE ZAPATERO


Durante seis años, estas personas, elegidas por el Pueblo Español para velar por sus intereses, han sido los cómplices de Zapatero.

Durante seis años, estas personas, elegidas por el Pueblo Español para velar por sus intereses, han apoyado con su voto todas los desvaríos que el "Evo Morales de León" dictaba a sus ministrillos .

Estas personas son responsables de que se haya aprobado la ley del aborto, la Memoria Histórica, el Estatut de Catalunya, el recorte salarial a los funcionarios, la congelación de las pensiones , los presupuestos ficticios ...

Estas personas han sido colaboradores imprescindibles para que España esté a punto de quebrar "si no lo está ya"

¡QUE NO TE ENGAÑEN! Los nacionalisas no han hecho más que pasar por taquilla por completar el número necesario en las votaciones

Pero estas personas, durante seis años, han demostrado con creces que ni son socialistas, ni miran por los intereses de los obreros, ni les importa un rábano España

¡QUE NO TE ENGAÑEN! En nuestro ordenamiento jurídico Las Cortes Generales representan al Pueblo Español y deben controlan la acción del Gobierno

La disciplina de voto no obliga a traicionar el juramento que hicieron al tomar posesión del cargo

Porque estas personas siguen ayudando a su secretario general y traicionando al socialismo, a los trabajadores y a los españoles, solo para asegurarse sus tres sueldos y sus cuatro pensiones



¡¡¡¡¡ ENVIA ESTA DIRECCION POR EMAIL !!!!!
http://complicesdezapatero.blogspot.com/
¡¡¡¡¡ SUMATE !!!!!
POR NUESTRA DIGNIDAD
QUE TODOS CONOZCAN LAS CARAS
Y SEPAN LOS NOMBRES DE
LOS CACIQUES DE ESPAÑA

jueves, 3 de junio de 2010

Freedom House Reveals the World’s Worst Human Rights Abusers



Washington, D.C.June 3, 2010


Freedom House today released Worst of the Worst 2010: The World’s Most Repressive Societies, its annual report identifying the world’s most flagrant human rights abusers, at a side panel during the 14th session of the UN Human Rights Council.

The report, which identifies countries earning the lowest scores in Freedom in the World, Freedom House’s annual report on political rights and civil liberties, was designed as a resource for human rights advocates. This year’s report identifies 17 countries and 3 territories whose citizens live in extremely oppressive environments, with minimal basic rights and persistent human rights violations.

“In this report we identify countries where individuals have almost no opportunity to enjoy the most fundamental rights—regimes whose people experience heavy penalties for independent thought or action and where little or no oppositional activity is permitted to exist,” said Paula Schriefer, director of advocacy at Freedom House. “By highlighting these countries, we hope to give human rights advocates a tool they can use to shine a light on these abuses at the world’s only global human rights body.”


Nine countries and one territory are judged to have the worst human rights conditions, receiving the lowest possible score of 7 (based on a 1 to 7 scale, with 1 representing the most free and 7 representing the least free) on both political rights and civil liberties: Burma, Equatorial Guinea, Eritrea, Libya, North Korea, Somalia, Sudan, Turkmenistan, Uzbekistan and Tibet.


An additional 8 countries and 2 territories score only slightly better, with a score of 7 in political rights and a score of 6 in the civil liberties category: Belarus, Chad, China, Cuba, Guinea, Laos, Saudi Arabia, and Syria.


The event included a release of the results by Freedom House director of advocacy, Paula Schriefer and remarks by Mr. Mamadi Kaba, President of RADDHO-Guinea, a leading Guinean human rights organization. Mr. Kaba is part of a delegation from Africa, sponsored by Freedom House, which is attending the Human Rights Council session to lobby for greater human rights in Africa. Of the 20 countries identified in the report, 6 are from Sub-Saharan Africa, including Guinea.


“While it is shameful that three of the ‘Worst of the Worst’ regimes now actually sit on the Council (China, Cuba and Saudi Arabia) and a fourth (Libya) was just elected, we nonetheless call on the member states of the Council to fulfill their mandate and take actions to address the systemic abuses in these countries,” continued Schriefer.


Since the Council was first established in 2006 to replace the widely discredited UN Commission on Human Rights, only a handful of “Worst of the Worst” states—Burma, Guinea, Somalia, Sudan and North Korea—have been the focus of resolutions or special sessions by the UN body.


Freedom House is an independent watchdog organization that supports democratic change, monitors the status of freedom around the world, and advocates for democracy and human rights.

Map of the freedom in the world
http://www.freedomhouse.org/template.cfm?page=363&year=2010

Freedom matters.
Freedom House makes a difference.
www.freedomhouse.org